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Residuos
Una taza de realidad: el mal uso del retrete tiene un impacto ambiental y económico global
Ni tus drogas, ni tus lentillas, ni tu mascota, ni tus condones deberían estar allí. El consumismo de usar y tirar, la desinformación y la omnipresencia de plásticos ocultos convierten el retrete en un problema ambiental, económico y hasta jurídico: algunos fabricantes de toallitas húmedas creen amenazada su libertad de expresión por nuevas normas de etiquetado.
Durante el año pasado, el Canal de Isabel II retiró de las aguas residuales de Madrid más de 24.000 toneladas de residuos sólidos que no deberían haber pasado nunca por el inodoro. Las pesadillas de las depuradoras tienen una protagonista inorgánica casi indestructible: la toallita húmeda. Solo en Madrid, estos paños cuestan a las depuradoras unos 2,2 millones de euros anuales, además de aumentar los riesgos para las personas que trabajan en el Canal, quienes deben realizar con mayor frecuencia operaciones delicadas como el desmontaje de bombas de propulsión.
Un hedor de 130 toneladas
Las toallitas húmedas nacieron en 1958 y se popularizaron a partir de 1963, cuando los restaurantes de pollo frito KFC comenzaron a ofrecerlas a sus clientes para que se limpiaran los dedos, pringados con salsas y grasa después de comer. Más tarde se fueron ampliando sus usos, principalmente como toallitas de limpieza para bebés, pero hasta entonces era normal que acabaran en la basura, no en el inodoro.
A mediados de los 2000 empezaron a venderse como alternativa al papel higiénico seco. Es a partir de ese momento cuando empiezan los problemas en las alcantarillas: en 2013 Londres comunica el hallazgo de un atranco del tamaño de un autobús formado por toallitas que, al mezclarse con grasas de cocina y enfriarse en el subsuelo, habían formado una roca de 15 toneladas y olor apestoso. Este fenómeno dio a luz un nuevo término, fatberg, mole o montaña de grasa, un neologismo que el diccionario de Oxford incorporó en 2015. El último y más reciente fatberg londinense, fue extirpado hace solo unos meses: era más largo que el Puente de Londres y pesaba 130 toneladas.
Monster 'fatberg' found blocking east London sewer https://t.co/zepRjzOElo
— BBC News (UK) (@BBCNews) 12 de septiembre de 2017
Algunas ciudades empiezan a pedir responsabilidades. Una norma local en Washington DC estableció hace un año que estas toallitas solo pudieran ser etiquetadas como ‘desechables por el inodoro’ si se desintegraban rápidamente en las condiciones habituales de un desagüe. Se trataba de la primera norma de este tipo en EE UU, donde estos problemáticos pañuelos ya cuestan unos 1.000 millones de dólares a las administraciones, según la National Association of Clean Water Agencies.
Ante un vacío legal generalizado, algunas marcas incluyen avisos o iconos para desalentar que estas toallitas se vayan por el desagüe, aunque estos mensajes suelen aparecer en lugares poco visibles del empaquetado. Sin embargo, otros fabricantes incluyen en sus envases reclamos que sí invitan explícitamente a desecharlas por el váter. Una de estas empresas, Kimberly-Clark Corp., ha recurrido a los tribunales alegando que la norma washingtoniana es inconstitucional por sobrepasar la jurisdicción de la ciudad y que podría vulnerar nada menos que la Primera Enmienda —la que blinda la libertad de expresión en EE UU— ya que las empresas que "creen" que sus toallitas pueden ir al váter se verán obligadas a recomendar lo contrario.
un mundo sin bastoncillos de plástico
Otros productos de higiene que desaparecen mágicamente cuando tiramos de la cadena reaparecen en otros lugares convertidos en un problema ambiental, principalmente por sus componentes de plástico. Solo en Reino Unido, cada día se van por el retrete unas 700.000 compresas y 2,5 millones de tampones. Escocia prohibirá la venta de bastoncillos de plástico para los oídos a partir de enero, Inglaterra podría seguir sus pasos en los meses siguientes y Francia eliminará los bastoncillos con base de plástico en 2020.
Residuos
España, adicta a los plásticos de un solo uso
Se estima que los bastoncillos suponen una de las principales fuentes de plásticos en el océano y una porción muy relevante de la basura que se acumula en las costas. Su pequeño diámetro les permite atravesar muchos filtros y su forma cilíndrica con un frecuente orificio central hace que eliminarlos de las playas pueda suponer un daño colateral añadido. Una experiencia piloto en Italia detectó que, al retirar bastoncillos y otros residuos de la playa, el 14 por ciento de la materia extraída era arena, un bien cada vez más escaso y amenazado en las costas del planeta: ya es el recurso natural más demandado, después del agua, lo que ha provocado desastres como la desaparición de hasta 25 islas en Indonesia por el tráfico ilegal de arena para el boom planetario de la construcción.
Lentillas y condones hasta en la sopa
Otro estudio reciente ha puesto los ojos en los efectos ambientales de las lentillas desechables. Según las estimaciones de un equipo de la Universidad de Arizona, en EE UU, se desechan por el aseo entre 2.600 y 2.900 millones de lentes de contacto cada año, unas 23 toneladas de plástico.
Los preservativos y el hilo dental completan un bodegón de basura plástica que perdemos de vista con un simple remolino de agua en el WC, pero que pueden acabar vertidos en el medio ambiente, a menudo triturados en porciones diminutas: los famosos y temibles microplásticos. Solo en los océanos hay ya unos 5,25 billones de estas partículas, unas 270.000 toneladas, con efectos devastadores en los ecosistemas marinos. Estas microperlas de plástico ya se han detectado en el agua potable y en la cadena alimentaria.
Entonces, ¿basta con no tirar plásticos por el retrete? Las depuradoras deberían recuperar estos residuos, y lo hacen en parte, pero incluso si solo reciben heces, también pueden acabar protagonizando algunos vertidos accidentales.
Las plantas de tratamiento de aguas utilizan bacterias para descomponer la materia orgánica. Hace tiempo descubrieron que estos microorganismos trabajan de manera más eficiente si están adheridos a una superficie sólida, en lugar de estar flotando. Así que empezaron a verter en los compartimentos de las depuradoras unas pequeñas piezas de plástico, algunas como pequeños cilindros, otras con forma de rueda, con aspas y estrías, para conformar lo que llaman un “lecho móvil” donde las bacterias estuvieran más confortables mientras se encargaban de nuestras heces.
Reciben diferentes nombres según el diseño o el fabricante: biomedia, biosoportes, carriers, Brightwater media, BAFF media o Bio-Beads. El problema es que estas piezas acaban con demasiada frecuencia derramándose en el cauce de los ríos y llegando al mar: surfistas de Euskadi y pescadores de Vigo fueron de los primeros en identificar en Europa estos vertidos, y cada vez más campañas ambientales documentan y denuncian vertidos de estas piezas de plástico en ríos y costas de todo el mundo.
"Pollutions par les Biomédias" - Utilisés dans de nombreuses stations d’épuration depuis le début des années 2000, des médias filtrants ou biomédias s’échouent en grande quantité sur les plages du monde entier via @Surfrider : https://t.co/v2wA0ZrvNt
— Human Sea Program (@HUMAN_SEA) 27 de agosto de 2018
Tus drogas dañan las algas
El inodoro también es un sumidero accidental de drogas y medicamentos. La metabolización incompleta de estas sustancias después de pasar por el cuerpo humano hace que una pequeña parte acabe excretada. La presencia en aguas fecales de residuos de drogas recreativas o de los metabolitos producidos para su absorción está bastante estudiada e incluso hay proyectos que analizan muestras de estos efluentes para inferir tendencias en el uso de estas sustancias en diferentes barrios o ciudades.España, por cierto, es una potencia académica en esta disciplina, la epidemiología forense de aguas residuales. Uno de los más ambiciosos lo ha llevado a cabo el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, una agencia de la Unión Europea. Este estudio tomó muestras de aguas residuales de 60 ciudades europeas para identificar pautas de consumo: así detectó que las ciudades del oeste y el sur de Europa se decantan por la cocaína, las ciudades del norte optan por la anfetamina, la Europa oriental consume más metanfetamina y Amsterdam destaca por la presencia de MDMA.
Si bien estos datos pueden ser útiles para entender patrones de consumo, algunas investigaciones alertan de lo poco que se sabe sobre el impacto que estas sustancias tienen en el medio ambiente o sobre cómo tratarlas para neutralizar su acción. Entre un 1 y un 9 por ciento de la cocaína que se consume es excretada inalterada, mientras que el resto es expelida en forma de benzoilecgonina y metilecgonina.
En el caso de la anfetamina, hasta el 30 por ciento puede ser orinada sin alteraciones. Algo similar ocurre con los fármacos legales: cantidades desconocidas de antibióticos, analgésicos u hormonas son desaguados cada día sin que conozcamos bien su impacto en el ecosistema o en la salud humana, aunque los pocos estudios que hay sobre esta materia han observado daños en el riñón, los intestinos y el metabolismo de algunos peces y problemas en la capacidad de fotosíntesis de las algas.
Tortugas por la alcantarilla
Esta no es la única forma en la que un mal uso del WC perjudica la vida acuática. Algunas personas intentan deshacerse de peces y tortugas a través del váter. Además del sufrimiento que puedan experimentar, estos animales acarrean serios problemas a especies autóctonas. Aunque la mascota muera, puede portar enfermedades y parásitos. Pero además, si sobrevive al viaje, puede llegar a convertirse en especie invasora.
El aumento global de las temperaturas está permitiendo, por ejemplo, que las tortugas acuáticas de Florida, muy habituales como animal de compañía, estén logrando reproducirse en zonas de Reino Unido mientras las autoridades de Alberta, Canadá, se enfrentan desde hace años a una invasión de pez dorado y piden a la población que no liberen estas carpas en la naturaleza ni los arrojen por el retrete.
Don't flush your goldfish! http://t.co/NprylcTZ3o#environment#albertapic.twitter.com/HJtp7UqjhV
— HuffPost Alberta (@HuffPostAlberta) 22 de septiembre de 2015
Aunque refrescante rumor del agua alejándose parezca llevarse nuestros problemas, lo cierto es que solo traslada a otro lugar nuestros síntomas. ¿Un consejo? Por el váter, solo las tres pes: "Pipí, popó y papel".
La implantación de sanitarios es una medida de salud pública esencial y su ausencia una amenaza letal para millones de personas: las carencias en las redes de saneamiento son una de las razones que cada año contribuyen a causar 1,5 millones de muertes infantiles por diarrea, la principal causa de muerte infantil en el África subsahariana y la segunda razón de muerte y enfermedad entre menores de 5 años en el planeta. Las estimaciones del Banco Mundial cifran el coste económico del mal saneamiento en unos 260.000 millones de dólares anuales.
Los retretes son uno de los pilares del programa Nuevo Campo Socialista, un enorme proyecto de modernización turística de las áreas rurales en China. El presidente Xi Jinping reconoció en 2015 la importancia crucial de la llamada “toilet revolution”, la revolución de los retretes. Solo durante aquel año, se instalaron más de 15.000 retretes seguros en áreas rurales de China, unos 100.000 en la última década: pueden parecer pocos, pero hay que tener en cuenta que muchos de ellos son colectivos. De momento, la cobertura de estos sanitarios alcanza a alrededor del 60 por ciento de la población rural china, pero Beijing ha dado máxima prioridad el saneamiento, y la "revolucion de los retretes" es una cuestión de Estado.
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la muele y la leva a ríos subterraneos
Es cuestión de educación y de gestionar los residuos!!! el problema no son las toallitas sinó de la mal uso de ellas porque en realidad ayudan mucho evitando infecciones , dermatitis ...etc .... y sería tan sencillo como poner una papelera al lado de cada wc para que se gestione correctamente
Una medida exigible, asequible y justa sería "tabaquizar" los envases de toallitas y obligarles a añadir fotos de los atascos nauseabundos con el lema, tus toallitas pueden ser un gran problema. Cada cosa a su sitio.
Creo que lo ideal es no echar ni el papel, cuanto menos residuos echemos mejor. Sobre todo porque el papel es mejor desecharlo en la basura normal y así un trabajo menos para las depuradoras que ya tienen lo suyo. Así si que conseguiriamos que el mar no recibiese nada artificial como los blanqueantes, colores, olores y demas químicos que van en los papeles...
Prohibir los plásticos es hacer rayas en el agua, además de absurdo. ¿Hay que prohibir los condones o compresas porque hay energúmenos que los tiran al inodoro? Si no se conciencia a la gente para tirar estas cosas a la basura en lugar del retrete, poco haremos. Tampoco entiendo por qué se prohíben bastocillos de algodón pero no las toallitas húmedas. Las dos son mala cosa, pero las toallitas además cuestan un dineral en arreglar los atascos ¿es que ningún político tiene arrestos para declararles la guerra y obligar a un correcto etiquetado para que se tiren a la basura?
Todo esto es otra consecuencia de los combustibles fósiles, puesto que la mayoría de los plásticos derivan de los subproductos de su refinado.
Hay que tomar medidas drásticas contra este enorme problema medioambiental