Migración
¿Quién teme a la migración? El curso político comienza con la mirada en las fronteras

El marco de la crisis migratoria se ha asentado durante el verano en el debate político y los medios de comunicación, mientras el nuevo Pacto Europeo de Migraciones y Asilo habilita un endurecimiento de las políticas migratorias.
Sus políticas migratorias matan
Protesta contra la presencia de aa Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex) en Canarias (CC0 )
6 sep 2024 06:00

El verano de 2024 ha sido otro de esos veranos en los que las miradas han estado puestas en la frontera sur, y la migración ha estado en boca de todos. El presidente de Canarias, Fernando Clavijo, definía la de este verano como “la mayor crisis migratoria de nuestra historia” en una carta en la que solicitaba el miércoles a la presidenta del Parlamento Europeo, para comparecer ante una “situación límite” tras la llegada de más de 6.000 personas migrantes entre julio y agosto, batiendo un récord, como han repetido los medios. No es el único récord que se ha batido en el archipiélago, que ha recibido más de 8,6 millones de turistas entre enero y julio de 2024. Más de 1,16 millones solo en julio.

Pero no ha sido el turismo masivo el que ha marcado la agenda de los medios, a pesar de que la pasada primavera la población canaria se movilizara masivamente para expresar su hartazgo: La idea de desborde y de incapacidad de gestión, ha sobrevolado todo el verano el discurso político y las tertulias televisivas, ante la masificación de los sistemas de acogida de la frontera sur y la pelea por el reparto,  se ha exigido al gobierno respuestas: Sánchez actuaba con una gira africana que le ha llevado por Senegal, Gambia y Mauritania, en la que hablaba de expulsar a migrantes irregulares para “desincentivar a las mafias”, o relacionaba migración y terrorismo, ganándose reproches por parte de la izquierda parlamentaria, sin conseguir por ello una tregua en los ataques desde la derecha a su política migratoria. El incremento de intentos de llegadas a nado hasta Ceuta en los últimos días de agosto, está apuntalando una alarma incesante, mientras los medios siguen pendientes del impacto que puedan tener, por ejemplo, 200 solicitantes de asilo en el turismo de Tossa de Mar, una población de unos 6.000 habitantes que recibe miles de visitantes cada verano.

El alcalde de Tossa no es el único preocupado por la llegada de personas migrantes y solicitantes de asilo, el aluvión de titulares y declaraciones inflamadas sobre la cuestión, ha servido para colocar la migración en el cuarto lugar entre las preocupaciones de la sociedad, según revelaba el CIS el pasado julio, con 16,9% de los encuestados considerándolo uno de sus principales problemas (casi una de cada cinco personas en el país). 10 puntos más que el año pasado, sin que haya habido un cambio tan significativo en el número de personas migrantes que llegan. Mientras, la Europa del Nuevo Pacto de Migración y Asilo, afina sus planes para deportar con más eficacia en un escenario de auge de la extrema derecha. 

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Si vienen que sea a trabajar

Aunque se  hayan descrito las declaraciones de Sánchez como un giro, en cuanto a las políticas migratorias del gobierno, Irene Carrión Álvarez, portavoz de la plataforma Stop Deportación, solo ve continuidad. El tour del presidente por Senegal, Mauritania y Gambia para “mejorar el control migratorio”, no es el primero que se hace desde el gobierno, aunque sí  es el primero protagonizado por el jefe del ejecutivo. Carrión recuerda que en los últimos años, han habido varias visitas de alto nivel intentando “reactivar determinados acuerdos bilaterales que había con Senegal, con Mauritania, con Gambia que les permitía usar la deportación de manera regular”, explica, para ello ha habido giras tanto por parte de las carteras de exterior como de interior: “en todas ellas mezclan dos cosas: si es Exteriores hablan de cooperación y hablan de deportaciones. Si es Marlaska, hablan de seguridad y hablan de deportaciones”.

En esta ocasión, señala, Sánchez empezó su recorrido hablando de vías seguras, pero lo que estaba en su agenda era la migración circular. “Este elemento, el de la migración circular, ha surgido más en el debate de los medios porque menciona la palabra Sánchez. Pero el presidente tampoco ha concretado ni siquiera un acuerdo en este sentido, lo vemos todo bastante continuista”, insiste la activista.

“El efecto llamada no existe. Forma parte de la narrativa racista que los partidos de izquierda no han sabido ni querido combatir”

La idea de la migración circular, que tampoco es una novedad, evoca vulneraciones de derechos como las que se han denunciado por parte del colectivo de jornaleras marroquíes que vienen cada año a la temporada de los frutos rojos, pero también con otros contingentes, como el de los ciudadanos hondureños enrolados hace unos años en la ampliación de estas políticas.

Según Vivi Alfonsín, activista feminista e integrante del movimiento Regularización Ya, este modelo migratorio “ha demostrado ser un mecanismo fallido, además de racista e inhumano, que multiplica la violencia sobre las trabajadoras y trabajadores migrantes”. Convenios salariales que no se cumplen, impagos, aislamiento, alojamiento en infraviviendas, desatención sanitaria, completan el cuadro. “Sánchez se niega a escuchar la voz ciudadana que clama por el fin de esa explotación, está dejando de lado a todas las personas que ya trabajan aquí, condenadas a la economía sumergida, a sus hijas e hijos, a sus mayores”. Donde Alfonsín ve la perpetuación de un sistema racista, la derecha insiste en señalar un efecto llamada. “El efecto llamada no existe. Forma parte de la narrativa racista que los partidos de izquierda no han sabido ni querido combatir”, concluye contundente Alfonsín.

Y es que, frente a la lógica de esta migración a la carta, lo que 700.000 firmas han avalado es la regularización de las personas que ya están aquí y que ven cómo se les niegan sus derechos fundamentales. No solo la ILP Regularización alcanzó el  número mas alto de firmas que haya conseguido nunca una iniciativa de este tipo, Alfonsín pone en valor las 900 organizaciones que la impulsaron, las casi 100 mociones en apoyo aprobadas en ayuntamientos, o el respaldo que obtuvo cuando fue admitida a consideración en el Congreso el pasado abril, recibiendo solo los votos negativos de VOX. Ante la propuesta de migración circular de Sánchez, pues “la indignación es grande y compartida”.

Migración
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Sin derecho a viajar

Sobre las vías legales y seguras, suspense. Lo cierto es que conseguir un visado o una reagrupación familiar, por ejemplo, son empresas casi imposibles. Así lo constataban Ladji Gassama y Carmen Indrani, hijo y nuera de la maliense Niama Sylla, una mujer de 57 años a la que no se permite visitar a su familia en España. Próxima a la jubilación, con toda su vida hecha en Mali, Sylla lleva años intentando conseguir un visado sin éxito. A su hijo y nuera les han planteado hacer reagrupación familiar, pero no es eso lo que quieren, solo aspiran a que pueda pasar tiempo con sus nietos en su casa en España, del mismo modo que la madre de Carmen puede viajar donde quiera.

Temen además que la reagrupación, un trámite bastante complejo, les sería rechazada reduciendo aún más las posibilidades para optar a un visado. Lo que van a hacer, después de mucha batalla, es solicitar por una tercera vez  el visado y, si se lo deniegan, recurrir. El gasto de tiempo y de dinero, el agotamiento para la mujer de tener que estar yendo y viniendo de su pueblo a la capital, para después ser tratada de malas maneras en el consulado, y el peso emocional de todo eso, les hizo replantearse si seguían intentándolo. Pero quieren luchar por el derecho de la mujer a viajar, también, porque si ni a ella le permiten visitarles, “nadie de la familia de mi pareja podrá venir a visitarnos nunca”, lamenta Carmen.

“Veo a chavales de 18 años que se plantan en Vietnam con cero euros sin problemas para tener una experiencia, pero mi suegra no puede venir a ver a sus hijos y nietos en Europa”

Qué supone esta asimetría para la gente que la rodea en Mali: Carmen, psicóloga que, como su marido, trabaja en el ámbito de las migraciones en el país, hace un recorrido rápido por las posiciones de las personas malienses que conoce: desde los más radicales que abogan por la reciprocidad, es decir, evitar la entrada de los europeos en África hasta que la relación no sea en igualdad de condiciones, a quienes consideran que lo que es necesario es luchar para evitar el éxodo rural, y que los jóvenes no abandonen el país. Lo que une a casi todos, es  alguna historia familiar ligada a la migración, muchos han perdido a algún miembro de su familia mientras viajaban. Sobre el derecho a poder contar con vías legales y seguras, dice, la gente asume que la única manera de llegar a Europa es jugarse la vida en largas rutas. 

“Veo a chavales de 18 años que se plantan a Vietnam con cero euros sin problemas para tener una experiencia, pero mi suegra no puede venir a ver a sus hijos y nietos en Europa”, ejemplifica Carmen la asimetría en la relación con las fronteras. Niama, una mujer rural, de mente abierta, que es un referente para los vecinos y un pilar para la familia, debería tener el derecho también a ver otras realidades, comparar, compartir sus reflexiones con su comunidad, explica. Pero, tal y como están las cosas, los malienses solo pueden llegar a Europa por el mar y ser migrantes “ni turista, ni expatriado, ni nómada digital, no existe para ellos otro tipo de movilidad”.

Carmen también habla como en el país se sienten agraviados por la indiferencia europea anta las masacres, violaciones y violencias que se viven. Para Carmen, la indiferencia va de la mano de una anulación de la empatía, “no queremos reconocer que el sueño de un joven de 22 años en España es equivalente al sueño de un joven en Mali”. “Claro que muchos se van porque la situación es insostenible”, recuerda “pero muchos otros solo quieren un futuro diferente. Y a nivel psicológico, cuando no hay derecho, hay también una obsesión. Eso también lo vemos en países como Marruecos, donde los chicos crecen obsesionados con ir al otro lado”, hermanos mayores que ya han ido, un horizonte compartido por tantos...“no queremos reconocer que es gente joven, con sueños y demás. Sí que muchos van para porque tienen que ayudar a sus padres y muchos otros huyen de historias de violencia. Pero también hay un trasfondo de persona humana con sus proyectos”. 

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La infancia como moneda de cambio

Entre las personas en movimiento, los niños, niñas y adolescentes han protagonizado estos últimos meses enfurecidos intercambios entre partidos, tiras y afloja entre los territorios, y campañas de criminalización en diversas poblaciones. Hablamos con un miembro del personal de centro de protección a la infancia de Hortaleza, que ha emergido en los medios varias veces en los últimos años por su falta de recursos adecuados, una situación que aqueja a otros muchos otros centros en el territorio. Integrante del equipo socioeducativo, lo primero que nos pide nuestro interlocutor es que no usemos las formas manidas con las que los medios titulan sus informaciones sobre los chavales, no son menas “unas siglas que estigmatizan”, ni tampoco menores, palabra que encuentra contaminada también “¿menores que quién?, replica irónicamente. Por ende, los centros de protección tampoco deberían llamarse “centros de menores”, con todo el estigma asociado a ese término.

“Son centros de protección y el de Hortaleza es de primera acogida”. Y no es fácil: dada su experiencia este educador social está familiarizado con las trayectorias de estos chavales y considera que requieren de formas de intervención diferentes. En estos años, ha visto cómo las personas que vienen de países subsaharianos, lo hacen en gran medida porque no les quedan más formas de vida y sienten una gran presión de las familias que necesitan su dinero. Mientras que para muchos de los chavales marroquíes, la migración es un rito de paso a la edad adulta, en el que, en muchos casos, acaban por sufrir más riesgos que en los lugares que dejaron atrás. Una aventura de la que, vista la forma en la que son recibidos y todas las limitaciones a las que deben hacer frente, a veces dan ganas de regresar. 

“Es importante crear recursos de formación, y contar con el personal de los centros de protección —que somos los que estamos con las y los adolescentes— y no dejarlo todo en manos de políticos”

Pensando en la diversidad de los y las chavalas para este educador social es necesario “trabajar su principio de realidad”, recuerda que muchos de ellos son trabajadores, manejan oficios necesarios “son gente formada en perfiles profesionales que necesitamos en España. Son verdaderos profesionales de sectores como la construcción. Tienen ganas de trabajar, son fontaneros, albañiles, con estudios de informática”, así que considera que, mientras se habla de migración circular, lo que urge es regularizar a quienes ya están.  

El trabajador reivindica también la labor de los educadores sociales, a quien nadie les pregunta sobre la mejor manera de acompañar a estos niños y adolescentes, defendiendo enfoques como una intervención más centrada en grupos pequeños, centrándose también en la salud mental de estos jóvenes,  que, dado el escenario que enfrentan “se están rompiendo”. Recuerda que urge una sistematización de la intervención en todas las entidades, evitando que exista desigualdades entre las comunidades autónomas, por ejemplo en el tiempo que se tarde en tutelar a un menor, que varía enormemente.

“Es importante también crear recursos de formación, y contar con el personal de los centros de protección —que somos los que estamos con las y los adolescentes— y no dejarlo todo en manos de políticos”, algo que estaría bien recordarle a las distintas organizaciones que trabajan en este ámbito y que, según el trabajador “a veces nos perciben como un enemigo”. 

Por último destaca la necesidad de unas condiciones dignas de trabajo: Y es que las cifras contundentes que se ponen sobre la mesa para apoyar a las comunidades autónomas en “la gestión migratoria”, o reflejan lo que se le ofrece al personal. “No se puede tener a profesionales de la educación y de lo social como son psicólogos, maestros, educadores sociales o trabajadores sociales cobrando 1.000”, se rebela el trabajador. 

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El fantasma de la deportación

Otro factor que rompe a las personas es el fantasma de la deportación, la posibilidad de ser devuelto al punto de partida tras haber invertido tanto en llegar a Europa. Sánchez se abonó al discurso de las deportaciones como medida disuasoria, en su reciente gira. Desde el PP voces como la del portavoz en el Congreso, Miguel Tellado elevó la apuesta hablando de deportaciones masivas, y aunque desde otras posiciones en su partido se haya intentado suavizar la estrategia, el marco ya ha sido instalado.

“Respecto a la deportación, una cosa es lo que está en el imaginario de la gente, que básicamente piensa que se deporta contra la criminalidad, o que estamos hablando de devoluciones de personas recién arribadas, cuando el panorama de las deportaciones no es así”, explica Carrión. Son expulsados del país gente que lleva ya tiempo en el territorio, que tiene arraigo o familia. “Hablando de las declaraciones de Sánchez y cómo se da esta gira, da la impresión de que estuviéramos hablando de las deportaciones como un mecanismo para evitar llegadas o devolver a gente que acaba de llegar en patera para resolver el tema del volumen  de personas migrantes en Canarias y toda la cuestión del traslado de la gente que llega a otras provincias”.  Pero este planteamiento es incorrecto, afirma la activista, además, la capacidad de deportación es limitada. “Los propios gobiernos reconocen que es una medida punitiva para la persona que se deporta y demostrativa, pero no es viable”, desarrolla Carrión. Al final, apelar a las deportaciones en este contexto, acaba siendo solo un mensaje para generar un impacto: “Incurrimos, como con el efecto llamada, en esa idea de que lo que hacemos desde el punto de vista comunicativo en los países del norte tiene un impacto en cambiar la estructura de cómo funciona el mundo que al fin y al cabo es lo que genera la migración”.

“Las deportaciones son un lucrativo negocio y forman parte de los compromisos adquiridos por los estados firmantes del Pacto Europeo de Migraciones y Asilo”

Si hace años que no se realizan deportaciones con vuelos macro a los países —aunque sí en vuelo comerciales—, no es porque el gobierno “progresista” no lo haya querido, sino porque los países africanos no lo han aceptado. Y es que de las deportaciones no se discute ni en España ni en Europa. “A nivel de la élite política europea, no hay un cuestionamiento de la deportación como un instrumento en la gestión migratoria. No se está en ningún momento cuestionando el paradigma ni buscando uno alternativo”. Carrión recuerda que en el pacto migratorio europeo la agenda para la deportación, centrada en mejorar la eficiencia y aumentar el volumen de deportaciones, incluye  “la amenaza a aquellos países que no admitan retornos, medidas de presión que además perjudican al propio país y a sus ciudadanos”. ¿Qué implica esto? que si no te prestas a recibir a las personas deportadas, te quedas sin visas para los pocos nacionales que pueden optar a ellas.

“Las deportaciones son un lucrativo negocio y forman parte de los compromisos adquiridos por los estados firmantes del Pacto Europeo de Migraciones y Asilo, así como el encierro de personas migrantes en campos de detención”, explica también Alfonsín, quien considera que al agitar esta baza Sánchez muestra “su cara más dócil ante los mandatos europeos”. El mecanismo de la deportación, no evita que la gente migre, sino que les empuja a rutas más peligrosas y siembra la muerte entre quienes lo intentan, concluye Alfonsín, y añade: además enriquecen a las empresas que lo ejecutan y los gobiernos que las aceptan.


Por dónde se sigue

¿Qué alternativas hay a un escenario cada vez más desigual, donde se acepta de manera tan amplia la necesidad de una “gestión” de la migración que implique hacer cualquier cosa por evitar que las personas lleguen?. Carmen pone un ejemplo de esta aceptación: habla de una familia cercana, que expresa solidaridad con las personas migrantes, pero que cuando la escuchan defender la libertad de movilidad para todo el mundo, le preguntan: “¿Cómo quieres que entre toda la gente que quiera en nuestro país?” Ella asume que hay un riesgo de catástrofe total del sistema de bienestar europeo, “pero lo que pasa es que esto se ha hecho una bola, es una consecuencia de todo lo que se ha restringido la migración. Pues ahora o explota o se sigue controlando igual hasta que sea un infierno más grande de lo que ahora es”.

Ese infierno es lo que divisa Alfonsín si todo sigue así. “Los estados firmantes del PEMA tienen menos de dos años para ejecutar las medidas de represión contra las personas migrantes. Veremos la compra e implementación de los sistemas de control biométrico; la denegaciones sistemática de asilo y refugio; estructuras cada vez más crueles, impermeables y violentas para perseguir y expulsar migrantes; la apertura de más centros de detención donde hasta los niños de seis años podrán sufrir identificaciones contra su voluntad”, o dicho de otro modo, el pacto “es el perfeccionamiento de la maquinaria de la muerte subvencionado con dinero público europeo”.

“A medida que haya peor rendición de cuentas a nivel social, política y judicial, es más fácil que se cometan mayores tropelías”

Una maquinaria, que, describe Carrión, implica poder “tener centros de internamiento en terceros países, deportar a los países de tránsito o mantener a los solicitaste de asilo en esos terceros países”, suponiendo “cambios conceptuales relevantes” respecto al respeto de los derechos humanos. En efecto, para Alfonsín la idea de los derechos humanos “atraviesa una crisis de sentido absoluta desde hace tiempo”, ante genocidios, violencia colonial, y necropolíticas migratorias, defiende, hoy los derechos humanos han devenido “un concepto vacío o, como mínimo, parcial, de lo que es la humanidad”. Más que políticos que ondeen la bandera de los derechos humanos en las redes “necesitamos que se jueguen el puesto por las causas justas, que pongan en jaque la estructura misma a la que pertenecen” expresa.

Pero lo que viene del mundo de la política es bien distinto, explica Carrión: quien considera que se usa populistamente la migración “para contarle al electorado, que si impactas en las fronteras vas a tener beneficios socioeconómicos en otras áreas de tu sociedad”. Se trata de proponer  medidas concretas como la deportación, para que parezca que se está haciendo algo que tendrá un impacto en toda la sociedad, “como si la migración estuviera en el origen de todos los males”. Medidas populistas como las deportaciones masivas, más allá de ser ilegales e inmorales, son inviables en términos logísticos y económicos, recuerda la activista. Contrarrestar esta demagogia, superar la opacidad, y pedir rendición de cuentas —algo que se dificulta cuando se cruzan los ejes de migraciones y seguridad— es urgente. “A medida que haya peor rendición de cuentas a nivel social, político y judicial, es más fácil que se cometan mayores tropelías”.

Lo que Alfonsín reclama por su parte es una “una unidad radical” desde los movimientos sociales, para poder “alterar el estatuto de subalternidad permanente que nos quieren otorgar a las personas migrantes”. El caso de la ILP regularización es un ejemplo de alianza exitosa, con todo el esfuerzo colectivo que ha implicado, y también un camino a seguir: “Con suficiente presión ciudadana podríamos lograr una cosa concreta que cambiaría la vida de medio millón de personas”. Piensa que sin esa unidad despojada de personalismos, solo quedará “ver al enemigo ganar”.

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Paco Caro
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