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Opinión
Emociones en política y política emocional
En una época electoral exacerbada y polarizada como la que vivimos, las emociones parecen imponerse a las propuestas, las ideas o la razón. Esta circunstancia, no obstante, en el ámbito de la política no se circunscribe exclusivamente al periodo electoral, sino que cada vez más parece una estrategia de los partidos de extrema derecha y derecha extrema para que no se hable de aquello cuya promoción no les caracteriza.
Esto es, el impuso de los derechos y libertades de las mayorías. En esas condiciones lo más sorprendente es por qué la izquierda se deja contagiar, no elude o encauza acorde a sus postulados un discurso emocional que parece perjudicarle. Puede deberse también a una ausencia de capacidades, fundamentalmente mediáticas, de hacerle frente.
La extrema derecha y la derecha extrema proponen unas emociones fundadas en el miedo y el odio o rechazo al diferente. Emociones que facultan un voto irascible de los perdedores o apartados por el sistema
Por un lado, la extrema derecha y la derecha extrema proponen unas emociones fundadas en el miedo y el odio o rechazo al diferente, al otro. Estas emociones, que podríamos definir como primarias, facultan un voto irascible de los perdedores o apartados por el sistema, y, sobre todo, una abstención de posibles votos hipotéticamente proclives al aumento de derechos y libertades.
La abstención se puede deber a comprender como injustos que ese otro diferente tenga derechos, ayudas o libertades iguales o mayores a los míos, jalonado todo bajo un ambiente hostil impulsado por buena parte de los medios nacionales. Esta emocionalidad se conjuga con un discurso antisistémico que promueve la ya citada abstención, bajo el paraguas de que todos los políticos son iguales, discurso del que se beneficia siempre el político mentiroso o corrupto equiparado a los decentes bajo el paraguas común.
Ante aquella situación, la emocionalidad de la izquierda, fundada en el primigenio amor como principio esencial del progreso es una cuestión inherente y ligada a la promoción de derechos, libertades y seguridad que mejoren la vida de las mayorías. Esto es, un impulso de la esperanza de mejorar frente al miedo a perder lo poco que se posee en beneficio de otro en situación análoga a la tuya.
En un proceso continuo a lo largo de una legislatura en que se promueva la alegría y el amor como máximas vitales no debería ocurrir ese contagio de las emociones tristes
Debido a que contienen un fundamento más racional y no tan primario, resulta difícil de contraponerlo en un periodo electoral a las citadas pasiones primarias. En un proceso continuo a lo largo de una legislatura en que se promueva la alegría y el amor como máximas vitales, sea basado en acciones desde el gobierno o en reivindicaciones desde la oposición, no debería ocurrir ese contagio de las emociones tristes.
En periodo electoral, comprendiendo sus frenéticos ritmos y apremiante necesidad de dar la vuelta a encuestas adversas, no deja de ser llamativo que buena parte del contenido de la izquierda se funde en el miedo al recorte de derechos y libertades que vaya a provocar la derecha si gobierna, frente al posible discurso propio de esperanza y alegría por la ampliación de derechos y libertades. ¿Supone una asunción de que somos más primarios que racionales?