Opinión
La generación de cristal o el maltrato normalizado en los puestos de trabajo

La generación de cristal igual es la generación que no quiere más abusos laborales ni maltrato, que pide condiciones y no se cree el timo de que el trabajo dignifica.
Trabajo oficina noche Madrid
Trabajadoras en turno de noche en una oficina de Madrid. David F. Sabadell
5 jun 2023 10:01

Pasado el 1 de mayo, día de la clase trabajadora, empecé a pensar en todas las vivencias violentas que experimentamos en el ámbito laboral. En ocasiones, he podido oír a gente de cierta edad, llamarnos “generación de cristal” cuando exponemos nuestras reivindicaciones y/o malestares. Quiero hablar de acoso laboral (esa violencia que nadie quiere reparar porque se entiende intrínseca al sistema). 

Hace dos años que salí de una empresa tras una negociación, situación vital que me llevó a terapia y que periódicamente aparece en forma de estrés post traumático. Cada día me pregunto si tengo valor o no. Si sirvo para lo que estudié o no. Y puedo entrar en bucles para tratar de entender mis fallos. La gente me dice que siga adelante, y sí, debo seguir, pero no puedo saltarme esta herida sin pararme antes a sanar.

Siempre tuve buena relación con los equipos por los que pasé. Hubo situaciones de conflicto, pero asumibles. Existía mucho apoyo, se generaba un espacio seguro y era estupendo compartir trabajo y sentirse arropada. La ética profesional era alta, para con las compañeras y compañeros, pero también para con las personas que acudían al recurso. Tras unos años, el equipo cambió. 

Salud mental
Salud mental Generación de cristal, ¿por lo frágil o por lo transparente?
La juventud ha conseguido poner sobre la mesa el padecimiento psíquico, pero colectivos y activistas advierten que todavía falta llegar al fondo de la cuestión.

Desde el primer momento percibí diferencias de trato. Intenté convencerme de que no era para tanto y me concentré en hacer mi trabajo. Observé un “amiguismo” que me era sospechoso. No me importaba que en el equipo, coordinadora y empleadas, fueran amigas, pero sí que esto interfiriera en el trabajo. Aquello parecía su club social privado. A menudo, me daban de lado en decisiones, no me informaban de cuestiones importantes, organizaban acciones y/u horarios sin preguntarme (por supuesto, reservándose lo mejor)... Si ponía esto sobre la mesa, me decían que era yo, que no me integraba. Esporádicamente, me aislaba y de pronto, actuaban con bondad. Así que regresaba la esperanza a mi vida. ¡Las cosas iban a ir a mejor! ¡Todo era la tensión típica del trabajo! ¡Todas teníamos días malos!

Con el tiempo, la contratación de nuevo personal y la salida de gente del club social, me hizo sentirme aliviada. Las nuevas empleadas ofrecían una atención digna y profesional y eran clave para forma un buen equipo. En ese momento, existió cierto conflicto que se resolvió intentando equilibrar la balanza entre las partes. Así que dentro de todo, me sentí cómoda y feliz. Pero poco a poco comenzaron a ocurrir las mismas cosas, ya no solo conmigo, si no con el resto. 

Quién se pronunciaba, aunque fuera educadamente y ofreciendo críticas constructivas y/o alternativas, perdía la oportunidad de que la empresa le renovara. Yo llevaba muchos años. Las únicas formas de que me pudiera ir eran: 1) Por decisión propia 2) Por acumular faltas y ser despedida. Así que empezó un calvario para mí. Era evidente que me querían amonestar a cualquier precio.

Entre tres personas, empezaron a negarme cosas que ocurrían, a darme trabajos que no querían, a agrandar errores insignificantes, a preguntarme sin parar si me pasaba algo malo, a hacer “bromas” desagradables, a espiarme e hiperviligarme y obviamente, a decirme que nada de esto pasaba (todas estas prácticas son propias de la luz de gas). La coordinadora me llegó a insinuar que quizá mi propósito era quitarle el puesto (nada más lejos de la realidad). Tomaban decisiones absurdas con las que luego culpabilizar a otra gente o a mí e intentaban sancionarme ante situaciones que no suponían ningún tipo de falta, pero que adornaban para que yo me creyese lo mala que estaba siendo. 

Pedí ayuda a Recursos Humanos, esa gran farsa que se presenta como una mediación entre partes. Así se sucedieron atenciones telefónicas absurdas donde no se arreglaba nada y excusas baratas para no reunirse conmigo. El equipo de coordinadores en la empresa, eran intocables, aunque todos acumulaban situaciones de acoso laboral barridas bajo la alfombra (algunas, de una gravedad importante).

Lo peor de todo, es que esto no me salpicaba a mí solo: afectaba a la gente atendida. Se cometían negligencias al no ofrecer una atención directa de calidad. Luego les daban una palmada en la espalda para hacerles creer que pensaban en ellas, lo mismo que me hacían a mi: usar un refuerzo intermitente y profundamente manipulador. Algo repugnante que te confunde y poco a poco te aprieta y te hace dudar de todo y de ti. Llegaban a mentir en informes, a querer sancionar a personas que no habían hecho nada con el fin de que se marcharan del servicio porque sencillamente no les caían bien, se tomaban decisiones que poco o nada tenían que ver con una finalidad terapéutica ni pedagógica, si no con la absoluta comodidad de estas empleadas. Por supuesto, el agravio comparativo era constante: si una compañera o yo pedíamos algo, se nos negaba, pero si lo pedía “fulanita” del club social, se le aceptaba. Unas y otras se frotaban la espalda para mantener el chiringuito y encubrir sus faltas.

Empecé a sentirme insegura. Pensaba que me fallaba la memoria, que me pasaba algo, que quizá no era válida, tenía miedo de hacer un trabajo que llevaba años haciendo

Empecé a sentirme insegura. Pensaba que me fallaba la memoria, que me pasaba algo, que quizá no era válida, tenía miedo de hacer un trabajo que llevaba años haciendo. Sufría mucho, no solo por mí si no por la falta de calidad humana en el trato con las personas atendidas. Acompañar a la gente nunca me supuso un problema (¡era mi trabajo!) y era muy gratificante. Además, el feedback que me daban siempre fue bueno.

Fui citada para una mediación que no lo era, tras un acontecimiento completamente sacado de madre. Aquello casi era un juicio sumario donde dejarme claro que me fuese. Apelaron a mi salud mental tantas veces (ya sabéis, es que las mujeres somos todas unas locas) que no tuve más remedio que decirles que el problema no era mío, individual, si no estructural, de la empresa y que usar algo así contra mí era manipular la situación. 

La última discusión que tuve fue por atender a una mujer enferma. En este momento, la gente trepa, la mentira y el ego salieron sin filtro alguno. “Eres injusta, te gusta hacerte la víctima, has mentido” (cuando la que mentía era la persona que pronunciaba dichas palabras). Sólo una compañera ponía sentido común e intentaba explicar mi postura y buscar puentes entre ambas partes. Pero los puentes ya habían volado por los aires hacía tiempo.

No denuncié y fui por la vía de la negociación con un abogado. El esfuerzo que la empresa no había mostrado en un año para buscar soluciones, lo pusieron en querer que firmase la primera cifra que me ponían sobre la mesa en pocos días. Por supuesto, estuve bien asesorada. Todo terminó. Pero lo peor no fue terminar.

De pronto me encontré a mi misma sin autoestima, creyendo que era lo peor, que era mi culpa, que era débil. Además me quedé sin un trabajo que me gustaba y, porque no decirlo, se me daba bien. También viví el poder hiriente de los silencios… Los silencios de quiénes me conocían de años y ni tan solo se despidieron de mí. Los silencios ante actitudes de maltrato psicológico normalizadas, tapadas y/o ignoradas. Obviamente, empecé a ir a terapia.

Tribuna
Cuando el acoso laboral y el abuso de poder son formas de violencias machistas normalizadas
Es momento de visibilizar, de abordar y evitar que estás formas de violencia se sigan perpetuando y legitimando, incluso en aquellos espacios en los que una pensaría que no puede ocurrir porque en teoría trabajan por la justicia social.

Tras mi salida, se difundieron mentiras de mí e incluso se me vigiló (ya que vivo próxima a la empresa). Al principio, llegué a pensar que era una exageración mía, que estaba perdiendo el juicio, hasta que una persona me confirmó que buscaban controlar mis movimientos para ver si hablaba con alguien del tema.

La clase trabajadora ha normalizado el maltrato. Incluso los que son tan pobres como el resto, son capaces de adoptar una actitud de “nuevos ricos”, como si fuesen a heredar una cuantiosa suma de dinero y/o la empresa. A la gente le da miedo denunciar, aunque en muchos más casos de los que se publican, las personas que denuncian, ganan. Pero está ese peso del estigma, del miedo, del “nadie me volverá a contratar” y por supuesto, el malestar emocional que puede suponer un proceso así.

Lo terrible, es que recursos del tercer sector, valoren tan poco a las personas en situación de vulnerabilidad que atienden. La mala praxis está a la orden del día, otra cosa es que la gente se atreva a denunciar. Se saltan sistemáticamente protocolos de buenas prácticas y todos los manuales de intervención social centrados en la persona y sus necesidades particulares, el respeto y la dignidad.

Sigo teniendo estrés post traumático. Me cuesta dormir, estoy hipervigilante y tengo miedo a volver a trabajar. Por supuesto, mi autoestima está por el subsuelo. Sé que ninguno de mis pensamientos son verdad, pero están anclados a mi. Tu gente te apoya, pero siempre empiezan con un: “aguanta, no será para tanto”, “los cargos superiores son así”, “trabajar es esto, no exageres”… Cuando tú lo único que quieres es que validen tus emociones y te digan que no estás perdiendo el sentido común.

La generación de cristal quiere dormir sin ansiedad y depresión por culpa de prácticas abusivas, porque se ha dado cuenta que sus madres y padres sacrificaron todo y solo quieren una vida digna

No es secreto que a las mujeres nos cuesta más ser respetadas en el ámbito laboral. Tampoco, que sufrimos más del síndrome de la impostora. Así que es fácil entender que cuando se da un caso así, los fantasmas vinculados al género, aparecen: “No soy la gran mujer trabajadora que debía ser, no soy la mujer empoderada que me gustaría ser”. Este sufrimiento ha estado condicionando mi vida. Hasta mis relaciones personales y sociales se han visto afectadas. Me he alejado por desconfianza. 
El acoso laboral ocurre en muchas partes y constantemente, pero algo tendremos que hacer para avanzar en este sentido, como se ha ido haciendo con otro tipo de violencias, por ejemplo, el acoso escolar o la violencia de género.

¿Qué pasa con esos Recursos Humanos incapaces de buscar soluciones factibles para todas las partes? ¿Qué pasa con esas mediaciones donde gerentes, coordinadores, participan siendo amigos íntimos de una de las partes y sesgando todo el proceso para emitir unas decisiones totalmente condicionadas? ¿Qué pasa con todas esas negociaciones que llegan a las administraciones públicas y que seguramente tengan detrás un caso de acoso laboral? ¿Alguien ha investigado estas cifras? ¿Qué pasa con las empresas que encubren al maltratador o maltratadora y por las que pasan cientos de personas? ¿Nadie se da cuenta que aunque no se denuncie, es una muestra clara de que ocurre algo?

Dicen que somos una generación de cristal y que no nos esforzamos. Muchas y muchos hemos trabajado y estudiado a la vez y hemos seguido formándonos después. Acumulamos en el currículum puestos precarios y luego, con suerte, algún puesto con mejores condiciones y/o “de lo nuestro”. Solo estamos poniendo sobre la mesa lo que antes se ocultaba bajo la misma.

La generación de cristal igual es la generación que no quiere más abusos laborales ni maltrato, que pide condiciones y no se cree el timo de que el trabajo dignifica. La generación de cristal quiere dormir sin ansiedad y depresión por culpa de prácticas abusivas, porque se ha dado cuenta que sus madres y padres sacrificaron todo y solo quieren una vida digna.

No soy de cristal, solo me tiraron contra el suelo y me pisotearon para hacerme añicos, pero de una forma tan bien coordinada y con tanta sutileza que a veces tengo que recordar que no es una imaginación de mi cabeza. ¿Quién no se va a romper así, decirme, quién?

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Laboral
Monoparentalidad Igualdad para las familias monoparentales
El Tribunal Constitucional ha declarado inconstitucional la normativa que discriminaba a las familias monoparentales en la prestación por nacimiento y cuidado del menor.
Laboral
Prácticas antisindicales Organizando el sindicalismo en El Corte Inglés: “Nos dicen que hablemos en la calle por miedo”
Sindicatos de base tratan de organizar el sindicalismo en El Corte Inglés, conocido por favorecer a los sindicatos oficialistas y reprimir a los demás.
Sindicatos
Sindicalismo de base Escuela de Organizing de Labor Notes en Madrid
Labor Notes llega a Madrid con su primera Escuela de Organizing, un espacio para aprender a organizar, construir poder popular y transformar los lugares de trabajo.
alvarocirujanoh
6/6/2023 14:57

Creo que si es un problema generacional, la juventud menos sindicada de la historia reciente. La cultura de defender convenios y derechos laborales estar totalmente desaparecida en los menores de 35

0
0
Palestina
Genocidio No hay tregua para Israel, que multiplica sus ataques sobre la población de Cisjordania
Las Fuerzas Armadas de Israel han lanzado la operación “muro de hierro” sobre Jenin, donde se han producido más de diez asesinatos y docenas de detenciones en las últimas horas.
Palestina
Genocidio “Felicidad mezclada con mucha tristeza”, gazatíes en Egipto reciben las noticias del alto al fuego
Las personas palestinas refugiadas en Egipto celebran el alto el fuego aunque reconocen muchas dudas sobre el posible retorno a su tierra, toda vez que la campaña de Israel ha terminado con las infraestructuras y diezmado a las familias gazatíes.
Gobierno de coalición
Gobierno de coalición La derecha parlamentaria tumba el decreto que subía pensiones e Ingreso Mínimo Vital
El Congreso tumbará, salvo sorpresa de última hora, el decreto que establecía una subida de las pensiones y el ingreso mínimo vital. El PSOE no ha sido capaz de convencer a Junts para que apoye el texto.
Pensiones
Pensiones públicas El Gobierno y el PP sacarán adelante una reforma de las pensiones para incentivar el trabajo hasta los 72 años
Con apoyo de la patronal, los grandes sindicatos y el partido de Feijóo, el Gobierno aprueba hoy la reforma que permitirá retrasar de forma voluntaria la jubilación.
Estados Unidos
Crisis climática El portazo de EE UU al Acuerdo de París, una decisión que costará vidas
El magnate promulga en su primer día una batería de leyes anticlima y saca a Estados Unidos del plan global para frenar el cambio climático en el año en que el planeta ha sobrepasado los 1,5ºC de calentamiento.
Estados Unidos
Ola antigénero Trump, pasado y futuro del infierno que viven las personas trans en Estados Unidos
Aunque los atentados más graves contra los derechos trans en EE UU en los últimos años han venido de parte de los Estados, Trump empieza su mandato cargando contra el derecho a la no discriminación o los tratamientos médicos para el colectivo.

Últimas

Comunidad de Madrid
Sanidad a la madrileña Partos sin epidural y bebés en riesgo, la situación de la maternidad de La Paz llega a los juzgados
La plantilla del gran hospital madrileño denuncia la situación de la atención materno infantil por la escasez de personal, que ha llevado a situaciones límites como pausas respiratorias de recién nacidos que no fueron detectadas.
La madeja
La madeja Jano, el fantasma y el umbral
La mística del Año Nuevo (el tiempo de lo recién hecho, de lo intocado aún) tiene que ver, sobre todo, con aquello que necesitamos dejar atrás. Funciona como exorcismo y no como conjuro.
Análisis
Análisis Políticas de la muerte: la herida abierta del Mediterráneo
No toda muerte vale lo mismo.La desigualdad de los vivos se convierte en una jerarquía de los muertos, al punto que algunos ni siquiera cuentan.
Estados Unidos
El regreso de Trump Trump saca a Estados Unidos del Acuerdo de París y cierra la frontera con México
Con una batería de órdenes ejecutivas, Donald Trump declara la “emergencia nacional” en la frontera sur, indulta a 1.600 condenados por el asalto al Capitolio y saca a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud.
Más noticias
Libertades civiles
Preso político Liberado el activista sioux-chippewa Leonard Peltier: “Finalmente se ha acabado, me voy a casa”
El preso político que más tiempo llevaba encerrado en Estados Unidos ha visto conmutada su pena por arresto domiciliario en el último momento de la presidencia de Joe Biden.
València
València Los Centros de Juventud de València afrontan los recortes laborales del nuevo pliego
Los cambios impulsados por la Concejalía de Juventud amenaza con cierres matutinos, reducción de jornadas laborales y degradación de categorías profesionales para las trabajadoras.

Recomendadas

Galicia
Galicia La Xunta reparte 2,6 millones en 59 convenios con los grandes medios gallegos basándose en el “interés general”
En poco más de año y medio, las consellerías firmaron 59 convenios para la publicación de campañas y contenidos periodísticos relativos a sus ámbitos competenciales, reservándose el derecho a hacer observaciones en los contenidos.
Yemayá Revista
Yemayá Revista El feminismo saharaui, una lucha debilitada por el abandono de un pueblo
Pese a lo esencial de la lucha de las mujeres saharauis por reivindicar sus derechos y los de su tierra, 50 años de exilio y colonización han tenido impactos en los ejes patriarcales de los campamentos de personas refugiadas en Tinduf.
Migración
Derechos Humanos 2.465 personas han muerto o desaparecido intentando llegar a territorio español en 2024
El informe ‘Derechos humanos en la Frontera Sur’ de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía pone el foco este año en la situación de los asentamientos en Huelva y Almería donde viven más de 12.000 personas.
Laboral
Prácticas antisindicales Organizando el sindicalismo en El Corte Inglés: “Nos dicen que hablemos en la calle por miedo”
Sindicatos de base tratan de organizar el sindicalismo en El Corte Inglés, conocido por favorecer a los sindicatos oficialistas y reprimir a los demás.