Opinión
Violencia estructural y capitalismo financiero: la marginalidad oculta en las Tres Mil Viviendas

El dinero generado en contextos de precariedad extrema es absorbido y blanqueado mediante sofisticados mecanismos financieros, diseñados para mover el dinero desde las economías sumergidas hasta los paraísos fiscales.
Desigualdad en Andalucía
Polígono Sur, en Sevilla, uno de los barrios españoles con menor renta familiar. Conchi Pérez
Profesor Asociado de la Cátedra UNESCO de Filosofía para la Paz de la Universitat Jaume I
21 oct 2024 05:41

El reciente operativo policial desplegado en Las Tres Mil Viviendas de Sevilla, tras un tiroteo que supuestamente se habría producido con armas bélicas de contrabando, ha vuelto a colocar a este barrio bajo el foco mediático. Mas de 300 agentes, reforzados con helicópteros, caballería y drones. La cobertura periodística de este dispositivo ha presentado al barrio sevillano como una zona de guerra sitiada. Mientras el barrio de las Tres Mil Viviendas se sitúa bajo el foco, los verdaderos beneficiarios del dinero ilícito operan desde una distancia segura, sin enfrentarse a la vigilancia policial, judicial o mediática.

Detrás de la espectacularización del conflicto vecinal subyace una dinámica económica mucho más profunda, donde la marginalidad y la precariedad no son excepciones, sino componentes indispensables de una economía global que se sostiene sobre la violencia estructural. En lugares como Las Tres Mil Viviendas, la economía informal genera un flujo constante de capital clandestino. Sin embargo, este dinero no se queda en el barrio. La economía informal está conectada con los engranajes de la economía financiera internacional. El dinero generado en contextos de precariedad extrema es absorbido y blanqueado mediante sofisticados mecanismos financieros, diseñados para mover el dinero desde las economías sumergidas hasta los paraísos fiscales. Así, mientras las condiciones de vida en barrios como las Tres Mil Viviendas continúan marcadas por la exclusión y la miseria, los beneficios derivados de estas actividades informales son canalizados hacia las élites económicas globales, quienes operan fuera de cualquier control democrático real.

Al centrar el discurso institucional en el fenómeno de la inseguridad local, se invisibiliza el hecho de que el sistema financiero global se beneficia directamente de ciertas actividades sumergidas

En este contexto, las Tres Mil Viviendas se convierten en una pieza funcional dentro de la maquinaria global de circulación de capitales, donde la violencia estructural no es una disrupción, sino un elemento necesario para su funcionamiento. La marginalidad y la precariedad no son fallos del sistema, sino componentes intrínsecos de un modelo económico que depende de estas zonas grises para mantener el flujo de capitales que, una vez blanqueados, son revalorizados en las esferas del poder financiero.

La narrativa de los “monstruos” y la criminalización de los habitantes de barrios marginalizados cumplen, en este sentido, una función clave: desviar la atención de estas interconexiones entre la economía sumergida y la economía financiera. Al centrar el discurso institucional en el fenómeno de la inseguridad local, se invisibiliza el hecho de que el sistema financiero global se beneficia directamente de ciertas actividades sumergidas. La barriada de Las Tres Mil Viviendas no solo está geográficamente aislada del resto de Sevilla, sino que también está segregada en el imaginario colectivo, convertida en un espacio de criminalidad al que se responde principalmente con intervenciones represivas y punitivas.

Para abordar de manera efectiva los problemas que afectan a las Tres Mil Viviendas, es crucial investigar las interconexiones entre la economía sumergida y el capitalismo financiero

La violencia estructural que sufre la población de barrios como las Tres Mil Viviendas no es un accidente, sino un engranaje fundamental dentro de un modelo económico que encuentra en la pobreza y la exclusión una fuente para canalizar capital desde la economía sumergida hacia la economía financiera. Lejos de ser dinámicas contrapuestas, la economía informal y la economía financiera están interconectadas. El capital que se genera en los márgenes, en esos espacios donde la vida es precaria y está expuesta a múltiples riesgos, acaba nutriendo las cuentas de quienes operan en las cúpulas del sistema financiero global. De este modo, se consolida un ciclo de explotación que persiste gracias a la marginalización sistemática de las poblaciones más vulnerables, garantizando la reproducción de un sistema que funciona imponiendo dinámicas de desigualdad.

Para abordar de manera efectiva los problemas que afectan a las Tres Mil Viviendas, es crucial investigar las interconexiones entre la economía sumergida y el capitalismo financiero, así como las estructuras que perpetúan la pobreza y la exclusión. La narrativa simplista que crea “monstruos” sociales no solo estigmatiza al barrio, sino que distrae de las verdaderas dinámicas de poder que mantienen la segregación y cronifican la marginalización. Mientras estos mecanismos no se examinen a fondo, el barrio seguirá siendo percibido como una amenaza para la ciudad. Entretanto, los verdaderos beneficiarios de la perpetuación de la pobreza seguirán actuando desde las sombras, sin ser cuestionados ni expuestos ante la opinión pública.

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