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Sexualidad
La pérdida del deseo en las mujeres: un laberinto de causas y posibles salidas
La sexualidad femenina es muy poliédrica, un universo complejo que se ve influenciado por una miríada de factores. Entre ellos, la libido, ese deseo que impulsa la atracción y el placer, ocupa un lugar central. Sin embargo, para millones de mujeres en todo el mundo, este deseo se convierte en un enigma, una llama que se apaga o se atenúa, generando frustración, malestar e incluso problemas en sus relaciones.
Es fundamental comprender que la pérdida del deseo sexual no es una enfermedad en sí misma, sino una condición que puede tener diversas causas, tanto físicas como psicológicas y sociales. Esta distinción es crucial, ya que permite abordar el problema de manera integral y evitar enfoques simplistas o medicalizados que no siempre dan con la raíz del asunto.
Factores físicos: un cuerpo habla
Nuestro cuerpo es un sistema complejo y delicado y cualquier desequilibrio puede afectar a nuestra libido. Enfermedades crónicas como la diabetes, las cardiopatías o el cáncer pueden generar fatiga, dolor y malestar general, lo que impacta negativamente en el deseo sexual. Obviamente la sexualidad no es una necesidad vital, es decir, no es necesaria para poder mantenernos con vida, por eso cuando tenemos un problema físico debilitante es lógico que el deseo desaparezca.
Los cambios hormonales, especialmente aquellos relacionados con la menopausia y la perimenopausia, también juegan un papel importante
Los cambios hormonales, especialmente aquellos relacionados con la menopausia y la perimenopausia, también juegan un papel importante. La disminución de estrógenos puede provocar sequedad vaginal, dolor durante las relaciones sexuales con penetración y cambios en el estado de ánimo, todo lo cual contribuye a la pérdida del deseo.
Los medicamentos, especialmente los antidepresivos y los anticonceptivos hormonales, también pueden tener efectos secundarios que afectan la libido. Es importante consultar con el médico para evaluar estos efectos y buscar alternativas si es necesario.
Factores psicológicos: la mente
La mente y el cuerpo están íntimamente conectados, y la salud mental juega un papel fundamental en la sexualidad. La depresión, la ansiedad y la baja autoestima pueden disminuir significativamente el deseo sexual. Traumas sexuales o experiencias de violencia sexual también pueden generar dificultades para disfrutar del sexo.
Las dificultades en la relación de pareja, como la falta de comunicación, la infidelidad o los conflictos constantes, también pueden afectar negativamente la libido.
Finalmente, los problemas de imagen corporal, la presión social por cumplir con ciertos estándares de belleza y la falta de autoaceptación pueden generar inseguridades y vergüenza que inhiben el deseo sexual.
Sexualidad
Consultorio de sexualidad Cuando la microbiota vaginal se rebela
Factores sociales: el entorno condiciona
La sociedad en la que vivimos también juega un papel importante en la configuración de nuestra sexualidad. Factores culturales o religiosos pueden imponer restricciones, tabúes y expectativas que limitan la libertad sexual de las mujeres y generan sentimientos de culpa o vergüenza.
La falta de acceso a información y educación sexual adecuada puede llevar a confusiones, mitos y creencias erróneas que impactan negativamente en la vivencia de la sexualidad.
Hoy gran parte de estos mitos y tabúes vienen de la hipersexualización de la mujer, lo que nos desconecta de nuestra sexualidad como sujetos de deseo. Vivir la sexualidad como objetos de deseo nos desconecta de nuestro propio placer.
Las desigualdades de género también contribuyen a la pérdida del deseo sexual. La carga desproporcionada de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos o la falta de autonomía económica son factores que pueden generar estrés, agotamiento y sufrimiento, lo que dificulta disfrutar de una vida sexual plena.
Un camino hacia la recuperación: explorando opciones
Abordar la pérdida del deseo sexual requiere una evaluación integral que tome en cuenta todos los factores involucrados. No existe una solución única ya que el tratamiento dependerá de la causa o causas subyacentes.
En algunos casos, pueden ser necesarios cambios en el estilo de vida, como mejorar la calidad del sueño, realizar ejercicio físico de forma regular y llevar una dieta saludable. En otros casos, puede ser necesario abordar problemas psicológicos a través de terapia individual o de pareja.
Es importante recordar que la recuperación del deseo sexual es un proceso gradual que requiere paciencia y comprensiónHay casos en los que detrás de la pérdida del deseo puede haber problemas de dolor con las relaciones coitales. En este caso la pérdida de deseo es secundaria al dolor (dispareunia) y entonces habría que hacer un diagnóstico diferencial para ver exactamente cuál es el origen del dolor (vaginismo, endometriosis, liquen…) para tratarlo correctamente.
En algunos casos, la terapia sexual puede ser una herramienta útil para explorar las dificultades y desarrollar estrategias. Es importante recordar que la recuperación del deseo sexual es un proceso gradual que requiere paciencia y comprensión. Buscar ayuda profesional y no culpabilizarse son pasos clave para iniciar este camino hacia la reconexión con el propio placer.
Más allá del deseo: una sexualidad plena y diversa
Es importante recordar que la sexualidad femenina va más allá del deseo sexual o de la frecuencia con las que se tienen relaciones sexuales. La intimidad, la conexión emocional, el placer sensorial y la autoexploración son aspectos fundamentales de una vida sexual plena y satisfactoria.
Recuperar el deseo puede ser un objetivo importante, pero no es el único. Explorar y disfrutar de otras dimensiones de la sexualidad puede ser un camino enriquecedor.