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Medio ambiente
Parc Sagunt II, la megafábrica de baterías de Volkswagen que amenaza una reserva biológica
Llueve sobre mojado en la reserva natural del Marjal dels Moros. Si la implantación de la primera fase del parque industrial de Sagunto ya había impactado en esta Zona Especial Protección para las Aves (ZEPA), el reciente anuncio de la instalación del Parc Sagunt II, con una macro fábrica de baterías eléctricas de Volkswagen, promete complicar aún más la biodiversidad de la zona, ya que el proyecto supone reclasificar para uso industrial 5.568.645 metros cuadrados de terrenos actualmente no urbanizables.
En términos de empleo y a corto plazo, no es mala noticia. La elección de Sagunto por la marca alemana como una de sus nuevas sedes, con la compra de más de cinco millones de metros cuadrados, ha sido recibida por la mayoría trabajadora con los brazos abiertos. Se calcula que la nueva gigafactoría generará unos 3.000 puestos de trabajo directos y entre 10.000 y 12.000 indirectos. Hablamos de todo un hito histórico industrial para el País Valencià que pone a Sagunto en el mapa, convirtiéndose en uno de los parques empresariales más grandes de Europa, con un total de casi ocho millones de metros cuadrados, sumando las dos fases del proyecto.
Pero si lanzamos una mirada más global a nivel ecológico empezamos a ver las grietas del proyecto. Y es una mirada obligada dado el momento de emergencia climática en el que vivimos. Al menos así lo es para la asociación Acció Ecologista Agró, que lleva años vigilando muy de cerca todo lo que sucede en esta zona, preocupada por las consecuencias que puede traer el reciente anuncio de la Consejería de Política Territorial, Obras Públicas y Movilidad de la Comunitat Valenciana.
De almacén a fábrica
“Ha habido un cambio radical, porque el proyecto inicial era otro”, dice Laura Llopis, miembro de la asociación ecologista Agró de Morvedre. Y este cambio de último minuto es importante, porque en el Parc Sagunt II “todos los estudios técnicos ecológicos que se habían hecho hasta ahora se hicieron en base a lo que iba a ser un área logística, es decir, un almacén para diferentes empresas”.
“A la ciudadanía se le envía el mensaje: tranquilo, no pasa nada, lo único que tienes que hacer es comprarte un coche eléctrico. La transición ecológica es mucho más que un cambio de modelo energético”, apunta Llopis
En cuanto al consumo de agua, “no es lo mismo la cantidad que consume un almacén, que la que consume una fábrica de baterías eléctricas”, explica Llopis. “Creemos que se pone en riesgo el abastecimiento de agua municipal porque, si va a venir de la misma fuente que nos nutrimos nosotros como municipio, no va a haber suficiente para la industria y para la población”.
En el proyecto inicial se hacía una previsión de consumo de agua de unos nueve hectómetros cúbicos, “pero ahora suponemos que ese consumo será mucho mayor porque el proyecto es más grande”, señala la activista. “Y tanto el Ayuntamiento de Sagunto como nosotros nos preguntamos: ¿de dónde va a venir ese agua?” .
Para responder a esta pregunta, aprovechando al menos recursos ya existentes, el Ayuntamiento de Sagunto propuso utilizar la desaladora del municipio, prácticamente en desuso, para que la industria se abastezca y evitar así una posible escasez de recursos hídricos. La Consellería, por su parte, tomó nota de éstas y otras alegaciones, pero la solución está aún en el aire.
“Estamos en un contexto de cambio climático y a veces de sequías muy potentes, así que el abastecimiento de agua es preocupante”, añade Laura Llopis. “Y en el caso de utilizar la desaladora, se consumirá mucha energía eléctrica y tampoco sabemos quién va a pagar ese consumo, suponemos que la industria”, pero esa es otra incertidumbre que plantea el proyecto.
Baterías no tan eco
Se barre bajo la alfombra también aquí otra cuestión a nivel medioambiental de carácter más global. Porque las empresas e instituciones venden como positivo para el medioambiente un futuro de coches eléctricos, pero la producción de ese tipo de vehículos no es precisamente una panacea libre de impactos.
“La nueva movilidad de la que se está hablando”, continúa Laura, “no es realmente nueva. Movernos en coche eléctrico no implica un cambio de movilidad, es movernos exactamente igual que ahora, cada persona con su coche”. Por eso, desde esta asociación hacen una apuesta firme por el transporte público y por ponerle muchas más trabas al transporte privado. “En esta mega factoría se va a fabricar solo una pieza de las baterías, que se ensamblará en otra factoría en otro país y al coche se le pondrá la chapa en otro país, etcétera. Todo eso implica un consumo energético tremendo. Creemos que a eso no se le puede llamar nueva movilidad. Hay estudios que dicen que la fabricación de un coche eléctrico incluso consume más energía que la de uno de gasolina”.
“Es un ecosistema que depende de su conexión con las montañas litorales y eso se ha eliminado por completo con este proyecto”
Desde Acció Ecologista Agró consideran que las políticas actuales no dan respuesta a la crisis ecológica que atravesamos. “El problema es que queremos seguir viviendo de la misma forma y que nos den soluciones los mismos que nos han llevado a esta situación. Pero dudo que una multinacional, Volkswagen o la que sea, nos vaya a dar solución a unos problemas, como la emisión de gases, que vienen en consecuencia precisamente de la actividad de estas mismas empresas”.
Consideran que es la propia ciudadanía la que tendría que dar soluciones, implicarse, hacerse fuerte frente a poderes políticos y empresariales. Pero al mismo tiempo “a la ciudadanía se le envía el mensaje: tranquilo, no pasa nada, lo único que tienes que hacer es comprarte un coche eléctrico. La transición ecológica es mucho más que un cambio de modelo energético. No puede ser solo cambiar una energía por otra, un problema por otro. El cambio debe ser mucho mayor”, apunta, en referencia a la transición de coches de gasolina a coches eléctricos.
Sin corredor ecológico
Otro de los compromisos que se exigían desde un principio ante “este proyecto de gran magnitud que implica sacrificar toda la llanura litoral” era la creación de un corredor ecológico. Para los no iniciados, un corredor ecológico es básicamente una vía reservada para la movilidad de la fauna que permite la conexión entre los diferentes ecosistemas de una zona natural. En este caso, lo ideal hubiera sido conectar el Marjal dels Moros, en la costa, con las montañas más cercanas de la Sierra Calderona. Pero este corredor “difícilmente se va a poder llevar a efecto cuando ya existe el Parc Sagunt I: no hay ningún paso real para la fauna”, indica Llopis. “Está muy bien que un erizo o una serpiente puedan pasar, pero en una zona tan industrializada y con tanto tráfico rodante, no es un escenario realista”.
La Consellería de Transición Ecológica, por su parte, responde a El Salto al respecto que “la autorización ambiental favorable de la comisión técnica garantiza la sostenibilidad de la zona industrial Parc Sagunt II”
A día de hoy, parece que la titulitis empieza a afectar también al mundo natural. El Marjal dels Moros es una Zona Especial Protección para las Aves (ZEPA) y un Lugar de Interés Comunitario (LIC). Son títulos que de poco le sirven a la fauna del lugar si su principal conexión con las montañas litorales se ve aislada y obstaculizada, hasta ahora por el Parc Sagunt I y ahora aún más con la segunda fase de este proyecto, que supone un total de ocho millones de metros cuadrados de zona industrial.
“Estamos dándole mucha caña al territorio”, dicen desde Agró, “transformándolo completamente, y esto significa renunciar a toda la llanura litoral del municipio. Porque es un ecosistema que depende de su conexión con las montañas litorales y eso se ha eliminado por completo con este proyecto”.
La conexión entre ecosistemas es fundamental para su supervivencia, porque necesitan interrelacionarse para funcionar y son un indicador de calidad ambiental. Entonces, ¿qué pasa si se desconectan? “No podemos saber exactamente qué consecuencias va a tener, cómo puede afectar a la fauna, pero está claro que, al ocuparse más espacio territorial, se genera más ruido y más consumo de agua y la biodiversidad va a disminuir”, dice Llopis.
Por si fuera poco, en materia de compromisos, el historial por parte de la Consellería en este proyecto no es bueno. La asociación denuncia que hay medidas que no se han llevado a cabo. Para el Parc Sagunt I, que lleva más de 20 años abierto, “no se ha cumplido el plan de movilidad prometido: los carriles bici que se deberían haber ejecutado no están en condiciones todavía y no hay ni una parada de autobús; no hay manera de acceder a esas empresas para ir a trabajar ni al Marjal para dar un paseo” si no es accediendo con un coche particular.
Tampoco la zona ajardinada que se prometió existe ni el corredor biológico. Medidas compensatorias que, aunque no son suficientes para responder de forma equilibrada al daño producido, tampoco se están llevando a cabo. Por eso ahora desde la organización desconfían de que se cumpla tanto la creación del corredor ecológico como el arbolado con pinos que dicen que incluye el plan. “Ojalá que se haga al menos eso, pero si no se hizo en su momento en Parc sagunt I, ahora con la fase II que depende de la gestión privada de Volkswagen, será aún más difícil de controlar”, lamentan desde el colectivo.
El proyecto supone reclasificar para uso industrial 5.568.645 metros cuadrados de terrenos actualmente no urbanizables
La Consellería de Transición Ecológica, por su parte, responde a El Salto al respecto que “la autorización ambiental favorable de la comisión técnica garantiza la sostenibilidad de la zona industrial Parc Sagunt II”. Asimismo, la administración remarca el plan de movilidad y la creación de un corredor verde, y afirma que “insistirán especialmente en la producción de energía renovable, la optimización del suministro y el consumo de agua y la reutilización de aguas depuradas”.
La respuesta, sin embargo, no convence a los activistas de la zona. Y es que el suelo, el territorio es “un recurso que tiene una capacidad limitada y si lo estamos saturando de un uso industrial, eliminamos cualquier otra posibilidad” de utilización de ese espacio, denuncian. Un espacio además que, según la asociación Agró, “se está infrautilizando, solo hay una ocupación del 25% del Parc Sagunt I”. Asmismo se preguntan: “¿Por qué se está haciendo una ampliación de terreno industrial tan grande si aún teníamos suelo construido pero aún por utilizar?”.
Mínimas compensaciones
Desde la asociación aseguran que el daño en la zona ya está hecho y que ningún corredor ecológico sería suficiente para compensar el impacto medioambiental que va a producir tamaño proyecto. Aunque sí esperan que al menos se cumplan esas mínimas compensaciones, siguen luchando por mantener lo que queda libre de asfalto. “Queremos que se proteja el paisaje de montañas litorales. Un corredor entre el parque de Sierra Calderona y Sierra de Espadan sí sería realista”. Hace un par de semanas, la Consellería les dio su palabra de que así lo harán.
En cuanto al futuro, les preocupa también lo que pueda venir después. “Este proyecto del Parc Sagunt II traerá más cosas, posiblemente instalaciones de energía fotovoltaica”, señalan, que ocupan grandes parcelas de terreno “porque la industria actual no está haciendo el esfuerzo de autoabastecerse de energía y seguramente también vendrá una tercera ampliación del puerto de Sagunto que cerrará todavía más el Marjal del Mors”.
Así, el proyecto sigue siendo una moneda de dos caras. Mientras a nivel laboral las instituciones de la zona lo celebran, la asociación ecologista considera que es el momento de construir alternativas de empleo más sostenibles.
“Nosotros estamos siempre al lado de los trabajadores, pero este es un momento de emergencia climática y la solución no es la fabricación de coches eléctricos, que consumen litio, un material que no es renovable y solo supone cambiar un problema por otro. Necesitamos un cambio de modelo, de cómo entendemos el empleo, no estar siempre dependiendo de una multinacional y no tener voz porque no está en nuestras manos”, sentencia Llopis. Así, desde la organización de la que forma parte asumen que es una área con una tradición industrial muy fuerte, pero lamentan que “la agricultura se está abandonando, porque no se le ve opción de rentabilidad. Y no se están construyendo alternativas de vida”.