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Música
El sonido de las bombas en el Ulster
Nueva York tenía los grupos, Londres la ropa, pero Belfast tenía el motivo. El punk surgió de lo imposible en Irlanda del Norte en los años más crudos del conflicto armado, que la amenaza del Brexit ha hecho reavivar. Pero no solo el punk se inspiró en los años más sangrientos en Irlanda: desde Boney M a Orbital también abordaron el conflicto.
A nadie en Inglaterra le interesaban los grupos salidos de Irlanda del Norte por no ser ingleses. Tampoco en Irlanda, no eran irlandeses. Pocos acudían a territorio norirlandés en los tiempo de conflicto, ni los Sex Pistols se atrevieron. En un entorno adverso, en una ciudad literalmente cerrada por las noches por las doce puestas del Anillo de Acero, surgió una escena imposible en tiempos en el que se el simple hecho de querer divertirse ya era un acto político. “Nothing for us in Belfast”, cantaban Stiff Little Fingers.
La línea divisoria en Irlanda del Norte ha sido uno de los puntos más espinosos de todo el proceso del Brexit. El objetivo, evitar una frontera física que rompiera el consenso de los Acuerdos de Paz del Viernes Santo de 1998, cuando se hizo invisible después de treinta años de conflicto armado. The Troubles, Los Problemas, un eufemismo puramente británico para denominar una guerra civil en toda su magnitud. Cuando en 1969 los soldados británicos pisaron Irlanda por primera vez desde 1922, la respuesta popular armada a la ocupación militar dejó 3.500 muertos.
Más de 2.000 llegaron en la primera década. “Irlanda del Norte en los años 70 era un lugar horrible”, explica el periodista Stuart Bailie. “El centro de Belfast quedaba desierto por las noches y la gente socializaba a las afueras. Había militares por todas partes. Como adolescente era casi excitante, como vivir en una película de acción. Pero el estallido del punk me hizo cuestionarme muchas cosas. Este era el mensaje de Stiff Little Fingers en ‘Alternative Ulster’, crear un futuro propio, un mensaje propio, dejar de lado cualquiera de los dos bandos”.
Después de 30 años de paz, la brecha amenaza con abrirse de nuevo en Irlanda del Norte. La apabullante victoria de Boris Johnson el 12 de diciembre quedó contrarrestada por el auge de los opositores al Brexit, que por primera vez suman más escaños que los unionistas probritánicos del Democratic Unionist Party (DUP) que perdieron dos de sus diez escaños. El Sinn Féin mantuvo los siete representantes que nunca acuden a Westminster al negarse a reconocer la corona. El SDLP, el Partido Socialdemócrata y Laborista, conservó sus dos escaños.
En los años de más tensión entre ambos bandos, tres chicos católicos y uno protestante alzaron su voz por un Ulster alternativo. Las canciones de Jake Burns al frente de Stiff Little Fingers eran el relato de la juventud y la adolescencia truncadas por el conflicto armado, de la falta de diversión y de perspectivas real. No como las de aquellos punks de Charing Cross quejándose de sus problemas en las calles, pero que nunca vieron hombres con pasamontañas detrás de una barricada.
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“Cuando pones el punk en una ciudad como Belfast se convierte en una idea, en un concepto”. Stuart Bailie firmó en 2018 Trouble Songs: Music and Conflict in Northern Ireland. No es un libro sobre el punk, pero el punk predomina. “Moralmente fue algo fascinante en muchos aspectos. Mucha gente decidida a unirse a grupos paramilitares se compró un disco de Stiff Little Fingers y cambió de idea. La música salvó vidas en Irlanda del Norte y también almas. Literalmente, cambió la vida de mucha gente”.
Los sellos de Londres recibieron en 1978 un paquete con el mensaje “Suspect Device”, el mismo que utilizaba el IRA en sus paquetes bomba. Era el primer single del grupo, con “Wasted Live” en la cara B. Le seguiría “Alternative Ulster”, en el que cantan “take a look where you’re livin’”, para sintetizarlo todo. En su “Johnny Was”, inspirada en Bob Marley, trasladarían el conflicto de las calles de Kingston a las de Belfast. Inflammable Material, su primer LP, fue el primer disco completamente independiente en colarse en el Top 20 británico.
“Nueva York tenía los grupos, Londres la ropa, pero Belfast tenía el motivo”, proclamó Terri Hooley, el Tony Wilson, el Malcolm McLaren, el Alan McGee norirlandés. Todo movimiento necesita un catalizador y este hippy reconvertido a punk tras los disturbios del primer no concierto de The Clash en el Belfast Hall, que obligaron a cancelarlo, se convirtió en el actor fundamental de la escena. Hooley se atrevió a abrir una tienda de discos en el centro de la ciudad, en Great Victoria Street, la conocida como bomb alley, la calle más bombardeada de Europa.
A modo de 24 Hour Party People, cómica y nada trágica, la historia de Terri Hooley saltó a la gran pantalla en Good Vibrations, el nombre de su tienda (que tomó de la versión de los Troggs de la popular canción de los Beach Boys). Montaba los conciertos del Harp Bar, al límite del Muro de Acero, y en su sello, también llamado Good Vibrations, se editaron los primeros singles de Rudi, “Big Time” o “Just Another Teenage Rebdel” de The Outcasts, pero sobre todo “Teenage Kicks” de los Undertones.
John Peel se los llevó, literalmente a la tumba. Teenage dreams so hard to beat se puede leer en epitafio de su lápida. Fue la única canción que el gurú del indie pinchó dos veces seguidas en su show de la BBC y lo hizo con lágrimas en los ojos. “¿No es el disco más bonito que habéis escuchado en vuestra vida?”, dijo en antena. También cerraba con ella sus sesiones de dj. Católicos, de Derry, The Undertones cantaban a los problemas adolescentes comunes, aunque el día de la muerte de Bobby Sands, tras 66 días en huelga de hambre, interpretaron “It’s Going To Happen” con brazaletes negros en el Top of The Pops.
Ciarán Canning nació en Belfast en 1977, en una familia católica de clase trabajadora y actualmente es coordinador de inglés de la Escola d’Idiomes Moderns de la Universitat de Barcelona y dj ocasional. Su década fueron los 90. “Todo era realmente aburrido. El conflicto seguía ahí, así que no nos movíamos muy lejos o nos pasábamos las tardes encerrados en casa. Había pocos canales de televisión, así que no había mucho que hacer. Así entré en la música, para pasar el tiempo. El punk era legendario para nosotros. Recuerdo un concierto solidario de Joe Strummer en los 90 repleto de punks veteranos. El ambiente era eléctrico. La ciudad siempre mantuvo el espíritu punk. El concierto de Nirvana en Belfast fue un acontecimiento. Kurt Cobain dijo que la ciudad estaba hecha para el punk”.
Nada musicalmente emocionante había pasado en Irlanda del Norte desde los tiempos de Them. El punk canalizó el angst adolescente, la rabia, la frustración y la indignación, y desafió el orden establecido sin un posicionamiento político entre una generación. Grupos como Rudi cantando a los disturbios en la visita de The Clash en “Cops”, The Outcasts, Ruefrex, Protex o The Tearjakers sí que responden a aquello tan británico del local heroes.
UNA CALIFORNIA EN HIGH STREET
Cuando los Troubles estallaron en Irlanda, Van Morrison ya había grabado “Brown Eyed Girl” y Astral Weeks en Nueva York y a George Best 23 años le habían bastado para convertirse en el mejor futbolista británico de la historia y en un icono pop. Belfast había vivido un tardío Verano del Amor. Hippies, granjeros amantes del ácido, tiendas de intercambio, buscavidas y todo tio de artistas daban vida a High Street.
“El rollo paz y amor cuajó mucho. Them y Van Morrison ya eran conocidos, Rory Gallagher tocaba por todas partes. La gente se movía de un lado a otro de la ciudad, en una ciudad siempre muy marcada por la creencia religiosa de cada área. Era una ciudad floreciente, pero todo se detuvo de forma brusca”, recuerda Stuart Bailie.
En Astral Weeks, Van Morrison había comenzado a documentar su bucólica nueva vida americana, pero el estallido del conflicto hizo que regresara emocionalmente a Irlanda en “Saint Dominic’s Preview”, canción que da título al disco de 1972, con una referencia directa a la Flags And Emblems Act en Irlanda del Norte. El Radical Chic de los primeros años de los Troubles también contó con Paul McCartney y sus Wings, prohibidos en las radios por su “Give Ireland Back To The Irish” o John Lennon cantando “you Anglo pics and Scotties” en “Sunday Bloody Sunday”, el Domingo Sangriento de los catorce manifestantes desarmados asesinados por el ejército británico en Derry, al que U2 volvería años más tarde.
A lo largo de los años, con moderado acierto y menor perspectiva, grupos de toda clase, como Boney M (“Belfast”), Bananarama (“Rough Justice”), Spandau Ballet (“Through The Barricades”), The Police (“Inisvible Sun”), Simple Minds (Belfast Child), Elvis Costello (“Oliver’s Army)” o Madness (“Michael Cane”) han abordado el conflicto en Irlanda del Norte. Stuart Bailie pone el filtro. “No me importan nada Simple Minds o The Police. Hubo muchas bravatas liberales en los 80, mezcladas con stadium rock. No hubo sutileza. La mayoría de ellos hicieron videos terribles. Casi siempre en blanco y negro. Inevitablemente, había un niño corriendo a cámara lenta por el páramo urbano”.
PAZ EN IRLANDA
Los muros se mantienen todavía en Belfast como recordatorio del camino a recorrer en la reconciliación. En plena negociación del Brexit, los históricos acuerdos de paz firmados el 10 de abril de 1998 celebraron las dos décadas. Por primera vez, Gerry Adams, líder del Sinn Féin, y David Trimble, máximo responsable del Partido Unionista del Ulster (UUP) se sentaron en una misma mesa. Adams y su número dos, Martin McGuinness, pisaron también por primera vez Downing Street desde que Michael Collins aceptara la división de Irlanda en 1921 para reunirse con Tony Blair. El Primer Ministro británico; Bill Clinton, que visitó la isla hasta en tres ocasiones; y el senador estadounidense George Mitchell fueron clave en las negociaciones.
Los 90 fueron la década de Ciarán. “Ningún joven quería hablar de política. La política estaba en todas las partes y nosotros solo queríamos pasarlo bien, liberarnos de la política en la que la generación anterior nos obligaba a meternos. La mayoría de los jóvenes solo quería salir de aquello, vivir, charlar con la gente… ¡las escuelas no eran mixtas! y en general hacer lo que hacían los jóvenes de todo el mundo”.
Un mes después de los acuerdos, el Waterfront Hall de Belfast acogió un concierto a favor del ‘Sí’ en el referéndum convocado para refrendarlos. Ash, de Downpatrick (Irlanda del Norte), y U2 subieron en el escenario en el que Bono dejó una de las imágenes para la historia del proceso del paz alzando los brazos de Adams y Trimble, por primera vez juntos en público, en señal de victoria.
“La música siempre ha estado ahí”, asegura Stuart Bailie. “Literalmente influyó en el resultado del referéndum y ahí sigue ahora en lucha por los derechos LGTBI, los derechos reproductivos, contra el sectarismo y contra el fundamentalismo en la política”. En la Irlanda del Norte actual, Sister Ghost, Gender Chores, Hand Models o Strange New Place mantienen viva la lucha de la generación punk original.
Aunque, por mucho que le pese a Bono, sin salir en la foto, David Holmes y el acid house jugaron un papel más determinante en el camino hacia los acuerdos de 1998. Mientras The Cranberries se hacían globales con su “Zombie”, la fraternidad, convivencia y tolerancia de la cultura rave acabaron por desmarcar a una joven generación del conflicto político y religioso. “Belfast” de Orbital, grabada tras el paso del grupo por el Art College, es la muestra de la huella que dejó en el grupo su experiencia en la capital.
Stuart Bailie lo recuerda. “El Sugar Sweet era un club fantástico. Lo que David Holmes e Iain McGready hacían allí era algo increíble. El sentido de la colectividad y el éxtasis de la cultura rave fueron muy importantes en el norte. Tomar drogas que te hacían empatizar con la gente en una ciudad donde la gente se mataba provocó toda una revolución”.
“El techno juntó a ambos lados durante el fin de semana para bailar. Lógicamente había pastillas en todo aquello, pero aquellas noches significaron mucho para toda una generación. Pensábamos que este tipo de noches solo pasaban en Londres, pero Holmes trajo a grandes nombres del momento a Belfast”, explica Ciarán.
La nostalgia del Imperio es el gran motor del Brexit. En la primera y última colonia del Reino Unido, sometida desde el siglo XII, la amenaza de una salida sin acuerdo que devolviera la frontera física hizo despertar viejos fantasmas. El acuerdo alcanzado en octubre, sobre la bocina, entre Boris Johnson y la Unión Europea, paralizado en el parlamento, traslada la frontera al mar y mantiene el actual libre movimiento de personas. Los entonces diez diputados del DUP de los que dependía el Primer Ministro, partidarios de una salida dura, se opusieron al acuerdo por miedo a que el nuevo estatus irlandés favoreciera una futura reunificación de la isla.
“Un regreso a una frontera dura habría sido terriblemente triste”, comenta Ciarán Canning. “Recuerdo a mi padre decir en los 80 ‘nunca habrá paz mientras vivamos’ y recuerdo pensar a finales de los 90 que, afortunadamente, se había equivocado. Era imposible pensar en volver a toda aquella espiral. Yo prefiero pensar que no habrá un retorno a la violencia mientras viva. Espero no equivocarme”.
Boris Johnson quiere garantizar por ley que el Reino Unido se desvincule totalmente de la Unión Europea dentro de 2020.
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Estupendo texto, pero creo que ”The Troubles” es solo una fase del conflicto, NO el propio conflicto. Eskerrik asko
Bravo, gran articulo. solo me ha faltado alguna cita a That Petrol Emotion. Felicitats
Un articulazo precioso, muchas gracias !!!
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;-)