Música
Las Isabeles creen en la belleza de la música y en el poder de la palabra, como Paco Ibáñez

Aunque saben que no está de moda, las Isabeles (Laudenbach y Vinardell) apuestan por buscar la belleza mediante la música. Canción de autoras que, en su nuevo disco, se apoyan en poetas que reflexionan sobre las posibilidades de una expresión libre y liberada.
Isabelle Laudenbach e Isabel Vinardell, Las Isabeles
Isabelle Laudenbach e Isabel Vinardell, Las Isabeles.

“Mientras siga la lucha sigue la esperanza” son las últimas palabras que se escuchan en Diëresis (U98 Music, 2021), el segundo disco firmado por Isabel Vinardell e Isabelle Laudenbach. Con ese mensaje cierran “Fuego en una botella”, una canción en homenaje a Anas Kournif, un estudiante que en noviembre de 2019 se intentó inmolar en Lyon (Francia) quemándose a lo bonzo, en protesta por las medidas —altas tasas, retirada de becas— que imposibilitan el acceso a los estudios superiores para gran parte de la juventud francesa. El gesto desesperado de Kournif, esa manera tan extrema de demandar lo justo, impresionó a Laudenbach, que escribió la letra de la canción en la que se escuchan frases como “tampoco pides tanto, tan joven, tan precario, ya debes de haber tirado tantas botellas al mar” y se expresan las exigencias en clave generacional: “Poder acceder al saber, poder construir un futuro digno, sin miedo al plato vacío, a tu juventud, a ser su esclavo”. Kournif sobrevivió y hace unos meses publicó un mensaje en una red social en el que hablaba de lucha y esperanza, lo que inspiró a la guitarrista francesa para rendir tributo al estudiante.

Que ella escribiera “Fuego en una botella” es una excepción en Diëresis, un disco en el que sus autoras han reunido textos de poetas —Mireia Calafell, Héctor Arnau, Laura Tomás y Dorothée Volut— a quienes pidieron que volaran y aterrizaran sobre lo que les sugiere la idea de libre expresión. También recuperan “Me queda la palabra”, aquella canción de Paco Ibáñez que musicaba un poema de Blas de Otero.

Las Isabeles —Vinardell a la voz y al baile, Laudenbach a la guitarra y coros— suman una larga trayectoria por separado desde principios de siglo. Danza, academia, coreografías, teatro y música son los campos en los que han trabajado. Laudenbach formó el grupo de flamenco Las Migas y acompaña habitualmente a María Rodés. Vinardell participó en Cheb Balowski y ha bailado por todo el mundo. Sus caminos se cruzaron hace algo más de un lustro para crear música con raíces, belleza y poesía.

¿Quiénes son las Isabeles?
Isabel Vinardell: Las Isabeles son Isabelle Laudenbach e Isabel Vinardell, que hace más o menos unos seis añitos empezamos a trabajar juntas después de que cada una llevara su bagaje personal. Sacamos un primer disco conjunto en 2016, A solas, y ahora estamos presentando el segundo, Diëresis. Isabelle es voz y guitarra y hacemos una música un tanto personal, en este caso hemos partido de poesías de distintos poetas a quienes hemos pedido que reflexionaran en torno a la expresión, y la expresión libre, y hemos ido musicando esos poemas para crear un contexto alrededor de esto: qué es expresarse, cuáles son los condicionantes íntimos y colectivos, establecer un diálogo entre distintas disciplinas como la poesía, el baile, que interviene en directo, la lengua de signos… Un poco de todas nuestras inquietudes ahí puestas encima de la mesa.
Isabelle Laudenbach: Cuando empezamos el proyecto era algo más aflamencado, que era de donde veníamos las dos, pero con el tiempo y al componer eso se ha ido diluyendo y creo que ahora vamos ya más hacia la canción. No sé cómo se puede definir. Canción mediterránea, de autor, un poco aflamencada a veces quizá, pero abierta a todos los estilos que nos gustan a las dos, que son muchos.

¿Se os puede conocer escuchando Diëresis?

I.L.: ¿Como dúo? Creo que sí. Escuchando este disco, la verdad es que a mí me gusta. Está feo decirlo, pero no es fácil escuchar algo tuyo y que digas “está guay”. Creo que es un disco coherente.
I.V.: El disco recoge muchas de las influencias sonoras que tenemos individualmente. Hay quizá algo más de experimentación que en el primer disco, que era cuando nos estábamos conociendo como intérpretes. En este hay una evolución de probar otros sonidos y maneras. Partimos de un formato muy desnudo, voz y guitarra, que requiere buscar una y otra vez para no ser reiterativo. Creo que en Diëresis podemos encontrar sonidos de distintas partes del mundo que pueden recoger muchas de nuestras inquietudes.
I.L.: Y también sonidos que había en la sala cuando grabábamos. En un tema, “Llibertat exclusiva”, estábamos en una casa en Girona y fuera en la terraza había muchas hojas secas que cogimos para hacer la percusión. Cogemos lo que haga falta mientras nos cuadre, no porque sí.

Diëresis es un disco muy bonito. ¿Os interesa la idea de belleza en la música?

I.V.: Claramente yo diría que sí. No solamente por la cuestión estética sino porque muchas veces la belleza también puede ser una especie de estadio de armonía, de paz. Creo que es una búsqueda en la que las dos estamos. Es un formato que, al haber tanto silencio, con una instrumentación tan desnuda, te permite acercarte a lo simple, lo esencial, o al menos buscarlo.
I.L.: Tengo la sensación de que la belleza no es un concepto que esté muy de moda, pero es verdad que es algo que intentamos buscar. Es una manera de llegar a emociones muy diferentes, la belleza te puede provocar alegría y a veces una pena de estas que puedes disfrutar, recrearte en emociones que cuesta que salgan.
I.V.: En el primer disco grabamos cada canción en espacios distintos y buscamos que todo el proceso, incluso la parte más formal, fuera el inicio de una búsqueda de identidad más allá de lo estrictamente musical. Y en este seguimos con esa idea, trabajando con Eva García que nos hará en algunos conciertos la interpretación con lengua de signos.


¿Qué queréis transmitir con Diëresis?

I.L.: La idea original era liar a más gente: fotógrafos, artistas... De hecho, es posible que lo hagamos en los próximos meses. El mensaje es una reflexión coral porque las letras son las palabras de otras personas. Es un discurso doble o triple. A veces es difícil que encaje porque al escribir una poesía no piensas en que va a ser una canción y tampoco es fácil poner música a las palabras de otra persona. Es curioso. Pero nos gusta que sea algo colectivo. No es un mensaje, son muchos, la visión de cada poeta sobre la expresión.

Parte de la belleza es esta incógnita: tú dejas esto ahí y tiene vida propia, sigue un camino que igual jamás habrías imaginado, la gente entiende algo que nunca habrías querido decir…”, dice la guitarrista Isabelle Laudenbach
¿Es posible transmitir una idea determinada mediante un disco o es algo que hay que abandonar, teniendo en cuenta que el público hace sus interpretaciones?

I.V.: El hecho de que sea algo abierto ya es en sí mismo un mensaje y creo que el público lo percibirá así. Se busca más poder conectar en una experiencia a través de un repertorio y que haya una cierta comunión, en la medida de lo posible, antes que buscar algo muy encajado en un mensaje muy explícito, dirigido, de persona que está encima del escenario a persona que está abajo. Al final, la experiencia del escenario se construye entre las dos partes.
I.L.: Si no fuera así, sería un libro. La parte de la recepción es siempre muy importante y nunca la puedes controlar. Parte de la belleza es esta incógnita: tú dejas esto ahí y tiene vida propia, sigue un camino que igual jamás habrías imaginado, la gente entiende algo que nunca habrías querido decir… La recepción es imposible de controlar.

¿De quién son las canciones: de quien las escribe y canta o de quien las escucha?

I.V.: Hay canciones de otra gente que he escuchado tanto en bucle que puedo decir que las siento mías. Todos tenemos nuestra banda sonora y esas canciones que forman tu paisaje emocional. Es bonito hacer tuya la música en cualquiera de las direcciones.
I.L.: Ojalá las canciones de este disco acaben siendo de la gente que las escuche. En el primer disco hacíamos una versión de una canción de Lhasa y cuando la tocábamos en directo yo pensaba que era nuestra. Si las canciones son solo del autor o del compositor, quiere decir que nadie te escucha [risas].

¿Qué es más importante en este proyecto, lo académico o el instinto?

I.V.: Instinto, claramente.
I.L.: No sé si puede ir una cosa sin la otra. Sería maravilloso poder componer temas en cinco minutos, pero no va así.

¿Qué criterio habéis seguido para elegir los poemas?

I.V.: Una de las premisas que nos impusimos fue que, si estábamos hablando de expresión libre, no íbamos a coartar a los poetas dándoles unas ideas preconcebidas. Simplemente les comentamos que queríamos recopilar poesía en torno a la expresión libre y cada cual interpretó esta expresión libre desde la vertiente que más le vibraba. Por ejemplo, Héctor Arnau nos mandó un poema muy político, politizado digamos, Dorothée Volut nos hizo llegar una cosa mucho más íntima, ella habla sobre el sentir, o yo lo percibo así. Mireia Calafell tiene un estilo completamente distinto. Los temas tienen un contexto común pero llegan a sitios muy diferentes porque parten de textos que ya son muy diferentes, hablando de forma muy personal de lo que cada cual entiende como expresión libre.

¿Qué importancia tiene Paco Ibáñez para vosotras?

I.L.: ¡Las canciones de Paco Ibáñez son mías y de mi madre! [risas] Ella me cantaba sus canciones en castellano. Lo escuché muchísimo. Si se habla de palabra y palabra libre, es de lo primero que nos viene a la cabeza.
I.V.: Es un ejemplo a seguir, en muchos sentidos.

¿De dónde os viene el gusto por música que podríamos llamar antigua?

I.V.: Creo que somos un poco antiguas [risas].
I.L.: El flamenco está muy de moda ahora. Para mí es una historia amorosa, de muchos años, y ahí está, para siempre. La canción de autor es casi la música que más he escuchado desde pequeña. Es una tradición que existe en Francia y en Catalunya, en España. La canción es la poesía de ahora.

En vuestra web se lee “con el apoyo de Fundación SGAE”. ¿En qué se concreta ese apoyo?

I.V.: Nos presentamos a una ayuda y nos dieron un cierto apoyo para poder tirar adelante el disco.
I.L.: Era una ayuda para la composición de músicas populares o algo así. Es una pequeña ayuda, ojalá nos hubiera pagado el disco.

¿Cuánto dinero os ha costado hacer este disco?

I.V.: Tenemos la ventaja de que muchas cosas las hacemos nosotras mismas, así que hay una parte del proceso que nos ahorramos. Hemos pagado mezcla y mastering.

El disco es algo que tenemos que hacer para poder seguir tocando, pero es una tarjeta de visita un poquito cara. Si hubiera una forma más barata, estaría bien que nos lo dijeran
¿Es un dinero a fondo perdido?

I.L.: Con las ventas del disco no recuperaremos todo aunque tengo esperanza de que vendamos bastante. Del primer disco vendimos mas de mil copias, que ya era bastante entonces. En los conciertos solemos vender bastantes discos. El disco es algo que tenemos que hacer para poder seguir tocando, pero es una tarjeta de visita un poquito cara. Si hubiera una forma más barata, estaría bien que nos lo dijeran [risas].

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