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A partir del primer diagnóstico, se trataría de proceder a una cartografía cualitativa preliminar del campo político de la izquierda en la formación social española y de intentar medir cuantitativa y sobre todo cualitativamente (1) el comportamiento de Podemos como propuesta política y organizativa respecto a los problemas que ha conocido y que le han llevado al punto de peligro de desintegración actual, (2) el comportamiento de las organizaciones que se han escindido de su core orgánico poniendo en marcha proyectos absolutamente raquíticos en sus pretensiones (MM/MP) y toda la constelación de las realidades autonómicas ligadas de una otra forma a la emergencia de su proyecto verificadas durante estos años y desaparecidas tras un ciclo político muy corto en sus respectivos territorios, y (3) el comportamiento de las organizaciones de izquierda ya existentes, que aun dotadas de su propia dinámica histórica específica se han revitalizado, reubicado o reencontrado un horizonte de articulación o de inteligibilidad del cuadro político a escala de la forma Estado española novedoso y transformado respecto a su ciclo político anterior (Compromís, EH-Bildu, ERC, BNG, IU) gracias a la emergencia de Podemos y de su impacto sobre el sistema político español y específicamente sobre el PSOE, todo ello contemplado y analizado en función de las hipótesis mencionadas en la primera parte de este texto para comprender cuál ha sido la lógica del comportamiento sobre todo de Podemos y ahora de Sumar, así como también del resto de actores y de sus hipotéticas dinámicas de interrelación y básicamente de aquellos que ahora se han integrado en este último proyecto político y en la coalición electoral puesta en marcha a raíz del mismo para concurrir conjuntamente a las elecciones del 23J.
2.1. Para proceder a esta tarea cabría, pues, a modo de hipótesis de investigación establecer los principios indicados a continuación concebidos desde el punto de vista de su eficacia heurística y de su eficiencia epistémicamente aglutinadora para medir las formas organizativas que han intentado producir los nuevos (proto)sujetos políticos de la izquierda, que han emergido contra el actual agravamiento de las condiciones de reproducción social impuestas por las clases y elites dominantes entre los que destaca en primer lugar Podemos/UP, al calor de su enorme impacto en el sistema político español, y, después, en sus formas derivadas, las organizaciones constituidas bajo las modalidades de la escisión, la desagregación o la independización de la fuerza de tracción de la misma, peripecia que por ahora concluye con la propuesta de Sumar como obligada reedición de la necesidad impepinable de una fuerza política situada a la izquierda del PSOE, que durante los últimos veintisiete meses se ha comportado de modo átono y afásico y ahora aparece reactivada de modo tan exógeno como penoso desde el día 29 de mayo.
Este proceso de constitución de Sumar y de vaciamiento de Podemos/UP no supone a priori la superación de las contradicciones del modelo de esta segunda organización ni tampoco el de las organizaciones políticas formalmente constituidas tras el ciclo del 15M. El (1) vacío creado por Podemos dada su incapacidad de resolver los dilemas planteados por la no construcción de una organización capaz de (a) estabilizarse organizativamente en el tiempo en una espiral ascendente de complejidad, sofisticación y eficiencia política y antagonista intrainstitucional y extrainstitucional, capaz de (b) articularse territorialmente mediante protocolos analíticos de convergencia en el análisis de las grandes estrategias de clase aplicadas de modo homogéneo territorialmente en el conjunto de la formación social española y de su forma Estado a escala municipal, autonómica y estatal, y capaz de (c) enriquecerse conceptualmente como dispositivo de enunciación, comunicación y organización social y política militante mediante la producción de conocimiento, discurso y narrativas culturales e ideológicamente pertinentes, así como de formas originales de antagonismo capaces de autogenerarse mediante procesos concomitantes de retroalimentación con estos procesos de enunciación, comunicación e información y así ligadas a la realidad social de la dominación y a la coyuntura de los adversarios políticos, así como de los enemigos de clase que están propiciando y gestionando la no respuesta a la crisis sistémica actual y a sus impactos devastadores en forma de guerra e incremento exponencial de la violencia, de crisis ecosistémica y destrucción de los hábitats y procesos bioecológicos primordiales y de desigualdad destructiva del lazo social y del pacto constitucional democrático, así como (2) el vacío especular añadido por Sumar durante los últimos veintisiete meses respecto a estos tres conjuntos de problemáticas (a, b, c) no resueltas por Podemos –o por Podemos/UP si se quiere–, que no reciben tampoco respuesta por esa organización, no ya en términos de resolución acabada y perfecta de las mismas, sino simplemente bajo la forma de líneas tendenciales de construcción estratégica de los protocolos y procesos susceptibles potencialmente de comenzar a replantearlas y resolverlas y de hacerlo de modo al menos preliminar e igualmente de hacerlo teniendo en cuenta la importancia estratégica impuesta por la restricción ineluctable de las elecciones municipales y locales de 2023, que constituyen por definición el horizonte insoslayable del nacimiento del proyecto de Sumar, que Yolanda Díaz y su grupo de promotor descuidan de modo alucinante e incomprensible durante los últimos dos años con una torpeza asombrosa, con una falta de visión estratégica descomunal y con unas consecuencias políticas a fecha de hoy devastadoras y esperemos que no decisivas para la composición política del próximo gobierno de España el próximo 23J.
La comisión de este error grossolano constituye toda una declaración política de principios por parte de Yolanda Díaz y su grupo promotor y una primera prueba evidente y esperemos que no decisiva de su incapacidad de pensar simultáneamente la coyuntura y la organización, la lógica compositiva y la física del poder, la articulación política y las dinámicas electorales en la formación social española y la nula capacidad de desencadenar en la miríada de organizaciones y microorganizaciones que la componen procesos originales a la hora de contemplar la propia coyuntura local y la propia especificidad de lo pequeño en lo hermoso de la eficacia del antagonismo, la lucha, la potencia y la victoria política en la áspera realidad no ya de la lucha de clases, sino simplemente de la llana microfísica electoral, como quedó anonadantemente demostrado el pasado 28M.
2.2. Así pues, sentemos de modo preliminar estos principios para ponerlos a prueba tanto respecto a las cuestiones irresueltas por el proceso de construcción organizativa de Podemos como respecto a la ausencia de una propuesta ambiciosa y coherente por parte de Sumar durante los últimos dos años largos en torno a las deficiencias organizativas de los nuevos sujetos políticos de la izquierda nacidos desde 2008/2011, así como por la nula o muy baja tasa de innovación mostrada por los sujetos políticos ya existentes (IU, Compromís, EH-Bildu, ERC, enunciados sin ánimo alguno de prelación o exhaustividad) o creados al calor o como reacción a la existencia de Podemos (MM/MP, BeC, CeC, Marea Atlántica, Adelante Andalucía, enunciados igualmente sin ánimo alguno de prelación o exhaustividad) ante la mutación y aceleración radical de las condiciones de la crisis sistémica impuestas por la crisis del ciclo sistémico de acumulación de capital estadounidense y la propia certidumbre masiva de la crisis sistémica del capitalismo comprendido como sistema histórico y, a escala micro, por el comportamiento cada vez más autoritario del extremo centro y en concreto del sujeto político de la derecha que convirtiéndose en extrema agrava todavía más las matrices de crisis macroestructural ahora mismo mencionadas.
Como hemos indicado, Podemos ha sido obviamente la realidad política más rica y eficaz surgida en el campo político de la izquierda y en el campo político español tout court durante las última cuatro décadas por el impacto disruptivo respecto a la gestión conservadora y autoritaria de la crisis sistémica en curso efectuada históricamente por el PSOE, PP, Ci U y PNV, así como por las fuerzas políticas de izquierda activadas cuando esta se ha intensificado durante las últimas dos décadas por su carácter no prosistémico y por su relanzamiento como cuestión política primordial de la profundización, reconstitucionalización y reimplementación de los derechos constitucionales fundamentales, cuando el horizonte político impuesto por los partidos prosistémicos y por la forma Estado Unión Europea abocaba y aboca a la política europea y a las políticas nacionales (locales, autonómicas, regionales) en la dirección absolutamente opuesta consistente en la imposición de la gestión nacional y transnacional de su degradación y deterioro de acuerdo con el consenso alcanzado entre los dos/cuatro partidos prosistémicos predominantes en el sistema político español previo su alineamiento con el proyecto de las clases y elites dominantes que gestionan la Unión Europea.
Igualmente Sumar se bosqueja y constituye, tras la salida de Pablo Iglesias del gobierno de España en marzo de 2021, como el elemento aglutinador y renovador del proyecto implementado por Podemos, organización que entendiendo obviamente que no es susceptible de renovarse endógenamente, opta de la mano de su secretario general saliente por la extraña operación de señalar una nueva dirigente ajena al partido para que reorganice el campo de la izquierda que su fuerza política no ha logrado y no logra en su opinión reestructurar en lo que a todas vistas pareció y ahora se ha confirmado una operación no meditada, irreflexiva y en absoluto coherente políticamente, dado el comportamiento de ambas fuerzas políticas y el de sus actores y actrices principales en estos veintisiete meses y sobre todo de Yolanda Díaz como máxima responsable del campo político de la izquierda.
Dado este cuadro, los principios propuestos a continuación operan, como atractores analíticos de las deficiencia políticas y organizativas presentadas tanto por Podemos como por Sumar desde 2014/2017 y desde 2021 respectivamente, que como sujetos políticos de izquierda se sitúan polarmente respecto al vacío creado por ambas organizaciones, aunque la parábola es por ahora asimétrica, por mor de estas malas prácticas y por los errores respectivos (1) de su lógica de composición de la propia organización y de las que se conectan con cada una de ellas al hilo del proceso político y político-electoral, (2) de su autoubicación analítica e intelectual y por ende política respecto a la coyuntura y la dinámica dictada por la actual crisis sistémica del ciclo sistémico de acumulación de capital estadounidense, y (3) de su modelo de producción de organización incluso ante el agravamiento generalizado de todas la variables que definen la coyuntura de la crisis de 2008 a la de 2020, pasando, para pasmo militante, por el estallido de la mencionada guerra de la OTAN y Estados Unidos en el corazón de Europa, que parece ser un acontecimiento que no condensa línea alguna del comportamiento de los sistemas políticos europeos, comenzando por el español, y que no tiene porque incidir en el comportamiento y los protocolos de organización de los sujetos políticos de la izquierda y de su campo político.
Este vacío sustractivo, cuya materialización concreta son los pésimos resultados obtenido por el campo de la izquierda en las elecciones municipales y autonómicas del 28M, que también operan como indicábamos como criterio analítico de sus respectivas epistemologías políticas y de sus respectivas concepciones teóricas de lo político y de la práctica política en la actual coyuntura de crisis sistémica no solo del ciclo sistémico de acumulación de capital estadounidense ahora mismo indicada, sino fundamentalmente del propio capitalismo como sistema histórico y matriz privilegiada de estructuración social, conjunto de crisis sistémicas, que es, por otro lado, cualitativamente más grave, más articulada en sus efectos acumulativos, más devastadora en sus efectos potenciales y más aniquiladora en sus procesos destructivos que cualquier otra registrada durante el largo siglo XX, hecho primordial que para estas dos organizaciones y sobre todo para la segunda parece funcionar simplemente como un no dato relacionado ni con su proyecto político ni con su potencial forma organizativa respecto a la experiencia política acumulada desde 2011/2014 y ello no por la exclusión de su pertinencia fruto de sendas discusiones en profundidad de la totalidad de sus implicaciones, sino simplemente como datos fácticos imposibles de percibir de acuerdo con sus respectivas epistemes políticas, operando, pues, como un duro obstáculo epistemológico para dilucidar un nuevo concepto de lo político, de la práctica política y de la organización de la que un sujeto político de izquierda debe dotarse para ser eficazmente transformador en un campo político colonizado por el extremo centro y la (extrema)derecha, que es otro modo de decir por el concepto de lo político impuesto por las clases y elites dominantes globales en este preciso momento de la coyuntura de la hegemonía global de la potencia hegemónica estadounidense.
Analicemos, pues, el potencial epistémico y heurístico de estos principios y verifiquemos los diagramas que crea su aplicación al comportamiento de Podemos y de Sumar en sus respectivas parábolas de comportamiento político, de enunciación de la coyuntura, de construcción de horizontes de posibilidad política, de conceptualización de las tareas y protocolos de lucha antisistémica y de la profundidad de su proyecto de transformación estructural de las relaciones de producción, poder y dominación en la formación social española y europea en esta coyuntura del poder de clase y de crisis sistémica del capitalismo.
1. Principio de la crisis sistémica del capitalismo como sistema histórico y de su impacto en las dinámicas de estructuración social y en el modelo organizativo del sujeto político de izquierda. Este principio postula el imperativo del sujeto político de la izquierda de pensar la propia materialidad de su organización, sus protocolos de comportamiento, su lógica de composición y relación política con otros sujetos políticos táctica o estratégicamente afines, su vinculación con los sujetos sociales que este sujeto pretende representar, esto es, primordialmente los miembros de las clases trabajadoras y pobres, sus estrategias de producción de conocimiento, de flujos discursivos, ideológicos y, en general, de lectura de las relaciones sociales y de cartografía de las tendencias de la reproducción social a partir del análisis, la conceptualización y la traducción de la estructura1 de estructuras2 de poder de clase ligada a la actual crisis sistémica del capitalismo histórico y de su actual ciclo sistémico de acumulación de capital y su elaboración y traducción en mapas cognitivo-racionales y protocolos práctico-organizativos del propio sujeto político, de su funcionamiento interno respecto a sus miembros y militantes y externo respecto a toda la constelación de movimientos, colectivos, realidades sociales o fuerzas políticas susceptible de articularse de algún modo con él, así como con el resto de sujetos políticos prosistémicos activos en el campo político en el que este sujeto de la izquierda despliega su práctica política. Este principio postula, pues, que el sujeto político de la izquierda no puede construir su proyecto político y por ende pensar su modelo organizativo, si no parte de las características de la crisis sistémica planteadas por la disfuncionalidad total impuesta de modo irreversible por el funcionamiento sistémico del capitalismo como sistema histórico en tanto que modelo de producción de valor y riqueza y como estructura de poder que sobredetermina todo campo político, así como por la incapacidad de este de introducir principios, criterios y patrones de acción diversos estructuralmente de la reproducción de las actuales posiciones de poder de las clases dominantes hegemónicas globales y del carácter cada vez más concentrado y unilateral de la estructura de poder decisional operativa en la coyuntura presente derivado de la profundidad de la crisis sistémica mencionada, que estas son incapaces de abordar y resolver en clave democrática. En la presente coyuntura esta concentración del poder decisional opera, dada la gravedad de la crisis sistémica de este sistema histórico y la sustracción prácticamente total del tratamiento democrático de sus efectos y tendencias en los sistemas políticos actuales, mediante la generación de bifurcaciones acumulativas verificadas a gran velocidad, que colocan paulatinamente los procesos de toma de decisiones en rangos cada vez más restringidos de procesamiento y sitúan las opciones reales de reversión y desaceleración de la catástrofe de las que disponen las formaciones sociales actuales en un escenario más remoto, lo cual dificulta enormemente el despliegue de la potencia pública democrática para socializar y atenuar los efectos de esta crisis sistémica de su modelo de creación de valor y por ende de acumulación de capital y para utilizar esta potencia pública para lanzar otras dinámicas sistémicas en función de la intensificación del carácter democrático de los sistemas políticos actuales, que contemplan impotentes como las cuestiones vitales más urgentes como la guerra, la catástrofe ecosistémica y la destrucción de los sistemas democráticos no pueden ser dilucidados colectivamente y sometidos a procesos viables y sostenibles de reversión o eventualmente sometidos a procesos de neutralización o destrucción de su capacidad de dañar, destruir o directamente imposibilitar la vida digna en el sistema-tierra.
El sujeto político de la izquierda debe concebir y construir su organización a partir de este cierre paulatino de las posibilidades de acción, de la toma de decisiones genuinamente democráticas y de utilización estratégica de los recursos públicos y privados al hilo del funcionamiento de los actuales sistemas políticos con el objetivo político es revertir esta tendencia y al mismo tiempo introducir en el campo político la necesidad de construir e implementar lógicas de funcionamiento sistémico y lógicas de comportamiento estructural radicalmente distintas de las actuales, que sean inteligibles por los sujetos sociales en la medida en estos sean capaces de ligar este estrechamiento impuesto de las opciones diversas de acción colectiva no catastróficas con el agravamiento de las propias condiciones individuales de vida y reproducción social, que el campo político de la izquierda pretende representar y activar políticamente para evitar el deterioro democrático actual y por ende la intensificación del carácter oligárquico del poder de las clases y elites dominantes y con ambos el incremento exponencial de las posibilidades de catástrofe asociadas al comportamiento actual del capitalismo histórico en el momento mismo en que se agrava exponencialmente su crisis sistémica.
Las clases dominantes producen por mor de la crisis sistémica del ciclo sistémico de acumulación estadounidense valor negativo, característica que es crucial para mantener a corto plazo su poder de clase global
2. Principio de la primacía estructural del poder sistémico de clase respecto a la especificidad territorial, nacional o regional de una determinada formación social. Este principio postula que la homogeneidad y sobredeterminación de las relaciones de dominación y explotación actuales y de las estrategias de las clases y elites dominantes actuales para imponerlas en toda formación social europea y en todas y cada una de las subentidades político-administrativas regionales o locales constitutivas de estas, así como la imposición de las mismas sobre estas por la forma Estado Unión Europea (predominante) y la forma Estado española (subordinada), exigen organizaciones del sujeto de la izquierda capaces de operar a partir de diagnósticos, formas organizativas y protocolos de trabajo político capaces de conceptualizar, propagar y construir respuestas que operen al menos a escala de la forma Estado más inmediata, pero al mismo tiempo dotada de una matriz escalable capaz de sobresaturar políticamente la forma Estado predominante y a la inversa de operar con total fluidez en la forma Estado subordinada. El ritmo del poder de clase sobredetermina la especificidad territorial de su gestión y ello debe traducirse en la forma organizativa del sujeto político activo, eficaz y eficiente en el campo político de la izquierda de modo que este sea capaz de desplegar estrategias coherentes y eficaces para contrarrestar, revertir y a la postre destruir el diseño y la imposición de esas matrices de relaciones que son sistémica en el contenido de su poder de clase, que son histórico-geográficamente desiguales y diferenciadas y que atraviesan y constituyen los territorios y los espacios de referencia nacionales o subnacionales mediante la destrucción diferencial de los derechos constitucionalmente fundamentales a toda escala de su hipotética eficacia jurídico-constitucional gestionada en virtud de la constitución y funcionamiento de un sistema político y de los partidos locales que se arrogan la pretensión exclusiva de su representación.
3. Principio de la hiperviolencia estructural de la crisis sistémica del capitalismo histórico como criterio de organización autoritaria de la estructura social, de su reproducción y de los comportamientos de los sujetos sociales y políticos individuales. Este principio postula que la hiperviolencia estructural inyectada en la reproducción social de las formaciones sociales del sistema-mundo capitalista en esta coyuntura es el correlato estricto de la pretensión obvia de imponer modelos de estructuración social insostenibles para incrementar el poder sistémico de las actuales de las clases y elites dominantes hegemónicas globales, doblada por de la incompetencia de estas para encontrar vías de salida de sus diseños de poder clase, que ellas mismas perciben como inviables. El poder estructuralmente rígido que el poder de clase impone por definición a una formación social, que es también por definición global en su diseño e histórico-geográficamente desigual en su estructuración local, es en esta coyuntura histórica el correlato de la incompetencia e incapacidad de las clases dominantes de garantizar el mantenimiento de la lógica del ciclo sistémico de acumulación de capital y de dominación geopolítica, que ha garantizado históricamente su poder. Esta tensión adquiere en la presente coyuntura un grado de explosividad inédita históricamente y ello tiene efectos dirimentes en el comportamiento de la reproducción social y por ende de los sujetos individuales y de las clases y grupos sociales y en el funcionamiento de los sistemas políticos prosistémicos actuales. Este principio postula también que la práctica política de los partidos prosistémicos consiste primordialmente en adecuar la estructura social de una formación social determinada (la española/europea en nuestro caso) a las necesidades impuestas por el cálculo de poder de las clases y elites dominantes, que únicamente contemplan la reproducción de la estructura social, sus procesos de producción de espacio, territorio y naturaleza, así como su generación de fuerza de trabajo y ciudadanía como un factor productivo indistinto más que debe ser integrado autoritariamente en la economía política impuesta por las características especificas de la crisis del ciclo sistémico de acumulación de capital liderado por la actual potencia hegemónica y por los bloques regionales de poder que sustentan el mismo. Las clases dominantes producen por mor de la crisis sistémica del ciclo sistémico de acumulación estadounidense valor negativo, característica que es crucial para mantener a corto plazo su poder de clase global, y esta negatividad del proceso de producción de riqueza, renta y plusvalor, debe cargarse contra las condiciones de reproducción social al hilo de procesos de extracción, desposesión y destrucción de las múltiples variables de esta, lo cual no quiere decir en absoluto, por otro lado, que la acumulación de capital se haya convertido en un proceso puramente rentista o extractivo o en un proceso destructivo de todo quantum de valor y de toda lógica tecnológica de innovación, sino, por el contrario, que las tendencias del ciclo sistémico de acumulación de capital vigente y la propia lógica sistémica del capitalismo en este momento de su evolución plurisecular reducen de modo cada vez más unilateral las formas de producción de valor no negativo en tanto que reducen las opciones macroeconómicas, monetarias, financieras, tecnológicas y políticas que reducirían las formas negativas de valor y ampliarían las condiciones de producción de valor tout court, esto es, no ligadas a la destrucción de las propias condiciones económicas estructurales de reproducción, que se hacen políticamente más difíciles de oponer al actual diseño destructivo de las clases dominantes actuales y por ende de los sistemas políticos prosistémicos realmente existentes, que masivamente optan por incrementar los procesos de producción negativa de valor y por ende de introducir dosis de hiperviolencia estructural cada vez más elevadas en las pautas de reproducción social y por ende en el comportamiento autoritario, reaccionario y regresivo de la estructura de toda formación social.
4. Principio de la hiperviolencia estructural de la crisis sistémica del capitalismo histórico como criterio primordial del sistema político y de la práctica política actuales. Este principio indica a los sujetos políticos del campo político de la izquierda que los partidos predominantes del extremo centro y de la (extrema)derecha activos en los campo políticos realmente existentes en la Unión Europea en esta coyuntura no consideran como objeto político legítimo la violencia estructural que la actual estructura de estructuras de poder sistémico de clase ligada a la crisis el actual ciclo sistémico de acumulación de capital estadounidense despliega sobre todas y cada una de las formaciones sociales europeas (y no europeas en realidad), sobre sus clases trabajadores y pobres y sobre sus sistemas constitucionales y sus biomas, ecosistemas y procesos bioecológicos fundamentales, porque esta violencia estructural tomada como dato no negociable no puede ser introducida en el campo político para convertirse en objeto de debate democrático, ya que su intensidad es el correlato de la incapacidad y falta de voluntad de estas clases dominantes hegemónicas globales (básicamente occidentales) y de sus sistemas políticos para pensar e implementar otros cursos de reproducción social sistémica, aunque ello produzca destrucción, devastación y aniquilamiento de las propias condiciones de vida humana y no humana en el sistema-tierra. Este principio postula igualmente que el sujeto político de la izquierda debe pensar su proyecto político, su forma de organización, su lógica compositiva y su relación con la forma Estado a partir de la lectura de esta hiperviolencia estructural, cuyos efectos sociales deben ser introducidos en el campo político por mor de su acción intelectual, comunicativa, teórica, antagonista y propiamente política para abrir vías de salida de las situaciones de bloqueo y recurrencia entrópica en la que se hallan atrapadas las formaciones sociales actuales por mor de las actuales formas asumidas por el poder de clase en los sistemas políticos y en la estructura de dominación realmente existente. La práctica política de los partidos prosistémicos a los que se enfrentan los sujetos políticos de la izquierda es concebida por estos como un proceso interminable de crisis e imposición de las necesidades macroeconómicas, monetarias, financieras, presupuestarias y fiscales percibidas por las clases y elites dominantes como irrenunciables y más adecuadas a sus propios intereses y posiciones de clase en el tablero geopolítico y geoeconómico mundial actual a poblaciones y electorados que no deben cuestionar ni su lógica ni la intensidad de su imposición, ni la consideración de su injusticia intrínseca, ni su inviabilidad e insostenibilidad sistémicas ni su contenido de injusticia local, regional y global, variables todas ellas que no pueden ser introducidas ni consideradas en los campos políticos actuales, ni ser públicamente dilucidadas, porque el actual modelo de reproducción social no permite, dada su irracionalidad y brutalidad de clase, reducir el deterioro de las condiciones sociales y ecosistémicas y la presión y destrucción de los derechos constitucionales fundamentales, sino que apuesta por su intensificación, porque de ello depende el incremento de la extracción de valor y la intensificación de la explotación, que permite concentrar plusvalor, riqueza y renta para continuar la extrapolación de la reproducción de una estructura de poder de clase cuya permanencia es directamente proporcional a su inviabilidad e insostenibilidad.
5. Principio de la concepción de la organización del sujeto político de la izquierda contra el actual agravamiento de las condiciones de reproducción social impuestas por las clases y elites dominantes. Este principio postula que la organización de los sujetos políticos de la izquierda debe conceptualizarse contra la tendencia al agravamiento y deterioro general de las condiciones de reproducción social, económica y ecosistémica de las clases trabajadoras y pobres, las cuales, sin embargo, presentan por definición una estratificación empírica lo suficientemente desigual como para propiciar la creación de microcoaliciones de comportamiento político rentista, excluyente y susceptible de un tratamiento diferencial y reaccionario de su posición social en virtud precisamente del carácter cada vez ademocrático y segmentador de los sistemas y campos políticos realmente existentes y de la gestión que hacen de los mismos los partidos prosistémicos del extremo centro y de la (extrema)derecha. La organización de sujeto político de izquierda no puede construirse a partir de una articulación más o menos informe de las lógicas particularistas que se derivan de la existencia o el fortalecimiento de estas microcoaliciones conservadoras ni a partir de la suma abigarrada de sus demandas, sueños o deseos construidos por la recreación mediática y política reaccionara de su proyección fantasmática en una estructura social inexistente, porque desconoce y prescinde de las tendencias sistémicas que la constituyen, aunque obviamente el análisis y la compresión de estas lógicas son primordiales para la estrategia política inmediata de los sujetos políticos de la izquierda.
6. Principio de enunciación performativa de la desdemocratización de las relaciones sociales como parámetro de organización política. Este principio postula que los sistemas y campos políticos actuales conformados y gestionados por los partidos políticos del extremo centro y de la (extrema)derecha operan conscientemente a partir de la constatación e imposición de protocolos, prácticas y horizontes cognitivos y culturales, que propician el vaciamiento de la sustancia democrática del funcionamiento de los mismos, lo cual desvirtúa y seca la potencia de la práctica política de los sujetos sociales y de sus partidos políticos, imponiendo condiciones mucho más severas a los sujetos y al campo político de la izquierda. Este principio postula igualmente que la práctica política es democrática en un sentido cada vez más nominal y formal y que el juego político consiste para estos sujetos políticos prosistémicos en la elaboración constante de este contenido ademocrático y desdemocratizador como nueva normalidad democrática capaz de producir un tipo de legitimidad cargada de un contenido cada vez más autoritario respecto a los procesos de toma de decisiones sistémicas reales, cuyo ámbito decisional se restringe, cuya acumulatividad con los efectos desplegados por las previos se cercena y cuyo eventual impacto positivo en la esfera de los derechos, la renta, la riqueza y las condiciones de vida de las clases trabajadoras y pobres es cada vez más imperceptible o, si esporádicamente se producen mejoras en los mismos, más fáciles de revertir dado el funcionamiento estructural del campo político y de sus tendencias desdemocratizadoras, dada la unilateralidad de su contenido de clase y dada la sustracción del tratamiento político democrático permanente de sus efectos. El tipo y la forma de organización del sujeto político de la izquierda debe concebirse y construirse para revertir estos procesos y para expandir la lógica del constitucionalismo democrático en el conjunto de las decisiones que definen las bifurcaciones irreversibles que las clases y elites dominantes imponen de modo autoritario y cuyos efectos son incapaces de concebir y prever y mucho menos implementar su reversión o amortiguar su destructividad, su injusticia y su inmoralidad.
7. Principio de articulación del proyecto antisistémico como criterio de producción de la diferencia política del campo político de la izquierda. Este principio postula que el sujeto político de la izquierda no puede constituirse como actor político transformador eficaz, si no contempla la práctica política microfísica cotidiana y por ende su horizonte de acción política, su proyecto de constitución política y su proyecto de transformación social estructural desde un punto de vista rigurosamente antisistémico respecto a las tendencias impuestas por las tendencias desplegadas por el ciclo sistémico de acumulación de capital vigente y su crisis terminal actual y si a partir de esta restricción epistémica no concibe y diseña su capacidad tanto de enunciar, cartografiar, analizar y elaborar ideológica y culturalmente sus efectos a todos las escalas de su impacto, como de organizar luchas contras las relaciones microfísicas derivadas de las mismas, que se manifiestan de facto en la formación social correspondiente. Los conflictos y relaciones sociales objeto de tratamiento por el sujeto político de la izquierda se producen como objetos políticos a partir de la problematización de las tendencias sistémicas que producen indefectiblemente esas situaciones y relaciones de desequilibrio de poder y que generan la microfísica del poder sobre las que este pretende incidir de modo inmediato y contra las cuales los sujetos sociales se posicionan de forma conflictiva de modo inmanente. Tal constatación obliga a que el modelo organizativo del sujeto político de la izquierda produzca el conocimiento y la capacidad de incidir y de agredir políticamente mediante las luchas y el conflicto las manifestaciones, los nodos y los ritmos de tales tendencias sistémicas, porque debe estar conformado de tal modo que su trabajo sobre estas se efectúe en función de la organización de la comprensión, la crítica, el análisis y la relacionalidad de las condiciones de generación desplegadas por las primera, que son microfísicas e inmediatas para los sujetos sociales, para que así este doble registro de acción permita que las mencionadas tendencias sistémicas se conviertan paulatinamente en objetos políticos y generen el horizonte antisistémico de la acción y del proyecto político del sujeto político de la izquierda. Este punto de vista antisistémico de la práctica política del sujeto político de la izquierda funciona, pues, si las luchas, las formas de conflicto, la práctica electoral y su acción de gobierno a todas las escalas posibles de esta hace aflorar la lógica de producción y funcionamiento sistémicos de las relaciones de poder de clase, acota esta normativamente mediante la problematización pública y política de sus efectos y cuestiona la justicia, la sostenibilidad y la pertinencia de estos como problema político inmediato, lo cual desplaza paulatinamente el proyecto político del sujeto político de la izquierda, que deviene antisistémico, porque cuestiona la totalidad de los nodos sistémicos del poder de las clases dominantes hegemónicas globales hoy excluidos de todo campo político y de todo sistema político, fundamentalmente los que dependen de la acción de la forma Estado correspondiente. Conviene no olvidar al enunciar este principio que estos efectos sistémicos son producto y resultado ineluctable de proyectos de dominación clase anclados en decisiones sistémicas tomadas por las clases dominantes occidentales, que están precipitando al sistema-mundo capitalista y al sistema-tierra en una dirección absolutamente insostenible, incompatible además con el funcionamiento democrático de cualquier formación social considerada.
Esta descomposición del conflicto organizada por los sistemas políticos actuales se verifica en un entorno de desintegración o desactivación paulatinas de los campos políticos nacionales, que siguen siendo no obstante obviamente cruciales
8. Principio de la desconstitucionalización de la vida política y de la reproducción social. Este principio postula que la organización del sujeto político de la izquierda y de su práctica política debe partir de la decisión estratégica tomada por las clases y elites dominantes de desconstitucionalizar la vida política y a fortiori las condiciones de la reproducción social, decisión impulsada estructuralmente por el propio funcionamiento sistémico decretado para garantizar la reproducción social en función de las características y la operatividad del actual ciclo sistémico de acumulación de capital liderado por la potencia hegemónica estadounidense y las relaciones de dominación y explotación estructurales que este trae aparejadas. Los sujetos políticos prosistémicos y los partidos del extremo centro y de la (extrema)derecha organizan la política en el momento presente –y así lo han hecho paulatinamente durante las últimas tres décadas– a partir de la privación y sustracción del fundamento constitucional democrático, legado por las luchas proletarias (inmanentemente antirracistas, antipatriarcales y anticoloniales) constituyentes del largo siglo XX, a su comportamiento político, al impacto de sus decisiones sobre la reproducción social y ecosistémica, y a los modos de comportamiento político y de relación tanto con el electorado como en el conjunto de actores políticos y sociales presentes en una determinada formación social. El sujeto político de la izquierda debe construir su organización (1) para cortocircuitar por todos los medios este tipo de comportamiento tendente a desconstitucionalizar la vida política y la reproducción social, (2) para ligar su defensa de los derechos a la puesta en evidencia de la destrucción de estos como un plan político predeterminado de los sujetos políticos prosistémicos y no como resultado aleatorio de un debate político cambiante objeto de una mera disputa política horizontal y coyuntural, y (3) para vincular la reivindicación y lucha por los mismos como una batalla jurídica y material por el cumplimiento del pacto constitucional democrático subyacente, que no puede eludirse dado que se halla todavía formalmente vigente, so pena de desjuridizar totalmente la actividad pública, privada y empresarial, así como la totalidad de las variables de la reproducción social. El horizonte político actual es de destrucción del constitucionalismo democrático como objetivo y como contenido de los sistemas políticos actuales y, por lo tanto, la constatación y asunción de este principio estratégico de las clases dominantes debe constituir una de las claves organizativas del sujeto político de la izquierda, además de inspirar los criterios de constitución de su campo político y de organización de su perfil de antagonismo y de lucha política institucional y no institucional, a enriquece así también su posición netamente antisistémica.
9. Principio de descomposición del campo político como dispositivo de mediación del conflicto. Este principio postula que el sujeto político de la izquierda debe teorizar y organizar su práctica política y concebir y construir su organización a partir de la constatación de que los sujetos y partidos políticos prosistémicos del extremo centro y de la (extrema)derecha y a fortiori las clases y elites dominantes hegemónicas globales actuales consideran que el campo político no debe mediar el conflicto surgido en torno de las consecuencias brutales impuestas durante las últimas tres décadas sobre las condiciones de reproducción social, ecosistémica y política producto de la crisis irreversible del capitalismo como sistema histórico y de las crecientes dificultades del ciclo sistémico de acumulación de capital actual, sino precisamente como el ámbito social en el que se esteriliza el conflicto, se destruye la capacidad de expresarlo y de organizarlo y se cercena absolutamente la posibilidad de que ese contenido conflictivo y antagonista sirva para procesar, explicitar y debatir las condiciones devastadoras en las que se produce la regularidad de los comportamientos expresados en esa conflictividad.
Si el sujeto político de la izquierda no procede a partir de esta constatación, porque piensa que el sistema político democrático actual integra en los vectores resultantes de la acción de la forma Estado correspondiente los diversos intereses sociales en juego y no concibe y construye su organización a partir de la constatación de la rotura de este protocolo de mediación, la conflictividad, la miseria y la superexplotación experimentan procesos de disipación imposibles de captar, sintetizar y procesar como sustancia política susceptible de producir objetos políticos capaces de imponerse en los campos políticos realmente existentes para enunciar el conflicto y el antagonismo ligados al actual modelo de funcionamiento sistémico y para dotarlo de realidad suficiente para replicar a una escala exponencialmente ampliada la disputa, el conflicto y el antagonismo político, que estos campos pretenden pulverizar como un abigarramiento cuasi ininteligible de posiciones y comportamientos sociales privado a fin de cuentas de toda lógica política y en absoluto ligado a procesos, decisiones y formas sociales, económicas y políticas susceptibles de ser revertidas, destruidas y sustituidas por otras drásticamente democráticas. Igualmente es preciso indicar que esta descomposición del conflicto organizada por los sistemas políticos actuales se verifica en un entorno de desintegración o desactivación paulatinas de los campos políticos nacionales, que siguen siendo no obstante obviamente cruciales, lo cual obliga a contemplar esta descomposición en los mismos a partir de la necesidad de proyectarlos con una intensidad mucho mayor en los nuevos campos políticos transnacionales y posnacionales emergentes, europeos en nuestro caso, de acuerdo con la predominancia de la forma Estado Unión Europea sobre la formación social española y su respectiva forma Estado –y de facto sobre el resto de formaciones sociales y formas Estado europeas– y con el incremento del autoritarismo de clase derivado de los protocolos de comportamiento institucional de aquella puestos a prueba durante las últimas tres décadas tras la constitución formal de la Unión Europea tras la firma del Tratado de Maastricht en 1992.
10. Principio de la sustracción del funcionamiento y de la estructura de la forma Estado a un tratamiento democrático adecuado a la gravedad de la crisis sistémica y a la riqueza de la composición de clase. Este principio postula que el campo político actual tiende a (1) no problematizar y a sustraer de todo tratamiento democrático por el mismo de la forma Estado y de sus protocolos de funcionamiento efectuado con el fin de poner en evidencia la captura de su productividad y de su funcionamiento por las clases y elites dominantes hegemónicas y el impacto que ello tiene a la hora de resolver las deficiencias estructurales del actual ciclo sistémico de acumulación de capital estadounidense y mediante este proceso de suma negativa desplazar recursos, riqueza y capacidad de acción a estas y residualmente a los grupos o coaliciones surgidas ad hoc en la viciada disputa política partidista actual, así como tiende (2) a sustraer la plasticidad de la acción pública a su tratamiento, imaginación y versatilidad políticos democráticos para así atajar los fenómenos, impactos y efectos más devastadores de la crisis sistémica actual, y abrir a partir de tal intervención nuevas sendas de comportamiento político respecto a las líneas de deterioro social, ecosistémico y constitucional producidas por esta. Igualmente este principio postula que el campo político prosistémico realmente existente opera (1) a partir de la no vinculación de la capacidad normativa, de las potestades ejecutivas y de la valencia reguladora de la forma Estado española (subordinada) y europea (predominante) a la intensificación o deterioro de los derechos fundamentales y a la reversión de las condiciones estructurales producidas por la crisis sistémica del ciclo sistémico de acumulación de capital y del propio capitalismo histórico, ni, especularmente, (2) a partir del análisis de la ligazón existente entre su funcionamiento y sus respuestas a las necesidades unilaterales de las clases dominantes y a su necesidad de paliar los problemas insuperables de su régimen de acumulación, que cada vez es más violento bélica y ecosistémicamente en un juego de suma absolutamente negativa, inversamente proporcional en términos de renta, riqueza y capital social, ecológico y relacional, para todas y cada una de las clases y grupos sociales realmente existentes y a la postre para el conjunto de la especie humana y la vida no humana en el sistema-tierra.
11. Principio de la transversalidad institucional del proyecto de poder de clase. Este principio postula que el sujeto político de izquierda no puede constituirse eficazmente, si no es capaz de conceptualizar cómo el proyecto de poder de las clases y elites dominantes actuales se diseña globalmente a escala del proyecto neoliberal autoritario estándar o del proyecto neoliberal belicista actual, pero se articula y expresa a todas las escalas del poder político-administrativo de una determinada forma Estado para aplicar su lógica político-económica y jurídico-administrativa en el máximo número posible de circuitos de producción de valor y de extracción de valor de las instituciones públicas y de la formación social en la que estos se verifican en la media en que los mismos son susceptibles de ser incorporados a los procesos y circuitos macroestructurales de producción, extracción y absorción de valor empleados y controlados por los sujetos económicos estructuralmente decisivos en el mercado mundial, que controlan los procesos de acumulación de capital vía el sistema financiero, el sistema tributario y de defraudación fiscal y el sistema de obtención de rentas monopólicas u oligopólicas de todo tipo. El sujeto político de la izquierda debe lograr identificar, conceptualizar y convertir en objeto político a escala de una determinada forma Estado el conjunto de comportamientos, protocolos y modos de penetración de estos modelos de poder a escala municipal, de las respectivas comunidades autónomas o administraciones regionales, del conjunto de la Administración central del Estado, así como sus pautas de regularidad en el uso de estos patrones de conducta en el que convergen los sujetos económicos privados y las entidades y organismos públicos, que legitiman sus patrones y protocolos de funcionamiento e implementan normativa y política-administrativamente hablando sus condiciones de posibilidad que garantiza su normal funcionamiento. Esto exige por definición un tipo determinado de organización del sujeto político de izquierda y una articulación eficaz de su actividad concebida como mínimo a escala de la forma Estado correspondiente, cuya proyección apunta al diseño político impuesto por la forma Estado Unión Europea al conjunto de las formaciones sociales y forma Estado nacionales europeas, que tienen efectos homogéneos igualmente demoledores sobre las clases trabajadoras y pobres europeas y migrantes.
12. Principio de la escalabilidad de la organización del sujeto político de izquierda y de extensión horizontal y transnacional de sus protocolos de trabajo político. Este principio postula que un sujeto o conjunto de sujetos políticos de izquierda activos en el campo político de izquierda en proceso de constitución en esta coyuntura histórica en una determinada forma Estado no puede ser eficaz, si no dispone de un método compositivo de organización que le permita aplicar una metodología de investigación, verificación y producción de conocimiento, de prácticas antagonistas homogéneas y de prácticas políticas comunes, que coloque el proyecto neoliberal belicista actual en su constitución y expansión a todas las escalas de la organización político administrativa de esa forma Estado, en la dirección política general del gobierno de la nación y en la organización y coordinación de todo ello a escala de la forma Estado Unión Europea, como demuestra de modo apabullante el triple frente de (1) la austeridad y la ortodoxia presupuestaria y monetaria, así como su actual modelo de sistema tributario y de defraudación fiscal vigente implementado y legitimado por la forma Estado Unión Europea y las correspondientes formas Estado nacionales, (2) las políticas de inversión no democrática ni ecosistémica ni socialmente prioritarias de los recursos públicos europeos y especialmente la concepción y la gestión de los fondos NextGenerationEU, y (3) la gestión de la guerra y sus efectos esterilizantes desplegados en los campos políticos nacionales y a escala de la propia polity europea. La no construcción de esta lógica compositiva de la organización política susceptible de producir escalabilidad incremental y decremental para leer la coyuntura y, sobre todo, para establecer las regularidades del funcionamiento sistémico de la actual estrategia mercantilizadora, desreguladora y privatizadora de las clases y elites dominantes y de los sistemas políticos fragmenta la capacidad de respuesta para atacar el comportamiento de las mismas, lo cual al mismo tiempo hace pesar una amenaza igualmente apabullante a la posibilidad de realmente conseguir democratizar la creación de vías de salida plausibles de los atolladeros sistémicos en los que estas clases y elites dominantes han colocado autoritariamente a las clases trabajadoras y pobres o a la población europea y global, dicho de modo más expeditivo, ante una crisis tan intratable como la actual.
13. Principio de la debilidad política del sujeto político de la derecha y de la irracionalidad irreversible de su propuesta política. Este principio postula, contrariamente a la percepción común actual y a la situación fáctica inmediata, que el campo político de la (extrema)derecha y de facto del campo del extremo centro y los sujetos político que lo constituyen nunca han presentado una mayor debilidad proyectual, nunca han carecido de un proyecto que contradiga más frontalmente la enorme socialización democrática verificada durante el largo siglo XX y la enorme importancia de los derechos fundamentales para reducir la violencia, la brutalidad y la inmoralidad característica de las sociedades de clase, nunca han debido constituir su universo político de un modo tan absolutamente irracional respecto a la mejor práctica científica, investigadora y racional en lo referido a las grandes cuestiones a las que se enfrentan las formaciones sociales actuales del sistema-mundo capitalista y nunca han debido enunciar de modo más distorsionado o directamente falso de los hechos empíricos (políticos, constitucionales, económicos, científicos, etcétera) más obvios y banalmente objetivos como durante este periodo de crisis sistémica del capitalismo histórico, porque para ellas la crisis irreversible de este representa el ocaso epistémico y racional de su concepción del mundo y por ello sienta las condiciones de posibilidad del repliegue regresivo y el rebote autoritario, reaccionario y brutal que el colapso paulatino de su cosmovisión acarrea en la degradación y bastardización de su práctica política, como los pocos días transcurridos desde el 28M dejan triste y palmariamente en evidencia o como el asalto al Capitolio estadounidense el 6 de enero de 2021, la negación de la crisis ecosistémica por la internacional reaccionaria o la práctica de los gobiernos de Macron y de Fratelli d’Italia vienen demostrando durante los últimos meses. El campo político de la derecha hace extrema a esta, porque extrema debe ser la negación de la crisis irreversible del capitalismo como sistema histórico y extrema deber ser toda negación de la construcción democrática de la constatación de tal realidad y del debate sobre la misma, que se hace más acuciante y urgente a medida que se manifiesta la mencionada crisis de modo cada vez más brutal, lo cual genera una espiral de extremismo en el campo político de la derecha que la hace extrema en la negación de ambas y que influye a su vez en la intensificación del extremo centro como solución pseudodemocrática en la medida en que un sistema político se constituye por mor de la derechización de la derecha y el desplazamiento al centro del extremo centro de sus respectivos sujetos políticos a partir de una curiosa y tupida red de vetos, exclusiones y elisiones, que no permiten ni examinar democráticamente la crisis sistémica del capitalismo histórico ni decir que la forma democrática no es plena, sino que pueden someterse a sus protocolos los nodos sistémicos que producen las formas más evidentes de precipitación y aceleración de la mencionada crisis sistémica, del uso de la guerra como instrumento de gestión sistémica, a la persistencia de la concentración de riqueza, poder y renta, pasando por la aceleración de la crisis ecosistémica. De este entrecruzamiento de procesos deriva el bloqueo epistémico total del campo político de la derecha y el carácter extremo de sus participantes, así como la reafirmación por sus sujetos de la lógica sistémica misma del sistema-mundo capitalista en proceso de descomposición, que produce los efectos ante los cuales reacciona con tal conjunto de respuestas involucionistas, regresivas y reaccionarias. De ahí también la atracción que suscita en el cuerpo social y por ende en amplios sectores del electorado, que ante la falta de modelos organizativos, procesos militantes y dispositivos cognitivos para comprender la crisis producidos por el campo político de la izquierda, reafirman de modo aún más irracional los sujetos, los procesos y los comportamientos que generan su situación, que ante la imposibilidad de comprenderla racional, cultural y afectivamente estos sujetos sociales reifican fantasmáticamente como la seguridad garantizada de un orden desaparecido y subsumido por las nuevas formas de ejercicio del poder de clase.
14. Principio de la desnacionalización de la política y del nuevo principio de inteligibilidad de clase de la historia nacional para intervenir de modo antisistémico en la coyuntura política actual. Este principio postula que el concepto de lo político y la práctica política adecuados para el sujeto político de la izquierda y para la construcción de su campo político exige un nuevo principio de inteligibilidad de la historia nacional y de las variables históricas de la política nacional de la correspondiente formación social respectiva, que las coloque en su nueva especificidad respecto tanto a las condiciones de dominación y explotación sistémicas vigentes, como a la gravedad de la crisis sistémica en la que se encuentran las formaciones sociales actuales y la composición política de clase de los sujetos sociales presentes en la misma, de modo que permita a la práctica política de izquierda y a la práctica política tout court salir del laberinto de los fantasmas nacionales y subnacionales respectivos para propiciar la invención de lógicas políticas tales que sea posible escalar las formas, estrategias y respuestas contra las lógicas de crisis sistémicas impuestas nacionalmente por los sistemas políticos nacionales al hilo del proyecto hegemónico de las clases y elites dominantes globales y regionales en procesos transnacionales y posnacionales de constitución política, lucha antisistémica y reversión de sus efectos y tendencias sistémicas. El objetivo del campo político de la izquierda es que estos conglomerados de lucha contra el deterioro homogéneo nacionalmente de los derechos constitucionales fundamentales relancen primero la propia política nacional desnacionalizándola hacia el interior de la formación social para proyectarla hacia el exterior transnacionalmente y luego multiplicarla mediante la consideración del carácter transnacional de su imposición e implementación y mediante la invención de las formas organizativas correspondientes, que permitiría su dilucidación en campos políticos transnacionales y posnacionales capaces de enfrentarse y destruir estos diseños sistémicos de las clases dominantes hegemónicas globales, cuya aplicación, repulsa o aceptación exclusivamente nacionales lleva al desastre al que se precipitan las formaciones sociales actuales, comenzando por las europeas.
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