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Música
Los Enemigos: vuelve el rock que no quiere saber nada de algoritmos
Los Enemigos han vuelto. Si el enunciado ya es noticioso de por sí, cabe añadir otro motivo para aplaudir: lo han hecho a lo grande, con un disco a la altura de los mejores momentos del cuarteto liderado por Josele Santiago. Bestieza, así se llama, contiene diez nuevos capítulos —potentes, hermosos, honestos con el presente de la banda— del singular monumento al rock esculpido por el grupo a lo largo de más de treinta años.
Hay un cierto revuelo en la redacción de El Salto la mañana de la entrevista a Los Enemigos. Se percibe un rumor de expectativa, de cita para disfrutar que no conviene dejar pasar. No hay que ocultarlo: es un grupo cuyos discos acompañaron gran parte de la juventud —ay— de quienes hoy acudimos cada día a este local a trabajar. Y nunca sobran las ocasiones para preguntar y agradecer en persona a los creadores de tantos buenos ratos en forma de canción.
No fueron los únicos en componer la banda sonora de aquellos maravillosos años, pero sí fueron —son, siguen siendo— un grupo único. Sus canciones destacaban sobremanera en esas cintas de casete con contenido variado que volaban de mano en mano en las aulas de los institutos del extrarradio a finales de los años 80 y principios de la última década del siglo XX. Lo hacían, primero, por unas guitarras heredadas del punk menos obvio y del rocanrol enraizado en el blues, pero la diferencia estribaba, sobre todo, en unas letras que pasaron de la chirigota existencial desenfadada al retrato fidedigno y poético, tan descreído como incisivo, tan fiero como tierno, de la única verdad conocida desde el primer minuto: que vivir mata y esto son habas contadas. Lo que sonaba era lo opuesto a la frivolidad del pop ochentero y tampoco se parecía a los exabruptos del rock radical vasco. Canción a canción, disco a disco, todo eso hizo que dejaran una huella profunda cuando el domingo 7 de abril de 2002 se acabó la fiesta y dieron el que entonces era su último concierto. Crecimos con Los Enemigos, así fue.
Música
El homenaje de Los Enemigos a las primeras víctimas del fracaso escolar
“Septiembre”, de Los Enemigos, rescató a una generación que, sin romanticismos, estaba condenada a no ocupar ni un renglón en la historia del milagro español.
Pero aunque ronda en el ambiente, la causa del encuentro con el cuarteto liderado por el guitarrista y cantante Josele Santiago —su carrera en solitario también ha alcanzado cotas muy altas— tiene poco que ver con la nostalgia. Hay presente y se llama Bestieza, el nuevo disco de Los Enemigos que se pone a la venta el 6 de marzo. Casi una sorpresa incluso para ellos, la inmejorable tarjeta de presentación —“Siete mil canciones”, un temazo irresistible, auténticamente adictivo— ha hecho salivar a una parroquia fiel, madura, ávida de novedades y atenta a los movimientos del grupo desde su reactivación en 2012. No será lo mismo que antes, nada lo es, pero en esta ocasión abundan las razones para celebrar: Los Enemigos han vuelto, esta vez sí, de verdad.
Junto a un puñado de buenas canciones —al menos tres de ellas podrían figurar en un recopilatorio con lo mejor de la banda—, la principal novedad es la presencia de David Krahe a la guitarra. Manolo Benítez, el cuarto enemigo junto a Santiago, Fino Oyonarte (bajista) y Chema Pérez (batería) desde La cuenta atrás (1991), dejó el barco y a la llamada acudió Krahe, guitarrista del conjunto de rock instrumental Los Coronas y acompañante habitual desde hace varios años de las estupendas aventuras del cantante al margen de la disciplina grupal. Los cuatro reciben a El Salto para hablar de Bestieza, lo mejor que pueden ofrecer Los Enemigos en 2020. Y es mucho, dicho queda.
¿Qué habéis encontrado al hacer este disco?
Fino: Nos hemos encontrado con muchas ganas de hacerlo, sobre todo de planteárnoslo. Era una cosa que no nos esperábamos. Nuestra dinámica era más que saliera de vez en cuando algún concierto de Los Enemigos, Josele acababa de sacar su disco, yo el mío, Chema andaba con sus temas de teatro… Cuando Josele llamó para decir que tenía algunas canciones y que si nos embarcábamos en hacer algo nuevo, fue un reto. Cuando dices que sí a Los Enemigos no te puedes echar atrás. Cuando uno se compromete, se compromete. Y la verdad es que ha merecido la pena, estamos muy contentos del resultado. Ha sido un trabajo muy gratificante.
¿Cómo surge Bestieza?
F.: Habitualmente es Josele quien llama para decir que tiene canciones nuevas y que las escuchemos para ver qué hacemos. Es el detonante, la chispa. Yo le pasé algunas ideas que tenía y eso fue el germen de este disco, de tener el compromiso de ponernos a trabajar. Pasamos un momento de crisis cuando Manolo salió del grupo y con la incorporación de David fue el momento de ponernos manos a la obra y grabarlo. Este disco, especialmente, ha sido muy energético y lo hemos disfrutado mucho desde el momento de vernos y de los ensayos.
¿Desde qué lugar habéis hecho este disco?
Chema: Desde tener ganas de hacerlo, sobre todo. Nos hervía la sangre, lo necesitábamos. Hacía casi seis años desde la salida de Vida inteligente. Es nuestra vida, es nuestro saber hacer. Es romper a tocar. Con esas ganas ha salido el disco. No es una segunda juventud, ni una tercera, la edad solo está en el DNI y puede que el décimo disco tenga más energía que los otros o una energía distinta.
F.: También con cierto vértigo. Cuando uno se embarca en un nuevo proyecto hay incertidumbres, hay que compartir muchas cosas, tiempo, ideas, y hay que asumirlo.
¿Por qué Bestieza?
C.: Porque si no, sería otro y nos preguntarías que por qué ese disco.
Josele: Porque nos hacía mucha falta sacar un disco.
David: Desde la perspectiva del fan, no del guitarrista, hacía falta un disco distinto a todos los demás de Los Enemigos. Veo que así como hay discos con cierta continuidad, este, sin perder en ningún momento la esencia del grupo, me suena totalmente diferente a todos los demás. Me pasa algo parecido a lo que me pasó en su día cuando escuché por primera vez La vida mata, que me sonaba muy distinto a lo que conocía de Los Enemigos.
¿Es el disco más a contracorriente de Los Enemigos?
J.: No lo sé, eso es muy relativo. Lo dejamos en 2002, volvimos a retomar en 2012 y en 2014 grabamos Vida inteligente, el primer disco de la segunda etapa. Creo que nos quedó un poco por redondear, no sabíamos si iba a tener continuidad o no. Creo que aún éramos demasiado jóvenes como banda, los nuevos Enemigos [risas]. Grabamos canciones muy buenas pero no es un disco de puñetazo en la mesa, ni mucho menos, no tiene la rotundidad que tiene Bestieza. Veo Vida inteligente como una necesidad de decir que estábamos vivos, que no somos una banda de revival y había que demostrarlo, pero tiene flecos, cada canción es de su padre y de su madre. Bestieza tiene una personalidad muy fuerte, muy definida. Ha sido un disco muy terapeútico.
¿Qué hay en Bestieza que no hubiera en los discos anteriores?
J.: Todo esto que te he dicho [risas].
F.: Por lo pronto, hay guitarras que no había antes, una aportación enriquecedora de nuestras canciones. Cuando nos quedamos los tres llevábamos mucho tiempo en formato de cuarteto. David ya había trabajado con Josele en estudio y en directo. Y ha llegado con mucha energía y creatividad.
D.: Yo me ofrecí y lo primero que me dijeron fue “vale, ¿pero no hay nadie más?” [risas].
J.: Yo te llamé para ver si conocías a alguien [risas].
F.: Ha sido como cerrar un círculo y volver a encontrarnos porque también hemos trabajado con Carlos Hernández, que fue técnico de sonido nuestro a principios de los años 90. De hecho, la anécdota que contamos es que “Siete mil canciones”, la canción con la que hemos presentado este disco, se grabó con Carlos en una maqueta para el disco Nada [publicado en 1999], pero al final quedó fuera porque faltaba un estribillo, una letra, y Josele ha tardado veinte años en terminarla pero ha merecido la pena.
“Siete mil canciones” es impresionante. A mí me convenció para escuchar con atención el disco.
J.: Era un poco la idea. Engancha mucho.
Es una canción que te llevaba dando vueltas en la cabeza veinte años, Josele. ¿Cómo se sabe que una canción ya está terminada?
J.: Dicho así suena un poco dramático, pero simplemente le faltaba la letra. Es algo más intuitivo que otra cosa. Hay un olor que huele a hecho.
¿Hay más canciones que nunca llegan a ser que las que sí lo hacen?
J.: Por ahí anda. En mi caso, lo que pasa es que casi ninguna acaba siendo lo que parecía que iba a ser de pequeña.
No está Manolo Benítez. ¿Despedida cordial?
F.: Realmente, cuando nos juntamos de nuevo en 2012 no sabíamos qué iba a pasar. Nos juntamos para unos conciertos y grabamos Vida inteligente en 2014 y la inercia te va proponiendo ciertos compromisos que hay que adquirir. Siempre que nos proponemos algo hay que estar al 100%, y él estaba con Porretas y con otros compromisos. La necesidad del grupo era estar al 100%, así que cada cual a su camino y tan amigos.
Hay una frase de “Vendaval” que quizá resume lo que son Los Enemigos hoy, “no quiero saber nada de algoritmos”. Es toda una declaración de intenciones.
C.: Es muy cierto, siempre nos hemos movido según nos vibraba dentro, nada de a ver qué es lo que nos marca el exterior. Si no te sale de dentro lo que quieres hacer, no le va a llegar a la gente como le tiene que llegar. Hacíamos discos cuando teníamos discos para hacer; cuando queríamos tocar, tocábamos; y cuando decidimos separarnos, nos separamos. Nunca quisimos que la opinión externa nos afectara. Cuando nos separamos en 2002 tuvimos una opción de tocar, por mucho dinero, y dijimos que no.
J.: Porque no me enteré yo, que si no... [risas]. Esto del algoritmo es eso que llaman el nuevo destino. En la canción es un tío al que, de repente, no le queda otra que creer en el destino.
Esa canción es una preciosidad.
D.: Sí. A mí me parece que uno de los versos más potentes del disco está en “Vendaval” y es eso de no dar nada por sentado, en lo más insignificante te puedes encontrar un vendaval.
J.: La vida te da sorpresas.
¿Cómo os gusta que se hable de Los Enemigos?
F.: Bien, sobre todo.
C.: Con honestidad. Igual que tú nos has dicho tu opinión sobre este disco y el anterior. Lo que más respetamos es la honestidad, nada de adulaciones gratuitas ni detrimentos falsos. Hablar bien de nosotros significa hablar con honestidad.
“Vendaval” es una de las tres canciones que escribís a medias Josele y Fino. ¿Lo echabais de menos?
F.: A mí siempre me ha gustado aportar mi granito de arena en Los Enemigos.
J.: Qué coño un granito, un capazo de arena.
F.: Josele me dijo que hacemos un buen tándem cuando le mandé estas canciones y eso me animó bastante. Él les dio unas vueltas y eso me agrada, que las haga suyas. Estoy muy contento del resultado. Antiguamente me quejaba porque se me transformaban las canciones cuando las llevaba al local de ensayo y él me decía que si creía que a él no las suyas. Y tenía razón.
J.: Hacemos buen equipo.
¿Se filtra la música que escucháis en la actualidad en este disco?
J.: No te quepa duda, todo lo que vas escuchando se va incorporando a tu espíritu. Luego tú lo plasmas en tus canciones, en tu forma de tocar. Por eso conviene escuchar de todo, llevarte sorpresas, investigar. Creo que los cuatro somos muy pesados con esto. Siempre estamos preguntando “¿has escuchado esto?”. Tenemos esos piques que son los que dan vidilla en la furgoneta, porque si no es un coñazo.
F.: Siempre hay detalles que entran, canciones nuevas que te pueden influir. Los clásicos están ahí, son tu base. Yo, por ejemplo, para inventarme las líneas de bajo recurro a los Stooges, los Beatles, canciones de toda la vida pero también otras nuevas. Por ejemplo, trabajando en este disco hemos escuchado a Graham Coxon. Hay muchísima música y es muy difícil que toda esa música que escuchas signifique algo para ti. A mí me cuesta. El abanico en Los Enemigos es muy abierto.
C.: Aunque tenemos gustos muy parecidos, también nos distanciamos y nos vamos a otros tipos de música. Y eso está ahí.
¿Puede ocurrir que Bestieza llegue a alguien que nunca haya escuchado a Los Enemigos?
C.: Sí, como cualquier otro disco. No sé si tiene algo especial. Con los años hemos ganado seguidores jóvenes que no pensábamos que se iban a incorporar. Esperemos que si llegan otros ahora no sea por los algoritmos.
J.: No es mal sitio para empezar si alguien quiere meterse en el mundillo de Los Enemigos. Empezar por Vida inteligente igual era más lioso.
Es el tercer regreso de Los Enemigos. ¿Qué cosas os quedan por decir?
F.: Creo que siempre hay cosas, el tema es que tengas algo que contar, lo que te plantees en cada momento. En este mundo tan conflictivo y con tantas diferencias, la cosa es tener una visión, un criterio personal de lo que te rodea tanto a nivel musical como intelectual, y querer contarlo. Mientras quieras hacerlo...
¿Cuál ha sido el mejor momento de Los Enemigos?
F.: Te voy a decir dos... o tres. Uno es ahora, porque creo que es muy especial para nosotros. Otro fue cuando la separación en 2002, muy emocionante. Aunque nos separábamos y era triste, estar juntos y cerrar como amigos una etapa muy larga, sin acabar mal, fue muy emocionante. Siempre recordaré como algo muy especial la despedida en La Riviera. Y el tercero sería a finales de los años 80 cuando, con la furgoneta y nuestro mánager Lalo Cortés, que se fue muy pronto el pobre, nos pateábamos este país de sala en sala.
C.: Yo recuerdo la gira de Gas, que dormíamos en la furgoneta y cuando llegaba a casa no podía dormir en una cama que estuviese quieta.
En esa gira fue la única vez que os he visto en directo, en 1997 en el campo de fútbol de La Vía, en mi pueblo, Coslada.
F.: Fue ahí cuando te abrí la cabeza con el capó del coche.
C.: Aquello fue en Móstoles.
J.: Fue cuando te partí la tibia y el peroné [risas].
F.: En aquella época nos llevábamos bien.
J.: Ahí te abrí la cabeza, dice. Es que... [risas].
Música
Josele Santiago: “En los años 80 era imposible hacer un disco de rock’n’roll en España”
¿Por qué Coque Malla sí y Josele Santiago no?
J.: Pues no sé…[duda] Tenemos amistad, yo sigo su carrera con mucho interés porque me gusta mucho lo que hace. Pero que su carrera en solitario haya tenido más repercusión que la mía te aseguro que me da exactamente lo mismo.
¿Cuánto de eso depende de la voluntad?
C.: Yo creo que ni Josele ni Los Enemigos ni Los Ronaldos ni Coque tenían la voluntad de hacerse famosos, tenían la voluntad de hacer música.
J.: No, Coque sí. Lo lleva en los genes, y no lo digo despectivamente ni mucho menos.
C.: Hoy en día todo el mundo quiere apuntarse a un programa y en seis meses ser el más famoso del mundo. Pero cuando te metes en un grupo de música no lo haces pensando en eso, aunque se te pase por la cabeza, pero lo que quieres es expresarte, decir tus cosas.
J.: Y ligar y eso.
C.: La voluntad que uno ponga, solamente la voluntad, no te vale para llegar muy lejos. Tengo muchos amigos que le ponen mucha voluntad y no trabajan.
¿Cuál es vuestra voluntad como grupo ahora?
J.: Ahora mismo, salir a la carretera con este repertorio.
F.: Terminamos el disco en octubre, pero toda la infraestructura de la autoedición para sacar adelante el proyecto te ocupa otros seis meses. Así que ahora estamos preparando el repertorio para ofrecerlo en directo.
J.: Es una meta realista, que se ve.
D.: El hecho de haber disfrutado mucho en la elaboración y grabación te genera una ansiedad mayor por subir al escenario y presentarlo.
Bestieza está dedicado a la memoria de Rafael Fustes, barman y pinchadiscos en Malasaña, que murió hace un par de años. ¿Se acaba una manera de vivir en Madrid?
J.: Sí, en Madrid y en todas las ciudades.
F.: El tiempo va pasando y nosotros tenemos la suerte de seguir vivos.
Ya no existe ese barrio de Malasaña en el que os juntasteis. Y posiblemente no existen tampoco barrios así en otras ciudades.
J.: Es muy difícil que se repita en cualquier lado esa Malasaña que nos pilló a nosotros bien, de jovencitos. Hubo una serie de circunstancias, como la cantidad de músicos de fuera de este país que venían cada semana a tocar al Agapo y se quedaban a vivir en el barrio porque echaban un vistazo y flipaban. Gente muy viajada, eh, que decía que no había visto una cosa igual. Estaba lleno de ingleses, australianos, americanos… que se fueron quedando en el barrio porque les molaba. Los que estábamos allí estábamos todos obsesionados con la música y por eso nos juntábamos allí. Era barato y no había tantos prejuicios a la hora de escuchar música como sí había en otros sitios, cosa que nos gustaba bastante.
Música
An-tonio, memoria del buen salvaje
Fustes tuvo mucho que ver con vuestra canción “An-tonio”, una de las más bonitas de Los Enemigos.
J.: Sí, Rafa fue el que me dio la idea de la letra. ¿Cómo sabes tú eso, tío?
A las entrevistas hay que venir leído.
J.: Pues me quito el sombrero, joder. Sí, era una frase muy recurrente de An-tonio, lo de la ilusión de montar un bar en Algeciras, con tapa. Él sabía lo buen tabernero que era Rafa y le preguntaba constantemente cómo era eso de llevar un bar. Y An-tonio decía “es muy difisil, es muy difisil montar el bar”. Hablando de An-tonio cuando murió, Rafa me recordó esto y me fui corriendo a casa, antes de que se me escapara la idea.