Centroamérica
Historias de carretera, la Nicaragua más profunda

De nuevo la carretera se convierte en una fuente infinita de inspiración. El lugar idóneo para tomarle el pulso al país y más todavía si utilizas transporte público.

Nicaragua desde mi ventana 1
Nicaragua desde mi ventana 1 Elisa Navarro
20 dic 2017 13:26
Solo cruzando la propia estación, la aventura está asegurada. Los aparcamientos se encuentran siempre en la parte trasera del mercado, de hecho, son anexos del mismo. Un mercado donde abunda la gente, el bullicio y el trajín desde primerísima hora de la mañana. Espacios de tierra -aunque también es frecuente el barro si el país atraviesa los seis meses de monzón-. Las paradas de autobús y, por lo tanto una buena parte del mercado, son un auténtico festín para los sentidos. Miles de colores que vienen de las frutas y las verduras, de los sacos con especias, de la artesanía, de los puestos con ropa… Espacios llenos de ruido –mucho ruido- y sobre todo, llenos de olores. Olor constante a comida, ya que es habitual que, en muchos puestos, las mujeres vendan productos que seguramente hayan preparado de madrugada para salir a venderlos bien temprano.

Nicaragua desde mi ventana 2
Nicaragua desde mi ventana 2 Elisa Navarro

Como ocurre en otros países, en el mercado impera el deseo de supervivencia. El lugar donde cada día cientos de personas luchan por vivir una nueva jornada. Para ello, venden lo que sea -o mejor dicho lo que pueden-. A veces, resulta inevitable preguntarse cómo será la vida de todos aquellos que quizá solo traen una veintena de naranjas que la cobran a cinco pesos la unidad (ni quince céntimos la pieza). Sin embargo, además de comida y, dependiendo de las dimensiones del mercado, puedes encontrar lo que desees, lo que busques.

Una vez subes al autobús y te acomodas en él –si es que tienes la suerte de encontrar asiento e ir sentada todo el trayecto- la venta continua. Decenas de vendedores suben al autobús pregonando lo que ofrecen: enchiladitas, cuajadita fresca, “cosa de horno”, tortitas de maíz, frescos, bebidas gaseosas, elotes o incluso helados sin refrigeración cuando en el exterior hace casi 40°. Además de comida y bebida, hay quien vende pinzas y coleteros para el pelo, caramelitos para la garganta o incluso medicamentos. En ocasiones, se apea un vendedor al estilo teletienda y expone su mercancía con una excelente elocución, explicando cuáles son las ventajas de los productos mágicos que, uno a uno, va sacando de su mochila: cuchillas de afeitar, cepillos de dientes con cerdas especiales o incluso cuadernitos para que los niños coloreen. Por supuesto, productos que se venden tres veces por debajo del precio de mercado. Lo hacen con gracia porque, de hecho, siempre logran varias ventas.

Lejos de estos esporádicos vendedores profesionales, el resto son más rapiditos y sin tanta explicación: suben al autobús, pregonan lo que ofrecen, se atraviesan el pasillo de norte a sur y vuelven a bajar por la puerta trasera en busca de otro transporte donde continuar su tarea.

Autobús de Nicaragua lleno hasta los topes
Autobús de Nicaragua lleno hasta los topes Elisa Navarro

En la carretera, el sonido del claxon se convierte, una vez más, en la banda sonora del trayecto. Un claxon que se usa para todo y que dependiendo del tipo de toque, de la duración o la insistencia puede significar muchas cosas. Se trata de un código completo de circulación que todo el mundo conoce y respeta. Una vez en ruta, aunque existen paradas de autobús establecidas, si deseas bajar en cualquier otro lugar -sea donde sea- solo tienes que gritar y decirlo.

Hoy es día de autobús y, por suerte, vamos sentadas. Algo que inicialmente parecía más que imposible. Como es típico en Nicaragua, el espacio dentro del bus se aprovecha hasta el final. A veces, salen asientos de donde menos te lo esperas. Por eso, el concepto de lleno es 100% real. Asientos que a veces son asientos y otras, cubos improvisados. Por eso el espacio vital no suele existir, el tránsito es continuo y el concepto de viajecito tranquilo, casi imposible.

“En cada bancada caben tres personas” ha empezado a gritar el ayudante de autobús cuando se ha dado cuenta de que en el andén había muchas más personas dispuestas a subirse de las que materialmente acogía el autocar. Como no podía ser de otra manera, una vez hemos subido todos, el autobús se ha convertido en un auténtico tetris humano. “Una pasadita hacia adelante” gritaban desde la punta invitándonos a seguir avanzando hacia el fondo del autobús. A diferencia de lo que se conoce como autobús urbano, sin apenas asientos y con mucho espacio para ir de pie, éste era un autobús de carretera con un pasillo minúsculo y asientos a derecha e izquierda. “Una pasadita hacia adelante”.

Una línea muy demandada ya que hasta que pase el siguiente hay que esperar varias horas. “Una pasadita hacia delante”. Aunque parecía que no había espacio para hacerlo. Al final, sí lo ha habido.

Es curioso, cómo a pesar del calor, los empujones, los pisotones y de tener poco -o nada- espacio vital, nadie parece inquietarse ni perder el control. Ellos, tranquilos. Una vez más, este tipo de viaje, que no es más que un mero tránsito para llegar al destino, se convierte, a veces incluso, en más interesante que el destino en sí.

He logrado apearme más tarde de lo que me hubiera gustado ya que conseguir entrar en el autobús cuando otra veintena de pasajeros también quería montarse en ese mismo instante no es tarea fácil. Cuando pensaba que sería el pasillo, de pie y aprisionada por todos los costados, mi lugar durante hora y media de trayecto, un señor ha comenzado a tocarme el brazo. Era un anciano que viajaba con su nieto y que me invitaba, arrimándose al pequeño, a sentarme con ellos. ¡Qué inmensa emoción! ¡Iba sentada al fin! Aunque eso sí, apretujada a derecha e izquierda (por un lado, el hombro del señor y por el otro, la mochila de un muchacho que estaba de pie a mi lado y que constantemente me rozaba la cara).

Lleno hasta los topes. Literal. Sin embargo, todavía queda espacio para que el ayudante de autobús se lo atravesara de norte a sur para cobrar el billete de todos los pasajeros. (Aquí, no hay apenas taquillas para comprar el boleto antes de montarte. Es una vez dentro y, sin previo aviso, cuando el encargado de cobrarlo pasa a recoger el dinero). ¿Cómo lo consigue? Es toda una incógnita.

“¿Siempre va así de lleno este autobús?”, le pregunto al hombre que llevo al lado. Asiente con la cabeza. Es precisamente el señor que me ofreció el asiento, un hombre de unos 70 años, el que interrumpe mis pensamientos. “Chica, ven acá a sentarte”. Se dirige a una muchacha joven que lleva de pie todo el camino. El hombre se levanta y le intercambia su lugar. Ahora, a mi derecha está su nieto y a mi izquierda la nueva afortunada. “¿Por qué no se le había ocurrido a nadie?” “¿Por qué no se me había ocurrido a mí?” Sin embargo, no hago nada. Simplemente me quedo ahí, en shock, después de ver un gesto que me había tocado profundamente el corazón.

Gente de pie en un autobús de Nicaragua
Gente de pie en un autobús de Nicaragua Elisa Navarro

Y seguimos en el autobús. Acabamos de parar. Hace mucho calor. Aquí, ningún autocar, al menos los que todo el mundo coge a diario, tiene aire acondicionado. Por eso, todos disponen de ventanillas que siempre están abiertas y por las que solo entra aire fresco cuando estamos en movimiento. Por suerte, el paisaje es sobrecogedor. Acabamos de parar e intuyo, que aunque no logro divisar la puerta, todavía siguen subiendo personas que, por supuesto, seguirán amontonándose en el pasillo.

Un niño llora, otro muchacho intenta dormir de pie encima de una mochila y yo, afortunada, todavía tengo el espacio suficiente para escribir estas líneas a tiempo real. Supongo que como siempre, un mismo viaje nunca es igual para todos. Deseo llegar pronto, aunque solo sea para que el hombre recupere pronto un espacio que voluntariamente se ha sacrificado a perder.

Archivado en: Centroamérica
Sobre este blog
Zero Grados es una revista online de periodismo narrativo, que entiende la cultura en el más amplio sentido de la palabra.
Ver todas las entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Crisis climática
Crisis climática Las migraciones climáticas: el éxodo invisible de las mujeres en Centroamérica
Muchas consumen píldoras anticonceptivas antes de migrar para evitar posibles embarazos o bien ingieren pastillas para provocarse sangrado vaginal ante el riesgo de sufrir violaciones durante el éxodo.
Guatemala
Guatemala Mirtala Hernández: “Mi hermana desapareció en 1982, hasta 2023 no ha arrancado el juicio”
Esta defensora de derechos humanos busca justicia para su hermana, Luz Leticia, quien fue detenida y desaparecida por un operativo militar durante el sangriento mandato del dictador Efraín Ríos Montt en Guatemala.
Sobre este blog
Zero Grados es una revista online de periodismo narrativo, que entiende la cultura en el más amplio sentido de la palabra.
Ver todas las entradas
Genocidio
Genocidio El TPI emite la orden de detención contra Netanyahu y Gallant por crímenes de guerra
La Sala de Cuestiones Preliminares del TPI rechaza las impugnaciones de competencia formuladas por el Estado de Israel y emite órdenes de arresto contra Benjamin Netanyahu y Yoav Gallant.
COP29
Cumbre del clima La COP29 encara su última jornada con un final agónico sin acuerdo en los temas clave
Los borradores de los textos de negociación sobre la mesa quedan muy lejos de un acuerdo sobre financiación climática en línea con las necesidades para que el planeta no rebase los 1,5ºC de calentamiento medio.
Crisis climática
Informe de Unicef El cambio climático multiplicará por tres la exposición de los niños y niñas a las inundaciones para 2050
Es la proyección que hace Unicef en su informe 'El Estado Mundial de la Infancia 2024'. La exposición a olas de calor extremas será ocho veces mayor para 2050 respecto a la década del 2000. “El futuro de todos los niños y las niñas está en peligro”, advierte la agencia de la ONU.
Barcelona
Derecho a la vivienda El hartazgo por la vivienda impagable se da cita este 23 de noviembre en Barcelona
El amplio movimiento por la vivienda catalán, sindicatos y organizaciones vecinales, sociales y soberanistas demandan soluciones urgentes ante una crisis de vivienda sin solución a la vista
Tribuna
Tribuna Vivienda: es hora de organizarnos
La situación de crisis inmobiliaria nos exige leer el momento para acertar en las batallas que debemos dar ahora, reflexionar sobre los modos de acción colectiva y lograr articular una respuesta política amplia.
Turismo
Opinión Abolir el turismo
VV.AA.
Lleguemos a donde lleguemos, no puede ser que sea más fácil imaginar el fin del capitalismo que el fin del turismo.
Comunidad de Madrid
Sanidad Pública Los sindicatos denuncian a la Comunidad de Madrid por exponer a sus sanitarios a “gravísimos” riesgos
Solicitan la mayor indemnización económica pedida contra una administración por no contar con un verdadero plan de prevención de riesgos laborales para atención primaria.
Racismo
Racismo institucional Diallo Sissoko, una víctima más del sistema de acogida a migrantes
La muerte de este ciudadano maliense durante su encierro en el CAED de Alcalá de Henares ha puesto de manifiesto algunas de las deficiencias del sistema de acogida a migrantes en el Estado español.

Últimas

Palabras contra el Abismo
Palabras contra el Abismo Lee un capítulo de ‘Café Abismo’, la primera novela de Sarah Babiker
El barrio es el espacio físico y social en los que transcurre ‘Café Abismo’, la primera novela de la responsable de Migraciones y Antirracismo de El Salto, Sarah Babiker.
Violencia machista
25 de noviembre Con el lema “Juntas, el miedo cambia de bando”, el movimiento feminista llama a organizarse este 25N
En un año en el que ha vuelto al primer plano el debate público sobre la violencia patriarcal sistémica que siguen padeciendo las mujeres, la marcha del 25 de noviembre vuelve a las calles el próximo lunes.
Más noticias
Comunidad de Madrid
Paro del profesorado Nueva jornada de huelga en la educación pública madrileña
Este jueves 21 de noviembre el profesorado se vuelve a levantar contra las políticas del gobierno de Díaz Ayuso, que mantiene paralizadas las negociaciones para mejorar sus condiciones laborales.
València
dana A las 20:11, era tarde
Todavía conservamos el horror de cientos de coches amontonados y arrastrados por la riada. Es por esos millones de turismos y sus emisiones ─aunque no solo─ que vivimos en un planeta que se está calentando demasiado rápido.

Recomendadas

Memoria histórica
Memoria histórica Museo del franquismo, ¿eso dónde está?
España sigue ajena a la proliferación mundial de espacios museísticos dedicados a dictaduras y resistencias democráticas.
València
Dana y vivienda “La crisis de vivienda multiplicada por mil”: la dana evidencia el fracaso de las políticas del PP en València
La dana ha dejado a miles de familias sin hogar. Ante la inacción de las instituciones, han sido las redes familiares las que han asumido el peso de la ayuda. La Generalitat, tras décadas de mala gestión, solo ha podido ofrecer 314 pisos públicos.