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Música
Fulu Miziki, poder musical desde la basura
La presentación en directo en Madrid del colectivo ecomusical y afrofuturista —es cierto, sigan leyendo— Fulu Miziki hubo de retrasarse una semana debido a una circunstancia que sufren en numerosas ocasiones quienes quieren llegar a Europa desde África: el difícil acceso a la fortaleza y las trabas para cruzar las fronteras. En su caso, la burocracia en la tramitación de los visados temporales provocó esa dilación en la llegada y que Aicha Mena Kanieba, artista escénica que acompaña al grupo desde 2016, tuviera que quedarse en tierra.
Superadas las barreras, los músicos oriundos de la República Democrática del Congo pudieron atender al motivo del viaje: ofrecer un par de conciertos y un taller para crear máscaras y vestuario utilizando materiales reciclados dentro de la programación de IDEM 2021. Festival Internacional de Artes Escénicas en La Casa Encendida. También actuaron en el BAM de Barcelona.
“Hacemos música porque es nuestro trabajo y nuestra pasión”, resumen en corrillo Le Meilleur, DeBoul, La Roche, Padou, Sekelembele, Tche Tche y Vieux Pisko Crane, integrantes del grupo, después de un pase para prensa que dejó boquiabiertos a plumillas y fotógrafos.
Utilizando percusiones construidas con tuberías de plástico y suelas de zapato, entre otros instrumentos de apariencia imposible, esta particular orquesta logra un sonido rítmico y conjuntado, muy preciso y potente, que sorprende especialmente por el origen de los materiales con los que fabrican sus herramientas de trabajo: la basura. “Tenemos muchos objetivos, nuestro mayor deseo con la música es crear y transmitir nuestros sentimientos. Para ello no hace falta tener dinero para comprar instrumentos sino que se puede hacer con los materiales que encontramos de manera natural”, explican a coro, interrumpiéndose y completando las frases unos a otros.
En noviembre saldrá su primer lanzamiento, un minidisco en el que dan rienda suelta a sus creaciones de corte más electrónico. Publicado por la discográfica Moshi Moshi, Ngbaka es el primer paso de una carrera que, según reconocen, les gustaría que les llevara a dar la vuelta al mundo. “Uno de nuestros mayores objetivos es crear un sonido nuevo. Cogemos influencias de sonidos que se han hecho siempre con guitarras eléctricas, sonidos afro, pero queremos darle un nuevo aire mezclando géneros”.
Para el año que viene preparan su primer disco largo. Entre risas, comentan cómo comprueban que los materiales que recogen son válidos para hacer música: “Sabemos que los instrumentos son buenos por nuestro ‘método RTO’: radio-televisión-oreja. Tocamos de oído, no tenemos formación de conservatorio. Hemos escuchado mucha música”.
Amigos desde niños, cuando se conocieron en Kinshasa, los miembros de Fulu Miziki entienden su actividad como una transmisión de algo más que música. “Es muy importante lanzar un mensaje social, que tiene que ver con el cambio climático. Apostamos por recoger basura y luchar contra el cambio climático. Haciendo música con estos instrumentos queremos transmitir una idea a favor del reciclaje, del medio ambiente, de cuidar nuestra tierra”, aseguran.
Tan impactante como la música de Fulu Miziki es su apariencia, la presencia que logran con unos trajes y máscaras igualmente confeccionados a partir de materiales reutilizados. Latas de conservas recicladas, telas variopintas o cds conforman un atuendo que se integra en el conjunto del proyecto. “La música de basura implica ir vestidos de una manera especial —explican—, no tenemos formación de diseño, hacemos la ropa en coherencia con la música. Queremos crear nuestro propio imaginario y vendemos los diseños, las máscaras, para poder financiar el grupo”.
En la despedida, pronuncian las palabras quizá más importantes que puede decir un músico acerca de las razones que le motivan: “Con esta música bailable también queremos transmitir alegría y esperanza a toda la gente pobre que lo está pasando mal”.