Música
Fun People, el hardcore gay antifascista que protestó con amor y rabia desde Argentina

La banda Fun People llegó del futuro para insuflar buenas dosis de conciencia, alegría y sensibilidad a un entorno hardcore que olía a cerrado. Y a una Argentina quebrada que vivió el corralito el mismo año que el grupo se separó.
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Nekro, cantante de Fun People, durante un concierto. Foto: Fun People

La escena es sorprendente. Recuerda a otras ya históricas como el escándalo de los Sex Pistols en el show de Bill Grundy en 1976 o el incidente por la emisión en 1983 en Caja de ritmos de Televisión Española del vídeo de “Me gusta ser una zorra” de Las Vulpes, ejemplos de lo que puede pasar cuando se mezclan música punk y televisión. En esta ocasión, se trata de un grupo argentino cuyo cantante acaba gritando “¡abajo el sistema fascista!” y lanzándose desde el escenario contra un guardia de seguridad que no había permitido acceder al estudio a los seguidores de la banda. El programa, La página del rock de la televisión pública argentina, dio paso a cinco minutos de publicidad y expulsó a los músicos y al público. Ocurrió en 1996 y los protagonistas fueron Fun People, un grupo “jarkor” según ellos mismos explicaban en la entrevista previa al concierto televisado que acabó de aquella manera.

La anécdota ofrece pinceladas de lo que fue Fun People, un cuarteto que a mediados de los años 90 revolucionó la música subterránea más ruidosa en Argentina con una propuesta singular. El cuidado por el público y la alergia a la autoridad son solo dos de las razones que dibujan la trayectoria del grupo, pero hay bastantes más. Algunas se encuentran en lo que suena en los discos —Anesthesia, Kum Kum, Toda niño sensible sabrá de qué estamos hablando, The art(e) of romance y Angustia, no, no—, pero muchas hay que buscarlas en otros lugares: sus avanzados posicionamientos sobre asuntos como la despenalización del aborto o la liberación animal, su influencia en gente muy joven que les seguía, su interacción con colectivos defensores de derechos humanos básicos o la apuesta por el “hazlo tú mismo” como modo de ser y estar.

Julián Poggiese, ‘Chuly’, bajista de Fun People, dice que usaría las palabras “desorden, pop y tensión” para hablar del grupo a alguien que nunca haya escuchado su música

Julián Poggiese, ‘Chuly’, bajista de Fun People desde antes de grabar el primer disco, dice que usaría las palabras “desorden, pop y tensión” para hablar del grupo a alguien que nunca haya escuchado su música. Él precisa que en el repertorio de la banda brillan “canciones muy bien hechas dentro de todo el caos constante, tiene su mérito” y opina que Fun People llegó a ser la banda más grande del underground argentino, aunque “mínimamente” conocida lejos de ese circuito. Un ostracismo debido en parte a limitaciones impuestas desde fuera, pero también a decisiones tomadas desde dentro.

Ya no formo parte de esto

Fun People nació como Anesthesia en 1989 en Campana, la ciudad industrial de la provincia de Buenos Aires en la que se fabricó el prototipo del primer coche argentino. De allí era Carlos Rodríguez, ‘Nekro’, un joven muy implicado en causas como la acción directa animalista y la creación de fanzines en los que daba rienda suelta a sus preocupaciones personales y políticas. Para él, la música podía ser un vehículo de transmisión de ideas que ayudara a cambiar el mundo. Nekro, fan de Tracy Chapman y los catalanes Subterranean Kids, sería el cantante de la banda y el único de los numerosos músicos que pasaron por ella que permaneció desde el primer al último día de Fun People, operando bajo ese nombre desde finales de 1994. Anesthesia, bautizado así por una canción de Metallica, dio muchos conciertos, grabó una maqueta y un par de temas para un recopilatorio de grupos de hardcore. Fue el preludio de la revuelta que protagonizó Fun People en escenarios pequeños, medianos y también alguno grande por todo el mundo, en conciertos en los que la energía se desbordaba y el cantante proponía conversaciones a la audiencia. Chuly señala la conexión con el público como uno de los motivos para recordar al grupo transcurridos más de veinte años desde su separación: “Hay un factor de identificación generacional importante con Fun People, el público era mucho más joven que nosotros, eran adolescentes de 13 a 18 años en una gran mayoría. Y era un espacio que intentábamos estuviera libre de violencia y prejuicios. Los eslóganes políticos expresados dejaban claro esto. Este combo de contracultura, riesgo, autoboicot, hardcore-metal-pop, adrenalina y sentido de pertenecer a algo fue muy atractivo para muchos chicos y chicas. Ahora, ya adultos, lo recuerdan como algo que los marcó”.

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Fun People en acción. Foto: Fun People

La propuesta de Fun People no encajaba del todo —seguramente porque ellos no quisieron— en los estrechos márgenes estéticos y éticos que promulgaba un movimiento musical tan normativo como el hardcore, dentro del cual se encontraban y del que participaban. Lo suyo era raro, no se ceñía a la imitación de lo que se hacía en Nueva York, por ejemplo, sino que perseguía un carácter propio. Nekro cantaba en inglés, español y en un spanglish de su cosecha; el tono era de denuncia firme, pero alejado de la seriedad casi militar del hardcore. Sus canciones tienen siempre un punto imprevisible, no se sabe qué va a pasar en ellas porque cualquier cosa puede pasar. Entre sus intenciones se detecta una voluntad de romper la disciplina que resulta muy sugerente.

Chuly recuerda que la dieta musical del grupo durante los primeros años se componía de mucho ruido —trash metal, hardcore y punk—, pero que fueron incorporando otros platos que se hicieron un hueco en el sonido de Fun People: “Durante bastante tiempo ensayábamos en mi habitación, y tanto nosotros como nuestros amigos —que siempre estaban y son tan o más importantes en la historia de la banda que nosotros mismos— nos pasábamos todo el día con Misfits, Slayer, Black Flag, Stiv Bators, Ramones. Luego cada uno tenía sus preferencias más particulares, claro. Y siempre se van sumando cosas, es lo mejor de crecer”.

La mayor protesta es el amor

El lanzamiento del primer disco de Fun People, Anesthesia, tuvo un gran impacto en el entorno en el que el grupo se movía, centros sociales ocupados y espacios juveniles en los que la música del cuarteto entró como vendaval de aire fresco, desbordando las expectativas. El álbum enseña a un grupo de hardcore con sonido distinto al estándar que menciona el dolor causado por las políticas del Fondo Monetario Internacional en “F.M.I. (Sufre Sudamérica)” y no olvida la dictadura argentina. La introducción de “1978 (Camp Days)” es un elocuente fragmento de “Zamba del Che” de Víctor Jara. Después se desata la rabia acumulada.


El año 1995 resultó frenético para la banda. El 7 de abril tuvo lugar la presentación del disco en una sala ante más de mil personas. La mitad había pagado la entrada y el resto logró entrar gratis presionando para que abriesen las puertas. En agosto, Fun People salió de su burbuja hardcore para participar en el festival Nuevo Rock Argentino, organizado por la radio Rock And Pop en el estadio Obras, dentro de un cartel en el que figuraban Los Brujos, Babasónicos, Peligrosos Gorriones, Los Tres de Chile y Massacre, y cerró el año girando con el Ilimitado Tour por el interior del país junto a Lethal y Sadistikal.

La irrupción de Fun People también despertó el interés de discográficas multinacionales. Era el momento del punk como fenómeno comercial —Dookie, el primer disco en Warner de los californianos Green Day, había explotado a nivel mundial poco antes; los popes Bad Religion se habían “vendido” en 1993, Jawbreaker también dieron el paso— y las majors se lanzaban a por el siguiente nombre que firmar y desechar si no obtenía las ventas exigidas. MCA llamó a la puerta de Fun People, pero estos no abrieron y prefirieron seguir su camino por la vía de la autogestión, creando su propio sello discográfico, Ugly Records, tras publicar un par de discos en Frost Bite, discográfica independiente especializada en hardcore.

“Muchos adolescentes seguro escucharon por primera vez sobre el aborto, la anorexia o la homofobia gracias a los discos y recitales de Fun People”, dice Ezequiel Fanego, director de la editorial Caja Negra

Ezequiel Fanego, director de la editorial Caja Negra —nombre importante en la difusión de pensamiento contemporáneo, con sedes en Buenos Aires y Madrid—, señala el papel de espacio seguro que supuso la trayectoria de Fun People. El grupo, en su opinión, jugó un “rol fundamental en la cultura under de Buenos Aires durante los años 90, una época marcada por la frivolidad política y una crisis económica al comienzo silenciosa pero que terminaría explotando en el 2001. En ese contexto hostil muchos encontrábamos refugio en recitales, ferias de fanzine, bibliotecas anarquistas, esquinas y plazas donde andábamos en bicicleta y skate. Y Fun People reunía todo eso y lo hacía trascender de los espacios típicamente hardcores, punks o straight edge, para llegar a un público más amplio y más joven. Muchos adolescentes seguro escucharon por primera vez sobre el aborto, la anorexia o la homofobia gracias a los discos y recitales de Fun People”. Fanego también destaca las cualidades musicales del cuarteto: “Había algo en la performance pop de la banda, sobre todo en ese falsete tan característico de Nekro o la reinterpretación glam de su guitarrista Gori, que les otorgaba una sensualidad que por esos años escaseaba en las escenas hardcore y punk. Incluso una sensibilidad queer, afectada, frágil, con la que resultaba casi liberador sintonizar”.

A ese recuerdo de los conciertos de Fun People como refugio apunta también el periodista argentino Norberto Alfaro, quien asegura que en ellos “no se vivía un clima hostil, al contrario, podíamos ser nosotros. En este sentido, quienes descubrían su sexualidad se sintieron muy cómodos. En los recitales de Fun People era común ver a chicos besarse entre sí, o chicas con chicas”. Alfaro publicó en 2022 La mayor protesta es el amor: diálogos sobre Fun People y el jarcor punk, un libro en el que entrevista a muchas personas del entorno de la banda —músicos, amigos, promotores, fans, periodistas, activistas— para lograr un retrato del grupo cercano pero desde fuera.


Para este periodista especializado en música, Fun People “puso en agenda demandas y reivindicaciones que, hasta ese momento, la escena hardcore punk no había hecho, o por lo menos no desde ese lugar, dándole espacio a lo que se consideraban minorías como la comunidad gay y trans; la búsqueda de igualdad entre el hombre y la mujer con acciones propias dentro de los conciertos; la apertura a que los colectivos políticos del momento formasen parte de sus shows repartiendo material de contrainformación”.

“A partir del grupo, mucha gente comenzó a vincularse con otra cultura, a activarse en nuevos espacios, a pensar otros mundos. Lo más importante que consiguió estuvo del escenario hacia afuera”, opina Norberto Alfaro, autor de un libro sobre Fun People

Alfaro entiende que el conjunto liderado por Nekro ejerció de bisagra entre el pasado —“Fun People llevó a otro nivel las discusiones que ya planteaba el punk en otras épocas en hojas fotocopiadas”— y el futuro —“a partir del grupo, mucha gente comenzó a vincularse con otra cultura, a activarse en nuevos espacios, a pensar otros mundos. Lo más importante que consiguió estuvo del escenario hacia afuera”.

Sobre ese afuera, el mundo que rodeaba la banda, se puede leer en el libro de Alfaro. Ernesto Acuña, por entonces un veinteañero como ellos que ejerció de mánager durante el primer año de Fun People, afirma que “acercarse a las Madres de Plaza de Mayo no era habitual en esa época. Por eso, Fun People fue primero una banda que rompió los esquemas y que se acercó a determinadas posturas políticas”. En esa misma dirección, otro de los testimonios recogidos por Alfaro es el de Andrés Centrone, militante de Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (HIJOS), para quien el legado de Fun People es “haberle cambiado la cabeza a una generación de pibes”. Centrone compara al grupo con HIJOS, ya que “creó conciencia en una generación que empezó a hablar de paz, de no agresión, de la cultura queer y gay, de cuidar a los animales y al medio ambiente. Eran un montón de cosas de las que antes no se hablaba. Nekro logró, por ejemplo, que los pibes menores pudieran ir a los recitales”. Como resumen, este activista concluye que “cada persona que fue a ver a Fun People quiso armar una banda, se puso a tocar, armó un fanzine, militó en alguna agrupación o se acercó al anarquismo”.

El aborto ilegal asesina mi libertad

Patricia Pietrafesa es la bajista de las Kumbia Queers, el popular grupo que en su repertorio cuenta con una versión de la canción de Fun People “Si pudiera (desde Ushuaia)”, incluida en el disco The art(e) of romance, que el combo de Nekro grabó en los estudios de Steve Albini en Chicago. “Lo primero que se me viene a la cabeza al pensar en Fun People —comenta Pietrafesa— es una banda increíble con las mejores canciones, letras, músicos e ideas frescas. Cuando salió fue una inyección de vida, yo no lo podía creer: una banda que reivindicaba montones de ideas y acciones que a mí me parecían parte de la respuesta para oponerse al sistema pero, a la vez, construir acorde a formas de vida alternativas”.

Ella formó parte del llamado “clan People”, el grupo de personas muy cercanas a Fun People que participaban en sus actividades. Colaboró muy estrechamente en la primera referencia publicada por Ugly Records, un single compartido por su banda de entonces, las She Devils, y los propios Fun People a favor de la despenalización del aborto. “Yo había pasado por un aborto —recuerda—, era un tema del que hablábamos. Nekro vino con una frase impactante: el aborto ilegal asesina mi libertad”. Ese sería el título de un lanzamiento que resultó polémico en 1997 en el convento hardcore, como cuenta Pietrafesa: “Veníamos de esa educación alternativa, de escribir en fanzines, difundir información… Fue algo muy natural sentarnos a escribir lo que opinábamos de eso. Estábamos felices de poner sobre la mesa este tema, pero no nos esperábamos que iba a haber tanta gente en contra en la escena en la que participábamos. Pensábamos que la mayoría de la gente estaba a favor del aborto, de la libertad de elección para realizarlo, pero resultó que no. En la presentación del disco en Cemento, con más de dos mil personas, se armó un escándalo hermoso, con discusiones. Hubo gente que hizo flyers en contra del aborto. Pero fue fantástico, en el sentido de que sí vale la pena poner los temas sobre la mesa”.


Pietrafesa es una veterana del punk en Argentina. Tocó en grupos como Sentimiento Incontrolable y Cadáveres de Niños, publicó el fanzine Resistencia de 1983 a 2001, colaboró en la revista Maximum Rocknroll, la biblia estadounidense del punk más militante, y codirigó el documental Desacato a la autoridad, estrenado en 2016. Desde su experiencia valora la conexión de Fun People con la contracultura punk de mediados de los años 80 en su país: “No son herederos de eso, pero lo conocían y conocían un montón de cuestiones activistas del punk que sucedieron en la segunda mitad de los años 80 en el periodo de la postdictadura, como la lucha contra los edictos policiales y las detenciones indiscriminadas que había en esos momentos. La escena punk y los heavies y otros grupos subalternos lucharon en las calles contra los resabios de la dictadura que habían quedado en las estructuras de poder. También hubo muchas experiencias de autogestión, como la generación de cooperativas. Y todo eso influyó a la siguiente camada de la escena, que ya fue más hardcore. Pudieron realizar actividades que soñábamos en los 80, cada cosa va haciendo un paso para adelante”.

Mantiene tu espíritu con humor

Además del single junto a She Devils, en 1997 Fun People publicó el disco largo Toda niño sensible sabrá de qué estamos hablando, que incluía algunas canciones que quedaron fuera de Kum Kum, su álbum de 1996. En la portada marcaba el precio máximo a pagar, 15 pesos. Por entonces, Fun People ya había hecho algunas giras por Estados Unidos y Europa, siempre dentro de los círculos más periféricos del negocio musical. En los conciertos domésticos se utilizaba una etiqueta llamativa para definir al grupo: hardcore gay antifascista. “Era un gran eslogan que se le ocurrió a Carlos. Realmente marcó un parámetro de lo que deberían ser los shows”, explica Chuly. Norberto Alfaro añade información sobre esa titulación autoimpuesta: “En un momento la banda comenzó a denominarse de esa manera para limpiar de los shows la presencia de los boneheads [skinheads nazis], que solo iban a molestar a gente que no pensaba como ellos, y donde todavía se vivían hechos violentos. Para incomodarlos, Fun People organizó shows bajo el lema ‘hardcore gay antifascista’, tres palabras que pueden resumir muy bien el concepto del grupo, como amor y protesta”.

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Fun People, en un concierto de su primera gira por Estados Unidos en 1996. Foto: Fun People.

La siguiente grabación de Fun People fue en 1998: el mini álbum The Fun People Experience compuesto por seis temas, uno de ellos una versión de New York Dolls. El grupo cuenta con un nuevo guitarrista, Carlos Longarich, ‘Gori’, un viejo conocido de la escena hardcore de Buenos Aires que había tocado en Minoría Activa, Autocontrol y Catarsis. “Un día llamé a casa de Chuly para proponerle que Fun People y Catarsis compartieran un show, pero me atendió su mamá y me dijo que estaban de gira por EE UU, lo cual me sorprendió mucho porque no sabía que la banda llegaba a esas dimensiones”, confiesa el músico.

Años después de esa llamada se incorporó a la formación, donde viviría un gran momento precisamente en EE UU: la grabación de The art(e) of romance en Chicago, en el estudio del afamado productor Steve Albini, con quien habían trabajado los Pixies en el disco Surfer Rosa o Nirvana en In utero.

El contacto con Albini se forjó a través de Martín Sorrondeguy, cantante del grupo de Chicago Los Crudos, con quienes Fun People habían actuado en Argentina y EE UU y mantenían buena relación. “Eran una banda muy radical —relata Gori— y les parecía que Albini ya era muy mainstream como para trabajar con ellos. Nosotros estábamos por hacer una gira por EE UU y también buscando dónde grabar el disco nuevo, así que Martín le propuso a Albini que grabara el disco de Fun People. Albini pidió que le mandáramos nuestros discos anteriores, los escuchó, le gustaron y agendamos una fecha de grabación, una semana en total. Él nos cobró solo el alquiler del estudio y creo que nada o muy poco de su mano de obra, así que viajamos a EE UU y en la primera semana grabamos el disco. Después hicimos una gira de casi dos meses por todo EE UU y diez días en México”.

El resultado del encuentro con Albini es posiblemente el mejor disco de Fun People, el que recoge más acertadamente las diferentes caras de la banda. Y el que contiene las canciones más redondas creadas por Nekro y Gori: la pegadiza “Middle of the rounds”, el ataque “F. M. S.” contra el machismo en el hardcore, la emotiva “Vientos” o la citada “Si pudiera (desde Ushuaia)”. La portada del disco es un retrato del anarquista alemán Kurt Gustav Wilckens, quien en 1923 atentó contra el teniente coronel argentino Héctor Benigno Varela, responsable de la matanza de más de mil obreros en la represión de las huelgas de la Patagonia Trágica en 1921. Una de las canciones —“One day, like Wilckens...”— está dedicada a él.


Gori también participó en Angustia, no, no, un disco en el que ya no estaban Chuly al bajo ni Sebastián Garay, ‘Gato’, el batería que permanecía desde los últimos días de Anesthesia. Angustia, no, no supuso el adiós de Fun People, las canciones de su despedida. El guitarrista recuerda el tiempo que pasó en el grupo con una sonrisa y explica los motivos de su satisfacción: “Lo que más disfruto es tocar en una banda, componer, grabar, ensayar y salir a tocar en vivo. Y con Fun People eso ocurría todo el tiempo y el público respondía de manera muy positiva. Viajábamos, conocíamos gente y lugares, y tocábamos enérgicamente. Durante una gira de dos meses, a veces llegábamos a hacer hasta 50 shows. Después de 15 días tocando casi todas las noches, la banda sonaba muy ajustada. Aunque a veces las cosas de la logística no salían exactamente como nos hubiera gustado, la satisfacción de hacerlo todo a pulmón y con pasión nos impulsaba a seguir adelante”.


Tras la separación de Fun People en 2001, Nekro siguió su camino bajo el alias Boom Boom Kid, un proyecto de rocanrol muy libre con iniciativas poco convencionales como Las cuatro estaciones de Boom Boom Kid, cuatro discos lanzados en 2017. Chuly se instaló en Barcelona en 2003 y reconoce que siempre está en alguna banda, “la mejor manera que conozco de pasar el tiempo con mis amigos”. Tocó con Satan Dealers en Buenos Aires antes de mudarse y ha grabado varios discos con Bombas de Amor, TV Hijacks y Palladium 86. Disfruta más, admite, con los proyectos esporádicos que no llegan a tener dinámica de grupo. Por su parte, Gori formó Fantasmagoría en 2001, una banda en la que toca la guitarra acústica. “No quería la comodidad de hacer algo parecido a Fun People —explica—, fue un movimiento un tanto kamikaze, pero tomar ese riesgo me da satisfacciones artísticas y personales”. También colaboró con Chuly en Bombas de Amor.

Cruzando el charco

En España no era fácil conseguir los discos de la banda durante los años que se mantuvo activa. Sin una distribución reglada, había que recurrir a las pequeñas distris que quizá por casualidad disponían de algún disco de ese grupo argentino del que habías leído buenas reseñas en aquel fanzine. O algún amigo enterado y con contactos que te grababa una casete con un par de álbumes, uno por cada cara. Sí circularon algunas ediciones piratas en cinta. En cuanto a lanzamientos oficiales, hubo que esperar a 2001, cuando el sello especializado en hardcore Slide Chorus licenció Angustia, no, no. En 2003, Beat Generation publicó Otros callan, una cuidada recopilación con 40 temas seleccionados de los cinco discos largos de Fun People.

En su único concierto en Madrid, celebrado en la primavera del año 2000, Fun People tocó después del grupo local Zinc, una de las bandas más notables del hardcore que se escuchaba en la ciudad a finales de los años 90. Dulze, su cantante, recuerda que a partir de esa gira, el cuarteto argentino comenzó a ser más conocido por aquí. “Sus conciertos eran electrizantes y con una entrega absoluta por parte de banda y público”, opina esta música que sigue haciendo canciones, hoy como Vandida. Para ella, esa energía, junto a unas composiciones y letras “sencillas y directas al corazón y con una variedad de estilos más allá del punk rock”, es lo que otorga a Fun People la condición de grupo especial. Zinc, además, salieron de gira conjunta por Europa con Boom Boom Kid, tocando sus canciones y también haciendo de banda del proyecto de Nekro.

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