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Sexualidad
Cuando la microbiota vaginal se rebela
En nuestra vagina habitan muchos microorganismos conviviendo en paz hasta que se produce un desequilibrio. Es lo que se conoce como microbiota vaginal y va cambiando a lo largo del ciclo y a lo largo de la vida según los estímulos que va recibiendo. En la infancia, los microorganismos de la vagina provienen sobre todo de la piel y del intestino. Después, en la edad fértil, con el estímulo de los estrógenos, la vagina es colonizada por la bacteria Lactobacillus, que transforma la glucosa en ácido láctico. Finalmente, al retirarse los estrógenos en la menopausia, baja la glucosa en el flujo, y vuelven a retirarse gran parte de estos Lactobacillus. Por ello, el pH vaginal es más básico en la infancia y en la menopausia y más ácido en la edad fértil.
Los Lactobacillus no solo nos protegen de otras bacterias y hongos, también de virus. El 90% de la microbiota la componen diferentes especies de Lactobacilus que nos protegen frente a otras infecciones y el 10% son otros microorganismos potencialmente patógenos. Cuando están en proporciones adecuadas no hacen ningún daño, pero cuando hay un sobrecrecimiento de los mismos pueden dar lugar a una vulvovaginitis.
Recuerda: nunca normalices el malestar íntimo, tiene tratamiento
A continuación, hablaremos de las cuatro inflamaciones de la vagina conocidas como vulvovaginitis producidas por esos microorganismos. Excluimos en este texto las demás vulvovaginitis infecciosas como son las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS).
La candidiasis vulvovaginal, hongos fuera de control
Es aquella infección producida por unos hongos llamados cándidas. Suelen afectar a vulva y vagina produciendo inflamación, escozor, ardor, picor, dolor con las relaciones sexuales... y pueden dar lugar a un flujo blanco con grumos parecido al requesón. En casos de candidiasis de repetición suelen empeorar antes de la regla y mejorar al bajar la regla. Se trata con antifúngicos, o bien locales o por vía oral, dependiendo de cada caso.
Tener cándidas en la vagina no es lo mismo que candidiasis, es decir, si hay hongos en la vagina sin producir ningún síntoma, esto no sería ningún problema. El problema viene cuando hay un sobrecrecimiento de hongos dando lugar a los síntomas típicos de esta infección tan frecuente.
La vaginosis bacteriana: cuando crecen las malas
La vaginosis bacteriana es un sobrecrecimiento de bacterias menos beneficiosas como la Gardnerella, Mobiluncus u otras bacterias anaerobias. Su característica principal es la presencia de un flujo acuoso aumentado y con frecuencia es muy maloliente (olor a pescado podrido). No suele acompañarse de inflamación local. Se puede tratar con antibióticos como el metronidazol o con antisépticos locales. La vaginosis facilita la adquisición de ITS y puede predisponer al parto prematuro en caso de embarazo.Vaginitis inflamatoria descamativa: la gran desconocida
La vaginitis inflamatoria descamativa es otro tipo de desequilibrio de la microbiota a favor de bacterias no beneficiosas que, con frecuencia, puede confundirse con la vaginosis bacteriana. Cuando una vaginosis no cede con tratamiento hay que pensar en ella, esto es muy importante pues el tratamiento es diferente. Hay muy pocas publicaciones sobre este tipo de vulvovaginitis y se relaciona con otros grupos de bacterias: E. Coli, Estafilococo áureo, estreptococos del grupo B y enterococos. Los signos y síntomas suelen ser: secreción vaginal purulenta amarillenta (pero sin olor a pescado como en la vaginosis bacteriana) con una inflamación local asociada que genera una irritación vulvar y vaginal a veces muy intensa. Al igual que la vaginosis bacteriana, puede aumentar la susceptibilidad a padecer ITS y partos prematuros.
Con frecuencia tiende a la recurrencia. El antibiótico de elección contra este tipo de bacterias es la Clindamicina vaginal al 2 % y puede requerir un mantenimiento de una a dos veces a la semana durante algún tiempo.
Vaginosis citolítica o la rebelión del Lactobacillus
La vaginosis citolítica presenta síntomas muy parecidos a las candidiasis: prurito, flujo en aspecto de requesón, empeoramiento antes de la regla y mejoría con la regla... Cuando se sospecha una candidiasis y no mejora con tratamiento hay que pensar en esta posibilidad. ¿Y cuál es la comunidad bacteriana típica? Atención: ¡un exceso de Lactobacillus!Habíamos hablado de las bondades de estas bacterias, pero si hay un exceso (ojo con la moda extendida de tomar Lactobacillus para todo) podemos encontrarnos con este tipo de vaginitis. Como estas bacterias transforman la glucosa en ácido láctico, cuando hay demasiadas, la acidez de la vagina se dispara, provocando todos estos síntomas. El tratamiento en estos casos es bien sencillo: lavados con agua con bicarbonato para reducir la excesiva acidez.
Un diagnóstico diferencial
Cuando hay malestar en los genitales, ya sea flujo anormal, dolor, picor, ardor, escozor o imposibilidad para las relaciones sexuales es importante hacer un diagnóstico diferencial para poder pautar así el tratamiento adecuado. En este diagnóstico no solo hay que descartar estas cuatro vulvovaginitis, sino también posibles infecciones de transmisión sexual, alteraciones en la funcionalidad del suelo pélvico, atrofia genitourinaria (como puede ocurrir en la menopausia), enfermedades dermatológicas, neuropatías como la neuropatía del nervio pudendo o enfermedades reumáticas como el síndrome de Behcet.A veces nos encontramos con casos complejos que requieren manejo multidisciplinar, pero igualmente, si enfocamos bien el diagnóstico tendremos el tratamiento que procede para caso. Recuerda: nunca normalices el malestar íntimo, tiene tratamiento, solo es necesario un diagnóstico preciso para poder solucionarlo.