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Venga, circula
Modo goblin
A mí esta vez el toro no me pilla, tengo la lista hecha ya. Cultivar la virtud de la paciencia. Leer trescientos libros. Dar más propinas. Ahorrar más. Emprender. Salir más de casa. Dedicar menos tiempo a las redes sociales. Pedir menos comida a domicilio. En unas semanas millones de personas van a proponerse hacer cosas que nunca han hecho, adquirir hábitos que llevan años resistiéndoseles, cambiar de chip, de ritmo. Lo apuntarán en una lista. Quererse más, priorizarse por encima de todo, pensar más en nosotras mismas, aunque he comprobado con el paso de los años que las personas que amenazan constantemente con empezar a pensar solo en sí mismas no han hecho nada en su vida que no sea eso, pensar solo en sí mismas. Aprender un idioma o probar cosas nuevas, frustrarse menos, disfrutar de las cosas pequeñas de la vida.
Comer más sano. Ser menos pesimista. Aprender a tocar la guitarra. Leer más ensayo y menos novela. Comprar una cinta de caminar de esas que se han puesto de moda ahora, las que se pueden encajar justo debajo de un escritorio de altura adaptable para hacer diez mil, quince mil o veinte mil pasos mientras se responden correos de trabajo. Ser más proactivos, más dinámicos, más adaptables. En definitiva, fluir más. Tirar menos comida a la basura. Apagar el móvil a partir de las ocho de la tarde. El ser humano es una criatura de propósitos y de ilusión, de aburrimiento y de abandono. Dar cera el 1 de enero, pulir cera en algún momento en el futuro que se diluye en la distancia porque la vida no es una hoja de Excel sino un juego de plataformas y una pantalla nueva nos hace olvidar la anterior. Estar más presente en las vidas de los seres queridos. Discutir menos. Dejar de ceder. No decir que sí a todo. Establecer límites. Dejar de fumar. Plantar un árbol. Aprender a ir en bici. Ser más organizados. Sacarse el carné de conducir. Correr una maratón. Habrá quienes consigan tachar todos los propósitos de la lista. Comprar una máquina de coser y comenzar a hacernos nuestra propia ropa. Pantalones, camisas y vestidos made in nosotros mismos. Escuchar la música que nos sugiere el reproductor en modo aleatorio en vez de ir pasando las canciones hasta dar con una que sí nos sepamos.
No salir de casa. Leer menos. Tener cada vez menos libros en casa. Usar los pocos que queden para equilibrar sillas y mesas cojas. Pedir más comida a domicilio. Dar cada día menos pasos. No ahorrar ni un céntimo. Desaprender un idioma. Solo disfrutar de las cosas grandes de la vida. Ser intransigentes, inamovibles, estancarnos. Nadar en ese estanque. Destruir los límites. Entregarse a la impaciencia. Darnos de baja del gimnasio. Querernos lo justo y necesario, sin exagerar. No probar cosas nuevas. Dormir abrazados al teléfono móvil. Discutir más. Admitir la verdad y romper la lista. Ser libres. Por último, convertirnos en un goblin. En una encuesta del diccionario Oxford sobre la palabra del año 2022, el 93% de los votantes escogió el concepto “modo goblin”. El modo goblin es “un comportamiento autocomplaciente, perezoso o descuidado, de forma que rechaza las normas y expectativas sociales”. Tengo ganas de saber cuál será la palabra del 2023.