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País Vasco
ETA avanza hacia su final en un proceso de paz unilateral e insólito
La organización ya desarmada pide perdón y reconoce el daño causado, paso previo a su anuncio de disolución, que llegará a principios de mayo. El gobierno del PP deberá resolver ahora otro enigma: si mantiene su política penitenciaria igual que hace 30 años o si, por el contrario, la adapta a la nueva realidad.
El hombre que está al otro lado del teléfono ha visto cosas raras, muy raras, pero ninguna como esta. Después de participar en varios procesos de paz alrededor del mundo, el experto internacional que mantiene el móvil pegado a la oreja confiesa que Spain is different. Lo dice sin acritud. Este viernes, cuando una llamada le levantó de la cama, volvió a confirmarlo: no hay final de la violencia en el globo terráqueo que se asemeje, aunque sea un poco, a lo que está ocurriendo en este extraño comienzo de primavera vasca.
El penúltimo capítulo de esta historia singular está en las portadas de los diarios Gara y Berria. Los periódicos que dirigen Iñaki Soto y Martxelo Otamendi respectivamente abren sus ediciones de esta jornada con un titular para la historia: “ETA reconoce el daño causado y el sufrimiento, muestra respeto y se compromete con la no repetición”, puede leerse en Gara; “ETA admite el daño causado”, dice Berria. Tales conceptos vienen remarcados en una “declaración solemne y contundente” que fue enviada por la organización ya desarmada a ambos rotativos.
El comunicado no llega en un momento cualquiera: esta misma semana ha trascendido que el anuncio de la disolución de ETA se producirá el próximo 5 de mayo. Antes habrá un acto con representantes de la esfera internacional, posiblemente similar al que se registró en otro momento histórico de este país, allá por octubre de 2011, cuando la Conferencia de Paz de Aiete sirvió de antesala al anuncio de cese definitivo de la violencia.
Conflicto vasco
La guerra será un cuento
Mucha agua ha corrido desde entonces, aunque principalmente lo ha hecho por un solo y único cauce. A lo largo de estos seis años y seis meses, el proceso de paz en el País Vasco ha estado marcado por los intentos fallidos de los presos de acceder a beneficios penitenciarios, para lo cual aceptaron previamente recorrer la vía de la legalidad dentro de las cárceles y acogerse a las medidas que la propia ley establece para los reclusos. Sin embargo, el gobierno del PP se ha mantenido firme en su política antiterrorista, tan firme como cuando había terrorismo. De ahí precisamente la sorpresa del observador internacional que está al otro lado del teléfono. “No, no tenemos ninguna novedad. De momento todo sigue igual”, explica.
Las cosas no cambiaron hace ahora un año, cuando ETA efectuó su desarme. Un desarme, por cierto, tan curioso como todo lo que ocurre en el marco de este insólito proceso de paz: la entrega de las armas se realizó mediante voluntarios civiles en el territorio de Iparralde, la porción del País Vasco que se encuentra bajo administración francesa.
Conflicto vasco
Un año del desarme de ETA, con Arnaldo Otegi
En el primer aniversario del desarme de ETA en Bayona, el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, recuerda el camino recorrido y señala lo que aún queda por recorrer.
Este viernes, Euskadi se ha despertado con otro hito. Tal como puede leerse en el comunicado publicado en primera página por Gara y Berria, ETA ha querido reconocer —por primera vez en sus cincuenta años de historia— “el daño que ha causado en el transcurso de su trayectoria armada”, al tiempo que ha mostrado “su compromiso con la superación definitiva de las consecuencias del conflicto y con la no repetición”.
En esa línea, “reconoce la responsabilidad directa que ha adquirido en ese dolor, y desea manifestar que nada de todo ello debió producirse jamás o que no debió prolongarse tanto en el tiempo, pues hace ya mucho que este conflicto político e histórico debía contar con una solución democrática justa”. No hay palabra en ese documento que no suene a histórica.
“Pese a no tener ni el mismo punto de vista ni los mismos sentimientos —continúa—, todos deberíamos reconocer, con respeto, el sufrimiento padecido por los demás”. Habla también de la necesidad de caminar hacia la reconciliación, “algo que en su medida se está produciendo con honestidad entre la ciudadanía”. “Es un ejercicio necesario para conocer la verdad de modo constructivo, cerrar heridas y construir garantías para que ese sufrimiento no vuelva a suceder”, subraya.
Esta declaración llegó a Gara junto a una “nota explicativa”, también firmada por ETA, que sirve para contextualizar su declaración de perdón. En tal sentido, indica que la decisión de hacer pública una lectura sobre el “daño causado” surgió en el marco del proceso de debate que sus miembros acaban de cerrar y que, como punto central, conducirá al acto de disolución previsto para el primer fin de semana de mayo. “De hecho, en el transcurso de ese debate, la militancia de ETA ha considerado necesario mostrar empatía respecto al sufrimiento originado”, señala.
Las cárceles esperan
La pelota está ahora en el tejado del gobierno del PP, que debe decidir si mantiene su política antiterrorista en los mismos niveles de las últimas décadas o si, por el contrario, la adapta al nuevo tiempo. Las cifras hablan por sí solas: a día de hoy existen alrededor de 230 presos vascos condenados por delitos de terrorismo en España y otros cincuenta en cárceles francesas. De ellos, la mayoría se encuentra a distancias que oscilan entre los 400 y los 1.000 kilómetros de Euskal Herria. En el caso de Francia han empezado a producirse acercamientos, pero en España —según denuncian desde Etxerat, el colectivo de familiares de presos de ETA— las cosas están igual o incluso peor que en 2011.Esa política penitenciaria se enmarca en el concepto de dispersión carcelaria que los sucesivos gobiernos españoles vienen aplicando desde hace ya 29 años. Entonces ETA mataba. Hoy ha pedido perdón por esos crímenes.
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LOS VERDADEROS TERRORISTAS DE CARLO FRABETTI
Siento el mayor respeto por todas y cada una de las víctimas de los atentados de ETA (o de cualquier otra organización), y a algunas las admiro; pero no puedo decir lo mismo de la Asociación de Víctimas del Terrorismo como grupo de presión al servicio de -o manipulado por- la derecha más reaccionaria (la coalición PP-PSOE-Ciudadanos). Su mismo nombre es tendencioso y excluyente, en la medida en que ratifica el inadmisible discurso del poder, que llama “terrorismo” a toda forma de violencia disidente y nunca aplica el término a la violencia institucional, al terrorismo que con más propiedad se puede y se debe llamar así: el terrorismo de Estado.
Las principales víctimas del terrorismo (mejor dicho, las víctimas del terrorismo principal, pues todas las víctimas son igualmente importantes, venga de donde venga su dolor) son la madre y los hermanos de José Couso, los familiares de Lasa y Zabala, los miles de torturados y torturadas por las fuerzas de seguridad, los cientos de presos políticos dispersos y sus allegados… Pero esas otras víctimas, invisibles y silenciosas (o más bien silenciadas), no se constituyen en asociaciones legales ni organizan congresos, ni podrían hacerlo si quisieran.
Hace unos veinte años conocí a Amaia Zabala. Pasamos varias horas juntos y, naturalmente, hablamos de su hermano, secuestrado, torturado hasta la muerte y enterrado en cal viva por la Guardia Civil. Para mi sorpresa (gratísima, esperanzadora sorpresa), no salió de sus labios una sola palabra de odio o de venganza. Y cuando Rodríguez Galindo, el carnicero que torturó y asesinó a Lasa y Zabala (es decir, el más abyecto terrorista convicto de nuestra historia reciente) fue indultado por los herederos políticos de sus cómplices, ningún medio de comunicación le dio la palabra a Amaia. No se puede evitar la odiosa comparación (las comparaciones son odiosas precisamente porque son inevitables) de su caso con el de otra hermana desolada, Maite Pagazaurtundua. El hermano de Maite fue enterrado con honores de héroe; el de Amaia fue sepultado en cal viva, literalmente borrado del mapa (con la insoportable carga de angustia que la desaparición de un ser querido supone para sus allegados), y solo por casualidad aparecieron sus ultrajados restos diez años después.
El atentado que costó la vida al hermano de Maite fue clamorosamente condenado por todo el país, y la patética comisión de actores que en 2003 se trasladó a Gasteiz para protestar ante la sede del Gobierno vasco, salió en la portada de ABC; nadie protestó ante la Dirección General de la Guardia Civil ni ante el Ministerio del Interior por el secuestro, tortura y asesinato del hermano de Amaia. Los que mataron al hermano de Maite no han sido ni serán indultados, y ella ha tenido ocasión de maldecirlos públicamente, en prosa y en verso, a través de los grandes medios de comunicación; el torturador y asesino del hermano de Amaia está en su casa, y algunos, en su día, lo aclamaron al grito de “¡Torero!” (aunque en eso no les faltaba razón: al fin y al cabo, un torero es un asesino con un vistoso uniforme). Y sin embargo, curiosamente, es Maite la que no para de pedir justicia.
Lo cual nos lleva a una de las principales demandas de la AVT y de algunos sectores de la extrema derecha: el cumplimiento íntegro de las penas por parte de los presos políticos (“Que se pudran en la cárcel”, para decirlo con las palabras de un conocido criminal de guerra y ex presidente del Gobierno español). Cuesta creer que quienes esto demandan no se den cuenta de la aberración moral que supone considerar que matar por una idea es más grave que hacerlo por dinero. ¿Hay algo más inhumano que quitarle la vida a una persona por un fajo de billetes? Y sin embargo a algunos les parece normal que un atracador convicto de asesinato se beneficie de una reducción de condena, pero quieren que quienes mataron por sus ideas (y arriesgaron por ellas la vida) “se pudran en la cárcel”. Una cosa es pedir justicia y otra clamar venganza. Y cuando la venganza se clama desde el poder y sus aledaños, se deshonra a las víctimas y se envilece su causa.
También quiere la AVT que haya vencedores y vencidos. Y los habrá, no les quepa duda. Vencerá la invisible hermandad de las víctimas del terrorismo de Estado, la de quienes, enfrentándose a todas las oligarquías y a todos los imperialismos, luchan por el derecho de autodeterminación de las personas y de los pueblos. Serán vencidos los beneficiarios políticos del odio y la crispación, los gestores del miedo, los verdaderos terroristas.
Texto completo en: https://www.lahaine.org/los-verdaderos-terroristas
Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror
El motivo fundamental para no alzar la violencia machista como terrorismo es que por mucho que necesiten desesperadamente buscar un enemigo del statu quo para justificar la represión, el machismo no les vale porque el machismo ya es statu quo
Desde que ETA no mata, hemos presenciado día a día la búsqueda del Gobierno de un señuelo que agitar ante la opinión pública, algo que supla la atención de la sociedad. Cualquier cosa que se ponga delante de la corrupción en las encuestas que ponen de relieve los temas que preocupan a la ciudadanía. Lo que sea que garantice, además, la unidad de España. (Sobre esta cuestión, les recomiendo que lean a Pedro Vallín, periodista de La Vanguardia).
Ninguno de los anteriores ha matado a nadie, pero eso da igual cuando se puede retorcer la verdad a tu gusto con los medios como aliados (El País hablaba esta semana de 'Los 404 actos violentos del procés', donde incluían, sentadas, pitadas y pintadas).
Esto es ya bastante indignante por sí mismo, pero se vuelve insoportable cuando lo comparamos con el ninguneo del propio Gobierno al único terrorismo real que vivimos: el terrorismo machista.
El terrorismo machista (que si algunos necesitan que un juez diga cuándo es terrorismo y cuándo no, aquí tienen a una) ha matado en los últimos 14 años a más de mil mujeres, ha dejado más víctimas que ETA en toda su historia. Eso sí, este terrorismo no amenaza a toda la sociedad, amenaza "sólo" a las mujeres.
Este terrorismo no interesa, ni siquiera lo llaman así, ni siquiera invierten el dinero que prometen para luchar contra él. De 200 millones que prometieron en el pacto de Estado, sólo han dado 80. Qué más da. Hay ayuntamientos que declaran desiertos los concursos públicos para gestionar casas de acogida por falta de empresas que se presenten, y aun así, descartan la gestión pública. Qué más da. Faltan recursos para atender al medio millón de mujeres que están en riesgo en estos momentos. No importa realmente.
Este Gobierno no sólo no hará ningún esfuerzo extraordinario para luchar contra el terrorismo machista, sino que no hará ni lo que prometió. Por supuesto, tampoco lo llamarán terrorismo, aunque hasta la RAE -poco sospechosa de ser feminista- defina el terrorismo como " sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror".
No elevarán este tema hasta el punto de llamarlo terrorismo por varios motivos. El primero es obvio, y es el mismo por el que existe la violencia de género: las mujeres importan menos. El segundo es que la sensibilidad del propio Gobierno con esta lacra es nula. El tercero es que no son tontos, y comprueban en cada CIS que este tema no le importa a casi nadie (en el último barómetro -marzo, 2018-, los resultados muestran que sólo a un 2'1% de la población española le preocupa la violencia de género lo suficiente como para nombrarla cuando son preguntados por tres asuntos que les inquieten). Pero el motivo fundamental para no alzar la violencia machista como terrorismo es que por mucho que necesiten desesperadamente buscar un enemigo del statu quo para justificar la represión, el machismo no les vale porque el machismo ya es statu quo.