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Turismo
Cumbre mundial del turismo: Sevilla como producto
Comienza la WTTC en Sevilla. Según el discurso oficial, el efecto más importante de acoger este evento es que sitúa a la ciudad hispalense en el mapa mundial. Sin embargo, el incremento del turismo en la capital andaluza se acelera a un ritmo que no encaja con la situación económica y laboral de la ciudad. Como respuesta, estos días se celebra el Encuentro Social contra la Turistización: Alternativas y Resistencias (ESTAR).
La visita de Barack Obama a Sevilla con motivo de la cumbre mundial del turismo, la WTTC (World Travel & Tourism Council) “significa un salto importante” porque “es, sin duda, un escaparate magnífico”. Las palabras del alcalde Juan Espadas parecen resumir en una metáfora el empeño institucional por convertir a Sevilla en un producto que se vende al turismo a toda costa.
El fuerte impacto económico que genera la visita de altos cargos, de un expresidente norteamericano en este caso, es una de las razones que el consistorio expone una y otra vez para justificar la celebración de la conferencia mundial del turismo en Sevilla. La gran cobertura mediática y el efecto reclamo posterior son consecuencias a corto y medio plazo, como lo son los 550 euros de gasto diario que se calcula que generarán los 1.500 participantes en el evento. Y la posible recaudación a largo plazo es el gran argumento que viene resonando en los medios de comunicación desde que se conoció la noticia por primera vez.
Pero las futuras inversiones no suponen necesariamente una mejora en la calidad de vida y en las condiciones laborales y económicas de los habitantes de Sevilla, como se denuncia desde el Encuentro Social contra la Turistización: Alternativas y Resistencias (ESTAR), organizado, tal y como señalan en un comunicado, como respuesta a la cumbre mundial del turismo: “La práctica totalidad de las instituciones públicas y privadas, entre ellas el Ayuntamiento de Sevilla, la Junta de Andalucía o la WTTC como organizadora de la cumbre, se han mostrado incapaces [...] de analizar con rigurosidad los efectos negativos del aumento del turismo en la vida de las personas que habitamos ciudades como Sevilla”.
ESTAR es fruto del trabajo de colectivos ciudadanos y asociaciones vecinales que se han unido para reivindicar “el derecho a la vivienda, a una cultura popular libre, a unas condiciones laborales que permitan desarrollar una vida digna, mientras promovemos una economía sostenible y local basada en los cuidados frente al capital especulativo, el cuidado al medio ambiente como sustento de la vida y una sociedad libre de actitudes racistas, machistas, tránsfobas y autoritarias”.
Situándolo en el contexto de Sevilla, “el impacto socio-económico del turismo es cada día mayor y, además, se concentra en pocas manos y en el mismo sitio”, explica Jaime Jover, doctor en Geografía especializado en estudios urbanos y miembro de CACTUS. “No paran de aparecer nuevos hoteles de grandes firmas en el centro de la ciudad, tenemos unos diez en construcción que se suman a los más de cien que ya hay. Luego están los apartamentos turísticos, que también están concentrados en el centro y Triana, y sabemos que en muchos casos son grandes empresas comprando inmuebles enteros”, continúa.
El impacto socio-económico del turismo en Sevilla es cada día mayor y se concentra en pocas manos y en el mismo sitio
“La idea de la economía colaborativa no se sostiene por ningún lado, en prensa está cada equis tiempo que viene una Socimi [Sociedades Cotizadas Anónimas de Inversión en el Mercado Inmobiliario], una sociedad de inversión con capital vete tú a saber de dónde, que convierte lo que era un edificio residencial en turístico”.
Según Jover, la Junta ha concedido ya más de 4.000 licencias de alquiler turístico, “pero los datos que tenemos es que en total hay unas 10.000 alquileres turísticos”. Advierte que “son una barbaridad de viviendas donde antes vivía gente que ya no, y no solo repercute en la expulsión de esas personas, también en el barrio donde antes compraban y donde se relacionaban con sus vecinas”. Un impacto “brutal” de las consecuencias de este modelo turístico por el que este doctor en Geografía considera necesaria la organización del ESTAR.
Turismo y precariedad
La cifra de turistas que Andalucía acoge actualmente ha superado con creces a la que se registraba en el periodo precrisis (cinco millones de turistas más que en 2007). Pero la cantidad de dinero que mueve el turismo no se traduce en efectos positivos para la población general.
En primer lugar, el empleo generado por el turismo destaca por su baja calidad, puesto que la mayor parte del trabajo turístico es de baja cualificación y desde el inicio de la fase de recuperación económica los contratos eventuales y a tiempo parcial han aumentado.
En segundo lugar, la vivienda se ha convertido en un problema para muchos inquilinos. La especulación inmobiliaria en algunos barrios, traducida en un aumento notable de viviendas con fines turísticos (VFT), deja fuera de juego a vecinos que son expulsados de sus casas con subidas de alquileres inasumibles o con la eliminación de contratos de alquiler. El problema, además, se agrava si se tiene en cuenta la concentración de los beneficios generados por este tipo de alquileres: tal y como informan desde ESTAR, según los datos extraídos de AirBnb y Homeaway (plataformas líderes en alquiler de vivienda vacacional), Andalucía soporta 62.140 y 28.143 viviendas, respectivamente, con fines turísticos, lejos de las 44.628 presentes en el Registro Estadístico de Turismo de Andalucía. En Sevilla, el 1% de anunciantes en AirBnb acumulan más del 17% de la oferta. Estos datos apuntan a que se trata de un verdadero negocio, difícilmente auditable y en gran medida irregular.
El monocultivo económico vuelca todos sus recursos en potenciar el turismo y debilita otros sectores, generando una dependencia económica que a largo plazo puede resultar muy negativa
En tercer lugar, la pérdida de población que sufren los barrios asediados por el turismo resulta alarmante. Más si tenemos en cuenta la volatilidad del turismo internacional. El llamado monocultivo económico, que vuelca todos sus recursos en potenciar una sola industria —el turismo— y debilita otros sectores, generando una dependencia económica que a largo plazo puede resultar muy negativa. Porque el turismo también es una burbuja.
Las políticas turísticas del Ayuntamiento de Sevilla parecen apuntar en esa dirección. Lo ilustra la escandalosa modificación presupuestaria llevada a cabo en junio de 2018, por la que se aprovisionaban fondos para la cumbre del WTTC y la entrega de los premios de la European Film Academy celebrada el pasado mes de diciembre, a cambio de un recorte de 1,6 millones de euros en varias partidas de carácter social: cooperación al desarrollo o actividades culturales y deportivas del Servicio de Juventud, entre otras. Aunque la poda más flagrante son los 300.000 euros eliminados de las ayudas destinadas a combatir la violencia de género (un 71,4% del total).
Sevilla como marca
La cita del WTTC de este año se centra en el concepto “Changemakers” (generadores de cambios), con la idea de que “los líderes invitados darán sus perspectivas sobre el mundo de las comunicaciones, la tecnología y la sostenibilidad y hablarán sobre los desafíos y las oportunidades para el sector de viajes y turismo como una fuerza líder para el cambio”. Añaden desde la organización que “esta cumbre ayudará a demostrar el extraordinario potencial económico y turístico de la capital andaluza, ofreciendo una gran oportunidad para que los empresarios conozcan las posibilidades de inversión en la ciudad”. Por otra parte, el escaparate que supone a escala global resulta un aliciente más para las oportunidades de negocio en el sector.
Manu Fernández, profesor de Ciencia Política e investigador en políticas urbanas en la Universidad Pablo de Olavide, explica las implicaciones de esta política en la configuración urbana de Sevilla: “Sevilla, por su historia como puerto fluvial, siempre ha sido una ciudad abierta al visitante y eso ha sido determinante, pero podemos situar el inicio de la construcción de Sevilla como ‘ciudad-marca’ a partir de 1992”. Con la excusa de la Expo 92 se pusieron en marcha procesos que pretendían dotar a Sevilla de infraestructuras, que sin duda le faltaban, pero también de transitar hacia una Sevilla conectada a los flujos internacionales y nacionales, ampliación del aeropuerto, tren de alta velocidad etc., un mega evento al que seguirían otros intentos (frustrada convocatoria olímpica, mundiales de atletismo, etc).
También comenzó lo que Manu Fernández denomina un “disciplinamiento” de la parte más canalla del centro de Sevilla, la Alameda de Hércules, “donde se combinaban flamenco y underground”. A partir de entonces, en el planeamiento y las políticas urbanas el turismo ha ido tomando cada vez más protagonismo. Infraestructuras recientes como las famosas ‘Setas’ de la Encarnación, los mercados gourmet... “siempre se leen en clave turística, incluso eventos como la grabación de producciones cinematográficas de gran impacto se venden con la excusa de las nuevas visitas que van a generar”.
Esto explica iniciativas como Horizonte Sevilla, formulada como “una estrategia para contribuir a la transformación urbana desde el patrimonio público” y que consiste en un catálogo de espacios singulares sin uso o infrautilizados que requieren grandes inversiones y que se ofrecen a empresarios de todo el mundo.
Existe una visión hegemónica compartida acerca de la bondad del turismo como factor generador de riqueza y empleo contra la que, hasta ahora, era muy difícil posicionarse
“El consenso acerca de la importancia del turismo como factor imprescindible para el desarrollo económico puede entenderse como una amplia coalición de intereses entre las élites políticas y empresariales pero en la que también se ven implicados los sindicatos mayoritarios, es en lo que en sociología urbana se ha denominado coaliciones procrecimiento o growmachine, volcada en este caso hacia el crecimiento turístico”, continúa Fernández.
“Existe de hecho una visión hegemónica compartida acerca de la bondad del turismo como factor generador de riqueza y empleo contra la que, hasta ahora, era muy difícil posicionarse, sin embargo en los últimos tiempos este consenso se va rompiendo y no solo desde las posturas de los movimientos sociales, incluso desde sectores tan ‘rancios’ como puede ser el mundo cofrade ya comienzan a levantarse voces críticas con la avalancha turística”.
En declaraciones a ABC, Gloria Guevara, presidenta de WTTC, explica que la iniciativa representa al sector privado global, sin embargo, lejos de analizar las implicaciones sociales de la convergencia con el sector público, pone el foco en la importancia de exteriorizar una imagen de estabilidad y se queja de que “la politización del turismo está detrás de la turismofobia”.
Desde una óptica diferente, el ESTAR reivindica las ciudades y los pueblos como espacios vivos: los habitantes de Sevilla no son parte de ese “escaparate” que Espadas quiere vender al mejor postor, la ciudad no es un producto.
Bajo el lema “retomando los barrios, resistiendo en lo común”, el encuentro ha preparado un programa con actividades abiertas al público en general “para profundizar en por qué su modelo de turismo nos precariza, nos ahoga y nos impide desarrollar nuestra vidas libre y dignamente”. Entre las acciones programadas, un flashmob a modo de protesta o un basurómetro para medir el impacto medioambiental de los residuos generados por establecimientos de grandes cadenas que consumen principalmente los turistas. También se celebran actividades culturales como el cinefórum ‘Reimaginando los barrios’, un micro abierto o varias rutas que muestran otras caras de la ciudad; mesas informativas y concentraciones. Incluso, un concurso de fotos para poner en relieve los “desastres de los efectos de la turistización en la ciudad de Sevilla”. Las actividades son participativas para dotar de información y recursos a la ciudadanía. El ESTAR se cerrará con una manifestación que concluye en el Palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta.