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Antimilitarismo
Tarragona antimilitarista
En octubre de 1997 atracaba en el Port de Tarragona el portaviones JFK, con sus cinco mil tripulantes y un plan pergeñado por, entre otros muchos, Joan Miquel Nadal y Lluís Badia, en aquel momento alcalde de la ciudad y presidente de la Autoridad Portuaria, respectivamente, que lideraron entusiastamente una campaña para que Tarragona fuese sede logística de la VI Flota de los Estados Unidos. De la llamada a ser base militar permanente nace la Coordinadora Tarragona Patrimoni per la Pau, la Coordi.
Coordinadora Tarragona Patrimoni per la Pau (1998-2018)
La trayectoria de la Coordinadora y de algunas de sus acciones podéis saber por 20 ANYS D'ACCIONS de la Coordinadora Tarragona Patrimoni per la Pau (1998-2018), opúsculo que Josep Estivill y Amadeo López han editado en la colección autoeditada Artivista, un urgente repaso a los veinte años de vida de la Coordi y un libreto que permite dar a conocer la vida y actividad del último grupo antimilitarista de Tarragona, basándose sobre todo en las acciones de carácter lúdico y creativo de las propuestas de denuncia, que fueron muchas.
Justamente este mes de octubre se cumplen cuatro años del último Paraules per la Pau (PxP) que la Coordi hacía en la Plaça de la Font de Tarragona, la plaza del Ayuntamiento. Como cada primer domingo de mes, a las 12 del mediodía y desde hacía 17 años, nos volvimos a juntar un buen número de antimilitaristas para denunciar el militarismo y sus consecuencias. De las casualidades y la oportunidades nace este artículo, para seguir tejiendo la memoria antimilitarista, con hilo usado, agujas experimentadas y ovillos infinitos que hay continuar deshaciendo. Con un recuerdo especial a Josep Maria, Elvira, Carmen, Emilia y Jose, que se fueron antes de tiempo pero nos dejaron jerséis para protegernos y cuidarnos. Para abrigar esperanzas y un futuro desmilitarizado.
La actividad de la Coordi en sus veinte años fue intensa, rica y con mucha presencia en la ciudad. Acciones directas noviolentas, charlas, concentraciones, materiales, ocupaciones, siempre haciendo uso de la desobediencia civil. Una actividad que nació como respuesta local (diríamos que de manual) a la llegada de la VI flota americana al puerto de Tarragona y que, en poco tiempo, hizo del sentido amplio del antimilitarismo su radio de acción.
Una actividad continua, incansable
En la larga lista de acciones directas podemos destacar la presencia en las pasarelas de los barcos de guerra que abrían sus compuertas a curiosos vecinos; el reparto de beneficios de las guerras en la puerta de la delegación de Hacienda en forma de… escombros, obviamente; o el encierro de tres activistas, a lo largo de cuatro días en el balcón del Ayuntamiento, mientras estaba atracado el JFK en el puerto de Tarragona en su último viaje, el año 2004.
Una actividad que nació como respuesta local a la llegada de la VI flota americana al puerto de Tarragona en poco tiempo hizo del sentido amplio del antimilitarismo su radio de acción
La campaña de Objeción Fiscal a los Gastos militares ocupó todos los años, de marzo a junio con charlas explicativas, talleres para hacer la declaración de renta con la objeción fiscal y la presentación colectiva en la sede de Hacienda o la Subdelegación del gobierno. El dinero desviado se ha destinado a proyectos pacifistas de países en conflicto armado: Palestina, Colombia, Chechenia…
La participación directa y activa en la campaña Desmilitaritzem l’educació contó, desde el 2007, con acciones directas en los Salones de Educación de Barcelona y Tarragona, con presión a las consellerias de Educación y Interior para prohibir la entrada de armas y del ejército en los centros educativos.
Muy relevante fue compartir espacio y tiempo con otros colectivos de la ciudad como la Coordinadora de ONG, grupos de esplai, corales, el Taller del Sol, el Ateneu llibertari, los casals, con los que ampliar la visión del antimilitarismo, con debates y con hechos, con presencia en acciones y actividades comunes. Múltiples fueron las charlas con activistas y compañeras de diversas partes del mundo con sus experiencias, saberes o presentando libros o materiales diversos. Entre otras pasaron por Tarragona Wendy Barranco, exsoldado yanqui; la diputada afgana Malalai Joya; la pacifista israelí Tal Haran; el director de cine Avi Mograbi; las Dones de Negre, o los investigadores Carlos Taibo, Arcadi Oliveras, Pilar Palacios y Fernando Hernández Holgado.
De todos los actos y acciones fue el citado Paraules per la Pau la que ha acompañado de forma constante y persistente la mayor parte de la vida de la Coordi (2001-2018). Desde abril del 2001, cada primer domingo de mes se desplegaba una mesa, la icónica pancarta de Pinzell Brut y una acción o actuación ocupaba la Plaça de la Font. En los más de doscientos Paraules per la Pau ha habido teatro, música de todo tipo, poesía, performances o danza, complementadas con la edición de 204 números de una pequeña revista de contenido antimilitarista para cada Paraules, que empezó con dos páginas y acabó con ocho. Es imposible resumir tanta y variada actividad en unas pocas líneas.
Paraules per la Pau acompañó entre 2001 y 2018 de forma constante y persistente la mayor parte de la vida de la Coordinadora Tarragona Patrimoni per la Pau
En palabras de Albert Camús, rescatadas por Josep Maria Yago, miembro de la Coordinadora hasta su fallecimiento, “tenemos que comprender que no podemos escapar del dolor común y que nuestra justificación, si hay alguna, es la de hablar, mientras podamos, en nombre de los que no lo pueden hacer”. Con la palabra, el gesto y el arte, ocupando la plaza y las calles, la Coordinadora intentó dar esa voz, propia y ajena, silenciada por el ruido de la violencia. Un hilo conductor invisible que tejió infinidad de relaciones, de gritos y de denuncias. Un punto fijo que tuvo un primer momento en Els Silencis per la Pau que se desarrollaron entre el diciembre de 1981 y el junio de 1982, un acto que consistía en estar en silencio media hora cada domingo, a las 12 h., en la Rambla Nova. Con la guerra en los Balcanes y la limpieza étnica en Bosnia, se creó Música per la Pau, que se desarrolló entre el agosto de 1993 y el octubre de 1995. Este octubre se cumplen cuatro años del último Paraules per la Pau que la Coordinadora Tarragona Patrimoni per la Pau hacía en la Plaça de la Font de Tarragona. Como cada primer domingo de mes, a las 12 del mediodía, desde hacía 17 años, nos volvimos a juntar un buen número de antimilitaristas para denunciar el militarismo y sus consecuencias, a nivel mundial y a millones de personas.
Veinte años no es nada
El paso de la Coordi, de ser amalgama de siglas (con 25 entidades de la ciudad) y objetivos concretos (Fora vaixells de la OTAN del port de Tarragona) a conformarse como un grupo de afinidad antimilitarista fue un proceso progresivo y debido, en gran parte, a la persistencia de sus integrantes en dar importancia al antimilitarismo como eje político de presión y debate.
De la incidencia política de la Coordinadora dan muestra las dificultades del posicionamiento público de los diferentes consistorios para mantener el relato positivo de la presencia de la VI flota
En este viaje de veinte años de movilización antimilitarista se acumulan los aprendizajes, el bagaje y las redes tejidas en aras de pensar y hacer un planeta desmilitarizado, sin heroísmos ni exaltaciones propias de lo militar. Por él pasaron personas con orígenes muy diversos, políticos y sociales con ganas de tener en el centro del debate político lo militar, su industria o la economía que genera. Así, con una asamblea semanal, anarquistas, trostkistas, feministas, cristianos de base, insumisos o sindicalistas, nos encontrábamos para pensar, proponer y hacer campañas y acciones que denunciasen la militarización, en Tarragona o en cualquier otra parte del mundo. La Coordinadora era un grupo pequeño de personas, entre diez y quince, pero bien enraizada en la vida social, activista y política de la ciudad. Una tarea semanal, la asamblea, que fue posible porque juntarse era ya un motivo de celebración, de aprender, de compartir, de hacer y ver que hay propuestas diferentes de funcionar en grupo que pasan por un protagonismo compartido, por decidir colectivamente, ser autocríticos y no ceder a las migajas que el poder cede como pura maniobra de despiste y desmovilización.
De la incidencia política de la Coordinadora en la ciudad dan muestra las dificultades del posicionamiento público de los diferentes consistorios para mantener el relato positivo de la presencia de la VI flota. La búsqueda de justificaciones sobre los beneficios de la presencia militar, la obligatoriedad de esta presencia por acuerdos firmados por otros, algunos inventados y otros que eran meras excusas de posicionamiento político que, en cualquier caso, les obligaba a mantener un perfil bajo, pero no era un objetivo prioritario esperar declaraciones o posicionamiento de los partidos políticos. La acción de la Coordinadora estaba en la calle, en las plazas, en las charlas, en la acción directa: animar a los soldados que volvían o iban a zonas de guerra a desertar; explicar a pie de vermut qué es la Objeción Fiscal; plantarnos delante de un furgón de reclutamiento del ejército para explicar la oferta real, amén de organizar mensualmente el Paraules per la Pau… La aparente hiperactividad de la Coordinadora estaba basada en hacer hasta donde se podía hacer, con lo que teníamos, con los que fuésemos. No había excusas, solo posibles, sin duelos, con realismo y alegría. Sin victimismos, desde el privilegio de saber que, en el peor de los casos, nos caería una multa por ocupar la calle o un balcón, pintar una calle o hacer la Objeción Fiscal. Participar en la Coordi nos permitía ocuparnos colectivamente de la preocupación común que el militarismo produce en el planeta: el consumo de recursos y vidas en beneficio de una minoría, haciendo creer que el beneficio es para todos. Este era uno de nuestros objetivos principales, hacer llegar al máximo número de personas el dolor que lo militar, su pensamiento y ejecución, generan en todo el planeta. Sin exclusión, contra todo.
Anarquistas, trostkistas, feministas, cristianos de base, insumisos o sindicalistas, nos encontrábamos para pensar, proponer y hacer campañas y acciones que denunciasen la militarización, en Tarragona o en cualquier otra parte del mundo
En colectivo, con disensiones y después de un largo proceso, decidimos finalizar con la actividad de la Coordinadora. Cuando cuesta convocar y encontrarse, el esfuerzo para hacer se multiplica y las vidas se expanden por el territorio es momento de replantearse la vida del grupo, aunque continúen los motivos. Porque es importante saber acabar, sobre todo en los grupos que no tenemos CIF, muy acostumbrados a deshacernos como azucarillos en cualquier líquido. Con tantas historias, hilos, redes y relaciones teníamos el derecho y necesidad de cerrar, colectiva y simbólicamente, veinte años de debate y acción antimilitarista. Un cierre que, como ya pasó otras veces, será temporal porque, desgraciadamente, lo militar no va a desaparecer. No sabemos en qué momento, qué personas ni en qué circunstancias, pero pasará. Y volveremos.
El opúsculo que Josep y Amadeo han editado sirve para recordar, conocer y no olvidar parte de la historia antimilitarista en Tarragona. También para agradecer que continúen grupos antimilitaristas en el Estado español, como AA-MOC, y que la red pacifista continúe viva a nivel global.
En todas las guerras, además de víctimas, hay desertores. No les olvidemos, no habría guerras si nadie fuese. Ni las pagase.