Violencia machista
Mi casa, mi amenaza: impacto del confinamiento sobre la violencia de género en La Rioja

Durante los dos meses que duró el confinamiento en La Rioja se realizó un seguimiento integral de 446 casos de violencia de género y de otros 238 casos que presentaban riesgos. Los servicios de apoyo presencial estuvieron cerrados y se triplicó el número de llamadas para pedir ayuda.

Confinamiento. Casa cerrada. Persinas.
3 ago 2020 08:45

María aprovecha los escasos momentos de soledad para hablar por Whatsapp con su hermana. Tras varias semanas de confinamiento la tensión en casa sigue, pero él parece más tranquilo. Los celos han disminuido y no la ha tocado delante de los niños. Ahora mismo no tiene dónde ir. El virus parece ser una amenaza más grande que todos los golpes y no hay lugar dónde acudir o sitio seguro al que escapar. Durante esta crisis pandémica, la situación de María se ha repetido y multiplicado en muchos hogares, algunos de ellos, acostumbrados a convivir anteriormente ya con la violencia machista.

El covid-19 obligó a miles de personas a encerrarse en sus hogares durante dos meses. Esta situación de confinamiento aumentó otra pandemia mundial que afecta gravemente a las mujeres: la violencia de género. El aislamiento provocó que las mujeres se vieran atrapadas en sus propios domicilios con su maltratador.

Todavía no se tienen cifras actualizadas sobre las denuncias que se han llevado a cabo durante el confinamiento en La Rioja, ya que el último dato ofrecido por el Tribunal Superior de Justicia corresponde al primer trimestre del año. En ese periodo, se ha registrado un leve descenso con 195 denuncias, frente a las 203 del mismo periodo el pasado año. Ese primer trimestre incluye 18 días del confinamiento.

Durante los dos meses que duró el confinamiento en La Rioja se realizó seguimiento integral de 446 casos de violencia de género activos y también se apoyó a otros 238 casos con riesgo apreciado, según un informe de impacto de género de la crisis sanitaria del covid-19 en La Rioja, que ha elaborado la Dirección General de Igualdad. El mismo informe el año pasado, a 31 de marzo de 2019, indica un repunte este año, coincidiendo con el confinamiento, ya que había 434 casos de violencia activos y 266 con riesgo en La Rioja.

“La mayor parte de los servicios y recursos para ayudar a las mujeres han cerrado durante el confinamiento la atención presencial”

Para Antonia Aretio, doctora en  Trabajadora Social y experta en Violencia de Género, la crisis del covid ha dificultado el apoyo a las mujeres víctimas de maltrato.

“Durante el confinamiento el agresor ha ejercido sobre la víctima un control directo ya que la mujer ha visto limitado el acceso a los espacios fuera del hogar, la mujer ha perdido durante dos meses su mundo relacional y su apoyo externo. Este es un factor clave para reconocer primero y para salir, posteriormente, de una situación de maltrato”, afirma Aretio.

Para esta experta en violencia de género, ya de por sí es complicado salir de una situación de violencia, pero con la pandemia estas dificultades se agrandan porque es más complejo si se tienen hijos o hijas en común, si no se tienen recursos económicos o si no existen apoyos sociales o familiares. Ya que según señala, “en el contexto que hemos vivido durante la crisis del covid-19 las mujeres sometidas a una situación de violencia han perdido recursos económicos, sociales y profesionales”.

Durante el confinamiento el maltratador no se siente amenazado, ya que tiene a la víctima bajo vigilancia permanente, sabe que no hay otro, que no hay nadie más, ni familia, ni amistades, ni compañeros de trabajo y relaja así la necesidad de control. Para la víctima, el encierro ha supuesto perder el trato cercano con sus amistades, o ha perdido la posibilidad de acudir a un recurso de ayuda. La víctima no se plantea la ruptura, que pasa a ser secundaria, el maltrato, ya conocido e interiorizado, es más asumido que nunca. Para esta experta en violencia de género otra carencia en los recursos ha sido que no había habilitados alojamientos para el agresor, “este hecho, seguramente, ha provocado que muchas mujeres víctimas de violencia no hayan dado el paso a denunciar”.

"Durante el confinamiento las llamadas al teléfono, los mensajes de whatsapp y por redes sociales se han triplicado”

Aretio señala que los casos denunciados han sido “mucho más graves y que la franja de edad de las víctimas se ha limitado, ya que no ha habido denuncias de más de 65 años ni de menores de 18 años. Tal vez las víctimas más jóvenes al no convivir con su agresor la violencia ejercida era de otro tipo”. Según Aretio, lo que ha dificultado el apoyo a las mujeres víctimas de maltrato durante esta crisis ha sido que “la mayor parte de los servicios y recursos para ayudar a las mujeres han cerrado durante el confinamiento la atención presencial”.

Han estado activos los servicios de apoyo telefónico pero, según señala, “para muchas de estas situaciones las mujeres necesitan contacto, apoyo personal y generar un contexto de confianza que difícilmente se puede establecer de igual forma por vía telefónica”.

A pesar de que tanto el Juzgado de Violencia de Género, como la Policía Local y los Centros de Salud, han estado disponibles para atender a las mujeres que sufrían una situación de violencia, otros muchos servicios como los Servicios Sociales, el Centro Asesor de la Mujer y la Oficina de Apoyo a la Víctima han estado cerrados presencialmente.

Para Aretio otro recurso que se cerró durante el confinamiento, y que para ella era fundamental, han sido los grupos de apoyo a mujeres. “En los cuales se trabaja desde una perspectiva de género para que las mujeres salgan de su situación de violencia, para que las mujeres se apoyen y vean que hay otra forma de amor, un amor que no es dañino”. Esto ha provocado que las víctimas anónimas, las que nunca se han acercado a consultar, las que ni ellas mismas se perciben como víctimas, las olvidadas, las excluidas del sistema, la multitud silenciosa (de las que no hablan las estadísticas) no han denunciado ni han buscado ayuda.

Tal vez ahora, en la llamada ‘nueva normalidad’, con los recursos abiertos, estos casos afloren, pero quizá la magnitud de las consecuencias de la violencia sea más grave que si se hubiera abordado la situación de violencia desde un inicio.

Han recibido llamadas y mensajes de otras comunidades autónomas no solo de La Rioja y el perfil de las mujeres eran muy jóvenes de 17 o 18 años y también de mediana edad.

Con parte de los recursos presenciales cerrados durante meses, ha sido clave para muchas mujeres el apoyo de recursos comunitarios como la Red Vecinal contra la Violencia de Género. Nuria Lázaro, su coordinadora señala que “durante el confinamiento las llamadas al teléfono, los mensajes de whatsapp y por redes sociales se han triplicado”.

“Nuestros voluntarios y voluntarias han acompañado al otro lado del teléfono a esas mujeres que nos pedían ayuda. En algunas ocasiones era para pedir información de cómo salir de la situación de maltrato, pero en la mayoría de los casos buscaban unas palabras de apoyo o poder desahogarse”. Según asegura han recibido llamadas y mensajes de otras comunidades autónomas no solo de La Rioja y el perfil de las mujeres eran muy jóvenes de 17 o 18 años y también de mediana edad.

“Hemos seguido acompañando a las mujeres a las que ya dábamos apoyo, porque el maltrato no desaparece, tal vez el nivel de estrés o de angustia de esas mujeres se rebaje o haya por su parte un mayor nivel de aceptación de la violencia en un momento de crisis, pero el maltrato no se esfuma de la noche a la mañana”.

Para Lázaro es fundamental hacer entender a la sociedad que la violencia de género no es solo un problema de la familia que lo sufre, “sino que es un problema de todos, una cuestión estructural”.

Para las mujeres que ya vivía una situación de violencia previamente a la crisis del coronavirus el Servicio de Alojamiento para Mujeres Víctimas de maltrato y jóvenes gestantes de Cruz Roja La Rioja ha funcionado igualmente durante todo el confinamiento, eso sí, tomando las medidas de seguridad y los protocolos necesarios.

Este servicio se presta en dos inmuebles propiedad del Gobierno de La Rioja con capacidad para atender a 29 mujeres todo el año. El objetivo de este servicio es garantizar que las mujeres que sufren violencia machista, tanto si viven solas como si tienen menores a su cargo, reciben una atención integral para favorecer su inserción laboral y social.

Según afirma su responsable María José Mayoral “trabajamos para hacer de los pisos de acogida un espacio de apoyo, un lugar seguro en el que las mujeres se sientan arropadas y construyan un proyecto de vida esperanzador”. 

En este contexto de crisis sanitaria y con la situación de confinamiento, desde Cruz Roja se ha trabajado para que las mujeres alojadas “estuvieran tranquilas, relajadas, hemos seguido apoyándolas en los tres ámbitos, el educativo, el psicológico y el social”.

Mayor señala que era importante durante la cuarentena “ocupar el tiempo con distintas actividades de ocio, ejercicio físico, etc. tanto para las mujeres como para los menores que las acompañan”. También señala que se realizaban actividades grupales, manteniendo las medidas de seguridad pero también se respetaban los espacios individuales para que cada mujeres pudiera tener su intimidad.

“Ha sido admirable ver cómo las mujeres se han adaptado a las circunstancias. Ya de por sí es complicado salir de una situación de violencia, acudir a un alojamiento que no es tu hogar, ni tu entorno y en este momento, tener que permanecer dentro de ese espacio durante dos meses”. Para lograr que esta convivencia fuera óptima Mayoral afirma que “ha sido fundamental el trabajo del equipo de profesionales”.

"Muchas mujeres han vivido una situación de violencia latente, pero ahora se han vuelto a reproducir patrones previos de control y maltrato”

Desde proyecto de alojamiento contaron con otro piso, aparte de las 29 plazas habituales, en el que se pudo realizar aislamiento si alguna mujer llegaba durante el periodo de confinamiento.

Para Mayoral es clave llegar a todas las mujeres y para ello, es importante informar de los recursos disponibles para que ninguna mujer se sienta sola. “Hay que llegar a las mujeres que están viviendo una situación de violencia en casa, tienen que saber que pase lo que pase, no están solas”.

Ahora con la ‘nueva normalidad’ según Mayoral parece haber un repunte, “ya que durante el confinamiento muchas mujeres han vivido una situación de violencia latente, pero ahora se han vuelto a reproducir patrones previos de control y maltrato”.

Afirma que “ahora tenemos que llegar a esas mujeres, este servicio de alojamiento siempre es temporal, y tiene que ser un lugar esperanzador, donde las mujeres construyan un proyecto de vida”.

Habrá muchas mujeres que logren salir de la situación de maltrato gracias al apoyo de recursos como el de la Cruz Roja, o a la ayuda de la Red Vecinal o a través de los centros de salud y de profesionales como Antonia Aretio, pero lamentable habrá situaciones similares a la de María, que escribía a escondidas en el baño un mensaje a su hermana durante el confinamiento.

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Deberíamos preguntarnos qué responsabilidad institucional y social tenemos para poder transformar y aportar a la reparación de estas mujeres.
#66704
3/8/2020 20:51

No soy ni de lejos entendido, pero-por la condición himana en nuestra sociedad-me da la impresión (con el agravante que en España hay muchas comunidades y es muy plural en cuánto al concepto de la mujer )que dentro de unos meses si se hace un estudio y recuento honesto y se publica (algo difícil) va a haber un aumento considerable de todo tipo de violencias y abusos hacia las mujeres (y por supuesto otros colectivos vulnerables).Creo que no saldràn muchas cosas.....

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