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América Latina
Milei arrastra a Argentina a la sombra de EEUU e Israel
Fue una imagen difundida por el propio Gobierno argentino que no pasó desapercibida: por primera vez un embajador, en este caso el de Israel, Eyal Sela, aparecía en la reunión de gabinete de ministros que había convocado en la noche del domingo 14 de abril el presidente Javier Milei para evaluar el ataque de Irán contra Israel.
El mandatario, que acababa de aterrizar en Buenos Aires tras suspender desde Estados Unidos la gira que lo iba a trasladar después a Dinamarca, conformó desde la Casa Rosada, sede del Ejecutivo, un “comité de crisis” que nació y murió aquella noche. A esa reunión fue convocado el jefe diplomático israelí, en un hecho sin precedentes. No es el único.
De aquel encuentro encabezado por el presidente se desprendió un mensaje prístino: que el Gobierno de Benjamín Netanyahu tenía derecho a defenderse, a contramano de la prudencia que mostraron el resto de mandatarios de América Latina, y en un desmarque claro de la posición dada a conocer por la Unión Europea, por Estados Unidos, y por Naciones Unidas, que desaconsejaron las represalias.
“Esta sobreactuación excesivamente peligrosa rompe la tradición histórica de Argentina de mantener la equidistancia y la neutralidad”, dice el historiador Leandro Morgenfeld
“Esta sobreactuación excesivamente peligrosa rompe la tradición histórica de Argentina de mantener la equidistancia y la neutralidad, en el planteamiento de que los conflictos deben resolverse de manera pacífica en organismos internacionales y no a través del uso de la fuerza”, afirma a El Salto el historiador Leandro Morgenfeld, investigador y profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
La imparcialidad que mantuvo Argentina durante la I Guerra Mundial, pese a que varios buques civiles fueron capturados o hundidos, se prolongó hasta las postrimerías de la II Guerra, cuando la nación sudamericana rompió relaciones con las potencias del Eje en 1944 y al año siguiente declaró la guerra a Alemania, pero sin envío de tropas.
La equidistancia argentina se mantuvo por medio siglo más hasta que en 1990 el entonces presidente Carlos Menem (1989-1999) envió dos buques de guerra al Golfo Pérsico para participar en el bloqueo económico contra Iraq, fiel a las “relaciones carnales” que el país mantenía con Estados Unidos, según ponderó el que luego sería el canciller de su Ejecutivo, Guido Di Tella.
Argentina sangró en su propio territorio dos años después, con un ataque a la Embajada israelí que causó 22 fallecidos, y al que siguió otro atentado en 1994 a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que provocó la muerte de otras 85 personas.
El apoyo irrestricto a Estados Unidos que exhibe Milei es aún más enfático en el caso de Israel. El presidente ha otorgado su aval explícito “a la política que está llevando a cabo Netanyahu”
A tres décadas de aquello, y tras un primer juicio que investigó el encubrimiento del ataque a la mutual judía, el máximo tribunal penal de Argentina sentenció la semana pasada, sin pruebas concluyentes, que el responsable de los dos atentados era Irán, y que la organización libanesa Hezbollah había sido el brazo ejecutor.
Alineamiento sin precedentes
“Nunca en la historia argentina hubo este nivel de alineamiento. Por más que Milei se referencie en las dos presidencias de Menem, Estados Unidos no es la fuerza hegemónica incontestable que era en los años 90, sino que está en un declive relativo, con el ascenso del Pacífico, China, India y los BRICS”, señala Morgenfeld en alusión al grupo integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
El apoyo irrestricto a Estados Unidos que exhibe Milei es aún más enfático en el caso de Israel. El presidente ha otorgado su aval explícito “a la política que está llevando a cabo Netanyahu” con los bombardeos en Gaza que han asesinado a más de 35.000 palestinos, pese a que el Consejo de Seguridad de la ONU ya había exigido el alto al fuego inmediato en el enclave bajo asedio.
“Esta política de sumisión total es a cambio de nada”, asegura Morgenfeld, autor del libro Nuestra América frente a la Doctrina Monroe. 200 años de disputa, al marcar una diferencia entre el rigorismo del mandatario argentino y el pragmatismo de Menem, que visitó Brasil en una veintena de ocasiones y contribuyó a la puesta en marcha del Mercosur, integrado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y ahora Bolivia.
El presidente ultraderechista dejó entrever —porque no fue explícito— su intención de construir una base naval conjunta con Estados Unidos a las puertas de la Antártida
Milei voló la semana pasada a la ciudad austral de Ushuaia, en la provincia patagónica de Tierra del Fuego, para recibir a la jefa del Comando Sur estadounidense, Laura Richardson, quien durante sus tres días de visita en el país recibió honores propios de una jefa de Estado. Vestido con el uniforme de la Fuerza Armada, el gobernante ultraderechista dejó entrever —porque no fue explícito— su intención de construir una base naval conjunta con Estados Unidos a las puertas de la Antártida.
El proyecto que llevaría a la nación sudamericana a ceder su soberanía es de difícil concreción, ya que la legislación argentina requiere el apoyo del Congreso para autorizar el ingreso de tropas extranjeras y en ningún caso habilita la instalación de bases militares de otros países. “Otorgarle la posibilidad a Estados Unidos de que tenga una base en la Antártida sería un desastre en términos geopolíticos”, sentencia el historiador.
Los prescindibles
Mientras toda su pleitesía se vuelca hacia Estados Unidos e Israel, Milei ha creado varios cortocircuitos con China, el segundo socio comercial de Argentina y un inversor clave en la región.
Desde un inicio, el presidente argentino descartó los 34 aviones de guerra JF-17 que el presidente chino Xi Jinping había ofrecido a su predecesor, Alberto Fernández (2019-2023), a un costo muy bajo y con facilidades de financiación. A través de un contrato rubricado el 16 de abril, la actual gestión compró a Dinamarca 24 cazas F-16, de origen estadounidense, que tienen un sistema de reabastecimiento incompatible con el que utiliza la Fuerza Aérea Argentina.
El Ejecutivo argentino también paralizó la construcción de su cuarta central nuclear y de dos represas hidroeléctricas que contaban con financiamiento chino en el sur, donde fueron despedidos 1.800 trabajadores. Las represalias del gigante asiático pueden hacer tambalear a Argentina si el Gobierno de Jinping exige la devolución del intercambio de monedas vigente por 5.000 millones de dólares, o si opta por priorizar a Brasil para adquirir carne y soja.
Mientras toda su pleitesía se vuelca hacia Estados Unidos e Israel, Milei ha creado varios cortocircuitos con China, el segundo socio comercial de Argentina y un inversor clave en la región
“China es un país que tiene una paciencia estratégica histórica con países de cualquier signo político. Los cuatro años de Gobierno de Mauricio Macri (2015-2019) mostraron que la idea de alinearse con Estados Unidos y confrontar con China tiene limitaciones estructurales”, advierte el investigador y docente argentino.
Doctrina Monroe
Antes de asumir la presidencia el 10 de diciembre, Milei descalificó al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, como “corrupto”, “comunista” y “socialista envenenado”. Una visita de tres días a Brasil de la ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino, trata de dulcificar por estas horas el vínculo con el socio comercial más relevante de Argentina.
Será difícil que Lula olvide el desplante que hizo Milei al Grupo BRICS al declinar la invitación a que Argentina se adhiriese a esta asociación interestatal desde el 1 de enero, una gestión que promovió el mandatario brasileño.
“Ése es otro dislate de la política exterior que ni Bolsonaro se atrevió a hacer”, observa Morgenfeld. “Los BRICS son un club al cual más de 30 países hacen cola para entrar, un grupo que superó al G7 en términos de su PIB. En vez de estar ahí, como está en el G20 y en otros muchos bloques que comanda Estados Unidos, Argentina se fue dando un portazo, lo cual es no entender hacia dónde está yendo el mundo y cómo funciona”.
Milei ha enviado esta semana a Bruselas a su ministro de Defensa, Luis Petri, para solicitar el ingreso de Argentina a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)
La Doctrina Monroe que impulsa Estados Unidos desde hace 200 años y que lo lleva a excluir a potencias extra hemisféricas de América Latina —primero Europa, luego la URSS, ahora China y Rusia— y a tratar de evitar los procesos de integración regional, encuentra en el presidente argentino a un colaborador entusiasta.
En otro gesto de reverencia a Estados Unidos, el mandatario ha enviado esta semana a Bruselas a su ministro de Defensa, Luis Petri, para solicitar el ingreso de Argentina a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Desde que fue electo presidente en noviembre, Milei no ha dispensado una sola visita a otros países de América Latina, pero sí encontró el momento de viajar en tres ocasiones a Estados Unidos y en otra oportunidad a Israel, cuando verbalizó sus intenciones de trasladar la Embajada de Argentina a Jerusalén.
Milei llamo “corrupto” y “socialista envenenado” al presidente brasileño Lula; “ignorante” al mexicano Andrés Manuel López Obrador y “asesino terrorista” al colombiano Gustavo Petro
A finales de marzo, el presidente se las ingenió para agraviar en una misma entrevista a dos jefes de Estado latinoamericanos: definió como “ignorante” al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y como “asesino terrorista” al de Colombia, Gustavo Petro, lo que llevó a una crisis diplomática con el país andino.
“Milei es muy funcional a los objetivos de Estados Unidos en la región, a la política de desmantelamiento de la coordinación política a nivel regional”, concluye Morgenfeld. Ese nuevo encuadramiento, anunciado por el propio Milei como la nueva “doctrina de política exterior” de Argentina, verá su impacto con el correr del tiempo. No ha hecho más que empezar.
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Pues eso, un auténtico vasallo de los intereses corporativos estadounidenses. Si al saqueo y privatización que está llevando a cabo en Argentina se une el sometimiento militar, el pueblo Argentino va a padecer enormemente.