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Medio rural
¿Qué preocupa a la juventud rural? Una encuesta revela la conexión entre ecología y bienestar mental
Todas las generaciones adultas se han acercado a la juventud con prejuicios. Ahora no es una excepción. Desde el Colectivo Cala, junto a la Asociación Cultural y Juvenil Sambrona y el colectivo de jóvenes Dispares, venimos desarrollando el proyecto Ecofuturo Rural!?, financiado por el programa Erasmus Plus en donde intentamos analizar las relaciones entre la emergencia climática y la salud mental para desarrollar una campaña que ponga el foco en esta cuestión.
Entre otras actividades, se ideó una encuesta pensada colectivamente por el grupo de jóvenes Dispares y diferentes personas expertas del ámbito de la ecología y la salud mental para intentar detectar conexiones. Se eligió toda la población de 2º y 3º de la ESO (jóvenes entre los 14 y los 16 años) del IES Castillo de Luna que comprende las poblaciones de Alburquerque y La Codosera. En total 120 personas, con lo cual es una muestra bastante significativa de esas edades y que podría servir de referencia para otras poblaciones rurales.
Lo primero que se decidió preguntar fue ordenar las cuestiones más importantes para la vida, a pesar de la dificultad de priorizar esto, en una aplastante mayoría, la familia fue considerada como el elemento más importante para las personas jóvenes por delante de otras opciones. Tal vez, esto pone en entredicho la idea de que para los jóvenes es más importante sus amistades o las cuestiones materiales. Esta idea se refuerza cuando se les pregunta a qué han dedicado más tiempo en los últimos días, ya que de nuevo aparece “estar con la familia”, en primer lugar, más incluso que las redes sociales (a pesar, de que pueda ser un sentir muy generalizado de “que pasan todo el día con las pantallas”). El hecho de vivir en un pueblo y de, por ejemplo, hacer las comidas juntos en familia favorece a pasar ese tiempo familiar, puede ser que dicho tiempo no sea de “calidad” (eso no se valora en la encuesta), pero en ocasiones, se comparte que, incluso en los fines de semana, hay muchos planes “familiares”.
Con respecto a las preguntas que parten de las asociaciones de ideas, preguntamos las palabras que vienen a la cabeza con respecto a salud ambiental y salud mental. En el primer caso, la primera palabra fue contaminación (32 personas), seguida de las palabras naturaleza (31), campo (18) y a partir de ahí, con menos asiduidad términos como ambiente o reciclar (9). Sin duda en el imaginario colectivo, sigue apareciendo la contaminación como el primer recurso al hablar de salud ambiental, tal vez por ser uno de los temas “estrellas” y estar muy relacionado cómo se afronta la temática desde lo académico.
En cuanto a salud mental, más curioso resultó la palabra más elegida: autoestima (20 personas), es verdad que tener una buena o mala autoestima es la base de la salud mental, pero que se asociara con ese concepto es algo que nos parece interesante destacar. Posteriormente, las palabras más repetidas fueron: depresión (15), ansiedad (13), estar bien (13), psicólogo (10), bienestar (9), cabeza (9), cuidarse (8), enfermedad (8). Como apuntábamos, gran variedad de respuestas porque la lista sigue.
Salud mental
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Una cuestión importante es la autoevaluación de la salud mental, aunque es cierto que prácticamente dos tercios del alumnado la considera buena o muy buena, hay que tener en cuenta que el tercio restante la considera entre regular y muy mala, un hecho que hay que considerar. Nos falta perspectiva para saber si ha aumentado o disminuido con el tiempo, o si el número se debe a una mayor visibilización de esta cuestión, pero no hay dudas que son cifras a tener en cuenta.
En una pregunta doble abierta también preguntábamos los problemas de salud ambiental y de salud mental que más nos preocupaban. En cuanto a la salud ambiental de nuevo la contaminación era la cuestión que más preocupaba (32 personas), no sabemos de nuevo, si es el tema “más recurrente”, pero habría que especificar qué hay detrás de esta preocupación o a qué tipo de contaminación se refieren. Después a gran distancia estaba el cambio climático (9) y la basura (7). En cuanto a salud mental también se repiten los problemas, pero estos aparecen muy repartidos (hasta 50 problemas diferentes). Se destaca de nuevo la ansiedad (10 personas), la depresión (9), la autoestima (7), la soledad (5), el suicidio (5), la adicción (4) y la locura (4).
Una de las ideas del proyecto es visibilizar la conexión entre salud mental y salud ambiental, por ello se pregunta sobre su relación, para partir de sus ideas previas. Con respecto a esto, hay bastante división, prácticamente una de cada tres personas señala que hay poca relación, otro tercio que bastante y otro tercio que no sabe. Esta cuestión se corroboraba con la pregunta posterior donde se cuestionaba por cómo afecta el cambio climático en su vida donde una mayoría (55%) pensaba que “algo”, aunque no se habían parado a pensarlo, pero tampoco es desdeñable el casi 40% que aúnan las respuestas de bastante, con dos variantes: por una parte, a la mitad esta preocupación le paraliza y le entra ansiedad y a la otra le hace movilizarse.
Una de las respuestas que también puede romper ciertos estereotipos corresponde a la calificación de gravedad de la crisis climática, ya que sólo el 1,85% pensaba que no es tan grave como dicen, si entendemos esta postura con la que se asume por las personas “negacionistas” del cambio climático, consideramos que es un pensamiento bastante minoritario, en cambio casi el 38% considera que es muy grave y que hay que tomar medidas o acabaremos mal; por otra parte, hay dos grupos, que también son numerosos, y se reparten entre los que creen que habrá soluciones tecnológicas a este problema y los que consideran que es grave, pero no pueden hacer nada.
Una de las peculiaridades del proyecto es que está destinado a juventud del medio rural, por eso nos parecía interesante que reflexionasen sobre de qué manera creen que les afecta el entorno natural a su salud mental. Más del 43% consideraban que era una suerte vivir en un entorno que favorecía a tener buena salud mental, con lo cual hay un alto grado de identificación positiva con el territorio, porque a este grupo hay que sumarle el 27% que piensan que el entorno también favorece, pero que hay otras cuestiones más fuertes que perjudican la salud mental.
El proyecto Ecofuturo Rural!?, también habla de “futuro”, por ello en una de las preguntas queríamos que evaluasen el futuro con respecto a sus progenitores, en función a si creían que iban a vivir mejor o peor que ellos. Aquí, hay una gran mayoría optimista que roza el 80%, pero dentro de esta opción destacan mayoritariamente los que creen que van a vivir mejor debido a su propio esfuerzo. Habría que profundizar en esta respuesta si es una visión individualista de ese futuro o corresponde a otras cuestiones porque de este grupo optimista sólo el 6% entiende que vivirá mejor porque el mundo estará mejor.
Por último, otra cuestión que queríamos valorar son las redes sociales y si pueden tener relación con la salud ambiental y la salud mental. La primera cuestión es si eligen la naturaleza (al vivir en un pueblo es mucho más fácil) como escenario de los vídeos que publican en redes. La respuesta puede parecer sorprendente, ya que el 43% asegura no subir publicaciones a redes. Esta cuestión que contrasta mucho con la percepción que se tiene de la juventud, puede estar motivada, o bien porque entienden la palabra publicación de forma literal, es decir, ahí no incluye “reels”, “stories”... o bien, porque aunque consumen redes sociales (era la segunda actividad a la que más tiempo le dedicaban), lo hacen la mayoría como espectadores y de forma pasiva. Destacar que el 17% si afirmaba que la mayoría de sus publicaciones eran en un entorno natural.
Redes sociales
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Con relación también a las redes, le preguntábamos por un fenómeno que es el hecho de borrar publicaciones que no hayan tenido muchos likes. Esta cuestión está muy ligada con la autoestima que era una de las palabras que más destacaban con referencia a la salud mental. En este caso, las personas que han borrado alguna vez alguna publicación por este motivo sumaban un 12%, no es mucho, pero si quitamos a las personas que no suben normalmente publicaciones nos quedaríamos que prácticamente 1 de cada 6 sí han borrado contenidos porque no han tenido aceptación.
En definitiva, no queremos elevar a la categoría de estudio esta encuesta, pero sí nos ha parecido suficientemente significativa las respuestas de la totalidad de personas de 13 a 16 años de dos poblaciones rurales para hacer una radiografía sobre los nexos entre emergencia climática y salud mental con cuestiones elaboradas y respondidas por ellas mismas. Sin duda, se necesitaría repetir la encuesta en un futuro para ver la evolución a esas edades, pero de momento nos quedamos con esta información que nos parece valiosísima para acercarnos sin estereotipos a la gente joven.