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Memoria histórica
¿Por qué Pico Reja debe ser Lugar de la Memoria?
Doctor en Historia y profesor de Secundaria. Miembro del grupo de investigación "Memoria y Comunicación"
En el año 2017 comenzaron las negociaciones para afrontar los trabajos en la fosa común del Franquismo de Pico Reja, en el cementerio de San Fernando de Sevilla. Se trataba de un espacio de enorme significación, no solo por la cantidad de víctimas que podrían localizarse, sino también porque allí podrían estar enterradas personalidades como Blas Infante, Manuel Barrios Jiménez, el alcalde de Sevilla en julio de 1936, Horacio Hermoso Araujo, o el que lo había sido anteriormente, José González Fernández de la Bandera, todos ellos fusilados por los golpistas en el infausto verano de 1936.
Hace unos meses terminaron con éxito las labores de exhumación e individualización de los restos hallados, tras un proceso complejo y prolongado de una envergadura pocas veces vista en España, salvando los trabajos llevados a cabo en la fosa de San Rafael de Málaga. Se lograron localizar los cuerpos de más de mil setecientas víctimas que ahora descansan individualizadas y honradas en un panteón construido ad hoc.
Pico Reja es una de las más de 170 que podemos encontrar en la provincia de Sevilla
Desgraciadamente, no es la única fosa que queda por exhumar en dicho cementerio, de modo que Pico Reja debe ser el principio, pero en ningún caso el final del camino. Y es que esta fosa es una de las más de 170 que podemos encontrar en la provincia de Sevilla. Una de gran significación, sí, pero una más de todo ese conglomerado siniestro planificado por los golpistas del 36 para hacer desaparecer a miles de andaluces y andaluzas.
Las administraciones tienen una deuda con Sevilla, la provincia española con más fosas comunes en España. Ninguna de ellas está declarada como Lugar de la Memoria, un reconocimiento ideado para que se garantice la salvaguarda de sus valores, su reconocimiento público y que obliga al titular del bien, el Ayuntamiento en este caso, a su conservación y mantenimiento.
Así que, por tener el simbolismo de representar a tantas víctimas, por haber sido exhumada en un ejercicio sano de colaboración institucional entre administraciones, por ser la tumba indeseada del padre de la patria andaluza, por ser su exhumación un ejemplo de buenas prácticas científicas y por decenas de razones más, creo que va siendo hora que ese espacio sea declarado ya, y de una vez por todas, como Lugar de Memoria Democrática de Andalucía en base a la Ley 2/2017, de 28 de mayo, de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía.
Quizás este reconocimiento público podría generar un diálogo valioso sobre la importancia de reconocer y recordar el pasado trágico e incómodo, en una ciudad a la que le ha costado demasiado comprometerse con políticas públicas de memoria efectivas y mantenidas en el tiempo. Y quizás debiera ser el Ayuntamiento de Sevilla el impulsor de esa iniciativa; sería una señal de que la memoria ha superado el obstáculo de la política cerril y frentista de una derecha que sigue sin entender de qué va esto.
Otro reto del Ayuntamiento de Sevilla es culminar la museización de la antigua cárcel de Ranilla, por donde pasaron miles de presos políticos del Franquismo
La ciudad de Sevilla tiene por delante dos retos de suma importancia en relación con la recuperación de la memoria histórica: el primero es la continuidad de los trabajos en el resto de fosas de su cementerio y debe ser su Ayuntamiento, el de todos los sevillanos y sevillanas, el que pilote ese proceso; el segundo es culminar con éxito la museización de la antigua cárcel de Ranilla, por cuyas celdas pasaron miles de presos políticos del Franquismo.
Sabemos, a los hechos me remito, cuáles eran los propósitos del anterior equipo de gobierno del alcalde Antonio Muñoz, planificados y presupuestados. Pero desconocemos, y ya ha pasado demasiado tiempo, qué va a hacer el actual regidor con estos dos retos mayúsculos en materia de reparación y restitución de la memoria de las víctimas de la Guerra Civil y el Franquismo. Esperemos que estén a la altura de la ciudad que gobiernan y de la democracia que representan.