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Anarcosindicalismo
Posponer las luchas: la trampa recurrente
Existe una trampa recurrente, por parte de los sindicatos mayoritarios (CC.OO.-UGT), que favorece enormemente los intereses empresariales. Dicha trampa consiste en mantener un discurso que trata en todo momento de posponer las luchas.
Posponerlas tanto como sea posible, dando miles de excusas, desplegando si es preciso todo el argumentario del miedo. “De las huelgas se sabe cómo se entra pero no cómo se sale...” es su cantinela habitual en esos casos. Sin embargo, cuando la situación parece ya irreversible y el ataque por parte de las empresas a los derechos de los trabajadores y las trabajadoras es inminente, este argumentario del miedo ha calado ya de manera irreparable, sembrando el desánimo. Porque lejos de avivar las ascuas de la lucha colectiva, pareciera que el único propósito de CC.OO. y UGT en muchas ocasiones fuera sofocarlas.
Una demanda habitual, por parte de aquellas plantillas que desconocen la realidad sindical, es pedir a las distintas representaciones que “vayan de la mano”. “¿Por qué no vais todos a una?”, preguntan insistentemente trabajadores y trabajadoras en las empresas. Una demanda que puede entenderse como perfectamente lógica pero que, a la vez, en la mayoría de las ocasiones es inviable. Parece difícil, si no imposible, sincronizar a organizaciones verdaderamente combativas con organizaciones como CC.OO.-UGT.
Pese a su discuro público, son precisamente CC.OO. y UGT los responsables de la gran mayoría de los convenios colectivos que han afianzado la precariedad como algo sistémico en nuestro país.
En cuanto a los hitos más conocidos, sus huelgas generales han sido siempre puntuales, muy a tono de la oportunidad política del momento, y jamás han tenido continuidad. Movilizaciones cosméticas para que la gente recuerde que siguen existiendo, aunque cada vez con menos fuerza dada la falta de coherencia de sus postulados. Movilizaciones que tienen que ver más con la liturgia que con la verdadera acción.
Este 8M, por citar un ejemplo, puede observarse este fenómeno nuevamente. CC.OO. y UGT vuelven a plantear una huelga cosmética, con paros de dos horas, mientras organizaciones como CGT o CNT vuelven a plantear huelga de 24 horas, en sintonía con las demandas del movimiento feminista. De hecho, no han sido pocas las manifestaciones públicas durante 2018 en las que, desde UGT y CC.OO., se ponía en duda la legitimidad de CGT en su convocatoria de 24 horas del año pasado. O casos tan vergonzantes en que CC.OO. y UGT pactaron dejar sus paros de dos horas de 2018 en permisos retribuidos de 15 minutos, acordados con las empresas y unidos a la hora del bocadillo.
En 2019, mientras tanto, partidos políticos como VOX, aupados a la primera línea de la política nacional por parte de PP y C´s, proponen un discurso antifeminista con aberraciones programáticas como eliminar la ley de violencia machista. Un discurso que es preciso contestar de manera rotunda para que sea erradicado. No entender que el panorama de este año exige con más motivos si cabe una gran movilización vuelve a coincidir con su trampa habitual: posponer las luchas, sofocar las ascuas, pisotear las cenizas...
Son innumerables los casos en los que posponer las luchas ha supuesto la claudicación de las plantillas en situaciones de riesgo y, desgraciadamente, en aquellos casos en los que no había presencia de un sindicato combativo, son muy excepcionales los casos en los que las plantillas han quebrado esta actitud desmovilizadora de CC.OO. y UGT.
Son parte del problema y no de la solución.
Desenmascararlos es obligación de quienes creemos que la lucha es el único camino.
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