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Personas refugiadas
Israel realiza campañas de detenciones masivas en campos de personas refugiadas
Mientras conmemoramos el Día Mundial de las Personas Refugiadas, cada minuto 20 lo dejan todo atrás para escapar de la guerra, la persecución o el terror. Más de 68,5 millones de personas en todo el mundo han sido obligadas a abandonar su hogar: solicitantes de asilo, desplazados internos, apátridas y refugiadas y refugiados.
“Recuerdo que uno de los soldados arrojó una granada a nuestra casa a las 3 de la mañana, cuando intentaban detener a una persona de la casa de al lado. También abrieron fuego contra jóvenes que tiraban piedras”
Cita de un niño palestino del Campo de Refugiados de Aida, documentada por un informe de Defensa Internacional de los Niños Palestina (DCI), en octubre, 2017
Mientras conmemoramos el Día Mundial de las Personas Refugiadas, cada minuto 20 lo dejan todo atrás para escapar de la guerra, la persecución o el terror. Más de 68,5 millones de personas en todo el mundo han sido obligadas a abandonar su hogar: solicitantes de asilo, desplazados internos, apátridas y refugiadas y refugiados.
La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) es la agencia de la ONU encargada de dirigir y coordinar la acción internacional para proteger a las personas refugiadas en todo el mundo. Lucha por garantizar la aplicación de una de estas tres soluciones: la repatriación voluntaria , la integración local o el reasentamiento en un tercer país.
En cuanto a la población palestina, un año después de la resolución 181 de la ONU para la partición de Palestina, las organizaciones paramilitares sionistas lanzaron el "Plan D", en el que poblaciones palestinas que residían en áreas de valor estratégico serían objeto de masacres masivas a fin de obligarlas a abandonar sus lugares de residencia. Como resultado, aproximadamente 750.000 palestinas y palestinos se convirtieron en personas refugiadas.
Hoy en día, son más de cinco millones, viven en 58 campos de refugiados y refugiadas distribuidos en Líbano, Siria, Gaza, Cisjordania y Jordania, y están bajo la responsabilidad de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA).
El año pasado, en Cisjordania, las Fuerzas de Ocupación de Israel llevaron a cabo un promedio de 19 operaciones militares al día, un total de aproximadamente 7,000 durante todo el año. Muchas de estas operaciones, como las campañas de búsqueda y arresto y las respuestas a manifestaciones civiles palestinas, dieron lugar al lanzamiento de gases lacrimógenos contra civiles palestinas y a menudo se disparó munición real (en su mayoría, francotiradores desplegados en los tejados de viviendas de refugiados y refugiadas). Casi 700 de estas operaciones militares se produjeron específicamente en los campos de personas refugiadas palestinas y en sus alrededores, es decir, unas 13 por semana. Muchas de estas operaciones militares en campos de refugiados y refugiadas se llevaron a cabo de madrugada y comenzaron o se convirtieron en incursiones violentas.
Según la UNRWA, en 2018, la utilización de fuego real en y alrededor de los campos resultó en, al menos, 78 personas heridas y cuatro víctimas mortales, entre ellas un niño. Estas operaciones causaron daños a las puertas, ventanas y muebles en las viviendas de las personas refugiadas palestinas. Además, estos ataques militares afectaron a toda la población del campo y causaron traumas psicológicos a gran parte de ella.
La ocupación no es una abstracción y sus efectos no son anónimos. Una de sus características son las incursiones militares, de promedio dos al día en los campos de personas refugiadas palestinas de Cisjordania, con operaciones de búsqueda y arresto de población civil.
Durante la historia de la revolución palestina, especialmente en los años ochenta y noventa del siglo pasado, las personas refugiadas palestinas sufrieron diferentes formas de injusticia y violación de derechos básicos, una de las cuales es la detención, no sólo en Cisjordania y Gaza sino en los diferentes países árabes de acogida. En particular en Siria y Jordania, donde se les ha llegado a acusar de varios tipos de delitos: sospecha de actividad antigubernamental/estatal, planificación de ataques contra Israel o intento de desestabilizar Jordania mediante bombardeos en serie y asesinatos planeados.
Desde el inicio del conflicto sirio, más de 120.000 personas refugiadas palestinas han huido de Siria y enfrentan nuevas vulnerabilidades en los países de acogida, muchos de los cuales viven con el temor constante de ser arrestados y deportados a Siria.
personas refugiadas palestinas en los diferentes campos de Cisjordania
Alrededor de 800.000 personas refugiadas viven en 19 campos de Cisjordania y en otros 8 de Gaza. Durante las siete décadas de ocupación, las estructuras de hormigón han reemplazado a las tiendas de campaña; y las segundas y terceras generaciones de refugiados han nacido en ambientes con pocas salidas y oportunidades sociales y laborales.
En el campo de Aida en Belén, un niño de 14 años ha manifestado que la violencia militar israelí en este campo de refugiados del centro de Cisjordania es perpetua. Tener una zona de juego segura es imposible. El campo de refugiados de Aida ha estado a primera línea de la expansión de los asentamientos israelíes y de las incursiones militares desde que Israel ocupó Cisjordania, incluyendo Jerusalén Este, en 1967. El campo está situado en el extremo norte de Belén. Ahora está rodeado por los asentamientos ilegales israelíes de Gilo y Har Homa y por el muro del apartheid. Un muro de hormigón de 8 metros de alto, que ahora separa a las niñas y niños de Aida de un gran espacio abierto al que solían tener acceso. El muro se extiende alrededor del límite del campo, lleno de cámaras y torres de vigilancia. Las fuerzas israelíes también realizan incursiones militares en Aida accediendo a través de puertas de acero situadas en puntos estratégicos del muro que proporcionan acceso directo al campo.
Una madre del campo dice que sus propios hijos a menudo asocian cualquier golpe en la puerta de su casa con la presencia de un soldado israelí. Lamenta que los niños y niñas nacidas en Aida en los últimos 70 años hayan normalizado esta presencia militar. Todos estos testimonios y casos los documenta, entre otras, la organización palestina de Derechos Humanos Defense For Children International (DCI). Así en un informe de octubre de 2017, cuenta Hadeel, residente del campo de Arroub de Hebrón, una ocasión en la que los soldados convirtieron su tejado en un puesto militar temporal durante varias horas, "a veces el ejército se coloca a la entrada de nuestra casa. Han entrado en casa varias veces en busca de jóvenes". Continúa con su lista, un sombrío inventario de eventos y encuentros alarmantes. "Una vez vi a un niño al que estaban deteniendo en la entrada del campo", dice, señalando la corta distancia que les separa de una de las entradas principales de Arroub. "Los soldados lo detuvieron por la mañana cuando íbamos a la escuela. Llevaba su mochila, le golpearon y le acusaron de tirar piedras". Su relato es la narrativa predominante entre los niños de Arroub. Presenciar o experimentar detenciones, lesiones, acosos y, a veces, muertes forma parte de la vida en el campo.
Arroub es uno de los campos con mayor frecuencia de incursiones en comparación con el resto de campos de refugiados de Cisjordania. La omnipresente presencia militar israelí en el campo atenta contra el derecho a jugar de los niños.
Debajo del parque y del cementerio, lo único que hay entre Arroub y la imponente torre militar es la carretera 60. Esta carretera es una vía importante que conecta con el bloque de asentamientos de Gush Etzion, uno de los mayores conjuntos de asentamientos israelíes de Cisjordania. La carretera 60 es muy transitada por vehículos militares y colonos israelíes. La interacción con los militares es asimismo inevitable para los niños que salen o entran en el campo. "Los soldados te paran y te registran sin razón alguna y pueden acusarte de cualquier cosa", dice Hadeel.
Incluso en casa, cuando la calma reina en Arroub, no hay garantías de que los niños y las niñas no se encuentren con el ejército israelí. "Los soldados entraron a mi casa por una ventana a las 2 de la madrugada", dice Omar para DCI. Tenía 14 años en el momento en el que él y su hermano fueron sacados a la fuerza de sus camas y detenidos. Fue interrogado y detenido durante ocho días por acusaciones que, según él, eran falsas. Arroub encaja con este patrón.
El campo fue creado en 1949. Tanto los abuelos de Hadeel como los de Omar fueron expulsados de Iraq al-Manshiya, una aldea palestina a unos 34 kilómetros al oeste de Arroub en línea recta, mientras la multitud huía. La ciudad israelí de Kiryat Gat está ahora en su lugar. Arroub es el hogar de unos 10.500 de personas refugiadas.
Los campos de refugiados y refugiadas debían ser una solución temporal a una situación de emergencia. Pero para Hadeel, el estado de conflicto perdura bajo la ocupación militar israelí, rompiendo toda apariencia de una infancia segura. No es casualidad, no son casos aislados: es una estrategia de colonización, de apartheid, de supresión de la identidad palestina y de expulsión de la ciudadanía palestina de sus hogares.
Y así, durante 70 años: las constantes violaciones de los derechos humanos y los crímenes de guerra se suman unos a otros. El inmenso número de resoluciones de la ONU, junto a la Opinión Consultiva de la Corte Penal Internacional de 2004, ha tenido poco impacto en la práctica. La falta de mecanismos de aplicación ha sido un claro impedimento en este sentido. Esto se demuestra por el reiterado fracaso en la aplicación de la Resolución 194 de Naciones Unidas, que defiende el "derecho al retorno" de los palestinos. Este trágico precedente, junto con todas las demás resoluciones "palestinas" no aplicadas, se debe recordar y reclamar.
No es la primera vez en la historia de las personas refugiadas palestinas que el tiempo parece estar parado, como suspendido en anticipación de lo que podría seguir pasando en el futuro. En los últimos 70 años, los refugiados y refugiadas palestinas se han visto afectadas por múltiples formas de injusticia, por la denegación de derechos y oportunidades y por promesas incumplidas. Han esperado a que se encuentre una solución política y se ponga fin a su difícil situación; hasta la fecha, en vano.
La solidaridad de los pueblos oprimidos y la resistencia en todo el mundo es indudable y debería seguir exigiendo justicia para el pueblo palestino, así como justicia para todos los pueblos oprimidos. Pero si los gobiernos continuan ignorando sus obligaciones de acuerdo con el derecho internacional, tendremos que decir... que continuamos nuestra lucha.