Memoria histórica
Reflexiones en primera persona: ¿para qué sirve la memoria?

Soledad era una trabajadora de una fábrica de conservas que no tuvo la opción de elegir una vida sin política, como tantas otras a las que no nos llegan los rescates del sistema.

corpos incómodos memoria
Antes de ser fusilada e enterrada nunha fosa en Alacant, Soledad puido ser retratada coa súa filla.
2 jun 2020 06:00

Marché para Galiza hace casi diez años y solo llevé conmigo mi memoria y un perro, y ahora puedo decir que los tres crecimos en paralelo en un fuego lento alimentado por la distancia, el amor que perdura y los deseos de no perder aquello que nos configura como parte de un todo. Sin embargo, yo, personalmente, y a diferencia de otras compañeras en la diáspora, pude experimentar unas cuantas veces al año ese complejo proceso de la vuelta, tan intensa como efímera, tan personal como colectiva, tan llena como sus propios vacíos.

Una vuelta a un universo al que no le bastaba ir a mil por hora para permanecer estático en mis adentros, paralizado por mi propio miedo de no ser reconocida como lo que soy, miedo de que nuestros caminos paralelos nunca se volvieran a juntar y, a fin de cuentas, miedo de perderlo. Es por eso por lo que mis retornos no se redujeron a un espacio, sino que se tiñeron de profesionalidad para buscar en las fuentes históricas rastros de su pasado (y del mío).

De esta forma, en estos últimos diez años escribí un libro sobre la represión franquista en mi pueblo, Almoradí (Alacant), donde recogí información de más de 150 consejos de guerra utilizados por el ejército franquista para ejercer la violencia contra sus vecinas. Volví, además, sobre muchas de estas trayectorias en mi TFM y en mi tesis, donde me dediqué a juntar pequeñas biografías de individuos que revelaran una panorámica completa de aquella sociedad que yo quería mirar.

En este proceso, hubo historias que llegaron a marcar mi vida y mis decisiones, referentes que me emocionaron y me empoderaron, que me enseñaron a llorar. De hecho, aquí y ahora, haciendo el ejercicio de recordar a una mujer que no conocí, Soledad Amorós Girona, me atrevo a reconocer algo que no fui capaz de reconocerle al tribunal de mi tesis cuando me preguntó, un tribunal al que no le acababan de bastar las argumentaciones académicas que en ella explicaban por qué era necesario para el conocimiento en general trabajar la historia de mi pueblo. Ahora, acordándome de Soledad, siento la fuerza para decir que quise utilizar algo que aprendí en la academia, la investigación, para volver, para emocionarme, y, sobre todo, para buscarme.

Poco después del Golpe, Soledad y otras compañeras no dudaron en enfundarse el mono de milicianas y cambiar el latón de la conserva por el acero del fusil

Soledad era una trabajadora de una fábrica de conservas que no tuvo la opción de elegir una vida sin política, como tantas otras a las que no nos llegan los rescates del sistema. En 1931 su hermano José fue asesinado cuando acudió a protestar a un mitin de la derecha republicana, por considerar que se trataba de un partido tapadera de los antiguos monárquicos. Ese mismo año ella se sindicaba en el primer sindicato de mujeres del municipio, el de obreras conserveras, a la vez que el resto de su familia se adhería al Partido Comunista y a la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra. Poco después del Golpe, Soledad y otras compañeras no dudaron en enfundarse el mono de milicianas y cambiar el latón de la conserva por el acero del fusil. Los informes de Falange la acusan de formar la milicia femenina, pronunciar mítines ante las masas y en ellos, insultar y menospreciar con palabras soeces a sus “Gloriosos Generales, especialmente al Caudillo”.

En el fondo, y pese a la épica del asunto, las evidencias revelan que las milicianas de mi pueblo solo pudieron configurar un espacio propio adscrito a las Juventudes Socialistas Unificadas, la Unión de Muchachas, un local donde se formaban y hacían representaciones teatrales. Su guerra, por lo tanto, fue también la guerra de ser mujeres, ya que su papel se relegó a coser ropas para el frío frente de Teruel y preparar “conejo con tomate” para los milicianos.

Esta irremediable asunción, redundaba en que no pudieran ser relacionadas directamente con ninguno de los asesinatos cometidos por los republicanos en la villa en tiempos de retaguardia, por lo que fueron acusadas de una suerte de “traición a su género” que recuerda a la que reproduce Margaret Atwood en El cuento de la criada. Como bien me dijo una informante, “a Soledad le tenían mucha manía porque era una mujer de armas tomar, la llamaban la Pasionaria”.

A Soledad Amorós y a Luisa Rebollo se les aplicó la pena de muerte, si bien a la segunda le fue conmutada por quedar tetrapléjica en la prisión, posiblemente a causa de las palizas

La documentación de los consejos de guerra lo corrobora. En los expedientes de Soledad Amorós, alias “la Pasionaria”; Trinidad Montesinos, alias “la Culebra”; Remedios Zaragoza, alias “la Zaragoza”, e Luisa Rebollo, alias “La Campesina” nunca se les perdonaría vestir los pantalones del mono de milicianas, llevar un arma, y, a fin de cuentas, invadir el espacio público siendo mujeres. Fueron criminalizadas como lo fue todo lo que cuestionara su norma sacrosanta, y, por lo tanto, acusadas de inductoras y represaliadas por ello. A la Culebra y a la Zaragoza se les condenó a treinta y veinte años de prisión respectivamente, mientras que a la Pasionaria y a la Campesina se les aplicó la pena de muerte, si bien a la segunda le fue conmutada por quedar tetrapléjica en la prisión, posiblemente a causa de las palizas.

Otra informante me contó cómo siendo una nena vio a Soledad cuando era sacada de la cárcel que improvisaron los falangistas en el hospital —cuestión de prioridades—, y la llevaban para ser fusilada. Sus ojos se iluminaban al decirme “como yo soy tan roja, lo vi”. La memoria se mezclaba con la identidad y el resultado ante mí era esa señora en toda su profundidad, en toda su claridad humana. En ese punto en el que se juntaban la empatía y el reconocimiento, y que es capaz de formar pilares que den forma a comunidades.

Me contó que en ese momento que sacaban a Soledad, muchas vecinas desafiaron el nuevo poder de los falangistas y levantaron el puño con ella, entonando el “adiós muchachos” de Carlos Gardel. “Adiós muchachos, compañeros de mi vida”, cantaba la señora antes de que ese recuerdo le hiciera de enlace con otro en el que se reconocía como mujer. De nuevo la memoria y la identidad. Esta vez el brillo de los ojos desapareció entre su ceño fruncido cuando soltó que, según escribiera Soledad en una carta, la mataban porque el falangista jefe de la prisión quiso “hacer con ella” y esta se negó. Soledad fue fusilada y enterrada en la fosa 524/2009 del cementerio de Alicante en 1941, después de dar a luz a su hija, con la que tuvo la suerte de poder retratarse, y yo de ponerle cara, gracias a la amabilidad de un descendiente.

Según escribiera Soledad en una carta, la mataban porque el falangista jefe de la prisión quiso “hacer con ella” y esta se negó. Soledad fue fusilada y enterrada en la fosa 524/2009 del cementerio de Alicante en 1941

La memoria es un proceso que bebe del pasado, pero que se construye en el presente. Y yo construí la mía con respecto a mis antecesoras, a mi tierra y a mis referentes. Decidí no olvidar a Soledad, y aportar mi grano de are al hecho de que en el pueblo no exista ni una sola mención a estas mujeres. Lo mejor de todo es que en mi vida las necesité, cosa que no podía haber imaginado antes de descubrirlas. Me vi en Soledad Amorós antes de volver a mi pueblo para contarle a todo el mundo que era trans. Sentí que aquellas mujeres que levantaron el puño para cantar con ella a Gardel seguían ahí y aparecerían tras la vigilancia que yo tanto temía. Quizás, sin eso, nunca me habría atrevido a dar el paso y a comprobar que así fue, que siempre existiría humanidad, amor, comunidad y vecindad para imponerse al odio.

Cuando hoy teorizamos y debatimos sobre la necesidad de buscar, trabajar y construir una memoria LGTBI de Galiza lo hacemos partiendo del anhelo de nuestras soledades. Necesitamos conocer a aquellas que lucharon, porque solo con su lucha lo consiguieron. Dejaron estela, rastro, cambios, y, a fin de cuentas, un mundo más vivible de como lo encontraron. Necesitamos más Elisas y Marcelas, más Soledades, y eso, solo puede hacerse apostando por la investigación y la colectivización de los resultados. Necesitamos repensar, emocionarnos, clarificarnos en esa mezcla de identidad y memoria, de lo que realmente somos.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Sevilla
Política “El trumpismo ha llegado a Sevilla”: ¿qué supone el pacto de PP y Vox en los presupuestos para la ciudad?
Los colectivos sociales denuncian que los presupuestos pactado por las formaciones de derechas y ultraderechas “son una vergüenza” para Sevilla por sus recortes en derechos LGTBIQA+, feministas y en memoria histórica.
Memoria histórica
Franquismo El TSJCV falla que las cruces de la victoria de Alicante y Elche ya no son franquistas
El tribunal estima los argumentos de Abogados Cristianos y considera que estas cruces quedan excluidas del catálogo de símbolos franquistas que elaboró el Botànic.
#62328
3/6/2020 15:56

Si, necesitamos beber de la fuente de la memoria para alejarnos de los demonips del pasado y caminar desatados, libres, en un presente. Lo que puedo ser hoy se lo debo al que decidió estar en la lucha ayer. GRACIAS

1
0
Rap
Poetas Puestos “Tanto los medios como la política quieren que seas un tonto feliz”
Charly Efe y Teko, acompañados de una banda, publican el disco ‘Tontos felices’ donde mezlcan su carrera en el rap con ritmos rock para crear lo que han bautizado como rap‘n’roll.
Análisis
Análisis El PSOE intenta pescar en el río revuelto de la izquierda para acercarse al PP
Entre los votantes del PP solo hay dos cosas que produzcan ilusión: el rechazo a Sánchez y su Gobierno e Isabel Díaz Ayuso. Feijóo no es una de ellas.
Groenlandia
Análisis Por qué Groenlandia es clave en la carrera por las materias primas
El anuncio de Trump parece salido de una precuela de la película 'Don’t Look Up', en la que los intereses geopolíticos y económicos no nos dejan ver el colapso inminente.
Historia
Historia La segunda vida de Joaquín Maurín
Alberto Sabio reconstruye en ‘Excomunistas’ la vida y el pensamiento del fundador del POUM: desde su politización en el republicanismo hasta su giro socialdemócrata y anticomunista durante la Guerra Fría.
Gobierno de coalición
Gobierno de coalición El CIS vuelve a situar la vivienda como el principal problema de la población
Uno de cada dos votantes de las izquierdas sitúan la vivienda entre los tres grandes problemas que afronta el país. La encuesta del CIS muestra a los partidos de la izquierda en la misma situación de desinfle que el mes pasado.
Ocupación israelí
Expansionismo israelí El Golán sirio, radiografía de una joya natural diezmada por la ocupación israelí
Las actividades extractivistas del Estado israelí sobre los recursos hídricos o proyecto de parque eólico en las tierras colonizadas amenaza el sustento diario de las comunidades locales.

Últimas

China
Pulsos bajo el cielo Beijing rave: amor, unidad y respeto
Exploramos los entornos de la música electrónica underground en Beijing, donde los jóvenes siguen creando espacios y nuevas formas de relacionarse y entenderse
Galicia
Literatura Daniel Salgado reformula las claves de la poesía política en la contemporaneidad en 'Poemas realistas'
El discurso de este poemario convoca las dos ideas-fundamento que vertebran la poética de Salgado: la constatación de la ruina y la perseverancia en la posibilidad de un horizonte no clausurado.
Opinión
Derecho a la vivienda Cuando el cuñao eres tú: cinco bulos progresistas sobre la crisis de la vivienda
Ni la compraventa de vivienda la protagonizan los fondos ni las zonas tensionadas bajan los alquileres ni el PP es el único que no las aplica.
Entrevista La Poderío
Entrevista La Poderío Carmen Fernández Gálvez: “El origen de la creatividad está en la naturaleza”
Carmen Fernández Gálvez (1979) nace en Vélez Málaga. Como mujer inquieta y curiosa decide realizar estudios de psicología. Su pasión por la cosmética natural y los remedios vegetales comenzó años más tarde.

Recomendadas

Represión
Represión Cómo descubrir a un infiltrado, el manual
Un grupo de afectadas por el espionaje policial publica un texto colectivo como herramienta y reflexión sobre este fenómeno.
Violencia sexual
Violencia sexual El ocaso de Neil Gaiman, el maestro de la literatura fantástica acusado de violar a varias mujeres
Un reportaje revela los testimonios de ocho mujeres que sufrieron agresiones sexuales por parte del escritor Neil Gaiman, autor del cómic ‘Sandman’ y nombre clave en la ficción contemporánea. Dos de ellas han presentado denuncias por violación.
Sareb
Derecho a la vivienda Civio lleva a la Justicia a la Sareb para que revele cómo malvendió 10.000 viviendas protegidas
La Fundación Civio presenta un recurso contra el ‘banco malo’ por negar el derecho al acceso a la información sobre los compradores y el precio al que fueron vendidas 9.400 viviendas de protección pública.
Brasil
Ana Carolina Lourenço y Fabiana Pinto “Organizar la imaginación es la lucha de nuestro tiempo”
En la vanguardia de los movimientos que plantaron cara a la extrema derecha bolsonarista, las mujeres negras cuentan con una largo recorrido en la disputa política brasileña. Un libro recoge su genealogía y sus miradas para el futuro.