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Música
Toundra: rabia y amor frente al odio
7 de marzo de 2020. Las luces del cine Aribau de Barcelona se encienden, la gente aplaude. No acaba de terminar la proyección de ningún estreno, sino una película de hace un siglo, El gabinete del doctor Caligari. El grupo madrileño Toundra ha tocado en vivo el repertorio compuesto para acompañar al clásico expresionista. Un concierto en el que, además de a palomitas y chucherías, huele también a satisfacción tanto en músicos como en público. Esteban Girón, David López “Macón”, Alberto Tocados y Álex Pérez todavía no saben que están a punto de tener que cancelar una golosa gira europea que ha de llevarles precisamente a Alemania, lugar de origen de la película. Quienes abandonamos la sala no pensamos que será nuestro último concierto en demasiado tiempo. Una semana después estábamos todos encerrados en casa escuchando homilías gubernamentales sobre una presunta nueva normalidad. Casi dos años después, varias cosas han cambiado. Toundra, por ejemplo, tiene nuevo disco. Y hay que matizar que, como lo adjetivábamos unas líneas más arriba, siga siendo un grupo exactamente madrileño.
Cine
El doctor Caligari sigue dando miedo un siglo después de su estreno
El gabinete del doctor Caligari, la película dirigida por Robert Wiene, se estrenó el 26 de febrero de 1920. Aunque no es la primera cinta de terror, verla hoy sigue poniendo los pelos de punta. El grupo de rock instrumental Toundra ha creado una banda sonora que interpretará en directo acompañando proyecciones de la película.
Hex, octavo ya de la banda, no es “el disco de la pandemia” de Toundra. O no ha sido al menos ese escenario el más novedoso. Justo antes del confinamiento, el bajista Alberto se mudó a Bilbao y Esteban, una de las dos guitarras, a Oviedo. Primero enviándose material y después, ya en verano, pudiendo reunirse los cuatro en Madrid, dieron forma a siete temas, formando los tres primeros una sola canción de 22 minutos, “El odio”.
“Me tomé muy a pecho intentar hacer un disco que se pudiese escuchar completo de arriba abajo uniendo canciones. Afortunadamente, cuando me flipo, mis compañeros me bajan a tierra y me dijeron que eso íbamos a hacerlo con El odio y el resto dejar que el disco respire. De cinco años para acá el consumo, no solo de música, sino de cultura y de todo en general, es inmediato. Nosotros reivindicamos las cosas elaboradas y que no todo el mundo tiene que moverse con los tiempos marcados por el mercado”, explica Esteban. El también guitarrista Macón no quería más ilustraciones o collages para la portada. Un imponente retrato de la central térmica de Aboño, en Asturias, obra del fotógrafo Manu Brabo, preside Hex. “El homenaje al Animals es evidente. Somos los cuatro muy fans de Pink Floyd”, reconoce Álex, batería.
Con esa referencia se dan la mano King Crimson, Four Tet o el Tommy de los Who. También la Sinfonía nº7 de Dmitri Shostakovich. El soviético la compuso y estrenó durante el sitio de 872 días al que el ejército nazi sometió, sin éxito, a la ciudad de Leningrado. “En el confinamiento releí El ruido eterno de Alex Ross —cuenta Esteban—. Habla de la influencia que tenían las composiciones clásicas, instrumentales, en la cultura de su época. Shostakovich fue portada de la revista Time en 1942. Su sinfonía viajó a través de microfilms y llega hasta Estados Unidos. Fue muy inspirador leer todo eso porque ves que la música instrumental puede transmitir mucho según el contexto y la intención”.
“Nuestra música es emocional, introspectiva, muchas veces triste, pero quizá este disco tiene más de rabia que de eso. Hay más descontento que lamento”, señala el guitarrista Esteban Girón
En una época que parece marcada por el abatimiento y la irritación como las dos emociones predominantes ahí fuera, ¿ha sido una más importante que la otra durante la gestación de Hex? “Nuestra música es emocional, introspectiva, muchas veces triste, pero quizá este disco tiene más de rabia que de eso. Hay más descontento que lamento”, señala Esteban. En ello tiene que ver el hecho de que el álbum pivote conceptualmente sobre la denuncia del odio. “En mitad de la grabación pasó una cosa —explica—. Macón me enseñó cómo una manada fascista subía a un balcón de Chueca y rompía una bandera arcoiris en medio de aquella manifestación de extrema derecha en el barrio. Macón es abogado y se sorprendía de que todavía hubiese debate sobre si había delito de odio. A partir de esa frase apareció en el disco una palabra que cristaliza esa crítica. Los fascistas están utilizando el divide y vencerás. Lo llevan haciendo siglos”.
Hay un hilo que une Hex con la advertencia sobre la oscuridad que lanzaba El gabinete del doctor Caligari, una película que cien años después sigue dando miedo. Esa banda sonora es también el único proyecto, junto a la colaboración con Niño de Elche bajo el nombre de Exquirla, que apareció en el camino del grupo sin premeditación interna. Toundra suele planear su vida de seis en seis meses. Así ha ido avanzando este grupo de treintañeros que, como en el caso de Esteban, aseguran haber aprendido más de las letras de Bad Religion o Fugazi que de la universidad. Una banda forjada al calor de bares musicales y un circuito de conciertos donde no era raro ver en el mismo año, y en diferentes salas, a Converge, Pelican, Boysetsfire, Unsane, Amanda Woodward o Blood Brothers en un Madrid que hoy parece casi ficticio.
Pero Toundra, tres lustros de post-rock instrumental, no cae en romantizaciones del pasado. “Comparando con hace 15 o 20 años, es raro encontrarte a gente de 20 que escuche música como la nuestra. No hay más que ir a un concierto nuestro para ver que la media de edad pasa de los 30. Es algo generacional, ahora se lleva otra música. Pero esto ha pasado toda la vida. Lo que yo escuchaba cuando era joven a la gente de la edad de mis padres le parecía ruido. No me gusta eso de tirar por tierra todo lo nuevo”, defiende Álex.
Esteban coincide: “Lo que podía ser la caricatura de persona mayor contra los punkis o los heavies hace años hoy en día es nuestra generación metiéndose con los gustos de los chavales. Sí creo que influye el hecho de que hoy todo tenga que estar a golpe de clic. Una guitarra o una batería es algo que tardas tiempo en tocarlo medio bien. Quizá las nuevas generaciones no han tenido una educación que permita la paciencia de ponerte a solas en tu habitación a tocar. No echo la culpa a nadie. Estamos en un mundo donde todo tiene que ser inmediato y tocar un instrumento es de todo menos eso”.
Música
Toundra: “En el indie huele a derecha que flipas”
Este 2022 cumplen 15 años juntos. “El balance es muy positivo. Hemos sacado ocho discos, girando por todas partes y estamos haciendo lo que nos gusta entre amigos. No le puedo poner un pero. Esto es algo que puedes hacer simplemento con colegas de banda, pero si pasas tanto tiempo con alguien al final o te haces su amigo o le quieres matar”, señala Álex, que también reconoce la importancia de otro factor. “El hecho de que tengamos gente en los conciertos y vendamos discos ayuda mucho a que quieras seguir adelante. Podría querer seguir si no fuera así, pero a lo mejor no podría porque no lo pudiese aguantar mi bolsillo por ejemplo”.
¿Se puede vivir de un grupo como Toundra? “Llevábamos un par de años con la idea en la cabeza justo antes del confinamiento —responde Álex—. Estábamos en el punto de ver si ganábamos lo suficiente para que el grupo fuera nuestro sustento. Los números decidieron que no era suficiente para mantenernos al nivel de vida, por decirlo así, de ahora. Si nuestro trabajo nos permite poder girar y componer conservando eso y también a Toundra, pues mejor. Yo insistí en la profesionalización pero después lo pensé mejor y me tiraba para atrás convertir en un trabajo lo que durante tantos años ha sido un hobby. Aunque le dediquemos muchas horas, no deja de ser una vía de escape”.
“Hemos dicho que no a ciertas situaciones que para otra gente pueden ser válidas. Por ejemplo, a tocar en fiestas privadas de una marca de whisky. O a una cantidad absurda de dinero por tocar en Joy Eslava porque supimos que el promotor explotaba a su trabajadores”, recuerda Girón
Aunque Toundra sigue siendo un grupo capaz de abordar una gira por salas, los festivales han ido comiendo terreno a estos espacios. En sus inicios, una de las condiciones que la banda ponía para actuar era que no hubiera patrocinio de marcas alcohólicas. “Hemos dicho que no a ciertas situaciones que para otra gente pueden ser válidas. Por ejemplo, a tocar en fiestas privadas de una marca de whisky. O a una cantidad absurda de dinero por tocar en Joy Eslava porque supimos que el promotor explotaba a su trabajadores. Él seguía subiendo la oferta simplemente porque hay gente que no está acostumbrada a que le digan que no”, apunta Esteban.
Para que hablar del presente de la banda, de su disco y de su estado de forma, sea completo, hay que hacerlo de la vuelta de Esteban a Asturias, donde creció. “He pasado muchos años en Madrid en los que volvía a casa de tomarme unas birras y me sentía muy solo y muy triste. Durante un montón de años había descuidado muchas facetas personales de mi vida, había dejado de cuidar ciertos jardines paralelos. Estaba demasiado centrado en el grupo y en mi trabajo, y en el resto de cosas actuaba como en una huida hacia adelante. No soportaba llegar a casa y enfrentarme a ello. Muchas veces me ponía con la guitarra y de ahí han salido miles de partes de Toundra y de mi proyecto paralelo, Play As. Muchas otras veces me iba a la calle y al bar con cualquier excusa para no estar solo. Se vive mejor siendo feliz como soy ahora”, afirma.
Dejar Madrid estaba planeado, pero fue acelerado por el amor. “Se cruzó mi actual pareja y en una semana decidí irme. Si no estás en una posición de ser querido y de amar, de avanzar de manera constructiva cada día, como es en la que creo que estamos todos en la banda, no hubiésemos tenido la sensibilidad de tratar el odio de esta manera. No eres capaz de ver que un odio es tan grande como cuando lo ves desde tan fuera que no te lo puedes explicar”.