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Municipalismo
Una piedra angular para la construcción de otro mundo: El municipalismo
Puede decirse, sin demasiada exageración, que no existe auténtica política municipal desde que el estado la desmanteló. Hay muchas razones para considerar que un nuevo municipalismo podría jugar un papel en la construcción de un movimiento amplio y potente capaz de oponerse al sistema predominante y de construir una alternativa al mismo.
Sobre la piedra angular, generalmente grande y bien labrada, se construía pacientemente el edificio admirable. No sólo ni principalmente por su función de apoyo, sino por su función de referencia para medidas y cálculos. Creo que hay muchas razones para considerar que un nuevo municipalismo podría jugar este papel en la construcción de un movimiento amplio y potente capaz de oponerse al sistema predominante y de construir una alternativa al mismo.
1. La creación y el desarrollo del sistema capitalista (no vamos a irnos demasiado atrás en el tiempo) se ha basado, entre otras cosas, en la destrucción de todos los poderes locales cercanos y en la construcción de un absorbente poder central lejano. El estado y el capital no pueden entenderse el uno sin el otro. Ambos constituyen el sistema. El estado, tal como lo conocemos, es el heredero directo de las monarquías autoritarias y absolutas que dejaron a los pueblos y ciudades sin ningún poder realmente significativo. Puede decirse, sin demasiada exageración, que no existe auténtica política municipal desde que el estado la desmanteló. Parece lógico pensar que la superación del sistema no puede hacerse sin recorrer el camino contrario, devolviendo el poder a las comunidades locales. Esta devolución es un requisito imprescindible, en mi opinión, para construir poder popular, para que la gente decida realmente sobre aquello que le afecta.
Puede decirse, sin demasiada exageración, que no existe auténtica política municipal desde que el estado la desmanteló. Parece lógico pensar que la superación del sistema no puede hacerse sin recorrer el camino contrario, devolviendo el poder a las comunidades locales2. Municipalismo transformador, soberanía alimentaria, soberanía energética, agroecología, economía alternativa y social, propiedad comunal… son algunas de las posibles múltiples patas de una gran mesa redonda. No porque la institución de poder local tenga que sustituir a las iniciativas individuales y colectivas, todo lo contrario, porque se necesita que las facilite. Especialmente, aquellas que son colectivas y alternativas.
3. Es difícil que un movimiento comunal surja de una candidatura electoral elaborada para la ocasión por parte de personas con vocación política institucional. Incluso bienintencionadas. La vía electoral institucional les absorbería tanto, les distraería tanto y, lo que es peor, les cambiaría tanto, que muy posiblemente pospusieran sin fecha la construcción de un movimiento alternativo comunal (en el caso de que se lo hubieran propuesto). Aparecerían, además, conflictos internos de poder, de clima, de proyecto… que lo pondrían en peligro o lo harían inviable al propio grupo municipal.
Es difícil que un movimiento comunal surja de una candidatura electoral elaborada para la ocasión por parte de personas con vocación política institucional4. No es, por contra, imposible que un movimiento alternativo local se desarrolle afrontando los problemas y conflictos reales de su entorno inmediato, facilitando la autoconstrucción de un tejido social extenso y haciéndose eco activo de los más globales, autoconstruyéndose al mismo tiempo como grupo integralmente participativo, y que su propio desarrollo cuantitativo y cualitativo les lleve a plantearse una candidatura municipal, no para dejarse enredar por la institución sino para convertir la construcción de una “comunidad de vida digna” en su proyecto compartido.
5. Si su pretensión es solamente hacerlo mejor que los otros, con más eficacia y honestidad, incluso con más creatividad… eso no sería más que un buen parche, pero un parche. Es importante que la vida de las personas mejore; pero sólo si es por su propia implicación se garantiza esta mejora a largo plazo y, sobre todo, el propio desarrollo colectivo, la autoconstrucción de un sujeto político. Si se trata de sustituir a la gente, de pensar por ella, de decidir y actuar por ella, si se sigue manteniendo a las personas y a los colectivos en esa especie de falsa infancia en las que el poder ya los mantiene, estaremos, a pesar de todas las mejoras, apuntalando el sistema. Justamente en su piedra angular: arrebatar el poder a las personas, arrebatándoles sus posibilidades de autonomía y de desarrollo real.
Es importante que la vida de las personas mejore; pero sólo si es por su propia implicación se garantiza esta mejora a largo plazo6. Si se inicia un proceso, lento y difícil, de facilitación del empoderamiento popular, del protagonismo colectivo, de la democracia real, entonces no sólo se conseguirán transformaciones -puede que inicialmente pequeñas- de la realidad, sino que el cambio sociocultural convertirá en predominante la autogestión sobre la delegación, la vida digna sobre el consumismo, la negociación real sobre la coacción y la manipulación, otra relación con la naturaleza, el cuidado y apoyo mutuo sobre la competitividad, la hostilidad y la discriminación…
7. Y, en la medida en que avance la capacidad de pensar, sentir y actuar por una misma, re -trocederá la capacidad del poder para coaccionar y manipular y, por tanto, el riesgo de que un posible vuelco electoral destroce a fondo y para mucho tiempo la posibilidad de un proyecto compartido. En algunos casos, será una carrera contra reloj: desarrollar la participación popular integral y la identificación con el proyecto colectivo antes de que el poder pueda golpearlo mediante un proceso electoral dopado. De ahí la necesidad de que el colectivo municipalista alternativo tenga un desarrollo previo que le proporcione fuertes raíces. En cualquier caso, tal vez haya que hacerse a la idea de tener que empezar de nuevo una y otra vez o, al menos, de tener que retomar el camino largo una y mil veces. No puede esperarse sensatamente que las transformaciones internas inducidas por centenares (o miles, según se mire) de años de coacción y manipulación se borren repentinamente o en un corto espacio de tiempo.
En algunos casos, será una carrera contra reloj: desarrollar la participación popular integral y la identificación con el proyecto colectivo antes de que el poder pueda golpearlo mediante un proceso electoral dopado8. La base del proceso está en la capacidad de decidir y actuar. La autonomía no se desarrolla con mítines y lecciones sino con la toma autónoma de decisiones, con la actuación libre. Para el desarrollo de la propia autonomía es más eficaz un proceso autónomo con errores, que un proceso con aciertos basados en la delegación. Las personas facilitadoras tienen un papel, las personas expertas tienen un papel, pero la palabra, la decisión y la acción tienen que ser de la gente que está implicada en cada proyecto.
9. Supongamos que ya tenemos un buen árbol con buenas raíces y buen desarrollo, ¿eso es todo? ¿Una isla relativamente autosatisfecha? No tiene mucho sentido. Entiendo que el municipalismo transformador es una piedra angular también para la construcción de otro mundo posible, de otro sistema, para afrontar los gravísimos problemas con los que malvivimos y los aún peores que configuran nuestro horizonte.
10. Cuando, y en la medida que, la comunidad se apodera realmente de la institución municipal (comunal) ésta deja de ser un poder delegado para convertirse en portavoz. En portavoz hacia dentro y en portavoz hacia fuera y hacia arriba: un contrapoder. Con todas sus limitaciones, pero un contrapoder para la lucha popular. Con capacidad para reclamar y ejercer autonomía, para interpretar y decidir, para afrontar y desobedecer.
El municipalismo transformador es una piedra angular también para la construcción de otro mundo posible, de otro sistema11. Una comunidad que se autogestiona, progresivamente, con avances y retrocesos, con conflictos y crisis, es una verdadera escuela de formación en la acción. Cuando se aprende a reaccionar ante lo próximo, consciente y creativamente, cuando se trabaja y se lucha por objetivos colectivos realmente compartidos… todo este aprendizaje y esta autoconstrucción sirve también para afrontar lo más lejano, que influye, que repercute, que condiciona…
12. Una “comunidad de vida digna” que ha avanzado en el camino de la soberanía alimentaria, de la soberanía energética y de otras soberanías, es una base operativa para el propio antagonismo frente al sistema -y a su colapso- y para otros antagonismos confluyentes y solidarios.
Soy consciente que he ido quizás más lejos de lo que las circunstancias actuales permiten avanzar, pero me parece necesario mostrar una posible perspectiva esperanzadora en tiempos tan oscuros.
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Toda la razón, lúcido artículo, estamos acostumbrado a empezar la casa por el tejado, con la primacía de lo electoral e instutucional sobre lo realmente importante