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Movimiento antiglobalización
Carles Castellanos: “La Carta de Brest trazó una hoja de ruta internacional para la esquerra independentista”
Esta entrevista fue previamente publicada en lengua catalana en el diario Temps, el día 26 de diciembre de 2023, bajo el título: “La Carta de Brest traçà un full de ruta internacional per a l’esquerra independentista”.
Bueno días, Carles Castellanos, gracias por conceder esta entrevista para el proyecto Memorias del anti-imperialismo. Has tenido un papel destacado en la izquierda independentista catalana y has sido fundador de numerosas organizaciones. Fuiste militante del PSAN-P, de los Comités de Solidaridad con los Patriotas Catalanes, de Independentistas de Paisös Catalans, del Movimiento en Defensa de Terra y, posteriormente, de Poble Lliure. La primera pregunta que te querría hacer es, ¿cuál es el origen de lo que se denomina la esquerra independentista?
Bueno, en primer lugar, cuando hacemos valoraciones históricas, siempre tenemos que reconocer que somos el producto de la historia precedente. La esquerra independentista es hija de las luchas anti-franquistas y contra la dictadura. Nosotros también consideramos que el precedente de la esquerra independentista fueron los movimientos de izquierda, obreros y populares durante los años treinta. También somos herederos del separatismo de los años veinte. Las diferencias entre este primer separatismo y el de los años setenta y ochenta van a ser de posición. El primer separatismo estaba muy influenciado por la experiencia irlandesa, muy enfocado hacia el surgimiento de rebeliones populares espontáneas, pero no a un proceso de toma de conciencia a través del trabajo de masas. Laesquerra independentista aparece en el año 1969-1970 y surge como una tendencia de movimiento político y social que tenía como objetivo el desarrollo de una acción de masas. Pero no hay una ruptura entre el separatismo catalán de los años veinte, las colectivizaciones agrarias en los años treinta y la esquerra independentista de los años setenta. Nosotros reconocemos todo ese legado como propio.
La esquerra independentista nace como un espacio propio y diferenciado de otros espacios políticos que había en los años sesenta. Por una parte, nos diferenciamos del catalanismo del Front Nacional de Catalán ya que ellos no se identificaban con el socialismo. Pero también nos diferenciábamos de la izquierda españolista del PSUC, que tenía una visión de la cuestión nacional muy cercana a la de Jordi Pujol: muy folclórica, pero sin proyección política. También nos diferenciamos de lo que luego fue el catalanismo burgués de Jordi Pujol, que se organizó más tarde.
Pretendíamos organizar un movimiento político y social junto a los movimientos sociales y populares. Y en esa línea surge el PSAN y, posteriormente, el PSAN-P en 1974 que agudiza esa tensión, que entendimos como fase de transición hacia la fundación de IPC y Terra Lliure en 1979, y el Movimiento en Defensa de la Terra en 1984. Nosotros, los que hicimos el PSAN-P e IPC y el MDT, defendíamos una línea política propia. Hacíamos una crítica al primer PSAN por apoyar el trabajo sindical en CCOO. Pensábamos que necesitábamos una política sindical propia, una política de frentes propios, frente político y sindical, como se articulaban los movimientos de liberación nacional. A partir de ahí fuimos construyendo organizaciones propias y dotando al movimiento de una estructura en los distintos ámbitos.
¿En aquellos años cuál era la visión del mundo de la esquerra independentista? ¿Cuál era su visión geopolítca y sus relaciones internacionales?
En aquellos años estábamos muy influenciados por la experiencia vasca. Veíamos su capacidad de organización y de construir plataformas amplias. Nosotros perseguíamos un espacio de unidad popular como fue Herri Batasuna. Más tarde llegaría la CUP, pero mucho más tarde, nosotros estábamos construyendo eso veinticinco años antes. Nuestro modelo y nuestra referencia en esos momentos era Euskal Herria, aunque sabíamos que la experiencia era muy diferente y que las dinámicas eran distintas. También teníamos importantes críticas a la forma en que los vascos intervenían en Cataluña. También teníamos relaciones con los gallegos, con los que tuvimos el acuerdo del Pacto Tripartito en el año 1975. Mucha gente en el PSAN tenía como referencia a la UPG gallega porque tenía una importante influencia sobre el mundo rural. Conocíamos el MPAIC y lo mirábamos con mucha simpatía, pero no teníamos relaciones ni un conocimiento real. Para nosotros eran referencias muy importantes Cuba y Vietnam, y en menor medida Argelia, pero eran referencias para toda la izquierda en el mundo. Por otro lado, nosotros hicimos una crítica muy fuerte al eurocomunismo. A pesar de que nunca nos sentimos cercanos a la Unión Soviética, sí que hicimos la crítica al PSUC y al giro eurocomunista. En 1975 creamos un comité catalán contra la Constitución Española, que coincidió con el Pacto Tripartito con ETA y la UPG.
Este año 2024 se van a cumplir 50 años de la carta de Brest, de la cual el PSAN-P fue firmante y promotor, además Blanca Serra fue una de las firmantes. ¿Qué nos puedes contar sobre la Carta de Brest? ¿Cómo confluye el catalanismo de izquierdas con el conjunto de las luchas de liberación nacional de Europa occidental?
La Carta de Brest fue firmada por el PSAN-P porque al resto de tendencias del PSAN y de la izquierda catalana no le va a interesar la confluencia con otros movimiento de liberación nacional. La carta de Brest, a pesar de que fue algo puntual, que se desarrolló en varios encuentros, yo creo que va a dar conexiones internacionales a las organizaciones que vendrán más tarde. Va a trazar una línea, una hoja de ruta internacional para la esquerra independentista. Para nosotros la cuestión internacional y la solidaridad con otros pueblos era fundamental.
En relación al debate anti-colonial, en otras naciones como en Galicia o Euskadi se produce un debate sobre la condición colonial de las naciones oprimidas al interior de los Estados metropolitanos. ¿Cuál fue el debate que se produjo al interior de la esquerra independentista?
Bueno la única teorización que se produjo en ese momento la realicé yo en aquel librito que se llamó El Fenomen nacional, que se editó en 1974, en el mismo contexto de la Carta de Brest y de la declaración conjunta del pacto tripartito ETA-PSAN-UPG. El análisis que hago en El Fenomen nacional es un análisis marxista de la cuestión nacional aplicado al caso catalán. No se había desarrollado un debate marxista sobre la cuestión nacional en Catalunya por parte de la esquerra independentista. La primera distinción que hago es entre realidad nacional y movimiento nacional. Las naciones aparecen hace siglos, mientras que el movimiento nacional es la expresión de la voluntad de luchar contra una opresión. Esto no significa que nos identifiquemos con lo que hacían y eran los catalanes del s. XIII. Ha cambiado la lengua, la cultura, etc. Pero los movimientos nacionales aparecen cuando los Imperios entran en crisis, y la última fase de decadencia de los Imperios es cuando toman conciencia las naciones que están al interior del Estado. Por ejemplo, Marx decía que si una nación desarrollaba un sentimiento nacional de derechas no se debía defender. Nosotros pensábamos que aquello era erróneo por que un movimiento nacional es la expresión de unas determinadas contradicciones y debíamos posicionarnos para agudizar esas contradicciones. Además, en El Fenomen nacional hice una distinción entre el imperialismo de pillaje y el imperialismo de explotación. El primero es el que los Imperios ejercen en las colonias y el segundo, el imperialismo de explotación, es el que ejercen contra las naciones oprimidas como Catalunya. Eso no quiere decir que Catalunya sea una colonia como otros países de America Latina o África, pero el Imperialismo español tiene consecuencias tanto en los territorios coloniales como en las naciones oprimidas dentro del Estado.