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La enfermedad contagiosa de la sífilis, que había dejado un importante trauma psicosocial en las sociedades europeas de la primera mitad del siglo XX, era un recurrente del discurso nazi alemán. “Desde hace muchos años, el envenenamiento de la salud del cuerpo de nuestro pueblo por la sífilis corre paralelo a la contaminación política, ética y moral de nuestro pueblo, y ambos son igualmente terribles”, afirma Hitler en Mi lucha (1925). Así, sobre la sensibilidad que había suscitado la entonces reciente epidemia de gripe de 1918 y el temor a la grave enfermedad de sífilis en la paranoide sociedad alemana, se armaba un discurso supremacista basado en la “peste mundial” judía que contaminada la sangre “pura” de los alemanes.
Esa entelequia hitleriana pretende confundir con la intención de crear un relato de emergencia racista, una alarma sobre las consecuencia de la diversidad de presuntas razas, asentada sobre una simple coexistencia ecológica. Y una atribución causal: su mera presencia es peligrosa.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ante los nefastos datos de contagios en los barrios populares del sur de Madrid, adujo en la Asamblea de Madrid el martes 15 de septiembre que “los contagios (por covid-19) se están produciendo por el modo de vida de nuestra inmigración”. Dirigió el miedo al contagio de la población madrileña hacia “el modo de vida”, esto es, a la presencia de vecinas racializadas o migradas.
Se trata de una afirmación ilógica e inespecífica a todas luces, fuera de todo juicio científico o racional, pero que crea el chivo expiatorio al generar una nube de sospecha sobre todas las personas racializadas. Rechaza la diversidad al crear un “ellos” y una atribución de peligro que les concierne. Esto significa atribuir causalidad entre descontrol del covid y “los inmigrantes” y su ¿“modo de vida”?
El filósofo norteamericano Jason Stanley en su reciente ensayo Cómo funciona el fascismo y cómo ha entrado en tu vida (Blackie Books, 2019), expone que “el síntoma más revelador de la política fascista es la división. Lo que busca es separar a la población en ‘nosotros’ y ‘ellos’”. ‘'Ellos’ son “nuestra inmigración”, según Ayuso. Stanley prosigue: “A medida que la percepción común de la realidad se desmorona, el fascismo abre paso a unas creencias peligrosas para que calen hondo. Primero, la ideología fascista intenta que las diferencias entre grupos se perciban como algo natural para que, de este modo, parezca que la existencia de una jerarquía de valor humano tiene un respaldo científico, natural. Una vez se consolidan las clasificaciones y las divisiones sociales, el miedo sustituye al entendimiento entre los grupos”. He aquí el “modo de vida” al que se refiere Ayuso y la diversidad como peligro.
Ya el psicoanalista austríaco Wilhem Reich en Psicología de las masas del fascismo (Ed. Enclave) describió en 1933 cómo el fascismo consigue generar fobias colectivas contra minorías a través del miedo al contagio de enfermedades infecciosas. En la sociedad alemana que temía a la sífilis, se inoculaba el terror a través de imágenes dantescas, como mujeres alemanas con el cabello rapado y obligadas a portar un cartel que alertaba: “Me he entregado a un judío”.
El recurso del riesgo de contagio de enfermedades para sembrar sospechas sobre las minorías racializadas es más viejo aún que la gripe y que los fascismos europeos
Sin embargo, el recurso del riesgo de contagio de enfermedades para sembrar sospechas sobre las minorías racializadas es más viejo aún que la gripe y que los fascismos europeos. En 1896, el supremacista nortemaricano Freferick L. Hoffman defendió que los afroamericanos son vagos y propensos a contraer enfermedades infecciosas en el alegato racista Race traits and tendencies of the American Negro, que sirvió de argumentario a los grupos supremacistas durante todo el siglo XX.
El historiador estadounidense Robert Paxton expone en Anatomía del fascismo (Capitán Swing, 2006) cómo el fascismo se sirvió en los años 30 del “ansia de purificar médicamente la comunidad” para “concebir categorías completamente nuevas de enemigos internos: los portadores de enfermedad, los impuros y los criminales, los locos y los enfermos hereditarios”. Esta estrategia comenzó como una propaganda estigmatizante de apariencia rídicula e inofensiva y, sin embargo, acabó justificando los programas de sobra conocidos de eutanasia médica contra minorías étnicas.
Peligrosa es la soflama de la presidenta madrileña que divide Madrid en dos: la de “nuestra inmigración” cuyo “modo de vida” contagia enfermedades y la de las personas blancas autóctonas, cuyo “modo de vida” es seguro y no causa contagio
Las personas migradas y/o racializadas no son peligrosas. Su “modo de vida”, tampoco. Peligrosa es la soflama de la presidenta madrileña que divide Madrid en dos: la de “nuestra inmigración” cuyo “modo de vida” contagia enfermedades y la de las personas blancas autóctonas, cuyo “modo de vida” es seguro y no causa contagio, el opuesto al “modo de vida de nuestra inmigración”. Porque esto también se está diciendo.
A juzgar por el temblor en la voz de la presidenta madrileña cuando pronunciaba estas palabras, ni ella parece convencida de meter este ingrediente en la ensalada de culpas del coronavirus en la Comunidad de Madrid. Pero ello no lo hace menos grave. Estos mensajes calan, creando un daño inmenso al legitimar el racismo en una sociedad atemorizada. Y sigue la estela de una política ultra que imita fielmente el modelo de Trump, Bolsonaro y Salvini, modelos de propaganda fascista que las derechas han tomado por exitosos atajos al poder.
En España, la señalización racista de la presidenta madrileña no es un paso más en la escalada neofascista que venía dirigiendo Vox. Se trata de un salto de gigante cualitativo, que emplea un viejo recurso fascista: el temor al contagio por culpa de una minoría, un necesario chivo expiatorio. Debemos denunciarlo y ponerle el nombre que tiene. Existen precedentes.
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Y en ese Estado totalitario las empobrecidas tendrán más que perder. Claro está
Se los olvida que se reunió conPedro Sánchez. Mientras sigáis metidos en la supuesta izda derecha no os vamos a dar cuenta de lo que esta sucediendo. Vamos hacia un Estado mundo totalitario donde la trampa va a ser la supuesta enfermedad a base de hacer pcr que no sirve para medir un virus y a base de adoctrinar en las escuelas a base de miedo, disciplina férrea. Un sinsentido. Esto es geopolítica querid@s. U cuando os deis cuenta... Vamos a estar jodid@s.
No me parece que lo preocupante sean las afirmaciones neonazis o filofascistas de la tal Ayuso esa o de otros jerarcas de la extrema derecha. Lo que me parece verdaderamente preocupante es que haya tantísima gente que estando de acuerdo con sus afirmaciones les vote y les mantenga en sus poltronas.
Las televisiones privadas, y la mayoría de la prensa, radios y medios digitales están creando un espacio político al fascismo que intentan ensanchar personajes tan incultos como Ayuso, Casado y Abascal (que por cierto, nunca han trabajado y el último se libró de hacer la mili). No debemos olvidar que el ascenso al poder de Hitler y Mussolini fue debido al apoyo de conservadores y liberales en coalición de gobierno. Trump lleva a EE.UU. a otra fase donde la policía asesina vilmente a negros y Trump jalea y da soporte a la violencia de grupos paramilitares, como ya ocurrió con las SA de Hitler y las squadre de Mussolini.
El sabotaje y destrucción sistemáticas de ayuso a la atención sanitaria es los barrios es criminal