We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Cine
‘Mediterráneo’: la huella de Open Arms en el mar
Desde su origen en 2015, Open Arms ha conseguido salvar a más de 100.000 personas. Los miembros de esta organización humanitaria atesoran tantas historias en su memoria como personas han salvado en su trayectoria, pues cada vida cuenta y cada vida tiene su propia historia. Con ese punto de partida se presentó ayer, 23 de septiembre, en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián la película Mediterráneo, cuyo estreno en cines está previsto el próximo 1 de octubre.
“Estamos muy contentos de estrenar Mediterráneo en esta cita internacional”, contaba su director, Marcel Barrena, unas horas antes de su proyección en el Teatro Victoria Eugenia de la capital gipuzkoana en una entrevista concedida El Salto. La historia, basada en esta ONG impulsada por dos socorristas de Badalona, Òscar Camps y Gerard Canals, pretende remover las conciencias de los espectadores de todo el mundo, viendo, a través de sus ojos, la tragedia humanitaria que se vive todos los días en aguas del Mediterráneo. “Siempre son los mismos los que amenazan. No les vamos a convencer, pero si alguno ve la película y cambia de idea pues mejor”, dice en tono afable.
La película, protagonizada por Eduard Fernández, Dani Rovira, Anna Castillo, Álex Monner, Sergi López, Melika Foroutan y Patricia López Arnaiz, ha contado además con la participación de un millar de migrantes reales, refugiados en campos de Grecia, que se han sumado a este proyecto audiovisual con el deseo de contar la traumática experiencia de navegar a la deriva jugándote la vida con la incertidumbre de mirar a un futuro mejor. “Eran ellos los que querían ser parte de su propia historia”, destaca Barrena.
“Los psicólogos de los campamentos de refugiados nos dijeron que había que tener cuidado, porque para ellos podía ser malo revivir el trauma que supuso su viaje”, cuenta su director, así que tuvieron en cuenta eso a la hora de seleccionar el reparto.
Las historias de Marcel Barrena buscan la credibilidad por encima de todo. “Necesitaba ser lo más fidedigno posible a la realidad”, afirma. Ya en Cien metros, su anterior película, donde contaba la historia de Ramón Arroyo, un hombre diagnosticado de esclerosis múltuple que decide correr una maratón, contó con enfermos reales. “Trabajar con gente que no es actor profesional es más complicado, pero desprenden mucha naturalidad y el ambiente que se creó según llegaron los refugiados al rodaje fue muy especial. De hecho, nada más llegar, estaban tan implicados con el proyecto que eran ellos los que nos contaban cómo recordaban su viaje y cómo lograron pisar tierra firme”.
La historia que narra la película se remonta a septiembre de 2015, cuando dos socorristas de Badalona, Òscar (Eduard Fernández) y Gerard (Dani Rovira), viajaron a Lesbos, impactados por la fotografía de un niño ahogado cuyo cuerpo aparece en la playa turca de Bodrum, para ayudar en las tareas de rescate.
La imagen de Aylan Kurdi en la arena conmocionó al mundo entero y ayudó a poner el foco en lo que estaba ocurriendo en aguas del Mediterráneo, si bien a día de hoy parece que se nos ha olvidado o que preferimos mirar hacia otro lado. “En todo este tiempo no ha cambiado nada y ahora, con el problema de Afganistán, hay más gente que puede verse abocada a esta situación”, destaca Barrena.
“Igual que en la película ‘Náufrago’ no entenderíamos que no se salvase a Tom Hanks, no se entiende que haya quienes prefieran dejar morir a los centenares de personas que cruzan el Mediterráneo cada día”, dice el director Marcel Barrena
Pero lo que iba a ser un viaje de un par de días a la isla de Lesbos para echar una mano se convirtió en un compromiso que dura ya seis años. Y es que Òscar y Gerard se sobrecogieron al ver que ante la realidad de miles de personas que arriesgaban su vida cada día, por su cuenta y riesgo, huyendo de conflictos armados, cruzando el mar en precarias embarcaciones, nadie hacía nada por ayudarles.
Así, junto a Esther (Anna Castillo), Nico (Sergi López) y otros voluntarios, Òscar (Eduard Fernández) y Gerard (Dani Rovira) crearon un equipo de salvamento con el que luchar por salvar vidas, convirtiendo su viaje en compromiso firme y auténtico, en una batalla por la supervivencia.
Origen del proyecto
“Todo surgió hace cinco años. En ese momento estaba haciendo Cien metros, con Dani Rovira, y vimos en el periódico a Òscar Camps contando lo que estaba sucediendo en el Mediterráneo y le dije a Dani: ‘Tenemos que parar, hay que contar esto’. Y al día siguiente estábamos comiendo con él y le pedimos por favor que nos dejara contar su historia”, recuerda Barrena. “Él no nos creía cuando le dije que queríamos hacer una película. Nos decía sí, sí, muy bien, como si estuviera hablando con dos locos”, asegura. “Pero cuando vio que nos lo tomamos muy en serio, que íbamos a Lesbos con él y conseguimos financiación para la película ya vio que la cosa iba muy en serio, lo que pasa es que luego apareció el covid y la enfermedad de Dani entre otras cosas”, advierte.
“Las vidas humanas no entienden de política y los miembros de Open Arms cumplen la ley, porque hacen lo que la ley del mar dice, que es universal”, afirma Barrena
Con respecto a la heroicidad de personas anónimas como los voluntarios de Open Arms, acostumbrados a recibir amenazas por parte de ciertos sectores, no tiene ninguna duda de su buen hacer. “Las vidas humanas no entienden de política y los miembros de Open Arms cumplen la ley, porque hacen lo que la ley del mar dice, que es universal”, subraya.
“Igual que en la película Náufrago no entenderíamos que no se salvase a Tom Hanks, no se entiende que haya quienes prefieran dejar morir a los centenares de personas que cruzan el Mediterráneo cada día”, destaca. “Los marineros tienen el deber de rescatar a cualquier náufrago, independientemente de dónde venga o a dónde vaya. Y los miembros de Open Arms hacen eso. Luego ya los socorristas son responsables de lo que les suceda en tierra, sino que es responsabilidad de los dirigentes”, señala.
Las complicaciones del rodaje
Después de más de cuatro años de trabajo de documentación, en los que el director viajó en diversas ocasiones a Lesbos y trabajó codo con codo con el equipo de Open Arms y con personas refugiadas, el rodaje de Mediterráneo se realizó hace justo un año, en septiembre de 2020. “Nos han ayudado mucho durante todo el proceso de realización de la película. Desde la escritura del guión y el rodaje hasta el estreno. Han estado presentes mientras rodábamos y nos han asesorado para conducir las lanchas como ellos, para aprender a nadar y hacer rescates”, detalla Barrena.
Sin embargo, también se han encontrado dificultades por el camino, ya que fueron muchos los obstáculos que tuvieron que sortear en su rodaje, que duró ocho semanas, y que tuvo Barcelona, Lesbos y Atenas como escenarios principales y el mar Mediterráneo como nexo común. A la peligrosidad de rodar en el mar, con sus vaivenes y sus condiciones meteorológicas adversas, se sumaron las limitaciones surgidas a raíz del covid. “Había días que no podían venir los actores porque habían confinado el campo de refugiados al detectar algún caso positivo y teníamos que cambiar de planes”, advierte.
Llegaron a sufrir un huracán en pleno rodaje, pero sin duda, asegura Barrena, lo más difícil de superar fue la enfermedad de Dani Rovira, diagnosticado con un linfoma de Hodgkin en marzo de 2020. “Dani es amigo ya desde que trabajamos juntos en Cien metros y he seguido con mucha emoción su día a día”, indica el director, que contó con él desde los orígenes del proyecto. “Después se sumó Eduard Fernández, que es un actorazo y además es que es clavado al Óscar Camps verdadero”, cuenta entre risas. “A pesar de que nos pasó todo lo inimaginable y más, yo sentía que había una energía que nos protegía y que esto tenía que salir bien”, concluye.
Mediterráneo cuenta una historia de amor. “Es una historia de amor, pero no de amor romántico, sino de seres humanos que sienten que son humanos”, destaca su director. Así, Mediterráneo invita a hacer un viaje a buen puerto y nos ofrece un mensaje de optimismo y esperanza en medio de tempestades y de aguas turbulentas, que emociona por su realismo y por la constatación de saber que cuenta la vida de personas reales y anónimas con un corazón enorme latiendo bajo su pecho.