Derecho a la vivienda
Los inquilinos se organizan ante la crisis inmobiliaria

En el contexto de una creciente crisis inmobiliaria, están surgiendo nuevas asociaciones populares que organizan a los arrendatarios y retan a propietarios y gobiernos.

Movilización alquiler Reino Unido
El estallido de la burbuja inmobiliaria ha trasladado la presión sobre las familias que viven en viviendas de alquiler. Roar Magazine
Traducción: Alba Camazón
18 nov 2017 06:00

La crisis económica de 2008 no solo fue una crisis de la economía global, sino también una crisis de ese ‘sueño de ser propietario’. El estallido de la burbuja inmobiliaria ha situado la compra de una vivienda fuera del alcance para toda una generación. En Estados Unidos, Reino Unido, Irlanda, España y otros muchos países afectados por la quiebra financiera, el alquiler está en auge por primera vez en un siglo. Esto supone mucho más que un cambio sobre quién posee las viviendas, representa una modificación de la política inmobiliaria.

El precio del alquiler crece y los desahucios se han transformado en un asunto clave. Como en las primeras décadas del siglo XX, las condiciones del alojamiento y la masificación urbana se han convertido en los grandes retos del sector. El cambio hacia el alquiler significa que los inversores acaudalados obtienen más riqueza de los hogares de bajos ingresos: los primeros se guían cada vez más por dinámicas financieras y los segundos no tienen ninguna posibilidad de formar riqueza inmobiliaria a través de la propiedad. Sin embargo, la desigualdad que está en juego no solo tiene que ver con la riqueza: los inquilinos normalmente tienen escasos derechos relacionados con la seguridad de la posesión y la de las rentas, y de esta forma los desahucios, mudanzas frecuentes y propiedades de pésima calidad están a la orden del día.

DE LA CRISIS INDIVIDUAL A LA ORGANIZACIÓN COLECTIVA

En este contexto, una nueva generación de organizaciones populares están emergiendo para organizar a los inquilinos y retar a los propietarios y al gobierno. En los últimos años se han establecido tres organizaciones:

1) Living Rent (LR), una organización de inquilinos escocesa ramificada en varias ciudades. Se estableció en 2014 y últimamente se ha expandido hasta convertirse en una unión de inquilinos nacional.

2) Dublin Tenants Association (DTA, Asociación de Inquilinos de Dublín), en la que yo participo. Se describe a sí misma como un espacio para los arrendatarios en el que se reúnen para luchar por su derecho a la vivienda. Se estableció a finales de 2014 como un grupo liderado por inquilinos voluntarios. La asociación se ha comprometido con el apoyo mutuo, las movilizaciones y las estrategias de incidencia.

3) London Renters Union (LRU, Unión de Arrendatarios de Londres), un proyecto que pronto se establecerá en base a la asociación de grupos de vivienda de Londres con la intención de luchar "por un trato justo hacia los inquilinos y para construir el poder necesario para transformar nuestro sistema de vivienda".

Estas organizaciones están desarrollando nuevas formas de responder al creciente conflicto entre arrendatarios y propietarios y entre la vivienda como derecho y la vivienda como bien financiero. Estas asociaciones tratan de convertirse en algo más que grupos activistas radicales. Intentan más bien organizar a los inquilinos de forma masiva y modificar las condiciones estructurales y políticas que condenan a los inquilinos a una vida de alquileres altos, desahucios frecuentes y viviendas de baja calidad.
Para los organizadores de inquilinos, esta unión supone un trabajo conjunto de los arrendatarios para luchar por sus derechos, más que una asociación caritativa
Todas las organizaciones mencionadas forman parte de una respuesta colectiva ante aspectos como las subidas del alquiler, los desahucios y los pobres estándares de vivienda. Estas entidades proporcionan información sobre los derechos que tienen los inquilinos, las negociaciones con los propietarios, campañas mediáticas que tienen como objetivo propietarios específicos y el asesoramiento en casos legales. Para los organizadores de inquilinos, esta unión supone un trabajo conjunto de los arrendatarios para luchar por sus derechos, más que una asociación caritativa.

Alquilar puede ser una experiencia solitaria e individualizada. Un arrendatario contacta normalmente con otros inquilinos en momentos de crisis, si sube el precio del alquiler o en caso de desahucio. Este contacto proporciona la posibilidad de poner en común la experiencia de alquilar, pero también de politizar esa experiencia al mostrar que los arrendatarios pueden cambiar su realidad trabajando juntos.

Este tipo de asistencia individual personalizada todavía tiene sus propios desafíos –y no sólo en términos de los considerables recursos que requiere–. Tiene el riesgo de derivar en una especie de provisión de servicios basada en la caridad e incluso producir el desarrollo de una dinámica en la que el activista se convierte en un experto del derecho a la vivienda, con un inquilino que recibe pasivamente su ayuda. Esto es algo que las asociaciones de arrendatarios están actualmente negociando. El principal desafío es encontrar una forma de organizarse que colectivice y politice las experiencias individuales a la par que refuerce a las entidades.

LUCHAR POR EL CAMBIO

Detrás de las experiencias individuales hay una estructura social más amplia que perpetúa las condiciones a las que se enfrentan los arrendatarios. Si no se desafía esta estructura, las crisis individuales se perpetúan indefinidamente. Los inquilinos del sector privado, a diferencia de los propietarios e inquilinos de viviendas sociales, tienen unos derechos extremadamente limitados en todos los frentes, y el sector ha sido sometido a una profunda desregulación. El sector del alquiler se convierte en el "salvaje oeste" del sistema de viviendas, salpicado de políticas irracionales y disfuncionales que incluso la mente febril de la mayoría de los mayores fundamentalistas neoliberales tendría problemas en defender.

Living Rent surgió como una organización nacional de arrendatarios en respuesta a una consulta abierta por el gobierno escocés en relación a la seguridad de la posesión de la vivienda. Como sucedía en Inglaterra y Gales, Escocia tenía una de las seguridades más débiles de posesión en Europa. Los "desahucios por causas ajenas" son una prueba de que los inquilinos disfrutaban de una seguridad cero. LR utilizó esta oportunidad para comprometerse con los inquilinos, para moldear el debate y el discurso sobre los derechos de los arrendatarios y su impacto en la política.
Living Rent en Escocia
Activistas de la organización Living Rent, de Escocia.
Uno de los propósitos de las asociaciones de arrendatarios es conformar este sentimiento de colectividad, para contrarrestar la naturaleza individualizadora de alquilar
Las organizaciones de arrendatarios han desarrollado además un lenguaje con el que hablar desde el punto de vista del inquilino, reflejando sus experiencias, pero también articulando a los arrendatarios como unos actores sociales específicos y como un colectivo. Uno de los propósitos de las asociaciones de arrendatarios es conformar este sentimiento de colectividad, para contrarrestar la naturaleza individualizadora de alquilar. La DTA, por ejemplo, empezó desde el principio a desarrollar un lenguaje que habla por y para los arrendatarios, basado rigurosamente en sus experiencias, en vez de confiar en el discurso tradicional de la izquierda para producir una crítica prefabricada del sector del alquiler. Este no es solo un caso de "representar a los inquilinos" y comunicarse con ellos, sino de hablar como inquilinos.

Hay, de todas formas, un gran número de desafíos en la lucha por los derechos de los arrendatarios. Existe el peligro de caer en una política representativa en la que los arrendatarios se conviertan casi en un "grupo de consumidores" cuyos intereses necesitan ser incluidos en el proceso político. Esto despolitiza el antagonismo fundamental entre arrendatarios y propietarios, y entre el concepto de la vivienda como un derecho o como un valor especulativo. También divide potencialmente a los arrendatarios del sector privado de aquellos que alquilan viviendas sociales.

Además, las divisiones de clase y otras formas de estratificación operan en el mercado del alquiler. Los medios de comunicación suelen ignorarlo y tienden a centrarse en la "generación del alquiler", que para ellos consiste exclusivamente en "jóvenes profesionales". Las minorías, los migrantes y los hogares con mujeres como cabeza de familia están sobrerrepresentados dentro del sector del alquiler, pero pueden estar infrarrepresentados en las asociaciones de arrendatarios. La LRU ha prestado especial atención a este asunto y ha logrado una amplia participación para crear una organización inclusiva que sea dirigida por los diferentes grupos sociales que viven de alquiler.

UNIENDO Y ORGANIZANDO A LOS INQUILINOS

De las tres organizaciones tratadas en este texto, dos se han establecido como sindicatos de arrendatarios, con una estructura en la que los miembros deben pagar una cuota. Los inquilinos se apuntan formalmente al sindicato, pagan mensualmente y participan en la toma de decisiones. También tienen derecho a apoyo, como asesoría legal.

La fuerza del modelo de sindicato es que puede combinar y reforzar la asistencia social individualizada y la movilización, las dos principales formas de acción que desarrollan las organizaciones de inquilinos, y como tales lograr el carácter masivo necesario para dar lugar al cambio estructural. En concreto, la afiliación de pago supone unos ingresos independientes, lo que permite contratar y remunerar a un equipo. LR y LRU consideran que un equipo remunerado es un prerrequisito para organizarse con efectividad a gran escala y ya han contratado personal o están en proceso de hacerlo.

La DTA es más ambiguo sobre los beneficios de contar con una estructura en cierto modo profesionalizada. De hecho, todas las organizaciones están preocupadas por las cuestiones políticas que entran en juego al estructurar un sindicato con un equipo asalariado, y esto sin duda será un reto al que se tendrán que enfrentar -y ojalá superar- a medida que las organizaciones se desarrollan.
La morosidad hipotecaria y la recuperación de las viviendas han sido asuntos políticos importantes en Irlanda y Estados Unidos, pero sobre todo en España con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH)
La DTA, LR y LRU no son las únicas organizaciones populares de inquilinos florecientes en Europa. Acorn, el "sindicato comunitario" de base, se está organizando alrededor de derechos de los arrendatarios en varias ciudades inglesas, y otras asociaciones de inquilinos se han iniciado recientemente en Barcelona y Madrid. La proliferación de estos grupos nos dice algo importante sobre cómo la política de vivienda está cambiando hoy en día. A raíz de la crisis económica global, los investigadores y activistas se centraron más en la cuestión de la deuda inmobiliaria y las formas asociadas de conflicto y activismo social. La morosidad hipotecaria y la recuperación de las viviendas han sido asuntos políticos importantes en Irlanda y Estados Unidos, pero sobre todo en España con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).

Sin embargo, la nueva regulación bancaria y los más estrictos estándares crediticios, unidos a unos salarios más bajos y una menor seguridad laboral, dificultan cada vez más el acceso a una hipoteca. Hoy en día, las principales causas de desigualdad en materia de vivienda no son los elevados niveles de deuda, sino la exclusión del acceso a un crédito y a la propiedad. Mientras los hogares se encuentran a sí mismos relegados al mercado del alquiler de por vida, y con una vivienda social en declive, los asuntos que dominaban "la cuestión de vivienda" a principios del siglo XX vuelven a retomar protagonismo: las subidas del alquiler, los desahucios, la masificación, etc.

Las condiciones políticas y sociales de la actualidad son, no obstante, notablemente diferentes. Antes, las organizaciones de inquilinos funcionaban en comunidades de clase obrera basadas en el barrio, caracterizadas por niveles relativamente altos de homogeneidad y redes sociales bien formadas. Al igual que en la situación en el trabajo precario, las organizaciones de arrendatarios actuales se enfrentan a un sector de alquiler altamente fragmentado e individualizado. El desafío, por lo tanto, no solo es movilizar a los arrendatarios, si no crear un sentimiento común de lo que implica en primer lugar ser un inquilino, además de establecer unas relaciones sociales, un discurso y una cultura compartida en la organización y práctica política, necesarias para tener éxito en cualquier movimiento.
Sobre el autor
Michael Byrne es codirector del Máster en Estudios de Igualdad en University College Dublin y activista de la Asociación de Inquilinos de Dublín.

 Fuente original: Roar Magazine 

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