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Notas a pie de página
Luz y rabia
Un grupo de niños y niñas juega entre descampados y escombros en el East End londinense de posguerra. Suena la sirena de una fábrica. Dos obreros salen de trabajar y sostienen una conversación con lenguaje de signos. Los niños les ven a lo lejos y comienzan a seguirles haciendo chanzas, mientras los dos hombres siguen impávidos con su conversación. La imagen se desenfoca cada dos por tres, la iluminación es pobre y los planos cortan constantemente la cabeza de uno de los protagonistas. Pero da igual. Es difícil apartar la mirada de Together (1956), de ese Londres en ruinas y de los juegos callejeros de niños y niñas que hacen burlas y pedorretas a la cámara.
Together es una de las primeras películas del Free Cinema, un movimiento cinematográfico británico en el que lo importante no era que la forma fuese perfecta sino captar la realidad. Su autora, Lorenza Mazzetti —la única directora de esta corriente—, realizó la película con menos de 2.000 libras y la participación de sus amigos.
Mazzetti había llegado a Inglaterra después de la guerra. Huía de un terrible episodio que le marcaría de por vida. De niñas, Lorenza y su hermana Paola quedaron huérfanas y tras dar varios tumbos acabaron viviendo en la granja que su tía Nina y su marido, Robert Einstein (primo del famoso científico), tenían en la Toscana. Esos años felices con su nueva familia se truncaron con la guerra. En 1944, las tropas alemanas en retirada llegaron a la casa de los Einstein y preguntaron por el tío de Lorenza. Sabedor de que venían a por él, Robert se había escondido en el bosque. Cuando se enteraron de que no estaba, los nazis destruyeron la casa y mataron a la tía y las primas de Lorenza. Ella y su hermana se salvaron porque su apellido no era Einstein. Cuando Robert volvió a la casa y vio lo que había sucedido, se suicidó.
Años después, tras haber probado con el cine y con la pintura, Mazzetti volvió a Italia. La psiquiatra que la trataba por depresión le aconsejó escribir las memorias de esa infancia que la acechaba. El resultado fue El cielo se cae (Periférica, 2010), descrito como “un pequeño libro feroz”, pero también tierno y divertido. La Italia fascista y la contienda forman parte del paisaje que describe la niña protagonista, que juega a la guerra con sus amigos y escribe redacciones sobre el Duce en clase. A El cielo se cae le seguiría una continuación, Con rabia (Periférica, 2017), narrada esta vez por una adolescente enfurecida.
A Lorenza Mazzetti se puede llegar por muchas vías. En mi caso fue a través de Verano, la última entrega del Cuarteto estacional de Ali Smith (Nórdica), que también consigue iluminar tiempos sombríos. En 2016, espoleada por los resultados del referéndum que aprobó el Brexit, Ali Smith se impuso la tarea de publicar una serie de novelas que respondiesen a la urgencia del presente. Ese mismo año aparecía Otoño, la primera entrega del Cuarteto, y los años siguientes le siguieron otras tres, cada una publicada en su estación correspondiente.
En estas cuatro novelas cortas, Ali Smith no se plantea hacer una sesuda exploración de las razones que llevaron a los británicos a aprobar el Brexit, sino algo mucho más difícil. En el Cuarteto, el clima social del Reino Unido está presente en el escenario, se cuela en las conversaciones o en los paseos de los personajes. Los centros de internamiento, el cambio climático, el fascismo o el confinamiento forman parte del paisaje, pero la autora consigue crear una narración política, luminosa y llena de esperanza. En las novelas nos encontramos personas que han sido seducidas por el discurso del Brexit pero a las que Smith no da por perdidas, como ese adolescente superdotado que sufrió bullying y ahora se declara fan de Boris Johnson, para escándalo de su familia. Pero también respuestas hermosas, como esa suerte de Ferrocarril Clandestino del siglo XXI formado por activistas que se dedican a liberar personas de los Centros de Internamiento. Porque, como dice Gonzalo Torné, el tema del Cuarteto estacional es la dificultad del bien, “su audacia, la madurez que exige, en un entorno en el que la política se ha brutalizado”.