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Pista de aterrizaje
Mar Verdejo: “Debemos recuperar nuestra memoria de la gestión del agua”
Mar Verdejo Coto es ingeniera agrónoma, ecofeminista, paisajista, narradora con mirada abierta hacia un universo invisibilizado
Mar Verdejo Coto es ingeniera agrónoma, ecofeminista, paisajista, narradora con mirada abierta hacia un universo invisibilizado. También es autora del libro Fondo de mar, que lucha por la justicia, la ecología y la igualdad de seres que habitan la tierra. Hablamos con ella para conocer la situación de los campos y acuíferos de Almería, tierra que la vio nacer y crecer.
¿El déficit hídrico aumenta por las necesidades agrícolas y urbanas?
Por supuesto, aunque comparativamente este déficit es mayor en la agricultura, a pesar de que la almeriense, en especial en los cultivos intensivos, gestiona de manera óptima los recursos hídricos con gran rentabilidad, de las más altas del Estado. A pesar de este ahorro, se sigue aumentando la superficie invernada sin pensar en los recursos disponibles. En las zonas urbanas aún queda mucha conciencia. Hay que recuperar la conciencia almeriense en la gestión del agua.
¿Hay una sobreexplotación de los acuíferos en Almería?
En la zona norte de la provincia de Almería es el Estado quien se encarga de custodiar el agua a través de las Confederaciones Hidrográficas del Segura y del Guadalquivir. El resto de la provincia, donde se encuentran las grandes masas de agua subterránea, pertenece a la Demarcación Hidrográfica de las Cuencas Mediterráneas Andaluzas (DHCMA) y su control es competencia de la Junta de Andalucía. Las aguas superficiales son más fáciles de gestionar que las subterráneas. ¿Qué ocurre con las que no se ven? Hasta finales de los años 70 nadie pensaba que los acuíferos de la provincia estaban siendo sobreexplotados y, tras ser estudiados en 1986, los del Campo de Dalías, Níjar, Huércal-Overa, Pulpí y el Bajo Andarax, junto con el de la zona costera occidental de Huelva, fueron los primeros declarados como sobreexplotados de España. En la actualidad, según la DHCMA, de las 22 masas de aguas subterráneas sobreexplotadas de la Demarcación, 14 están en Almería; y consumimos por encima de la capacidad de abastecimiento de los acuíferos. Un ejemplo es el del río de Aguas, que ha pasado de un índice de explotación de 3,3 a finales de la década pasada a más de 4 ahora. La falta de gobernanza sobre los acuíferos es un clamor y el sistema de gestión lo ampara de manera perversa. Un modelo que sigue propiciando el expolio de nuestros recursos naturales, como antes explotaban los ingleses nuestros recursos mineros. Primero, se genera el conflicto —grandes plantaciones de olivos, de lechugas, más superficie invernada, etc.— y luego se busca la solución: ¿indemnizamos a estas empresas?
¿Puede mejorarse el uso del agua de riego en los invernaderos almerienses?
El uso de nuevas tecnologías hace que el ahorro del agua en la agricultura intensiva sea un hecho. Hay que seguir invirtiendo para mejorar en las redes de riego y en el almacenamiento del agua porque hay grandes pérdidas por evaporación. Es necesario legislar con ordenanzas municipales para obligar a los invernaderos a tener un sistema de recogida de pluviales y posteriormente almacenarla para riego. ¿Y si empezamos a ver esta legislación de manera supramunicipal? Y no solo hay que ahorrar. Hay que conseguir que los acuíferos subterráneos se recarguen, evitando las actividades que los contaminan, disminuir la velocidad del agua para evitar la erosión y fomentar la filtración del agua en la tierra. Y empezar a reutilizar el agua para cultivo agrícola y zonas verdes urbanas.
En la Plataforma Acuíferos Vivos apostáis por una nueva cultura del agua.
Debemos recuperar nuestra memoria de la gestión del agua, que se remonta a miles de años. Tenemos que redescubrir nuestro patrimonio hidrológico, como los aljibes. Entender nuestro paisaje agrícola, recuperar nuestro pasado y aumentar la biodiversidad es imprescindible para la supervivencia de la provincia. Hay que poner el acento en el agua y no mirar a otro lado cuando se comete un ecocidio o se esquilman los recursos comunes, para evitar una tragedia en el futuro inmediato. Concienciar a las generaciones venideras del bien común que es el agua porque sin agua no hay vida.