Senegal
Senegal, sumido en el desasosiego electoral

Tras aplazar las elecciones del 25 de febrero, en una maniobra considerada ilegal por el consejo constitucional, Macky Sall intenta apaciguar a una población que exige la liberación de los candidatos de la oposición y votar antes del 2 de abril.
Protestas Senegal - 1
Protesta en Dakar el 24 de febrero. Soraya Aybar Laafou

En las calles de Dakar la incertidumbre electoral se ha convertido en protagonista. El último fin de semana de febrero, en el que se tenían que haber celebrado los comicios para elegir al próximo presidente de la nación, la radio no dejaba de sonar con noticias que no aportaban nueva información. Los periódicos, colgados entre un árbol y el quiosco, mostraban la principal cara de la actualidad senegalesa, la del presidente Macky Sall, que ya anunció que no se presentaría a los próximos comicios. Pero, como cada día desde principios del mes, la expectación se alimentaba con el desasosiego. Los seguidores de la oposición convirtieron lo que tendría que haber sido la celebración de la democracia, en dos días para exigir que se restablezca el orden constitucional, se libere a los presos políticos encarcelados y se pueda acudir a las urnas antes del 2 de abril.

La fecha prevista para los comicios ha pasado de ser el 25 de febrero, al 15 de diciembre, y a estar, a día de hoy, en un domingo todavía por definir. Este baile de tiempos llega tras el decreto de anulación de las elecciones por parte del presidente el pasado 3 de febrero, argumentado en el desacuerdo con el Consejo Constitucional por la lista de los 20 candidatos admitidos a presentarse como futuros representantes de la nación.

Senegal
Libertades en África Una victoria para la democracia en Senegal
La principal autoridad electoral del país declaró inconstitucional la suspensión de las elecciones en una semana en la que se han liberado numerosos presos políticos.

Unas semanas más tarde, el órgano constitucional anuló el decreto, porque, según la propia Carta Magna, no le corresponde al presidente retrasar las elecciones, e instaba a Sall a convocarlas “lo antes posible”. Ante esta situación, el presidente llamó al resto de los 19 candidatos de los partidos a dialogar para llegar a establecer una fecha antes de que expire su mandato. A la cita, que tuvo lugar los días 26 y 27 de febrero, solo acudieron tres partidos.

Según informó Sidiki Kaba, ministro del Interior, tras realizar un análisis de la situación entre los asistentes a lo que se ha llamado un Diálogo Nacional y que él mismo presidía, se va a proponer el 2 de junio como posible fecha para la celebración de los comicios. Confirmó también que los candidatos admitidos en la lista aprobada con el Consejo Constitucional mantendrán su nombramiento.

Manifestaciones “por la democracia y la libertad”

“Salimos a la calle para pedir a Macky Sall que convoque elecciones antes del 2 abril”, explicaba Ana, de 32 años. Participaba en una protesta pacífica a favor del partido del opositor, Ousmane Sonko, encarcelado desde junio de 2023, a la que acudieron varios centenares de personas el 24 de febrero en el centro de Dakar. Entre gritos y cánticos que acusaban a Macky Sall de ser un dictador, ella se definió como una “patriota por Senegal”. Su camiseta, con la bandera nacional, y sus complementos a juego daban fe de ello. Acudía a manifestarse por la “democracia y libertad” y en contra del presidente porque sentía que este ha “arrebatado la independencia” a la población.

El mismo sábado, Alí, de 28 años, levantaba un cartel a favor de la libertad de expresión, en inglés, escrito a mano sobre un folio en blanco. En la manifestación convocada por el movimiento Forces Vives F24, denunció la situación de los jóvenes del país, exigiendo un gobierno que, al menos, pedía, le permitiera expresar sus opiniones con libertad. “No tenemos trabajo, no vamos a la universidad porque están cerradas, pero no podemos hablar sobre lo que está pasando porque nos encarcelan”, lamentaba, “hay gente que está en su casa y quiere hablar, pero tiene miedo”.

“No tenemos trabajo, no vamos a la universidad porque están cerradas, pero no podemos hablar sobre lo que está pasando porque nos encarcelan. Hay gente que está en su casa y quiere hablar, pero tiene miedo”

En un país en el que el 75% de la población tiene menos de 35 años, tres de cada 10 jóvenes están en búsqueda de empleo, según el último Afrobarometer, y la economía sumergida tiene un gran peso. Oficialmente, las universidades han estado cerradas hasta el 26 de febrero por obras de mejora. El cierre, sin embargo, coincidió con las protestas mortales de junio de 2023 tras la condena de Sonko.

Las protestas no han parado una ciudad que encuentra su orden en el caos. El tráfico constante no cesaba en la explanada cercana al estadio Léopold Sédar Senghor donde se estaba celebrando la protesta. Se escuchaban aplausos y gritos desde algunos autobuses coloridos, y tan característicos de este país, que pasaban repletos de gente, en su mayoría jóvenes. Algunas bocinas de los coches se mezclaban con el ruido de las trompetas de los manifestantes y los conductores se unían a los reclamos por la libertad. Algún motorista que serpenteaba entre ellos, sin embargo, lanzaba un dardo a favor del actual presidente.

Una de las exigencias más repetida en la manifestación era la libertad de los activistas y políticos encarcelados, entre ellos Sonko y su mano derecha, admitido en las listas electorales, Doumaye Faye. Frente a ello, el 28 de febrero, Macky Sall aprobó en el Consejo de Ministros una ley de amnistía para liberar a un millar de presos con el objetivo de lograr una “reconciliación nacional”, tal y como él mismo anunció en la inauguración del Diálogo Nacional. La noticia llega entre una fuerte polémica que apunta a que la policía que ha disuadido las manifestaciones en los últimos años estaba entrenada por la Guardia Civil y financiada por la Unión Europea, según ha desvelado la fundación PorCausa junto al diario Al Jazeera.

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Protesta en Dakar el 24 de febrero. Soraya Aybar Laafou

Votantes simbólicos el domingo de las no elecciones

El 25 de febrero, las movilizaciones y los actos simbólicos seguían reflejando el descontento de parte de la población con la situación actual. Un discreto cartel marcaba que el colegio electoral de Sacre Coeur de Dakar estaba abierto para los votantes. Alrededor, la ciudad vivía un domingo más. En su interior, una urna forrada con papel y los miembros de la mesa electoral aguardaban a los primeros votantes simbólicos. Empezaron a llegar las primeras personas y, con un ambiente festivo, pasaban a votar como lo habrían hecho en unos comicios oficiales. Identificación, escoger candidato, insertar el sobre en la urna y mojar el dedo en tinta indeleble.

Al salir de la sala, la organización había colocado una tela en blanco que cubría una de las paredes para recibir mensajes de quienes acudían a este acto. A primera hora de la tarde, en el mural se podían leer frases como “decepcionado con la democracia senegalesa que va de mal en peor con el régimen de Macky Sall” o “he votado simbólicamente para respetar nuestra constitución”.

Desde la anulación de los comicios, Senegal ha llegado a un escenario político en el que todo puede pasar. Eso es lo que comenta la gente en la calle, levantando su voz por encima de la sintonía radiofónica. La calma – o al menos, lo que en una gran ciudad africana se considera normalidad – se recuperaba el lunes al arrancar la semana laboral. Sin novedades oficiales desde el poder, la sociedad seguirá esperando el anuncio que rompa con esta situación histórica en lo que hasta ahora se consideraba a nivel nacional y continental una de las democracias más consolidadas de África Occidental. 

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