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Palestina
“Felicidad mezclada con mucha tristeza”, gazatíes en Egipto reciben las noticias del alto al fuego
Ghassan Muammar, 41, recorría las bulliciosas calles del Cairo para llegar a casa después de un día de trabajo. Ya hace 15 meses desde que escapó el genocidio en Gaza y vive en el país vecino con su mujer y tres hijos, compartiendo el pequeño apartamento con otros familiares que pudieron escapar más adelante. Sin embargo, esta vuelta del trabajo fue todo menos rutinaria. A la que se acercó al edificio, recibió la noticia del año: la noche del 15 de enero, Qatar anunciaba que Hamás e Israel habían llegado a un acuerdo de alto al fuego para parar definitivamente las hostilidades.
“Entré en el piso. Mi mujer estaba sentada en el sofá y me preguntó: ¿qué sientes?”, Ghassan cuenta a El Salto. “Sin más, le respondí, un poco de felicidad mezclada con mucha tristeza por lo que hemos perdido”.
Khaled Qassas, 26, que pudo cruzar el paso de Rafah con su familia tras un mes del comienzo de la agresión, también tenía sentimientos encontrados cuando le llegaron las primeras notificaciones sobre el acuerdo, pero en ese preciso momento, aunque efímero, reinaba la emoción.
“Cuando escuchamos la noticia, decidimos reunirnos y celebrar un poco en la calle,” Khaled recuenta. “Llamamos a nuestros familiares y amigos en Gaza, les felicitamos y hablamos de lo mucho que necesitamos que esto acabe”.
“La primera vez que intentamos cruzar, Israel bombardeó el paso mientras nosotros estábamos dentro, así que tuvimos que volver atrás” revive Zaina en su cabeza
“Dentro de Gaza han llegado a un punto en el que no pueden más, están cansados, su único deseo es poder dormir toda una noche sin miedo,” nos dice Zaina Ashour, 21, que al igual llamó a sus familiares desde El Cairo esa noche. “Esos son sus sentimientos ahora mismo, emocionados por poder volver a comer, a beber agua potable, ducharse o ir de nuevo al norte y ver qué ha pasado con sus casas y barrios”.
Después de un último ataque y retrasos, llega el alto al fuego
Esa noche del 15 de enero se anunciaba por parte de Qatar la llegada a un acuerdo por parte de Hamás e Israel para poner fin a la agresión contra la Franja desde los eventos del 7 de octubre de 2023. Un acuerdo que entraba en vigor el pasado domingo 19 de enero con un retraso de tres horas en el que medios internacionales aseguran que Israel mató a 19 palestinos más con sus ataques.
Es por esa razón, y por el incumplimiento de acuerdos anteriores como la primera tregua de la guerra en Noviembre de 2023 –que Israel decidió terminar después de siete días–, que tanto analistas como los propios gazatíes contienen con cautela su alegría por lo que hay por venir: un alto al fuego escalonado y dividido en tres fases programado para terminar el 13 de abril dando a pie a la posterior reconstrucción de la Franja.
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Hasta el momento, el primer día del alto al fuego ha podido contar con la liberación de tres prisioneros israelíes por parte de Hamás y de 90 palestinos retenidos en la prisión israelí de Ofer. Estos últimos, 69 mujeres y 21 adolescentes, entre ellos presos políticos y periodistas, contaban al ser liberados las deplorables condiciones de su encarcelamiento, citando la falta de tratamiento médico o las sujeciones a confinamiento solitario.
Asimismo, cientos de camiones de ayuda humanitaria empezaron a cruzar hacia la Franja desde la mañana del domingo por el paso de Rafah, Egipto, 552 en total entre ese paso y otro punto fronterizo abierto en el norte de la Franja, aseguraba una fuente del ministerio del interior gazatí a la agencia turca Anadolu.
Trabas administrativas y psicológicas
El paso de Rafah es un lugar traumático para Zaina y muchos otros gazatíes que consiguieron cruzar a Egipto. “La primera vez que intentamos cruzar, Israel bombardeó el paso mientras nosotros estábamos dentro, así que tuvimos que volver atrás” revive en su cabeza como una pesadilla lejana. “La segunda vez tuvimos que recolectar mucho dinero para que nos dejaran salir de nuevo, y el trayecto en sí era aterrador: aunque a tan solo 15 minutos de donde estábamos, es un camino peligroso sujeto a bombardeo constante.”
Finalmente, su familia y ella pudieron llegar a El Cairo después de vivir dos meses bajo la agresión, y aunque tuvieron suerte de tener una red de familiares y amigos que les hizo fácil empezar una nueva vida a nivel material, psicológicamente Zaina no ha podido salir de Gaza desde que llegó a Egipto.
“El hecho de haber estado viviendo dos meses bajo la guerra y llegar al Cairo y ver luces por doquier, fue muy extraño para mí,” Zaina cuenta a El Salto. “Era la primera vez que en dos meses veíamos luz, la primera vez en dos meses que veíamos agua corriente en grandes cantidades, que nos podíamos duchar en una casa… Por primera vez no nos faltaba de nada, sin embargo, a los que habíamos dejado atrás en Gaza les faltaba todo”.
Aunque agradecido por la solidaridad del pueblo egipcio, Khaled, que también pudo empezar a vivir de nuevo cuando llegó al Cairo poco más de un año atrás, menciona las dificultades que acarrea no tener acceso a ningún estatuto de residencia en el país. Graduado en tecnología informática, trabajaba como ingeniero de redes en la Universidad de Gaza antes de la agresión. La universidad ha quedado reducida a cenizas. Sin posibilidad de volver a ese puesto ni de trabajar de lo suyo sin un permiso en regla en Egipto, pasa su tiempo ejerciendo de voluntario en una asociación para ayudar a las familias palestinas desplazadas allí.
Más allá de su hermano mayor, Ghassan ha perdido en total a 17 miembros de su familia durante los 15 meses de agresión
Ghassan forma parte de una de estas familias que tanto necesitan una mano. Sus tres hijos pequeños llevaban un año sin pisar la escuela, pues sin permiso de residencia ni acceso a sus historiales académicos, no pudo registrarlos en una escuela pública. Finalmente, él ha podido conseguir el dinero suficiente para registrar a dos de ellos en una institución privada, pero muchas otras familias dependen de iniciativas como la de Khaled, que a veces proporcionan clases y talleres educativos.
Un retorno que aún queda lejano para los desplazados
Ninguno de estos tres gazatíes dicen haber recibido suficiente apoyo o aclaraciones por parte de la embajada palestina en Egipto más allá de un mensaje en el que se les dice que aquellos que quieran volver a la Franja una vez el paso de Rafah abra la circulación de personas debe comunicarse con las autoridades para poder fijar fecha y obtener aprobación por parte del ejército israelí.
El mensaje también recuerda que esto solo será posible cuando Israel se retire definitivamente del corredor de Filadelfia, lo que se contempla como el final de la fase dos del acuerdo del alto al fuego, para principios de abril.
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“Hace poco aún pensaba en volver a Gaza cuando la guerra terminara", confiesa Ghassan con un nudo en la garganta. “Sin embargo, cuando murió mi hermano, la persona que me crio —que era mi figura paterna y materna en uno…— todo cambió. Ahora, si voy a Gaza o lo que queda de ella, me es indiferente, lo he perdido todo.” Más allá de su hermano mayor, Ghassan ha perdido en total a 17 miembros de su familia durante los 15 meses de agresión.
Zaina, más optimista, sí que está emocionada por poder volver, aunque igual que muchos otros, no podrá hacerlo tan pronto como abra el paso. “Por desgracia hemos perdido nuestra casa, no tenemos sitio donde quedarnos”, apunta con desilusión. Quizá uno de sus familiares cruce primero para ver cómo de dañada está su casa en el norte y valorar cómo arreglarla o construir de nuevo, añade Zaina.
El retorno, si el alto al fuego llega a cumplirse como esperado, no será instantáneo, reconocen la mayoría de los gazatíes desplazados. Las Naciones Unidas aseguraron a través de sus satélites que el 66% de las estructuras en Gaza habían sido gravemente afectadas, y el medio The Guardian ha valorado que un 92% de todas las casas han sido reducidas a polvo o dañadas.
La cantidad de escombros resultado de los bombardeos podría llegar a ser retirada por completo después de 15 años, y la reconstrucción total de lo que había antes más de siete décadas si las condiciones de asedio y bloqueo impuestas antes del 7 de octubre de 2023 continúan.
“Para poder volver a vivir a Gaza necesitamos seguridad, que vuelvan nuestras casas y poder tener esperanza de que el asedio y bloqueo que hemos vivido durante años no se volverán a producir,” dice Zaina con un tono agridulce. “Aunque no podamos estar seguros al cien por cien de que esta vez el alto al fuego será definitivo, nosotros como pueblo palestino siempre tenemos esperanza de que las cosas, al final, saldrán bien”.