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Migración
Cuando los intereses políticos arrebatan vidas a niños
Halikari Dhaker nació muerto después de que su madre fuera atendida de urgencia tras pasar varios días en los bosques de la frontera entre Polonia y Bielorrusia, donde se hallaba con su marido y sus otros cinco hijos, de origen iraquí. Es otra víctima más —y de momento la más joven— del drama humanitario que se está viviendo en la frontera de Polonia con Bielorrusia y que se ha agudizado en las tres últimas semanas. El cuerpo del pequeño Halikari, fue encontrado el pasado 18 de noviembre en el bosque de Bialowieza cercano al paso fronterizo, aunque su fallecimiento se ha establecido finalmente el 14 de noviembre.
Según el Equipo Médico de Emergencias de Polonia, una ONG que está socorriendo a los migrantes, aseguró que el bebé se encontraba junto a sus padres, quienes también estaban heridos, en el momento de su muerte. Una tragedia que pone contra las cuerdas no solo a los responsables de esta crisis (el gobierno polaco y bielorruso respectivamente), sino también a la Unión Europea.
El pequeño pueblo Bohoninki ubicado al noreste de Polonia y muy cercano a la frontera ha acogido el funeral del niño Halikari Dhaker este martes en su mezquita y posteriormente ha sido enterrado en el cementerio de este mismo municipio en un ataúd blanco de pocas dimensiones
El pequeño pueblo Bohoninki ubicado al noreste de Polonia y muy cercano a la frontera ha acogido su funeral este martes en su mezquita y posteriormente ha sido enterrado en el cementerio de este mismo municipio en un ataúd blanco de pocas dimensiones. Su cuerpo yace junto a los de otros tres hombres: un iraquí, un sirio y un yemení. Ellos también perdieron la vida en la frontera. El entierro, al igual que los otros, ha generado mucha expectación mediática. Una treintena de periodistas de diferentes medios internacionales han cubierto esta desgracia.
El encargado de oficiar esta ceremonia, bajo la lluvia granizada y con temperaturas bajo cero, ha sido el imán Ali Bazarewiez. Él es uno de los representantes de la comunidad musulmana de este pueblo. “Todos sabemos que estas personas dejaron sus países para encontrar una vida mejor. Están sufriendo mucho y están siendo manipulados. Nosotros por nuestra parte únicamente podemos realizar un entierro. Es nuestra obligación”, ha indicado Bazarewiez.
El imán y la enorme muralla de periodistas han sido los únicos que han despedido al niño sirio. Un adiós lleno de cámaras y micrófonos. Nadie de su familia ha acudido. “No tengo información sobre dónde se encuentra su madre. Suponemos que sigue en algún hospital a la que se le trasladó”, ha explicado el imán.
Más frío en la frontera
Aunque no hay una causa clara de la muerte de este niño sirio, las ONGs y el imán han recordado que gran parte de las muertes se han produciendo por las adversas condiciones meteorológicas a las que tienen que hacer frente en el bosque. Unas condiciones que ya han ido a más. Este martes la nieve ha caído con fuerza en los pueblos cercanos a la frontera como Sokolka. Temperaturas que seguirán bajando según se acerque el invierno, algo a lo que tienen que hacer frente todavía un centenar de migrantes que siguen a la intemperie en la frontera de Bielorrusia. Por ello, el imán Bazarewiez ha querido lanzar un mensaje: “A los musulmanes que quieran cruzar la frontera, les diría que lo piensen. No queremos que haya más muertos de este tipo en nuestro cementerio”.
El trabajo de los activistas
Las líneas de actuación del primer ministro polaco, Mateus Morawiecki siguen siendo las mismas: fuerte presencia policial en toda la zona cercana a la frontera e impedir la entrada a periodistas y activistas.
Joanna Grzymala es una de ellas, forma parte de la fundación Fundacja Ocalenie. Esta joven polaca de 33 años es una de las que cada noche se traslada al bosque a ayudar a las personas migrantes. “Esta situación es inaceptable. Cada día están muriendo más personas. No están preparadas para hacer frente a este frío”, denuncia.
“Aprovecho mis días libres para venir a pueblos cercanos a la frontera. Esta es una experiencia rara. Sientes que trabajas mucho la empatía pero también te sientes frustrada porque tienes muchas limitaciones para ayudar en este conflicto”
Aunque se graduó en Psicología, sus estudios posteriores se han centrado en la atención a los refugiados y en los derechos humanos, por ello está queriendo ayudar en esta crisis humanitaria. “Mi madre cuando era joven también ayudó a personas refugiadas, y ahora me toca a mí ”, apunta Grzymala.
Natural de Cracovia, la activista se trasladó al este del país en el mes de octubre aunque recuerda que ya durante el mes de agosto muchos afganos intentaron llegar a Polonia tras la llegada al poder de los Talibanes. “Aquí estoy como voluntaria. Aprovecho mis días libres para venir a pueblos cercanos a la frontera. Esta es una experiencia rara. Sientes que trabajas mucho la empatía pero también te sientes frustrada porque tienes muchas limitaciones para ayudar en este conflicto”, explica.