Música
La discográfica del “puto punki” Joni D. cumple 20 años resistiendo al “monopolio insufrible” del ‘streaming’

Kasba Music celebra en 2024 dos décadas de existencia y resistencia como compañía discográfica a la antigua usanza en unos tiempos de enormes cambios en la industria musical.
Joni D. y Amparo Martín
Joni D. y Amparo Martín, creadores de Kasba Music. Foto: Antonio Benítez

En 2004 no existían Spotify ni YouTube y la relevancia que iban a adquirir años después las plataformas para escuchar música mediante streaming se intuía, pero generaba dudas. Se puede decir que el disco físico —en formato cd, ya que el vinilo no había llegado a esa segunda juventud que disfruta actualmente— aún era la unidad de medida del consumo musical. Ese año comenzó un proyecto entre lo empresarial y lo vital que, en 2024, está soplando 20 velas para celebrar que sigue vivo: Kasba Music, la discográfica fundada por Joni Destruye, conocido como Joni D., y Amparo Martín que ha sido testigo de la enorme transformación de la industria musical en estas dos décadas.

Para conmemorar el aniversario, Kasba ha ido publicando un disco al mes desde enero, en vinilo y en una iniciativa que, de alguna forma, resume la trayectoria del sello: un directo de la Kontrabanda de Fermin Muguruza en enero; en febrero un inédito de Pixamandúrries —uno de los grupos en los que tocó Joni D.—; un recopilatorio con músicas vinculadas con Kasba como Amparo Sánchez, Marinah, Aiala o Nakany Kante en marzo; una grabación inédita de los pioneros del punk en Granada TNT en abril; en mayo salió Catalunya explota, una muestra de grupos actuales catalanes que le dan al hardcore y al punk; y una reedición de Maniática llegará en junio. En la segunda mitad del año, publicarán un homenaje a Ferrán Sahún, hermano de Joni D. y miembro de Anti/Dogmatikss; otro al músico vasco Iñigo Muguruza y también recuperarán discos de grupos emblemáticos para Kasba como La Kinky Beat y Color Humano. Ruido punk, música sin miedo a la mezcla y algo de gusto por las raíces como muestra de un catálogo que se acerca a las 250 referencias publicadas.

“Ahora somos empresarios porque el mundo capitalista te empuja a ello y no hay alternativa si quieres vivir de ello, no queda más remedio, pero estamos por el tema cultural, es lo que hemos priorizado siempre”, dice Joni D.

“Es un proyecto de vida —comenta Joni D.—, ahora somos empresarios porque el mundo capitalista te empuja a ello y no hay alternativa si quieres vivir de ello, no queda más remedio, pero estamos por el tema cultural, es lo que hemos priorizado siempre”.

La dedicación profesional de ambos a la música es anterior a la creación de Kasba. En 1996, la banda plurinacional Color Humano se instala en Barcelona, donde Joni D. les busca piso y local de ensayo. Empieza también a ejercer de mánager mientras Amparo Martín se encarga de las fotos del grupo y hace que Joni descubra otros sonidos. “Yo era un puto punki y de ahí no salía —recuerda entre risas—, lo más alejado del punk que había en mi vida era Barricada. También otros clásicos como Ramoncín, que hace unos años era completamente imposible de reivindicar pero yo vengo de eso. Amparo aportó una mirada amplia alrededor de la música, no era una persona musicalmente sectaria como era yo”.

Joni D. había sido un nombre importante durante los años 80 en la implantación del punk en Barcelona, como atestigua su libro Que pagui Pujol! Una crónica punk de la Barcelona de los 80, recientemente reeditado por Manifest tras ser publicado en catalán por La Ciutat Invisible en 2010 y un año después en castellano. A los 14 años empezó a hacer fanzines, a colaborar en la revista Rock Espezial, montó con su hermano Ferrán Anarchi Records, donde publicaron la maqueta de Desechables y el single de Kangrena, también cantó y tocó el bajo en varios grupos. Un puto punki, en resumen. Entre 1991 y 1996 trabajó en el departamento internacional de la discográfica independiente Tralla Records. Y en Hace Color, la agencia de comunicación y management que montó junto a Amparo Martín, llevaron la comunicación en Catalunya de Esan Ozenki y Metak, los sellos impulsados en el País Vasco por Fermin Muguruza. Tralla y Esan Ozenki fueron guías en las que se inspiraron para crear Kasba Music en 2004.

Con ese bagaje forjado en la autogestión y en el trabajo en los márgenes de la industria musical, se lanzaron a la piscina de fundar una compañía discográfica cuando otro agente estaba apareciendo en escena con fuerza: “Montamos Kasba sabiendo que existía Napster, que existía MySpace, hoy nadie se acuerda de ellos, y teníamos claro que internet era una oportunidad de abrir espacios, darte a conocer en otros países de una manera rápida, pero también sabíamos que la ‘piratería’, ese concepto de cuando se creó internet, había ayudado a acabar con esos proyectos tan potentes como eran Tralla y Esan Ozenki”.

“Llegamos a ser cinco personas contratadas, y publicamos hasta 17 discos en un año. De repente, Amparo y yo nos dimos cuenta de que no estábamos disfrutando de nuestro trabajo, que estábamos obligados a mantener unos salarios, a producir un dinero… Pero no era eso lo que queríamos”, recuerda Joni D.

Joni D. explica cómo fue la aventura de montar una empresa y recuerda la evolución que Kasba ha seguido, desde ese punto de vista: “Nos habría gustado hacer una cooperativa, pero en ese momento en Catalunya para hacer una cooperativa se necesitaban cinco personas. Eso era un suicidio, así que nos vimos obligados a hacer una S.L. Quienes trabajábamos éramos Amparo y yo. Publicamos los dos primeros discos, de La Kinky Beat y Cheb Balowski, funcionan, vendemos 10.000 copias entre los dos y todo en la sociedad capitalista te empieza a empujar para crecer, hacerlo más grande, sacar más discos… Llegamos a ser cinco personas contratadas, y publicamos hasta 17 discos en un año. De repente, Amparo y yo nos dimos cuenta de que no estábamos disfrutando de nuestro trabajo, que estábamos obligados a mantener unos salarios, a producir un dinero… Pero no era eso lo que queríamos. Teníamos que priorizar la pasta porque si no, no salían los salarios. Todos cobrábamos lo mismo, aunque ella y yo fuéramos los jefes. Decidimos que Kasba tenía que decrecer y sin forzar nada, sin despedir a nadie, volvimos a quedarnos los dos solos, publicar cinco o seis discos al año para volver a disfrutar de la música”.

En 2024, Kasba sobrevive haciendo equilibrios entre la venta en soporte físico, especialmente en vinilo, y las migajas que llegan desde las plataformas de streaming. Las cuentas salen, en gran parte por el regreso del vinilo, un formato degradado hace años por los mismos motivos por los que ha regresado: los manejos de las grandes corporaciones del negocio musical. Joni D. tiene una teoría al respecto: “Siempre he creído que el cd fue una herramienta utilizada por las multinacionales, especialmente por Sony, propietaria de la patente, para cargarse a muchos sellos pequeños que no tenían la fuerza económica para reinventarse, rehacer sus estructuras… Hoy el cd está completamente muerto, el vinilo ha vuelto y obviamente el poder económico está en las plataformas, bajo unas condiciones insufribles de monopolio compartido, por llamarlo de alguna manera. Llevamos nueve años haciendo vinilos. De la venta física en el primer semestre del año pasado, el 20% era ingreso de venta de cd y el 80% de venta de vinilo, teniendo en cuenta que tenemos un catálogo de 230 cd y 35 vinilos”.

Mestizaje y mucho más

Musicalmente, Kasba ha bebido de la mezcla de los intereses de ambos y de poner la oreja a lo que sonaba por Barcelona, formando un catálogo sin prejuicios en el que ha cabido casi de todo, incluidos sonidos new age, copla, música tradicional catalana o trap. “El proyecto de Kasba de principio era clarísimo: sacar el primer disco de La Kinky Beat y, acto seguido, el último de Cheb Balowski, un disco que publicamos sabiendo que el grupo se iba a separar a los seis meses. Hicimos una gran inversión, habíamos sido sus mánagers y queríamos darnos el gustazo de publicar ese último disco. De manera natural nos empezaron a llegar las propuestas que en ese momento estaban en la calle en Barcelona, que giraban el 90% en torno al mestizaje. Pero teníamos claro que queríamos hacer un sello ecléctico, juntar muchas músicas. Los primeros discos tienen mucho que ver con el mestizaje, pero a los tres años sacamos el doble en directo de Rábia Positiva, luego el disco de rap del cantante de Narco”, recuerda Joni D.

Un nombre propio relevante en los veinte años de la discográfica es La Pegatina, cuyos tres primeros álbumes llevaron la etiqueta de Kasba antes de firmar por la multinacional Warner. “Crecimos juntos con La Pegatina —valora—. Nos dimos cuenta de que Kasba necesitaba pegar un pelotazo cada dos o tres años para poder mantener un proyecto como este, donde el 70-80% de los discos dan pérdidas. Necesitamos que un 5% de los discos den beneficios para que estos reviertan sobre el proyecto. De La Pegatina somos súper amigos, se han portado con Kasba como muy pocos grupos”. Joni D. también asegura que en Kasba la relación con los artistas se regula de palabra y luego mediante contrato, de duración nunca superior a un disco. “No quiero obligar a nadie a hacer algo que no le apetezca ni quiero que me obliguen a hacer cosas que no me apetezcan”, explica.

Además de la creación de Kasba y el lanzamiento de los dos primeros discos, Joni D. destaca tres momentos “importantes para la autoestima” en la trayectoria de Kasba. El primero sucedió en 2010 cuando un día sonó el teléfono en la oficina. “Lo cojo y una voz al otro lado me dice ‘hola, soy Jesús Arias, te llamo de Granada, tengo un disco grabado y me han dicho que lo tienes que sacar tú’. Me quedé un poco colapsado, el corazón se me aceleró y le pregunté si era Jesús Arias de TNT. Cuando me dijo que sí, pensé que ya me podía morir. Siempre fui muy seguidor suyo. Con 14 años le hice alguna entrevista para mis primeros fanzines, era muy fan de TNT, Manifiesto Guernika es el álbum de punk del Estado español que más me ha influenciado. Los conocí con 15 años cuando vinieron a tocar en 1983 a una sala que se llamaba Las Rías. Perdimos el contacto cuando el grupo se separó. Sacar el disco de Quasar fue magnífico”. El segundo fue en 2012, cuando Amparo Sánchez, anteriormente conocida como Amparanoia, les propone publicar su disco Alma de cantaora. Y el tercero sería el lanzamiento en 2016 de Black is beltza ASM Sessions, de Fermin Muguruza.

Explota, explota mi corazón

De los discos que componen la celebración del vigésimo aniversario de Kasba llama la atención Catalunya explota, una recopilación de ocho bandas catalanas actuales de punk y hardcore que ha llegado a tiendas en mayo. Con la mirada puesta en el pasado —Barcelona explota fue la primera referencia de Tralla en 1991—, pero con vocación de futuro ya que, según Joni D., estos ritmos son una de las apuestas de Kasba. Una decisión sorprendente, teniendo en cuenta que el hardcore y el punk no parecen estar entre las preferencias musicales de la juventud. Él, sin embargo, lo refuta: “Hay materia prima y hay mucho público, en Catalunya hay pueblos de 5.000 habitantes que tienen tres bandas de hc/punk”.

Siendo uno de los protagonistas de aquella movida de las crestas en la Barcelona previa al “Amigos para siempre”, Joni D. analiza cómo fueron aquellos movimientos, en unos tiempos muy distintos a los presentes: “Pre-Barcelona 92 fuimos quienes, entre comillas, nos inventamos esto aquí. En el punk y el primer hardcore en el Estado español había un triángulo marcadísimo —Madrid, País Vasco, Barcelona—, con una diferencia filosófica importante: en Madrid estaban los pequeños sellos independientes que le dieron un impulso importantísimo. En 1982 y 1983, La UVI, Toreros After Olé, Larsen, La Broma de Ssatán, PVP, todos sacaron disco. En Barcelona durante esos años solo sacaron un single Último Resorte y Kangrena. Y en el País Vasco hay una estructura político social que da cobertura al movimiento a partir de 1985 que hace que los primeros grupos puedan tener su LP con un sonido de narices. En Barcelona había ese concepto anarquista autogestionario y los grupos se hacen sus casetes y algunos van a Italia a fabricar sus primeros singles. En los otros territorios esa impronta libertaria no estaba tan presente”.

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