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CIE de Aluche
Los peritos ratifican que a Samba Martine se la podría haber salvado
Expertos en enfermedades de transmisión sexual explican en el juicio por la muerte de Samba Martine que las pruebas que le hicieron y el tratamiento que le aplicaron fueron totalmente insuficientes dado el estado de salud que presentaba.
“La tasa de mortalidad es del 20% al 30%, hagamos lo que hagamos, pero luego hay un 70% que curamos”, afirmó el perito jefe del Servicio de enfermedades infectocontagiosas del Hospital Ramón y Cajal, Santiago Moreno Guillén, invitado por el juez “a hacer un poco de adivinos” sobre qué probabilidad de curación habría tenido Samba Martine si el 30 de noviembre, el segundo de los días en que el acusado Fernando Hernández Valencia la atendió, la hubieran trasladado al Hospital 12 de octubre y allí se le hubieran practicado las pruebas pertinentes, entre ellas la del VIH.
“Con esa sintomatología, si a esta mujer la llevan a la puerta del Hospital 12 de Octubre, le hacen los análisis de VIH y, a partir de ese momento, se inicia el tratamiento. Seguramente todavía había posibilidad de que se recuperara. Depende del tiempo de evolución, pero al no haber meningitis, estaríamos en las tasas de supervivencia más optimistas”, explicó quien es uno de los tres peritos que este martes prestó declaración en la segunda sesión del juicio por la muerte de la inmigrante congoleña Samba Martine, ocurrida el 19 de diciembre de 2011 en el centro de internamiento de extranjeros (CIE) de Aluche, tras 38 días de encierro en lo que al menos solicitó once veces asistencia médica.
Su testimonio tuvo la fuerza de las palabras que persuaden hasta a los menos avezados: la importancia del caso radica en que Samba era portadora del virus VIH y, de haberse indagado a tiempo sobre su sintomatología, de haberse realizado las pruebas correspondientes, quizá hoy estaría con vida. “La clave de todo es el VIH, ¿no?”, preguntó buscando reafirmarse el titular del Juzgado Penal número 21, David Yehiel.
En palabras de la perito del Instituto Anatómico Forense, Carmen Baladía, responsable de la autopsia y el informe presentado el 4 de mayo de 2012 al Juzgado de Instrucción número 38 —que archivó la causa—, Samba murió de “criptococosis, una infección sistémica producida por un tipo de hongo”. Tenía afectados el corazón, pulmones, hígado y sus riñones, pero “macroscópicamente” no se veía rastro de una meningitis, como se había divulgado en un principio.
“Es una enfermedad rara, de las llamadas emergentes u oportunistas, que no afecta a seres humanos sanos. Ocurre en casos de VIH, de problemas renales o un trasplante”, detalló, y tras hilar unos síntomas que consideró “en principio, banales”, aseveró que “no hace falta ser licenciado en medicina para colegir que esta sintomatología no nos impresiona”.
Su asertividad, sin embargo, contrastó con algunas afirmaciones que arrojan dudas sobre la práctica seguida por el personal que trabajaba para le empresa Servicios Médicos Especializados (Sermedes S.L.), responsable de prestar la atención sanitaria en el CIE de Aluche en los días en que Samba estuvo encerrada.
“El origen geográfico efectivamente es muy importante… claro que tiene incidencia que estas personas vienen de países que tienen porcentajes de seropositividad más altos que en los países europeos. Preguntamos antecedentes personales, enfermedades previas, medicación que estén tomando”, detalló Baladía, una práctica médica que no consta que se haya realizado con la víctima. Pese a ello, el juez negó cuatro veces consecutivas a la abogada de la acusación popular preguntar sobre la dificultad que habría tenido Samba para explicarse, habida cuenta de que su lengua materna era el lingala y no consta que en las visitas haya contado con el correspondiente servicio de traducción. Tampoco el acusado, el doctor Fernando Fernández Valencia, sabe francés como para pensar en una interlocución más o menos convincente.
La perito, la primera de los tres en testificar, en lo que sí coincidió con sus pares fue en los índices de supervivencia que tiene la criptococosis. “Si el tratamiento es en tiempo y forma, hay una supervivencia del 70%”, concluyó, aunque fue difusa la respuesta cuando la defensa repreguntó sobre “¿qué es mucho tiempo?”.
Fue entonces cuando el juez interrumpió con un ejemplo. “Si estoy en casa y llamo a urgencias y tengo los mismos síntomas: roncus, sibilaciones y cefaleas. ¿Me hubiera recetado lo mismo?”, preguntó Yehiel.
“Le hubiera dado un antitusígeno para que descanse, una pomadita y algo para el dolor de cabeza. Y le diría que, si en 24 o 48 horas no mejora, acuda usted al centro de salud o a urgencias. Y si va al hospital, ahí sí deben tener protocolizado lo del sida, y si no lo tienen, deberían tenerlo”, respondió. “¿Y si le digo que tengo VIH?”, pregunta de nuevo. “Si tiene VIH lo mandaría al hospital. Dados sus antecedentes, váyase a urgencias. No pensaría en la criptococosis, pero sí en una infección oportunista”.
Quince días
El único de los acusados que se sienta en el banquillo, el doctor Hernández Valencia, presenció el juicio en silencio, con sus manos apretadas entre sus piernas y un constante movimiento de sus pulgares. Los otros dos acusados, el doctor Jaime Evaristo Ojeda Rojas y la enfermera Yordanka García Casanova están prófugos de la justicia.Se juzga la actuación profesional de Hernández Valencia los días 15 y 30 de noviembre, las dos ocasiones en que atendió a Samba Martine. En su declaración del lunes explicó que solo había identificado “síntomas gripales” y “prurito en la zona perianal”, y que, tras 15 días, en la segunda consulta, esos síntomas continuaban.
Sobre esa posible confusión sintomática se explayó en la segunda sesión del juicio la tercera de los peritos llamadas a declarar, la médica especialista en enfermedades de transmisión sexual y con una dilatada trayectoria de trabajo en cárceles y en programas del Ayuntamiento entre 1984 y 2017, Concepción Colomo Gómez.
“No sé si esta persona —en referencia a Fernández Valencia— vio lo que se había escrito tres días antes, cuando Samba Martine ingresó al CIE. Cuando llega el día 15 y aparecen una serie de manifestaciones como cuadro gripal que ya tres días antes había referido la paciente, no pregunta ni se valora la patología respiratoria. El 30 de noviembre la vuelve a atender y lleva 15 días con una patología respiratoria y no se le ocurre indagar más. Eso no puede ser una gripe, 15 días así, es algo más”, aseguró Colomo.
Un extremo en el que coincidió el doctor Moreno Guillén. “Son dos semanas, si una persona tiene síntomas que persisten dos semanas, estamos obligados a pensar que en el pulmón hay algo más. Puedo pensar en tuberculosis. La sintomatología respiratoria debe desaparecer a los diez días, si persiste es porque puede haber algo más. Hay que hacerle una placa de pulmón, eso se enseña en la facultad, incluso si no hay sida. En una radiografía hubiera encontrado señales de que podía haber una patología a estudiar”, confirmó.
—¿Saldría como una mancha? —preguntó el juez.
—Sí, en la radiografía se ve la mancha —respondió el perito.
Para Colomo, además, “había criterios epidemiológicos, a una mujer que viene de África y además empieza a tener ciertas patologías lo primero que le hago es un VIH, y si viene con picor anal y veo candidiasis con más razón. El clotimazol es una pomada específica para la cándida en mucosas. Cualquier persona con candidiasis en cualquier parte del cuerpo es recomendable hacer análisis de VIH, si es en la región perianal, mucho más”. Y acotó que según recomendaciones del Ministerio, “el VIH debe hacerse a cualquier persona que tenga la candidiasis, porque hay factores que la propician”.
Ambos peritos cuestionaron que en las hojas de evolución solo aparecen síntomas, pero en ningún caso un diagnóstico y no dudaron en reafirmar que, a su entender, hay “mala praxis”, ya que no se buscaron posibles diagnósticos a la sintomatología que presentaba Martine.