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Memoria histórica
Artimañas y trucos guerrilleros para sobrevivir en la sierra
Saludos cuadrilla, aquí estamos de nuevo. Esta vez me asomo con un viejo artículo, que colgué cuando este proyecto caminaba las sendas del Diagonal. Dado que hace mucho tiempo de ello, que creo que ahora me lee gente nueva y que el contenido es bastante interesante, vuelvo con él. Así que trataremos de desvelar como se conseguía alargar un poco la vida en el monte, a la vez que se trataba de eliminar cuantos más riesgos posibles. Hoy seguimos las rutinas cotidianas de la vida en la sierra.
Empezaremos hablando un poco del día a día de los huidos y guerrilleros en la sierra, los quehaceres, tácticas, prácticas y demás cosas básicas que para unas personas serán conocidas y para otras no.
Decir que eran recomendables los grupos pequeños, tanto para poder actuar y ocultarse, como a la hora de conseguir víveres u otros objetos necesarios para el devenir de la partida. Que generalmente se actuaba en las tierras cercanas a las que se había vivido, lo que proporcionaba no solo la ayuda de familiares y amigos, sino un gran conocimiento del entorno, imprescindible para la supervivencia en la sierra.
Las acciones que mayoritariamente realizó la guerrilla, fueron atracos y secuestros con el fin de conseguir dinero, provisiones y armas, pero también se dedicaron a ejecutar a falangistas, o gente de derechas que destacaba en la represión contra sus paisanos. Sabotajes y ocupaciones de pueblos se sumaban al catalogo guerrillero. La mayoría de estas acciones se realizaban al caer la noche para tener posteriormente bastantes horas de oscuridad para poder alejarse de la zona afectada.
La movilidad era otra de sus grandes bazas. Pocos grupos tuvieron campamentos estables, pues era peligroso transitar mucho una misma zona. Después de cada golpe era más que recomendable poner tierra de por medio con el lugar de la acción, para evitar la movilización de las fuerzas represivas. Disponían por lo general de una variedad de corrales, cortijos, invernales, massías, cuevas, etc, según el ámbito geográfico donde desarrollaran sus aventuras y desventuras, para poder descansar, ocultarse o preparar nuevos golpes, contradiciendo la imagen de que siempre estaban a la intemperie. Eso si, cuando les tocaba (a unos grupos más que a otros) cargaban entre sus enseres con unos hules o mantas, que con la ayuda de unos palos se convertían en sencillas tiendas de campaña.
Las marchas eran nocturnas, siempre con uno o dos miembros de avanzadilla, por si se encontraban con contrapartidas o grupos de guardias haciendo la espera para que no fuera interceptado todo el grupo. Siempre se caminaba en silencio, sin fumar, evitando pueblos o casas de campo para no alertar a los perros y que estos ladraran, o llevando azucarillos para estos y que los conocieran para próximas veces. A los conflictivos se los envenenaba.
Se evitaban los sembrados y zonas de hierba alta, pues quedaba marcado el surco por donde pasaba el grupo. En caso de escarcha, se dejaba de andar un par de horas antes del amanecer para evitar los rastros y si había nieve no se podía caminar. En los caminos polvorientos se borraban los rastros con ramas. Los días de niebla también se procuraban evitar, si bien por un lado es un camuflaje perfecto, nunca sabes cuando va a levantar, pudiendo quedar el grupo en una localización muy delicada y totalmente al descubierto.
Los puntos más peligrosos eran los puentes, pues casi siempre estaban vigilados por la guardia civil. Lo más aconsejable era vadear los ríos, pero no siempre era posible, o por el caudal, o por el frío, o por la causa que fuera, entonces se vigilaba el puente durante todas las horas posibles y se atravesaba de noche. Si no había total seguridad de que no había vigilancia, se solían arrojar alguna piedra al río, pues si se alertaban los guardias, normalmente se oía el cerrojo de algún fusil.
Durante las horas de luz se descansaba y se hacía guardia por turnos. También por turnos se iba a por agua o se hacían diferentes labores. Si durante estas horas eran descubiertos por pastores, cazadores u otras personas, estas eran normalmente retenidas hasta el anochecer, entonces, se les dejaba marchar. Cuando se realizaban acciones en pueblos o casas de campo, normalmente se tomaba la salida en dirección contraria a la que iban a tomar, como medida de distracción y poco a poco se iban orientando hacia el rumbo correcto.
Respecto a la comida, esta, normalmente provenía de lo que conseguían los enlaces, o de lo que obtenían en sus golpes. También se entraba en casas de campo y se pedía que se les preparara comida, habiendo grupos que la pagaban y otros que no. Cuando cocinaban ellos, había que tener mucho cuidado con el humo, existían algunos trucos como usar solo las ramas ya secas y muertas de los árboles, hacer hogueras muy pequeñas, o quemar enebro o jara sin corteza si lo había. Otros grupos usaban carbón, por el poco humo que producía.
Otro gran problema era el de la salud. Se llevaba, siempre que podían, un botiquín básico (vendas, aspirinas, yodo) con medicinas que conseguían en alguno de los golpes económicos, y hierbas medicinales procedentes de la sabiduría popular. Aun así la gente podía morir en el monte por una simple gripe o pulmonía. Algunos grupos dispusieron de médicos, porqué unos pocos galenos se echaron al monte, y otros, por conocer a algún sanitari0 colaborador en su zona de actuación, aun así, fueron los menos. Muchas veces se forzaba a alguno de ellos a intervenir a un compañero. Comentar el caso de la tos, cuando alguien la padecía, tenía que estar siempre con un pañuelo metido en la boca, para minimizar en lo posible el ruido producido.
El tema de la higiene también era peculiar, no podían lavarse con jabón, pues la espuma no desaparecía en una larga distancia. Si bajaban al río lo hacían de noche y nunca se desnudaban enteros por si eran descubiertos, otra manera era lavarse por partes en el campamento. Para las ropas, hacían un agujero en el suelo, lo cubrían con una piel de oveja y lo llenaban de agua, esa era su lavadora. Otros grupos llevaban la ropa de vez en cuando a los puntos de apoyo para su lavado y zurcido. El olor corporal a sudor, tierra y miedo siempre acompañó a la guerrilla, de hecho era uno de sus salvoconductos ante los enlaces, las contrapartidas nunca olían igual de fuerte.
El contacto con otros grupos o con los enlaces se realizaba por medio de las llamadas estafetas. Estas eran lugares concretos como un agujero en un tronco, un hueco tras una piedra, en fin, lugares ocultos donde poder dejar escondido un mensaje, aconsejablemente metido en una botella o lata para que la humedad o el clima no lo destruyera.
El armamento era otra de las grandes dificultades con las que se encontraban. Buena parte de las armas de la guerrilla eran escopetas de caza, algunas pistolas, granadas de la guerra civil y escasa munición. Uno de los métodos habituales para aumentar el arsenal, era el asalto a casas de somatenistas, falangistas o elementos de derechas, pues estos solían estar armados. En algunas ocasiones se actuó contra patrullas o cuartelillos de la guardia civil, o se asaltó algún depósito de explosivos en cuencas mineras, pero no era lo normal. Desde Francia y Argelia también llegaron armas conseguidas durante la segunda guerra mundial, como la mítica metralleta Stenn, pero por desgracia para los guerrilleros, pocos de ellos contaron con ametralladoras o subfusiles. Respecto a los explosivos, a parte de la dinamita que se compraba o robaba en las minas, el más empleado fue el Plastic y las granadas, también provenientes de los españoles que actuaron en la resistencia francesa o algunos restos de material de la guerra civil .
En caso de que el grupo fuera descubierto por la guardia civil y dispersado, se recurría a las imitaciones de sonidos animales o se acudía a estafetas anteriormente decididas para poder reencontrarse. Si alguien era apresado, debía aguantar un mínimo de tiempo antes de cantar para que sus compañeros pudieran alejarse y reagruparse.
El dinero que se conseguía en atracos y secuestros se repartía de diferentes formas según grupos y agrupaciones. Muchos de los primeros repartían la totalidad de la suma equitativamente entre sus miembros y hacían llegar lo posible a sus familias. En las agrupaciones, la mayor parte de la suma era destinada al partido y propaganda, y el resto se dividía entre los miembros de la misma. En los grupos urbanos catalanes, que normalmente vivían en Francia, quitando los gastos necesarios para los viajes y acciones, la mayor parte del dinero iba destinado al apoyo a los presos y sus familias y otra parte era para el sindicato y sus medios de comunicación.
A parte de los golpes económicos, que era a lo que más se recurría, tanto las agrupaciones guerrilleras, como varios de los grupos tuvieron una especial dedicación a la propaganda, lo que llevo algunas multicopistas a la sierra. Casi todas la agrupaciones tuvieron su portavoz escrito. También se ocupaban pueblos y se daban mítines políticos, se hacían pintadas o se colocaban banderas. Con respecto a estas últimas, a veces se dejaban en cruces de caminos o lugares concurridos y se les adosaba un explosivo trampa, que saltaba al retirar la bandera el guardia de turno. Como métodos curiosos, mencionar el mortero adaptado para disparar tacos de octavillas que utilizó Quico Sabaté, los paquetes de propaganda humedecida encima de taxis o tranvías, que al irse secando por el movimiento de vehículo se esparcían por la ciudad, o la más básica pero igualmente eficaz voladura de postes eléctricos, pues en muchas zonas cuando se iba la luz era sinónimo de que la guerrilla estaba cerca…
Fuentes: Kyklos Alpha (Kostas Floros), La resistencia armada contra Franco (Francisco Moreno Gómez), L´ombra del maquis (Jaume Serra Fontelles), Luchadores del ocaso (Ramón García Piñeiro), Cordillera ibérica (José Montorio Gonzalvo), Guerrillas españolas. 1936-1960 (Pons Prades), Maquis. Historia de la guerrilla antifranquista. (Secundino Serrano) y El ejercito guerrillero de Andalucía. (Eusebio Rodríguez).