Opinión
Abierto por vacaciones: la paradoja Mr Wonderful

Hasta ahora han arrasado camuflando y aguando la ideología dura y sin cortar de sus proclamas. Seguro que una parte de su bien intencionado público quiere despertarse con una sonrisa, cumplir todas sus metas e, incluso, disfrutar del derecho básico de las vacaciones.
Mr Wonderful 2
Tienda Mr Wonderful en un centro comercial de la Comunidad de Madrid.

@Miguel_Gomez_

9 ago 2021 06:00

Al final de Fuencarral, al lado de la remozada estación de Gran Vía, en pleno centro de Madrid, en el núcleo de la España más dentro de España, se ha inaugurado, hace cosa de un mes, una nueva tienda. Es de la archiconocida y archiodiada franquicia Mr.Wonderful, y en el momento en el que la visualizo, a pesar de la pandemia y del lunes y quizá por el calor, está hasta arriba. Los clientes saben que pueden entrar gracias a un eslogan tan propio como sintomático y ofensivo: “Abierto por vacaciones”.

La marca se ha convertido en un icono de las frases de taza, y, por extensión, en una metonimia muy gráfica y sintética para referirse al reduccionismo facilón. Este abarca desde el oportunismo de cartulina al tuit ligero, pasando por la filosofía pop, el espiritualismo Deliplus y toda la amalgama de consignas positivas, baratas, individualistas y chupiguays de autoayuda, que lo mismo se te aparecen como estados de Whatsapp que como frases inspiradoras de grandes notables. Para ellas siempre hay hueco en lo alto de la portada de El Mundo y en la planta baja de la sede de Ciudadanos.

Los apóstoles de este credo suelen prodigarse en espacios patrocinados por BBVA o en las llamadas Ted Talks. Extrañamente, en ambos ha tenido altavoz y micrófono el autor Edgar Cabanas, coautor (junto a Eva Illouz) de uno de los trabajos más críticos con sus preceptos: el ensayo Happycracia. Cabanas, en una de esas charlas de caballo de Troya, enumera algunos de sus productos más acabados: el mindfullness, el coaching, la psicoterapia positiva, la literatura de autoayuda, los fármacos del bienestar, las aplicaciones de la felicidad para teléfonos móviles y las mencionadas “frases de optimismo impresas en camisetas y en las tazas del café”.

Si algo se ha aprendido de la mofa y el cabreo colectivo que provocan los neologismos y anglicismos que tratan de camuflar la precariedad (trabacaciones, coliving, impulso aventurero) es que pasarse de frenada puede conllevar un ‘efecto boomerang’ en el mercado de la opinión

Sabemos que no es anecdótico. Mark Fisher, en Realismo capitalista, llega a sostener que este “voluntarismo mágico” constituye “algo así como la ideología espontánea de nuestra época”. Parece, por tanto, que el, cuanto menos, polémico eslogan de “abierto por vacaciones” es solo una pieza más de un puzzle inmenso, del negocio de la industria de la felicidad, en expresión de William Davies. El escritor británico considera que “la felicidad, en sus distintas facetas, ya no es un simple añadido placentero a la prioritaria actividad de ganar dinero, o una aspiración New Age reservada a quienes tienen suficiente tiempo libre como para hornear su propio pan. El futuro del capitalismo de éxito depende de nuestra capacidad para combatir el estrés, la tristeza y la enfermedad, y reemplazarlos por la relajación, la felicidad y el bienestar”

¿Por qué? Davies lo explica con un ejemplo. “Uno de los asistentes al encuentro de Davos de 2014 hizo un comentario que contenía más verdad de la que probablemente reconocería: ‘hemos creado nuestro propio problema, que ahora estamos tratando de resolver’. Esta persona estaba refiriéndose de forma específica a que la diseminación masiva de los dispositivos digitales y la extensión de la semana laboral a veinticuatro horas al día siete días por semana había terminado por estresar tanto a los altos directivos, que éstos ahora se veían obligados a meditar para salvar las consecuencias” 

En resumen: hay que edulcorar con mesas de ping pong, playlist zen y escapadas de meditación que vas a trabajar más horas que un reloj. Mr Wonderful, sin embargo, puede esconder una paradoja. Javier Aracil, uno de los fundadores de la empresa española, reconoció en un podcast para emprendedores que parte de su éxito reside en que sus seguidores “son muy defensores de la marca” y que tienen tantos adeptos como “haters”. “Polariza mucho a la gente”, confirma. El plan funciona, ya que facturó más de treinta millones de euros en 2016

Pero… ¿es compatible esa polarización, ese eslogan tan provocativo con el ping pong y las playlist zen? Habrá quien piense que sí: que solo beben de una infusión ideológica cuyo éxito es incuestionable, y que una buena muestra de ello podría ser la insoportable cantidad de horas extra que realizamos. Sin embargo, si algo se ha aprendido de la mofa y el cabreo colectivo que provocan los neologismos y anglicismos que tratan de camuflar la precariedad (trabacaciones, coliving, impulso aventurero) es que pasarse de frenada puede conllevar un ‘efecto boomerang’ en el mercado de la opinión.

No les deseo ningún éxito a Mr.Wonderful, pero, para no tirarse piedras contra su propio tejado, quizá les vendría bien unas dosis de mesura. Hasta ahora han arrasado camuflando y aguando la ideología dura y sin cortar de sus proclamas. Seguro que una parte de su bien intencionado público quiere despertarse con una sonrisa, cumplir todas sus metas e, incluso, disfrutar del derecho básico de las vacaciones. Otra opción, claro, es que terminen de echarse al monte y contraten para su consejo de administración al jefe de gabinete de Ayuso. En ese caso, les sugiero que apuesten por mensajes más transparentes, como “abajo los derechos”, “café y latigazo, planazo” o, plagiando el de los seguidores de la NBA, “dormir es de cobardes”.

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