Medio ambiente
Borja D. Kiza: “Ya nos estamos autodestruyendo”

Borja D. Kiza habla con pensadores como Bernard Stiegler, Valérie Chansigaud o Edgar Morin sobre los retos a los que se enfrenta la humanidad y el devenir de las sociedades actuales en su primer libro, Antropoceno Obsceno: sobrevivir a la nueva (i)lógica planetaria.

Borja D. Kiza  Antropoceno
Borja D. Kiza durante la presentación del libro en Barcelona. Álvaro Minguito

Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @pablorcebo.bsky.social, pablo.rivas@elsaltodiario.com

27 feb 2019 06:00

Borja D. Kiza (San Sebastián, 1975) y su amigo J están de acuerdo: “Este mundo apesta”. Sin embargo, mientras J decide disfrutar de la vida sin plantearse cambiar nada, Kiza se queja del devenir de la sociedad humana actual y busca poner su granito de arena para cambiarla. Un mundo tan transformado por el ser humano que para muchos científicos ya no estamos en la era geológica que la academia acepta oficialmente, el Holoceno. Habríamos llegado al Antropoceno, periodo nacido con la agricultura y la ganadería, el capitalismo o la sociedad industrial, según a quién se pregunte.

Fruto de una conversación de bar, o de un pique entre amigos para ser más exactos, nace Antropoceno Obsceno: sobrevivir a la nueva (i)lógica planetaria (Icaria, 2019), un peculiar volumen en el que Kiza no solo acude a pensadores como Bernard Stiegler, Valérie Chansigaud o Edgar Morin en busca de respuestas, también mezcla géneros, en un híbrido de periodismo, ensayo y diario íntimo donde todo vale —entrevistas imaginadas incluidas— para buscar inspiración.

El informe Meadows ya en 1972 dejaba claro que el planeta es finito y que el crecimiento infinito es, sencillamente, imposible. Parece que no nos ha entrado en la cabeza.
Claramente. Todos los informes que están hechos desde hace décadas no se tienen en cuenta. Lo que pasa ahora es que las consecuencias de todo esto, que antes eran lejanas, hoy las tenemos encima. Nuestras sociedades están divididas en dos tipos de personas: unas que son conscientes de que estamos en una situación límite y que hay que hacer algo urgentemente, y otras que, o porque no tienen esta consciencia o porque tienen otros problemas mucho más urgentes en su día a día como llegara fin de mes, tampoco se pueden permitir pensar en problemas que no son inmediatos. Entre tanto, los políticos, como no es electoralmente rentable aplicar los cambios necesarios a nivel ecológico, siguen con las viejas dinámicas y nada cambia. Como sociedad no estamos escuchando los cambios que están propuestos desde hace décadas.

Con el cambio climático y la pérdida de biodiversidad avanzando a toda máquina, ¿hablar de autodestrucción es excesivo?
Ya nos estamos autodestruyendo. Hemos entrado en la era de la Sexta extinción masiva de especies. Ya estamos ahí, no es excesivo hablar de ello. Habrá que ver a qué ritmo suceden las cosas y en qué orden vamos desapareciendo, quiénes son los nuevos perdedores del Antropoceno y quiénes van pagando antes las consecuencias. Está por ver en qué punto la humanidad tomará medidas, y veremos si estas son eficaces. Hablar de llegar a una extinción total quizá es excesivo, a no ser que pasen cosas muy catastróficas, pero eso es muy difícil de prever.

Yo creo lo que va a pasar es que va a haber un nuevo reparto de cartas. Personas que antes tenían una vida de privilegio quizá no lo tendrán tanto. Las sociedades van a cambiar, países que antes eran más ricos se vana desertificar y van a ver sus economías mermadas. Lo que va a haber es, probablemente, una nueva redistribución de poderes.

Propongo el término ‘Antropobsceno’ porque se puede pensar que lo que nos ha llevado a esta situación es una actitud obscena global que se ha vuelto sistémica

Yayo Herrero dice en tu libro que nos hemos convertido en el mayor agente modulador de la corteza terrestre, capaces alterar el clima y los procesos de la biosfera. ¿El progreso era esto?
No sé si era esto pero es lo que hemos hecho. La idea que teníamos de progreso era una y lo que es en realidad es otra cosa. En el libro un entrevistado dice que el progreso siempre va unido al concepto de regreso. No es algo lineal en que todo va a mejor unidireccionalmente. En todo proceso hay una parte que mejora y otra que supone un retroceso y una pérdida. Por ejemplo, un avance tecnológico que nos ha permitido desarrollar herramientas,  tener una vida mejor y muchas comodidades, pero por otro lado ha supuesto un daño ecológico.

En el libro, Valérie Chansigaud, historiadora de las ciencias y el medio ambiente, habla muy bien de esto. Sobre todo, pone de relieve que no hay que pensar que hubo un tiempo pasado en que el ser humano estaba en equilibrio con la naturaleza y con el ser humano; siempre ha estado en conflicto y en lucha con la naturaleza y los otros seres humanos.

Lo que es interesante analizar es en qué aspecto hemos ido a mejor y en cuáles a peor. Ella habla, por ejemplo, de cómo la Roma antigua era una ciudad llena de polución y humo, y donde los derechos de los ciudadanos eran mucho menores. Está bien señalar este punto de vista, decir que no hay que ser un idealista o una especie de purista y pensar que podemos volver a ese estado de armonía total. Y ser conscientes de que las tensiones y la armonía son parte de nosotros. De lo que se trata es de solucionarlas lo mejor posible.

Borja D. Kiza
Borja D. Kiza, autor de 'Antropoceno obsceno'. Álvaro Minguito

Valérie Chansigaud habla además de Capitaloceno, ¿quizá es un concepto más apropiado que Antropoceno? Porque el debate de cuándo comenzaría esta nueva era geológica no está cerrado y hay que lo plantea en el inicio del capitalismo, en el comienzo de la sociedad industrial o en la llegada de la agricultura y la ganadería.
El Antropoceno es un término que no está oficialmente aceptado por la geología. Fue una propuesta de Paul Krutzen en el año 2000 y ahora se trata de darle forma y ver si es cierta o no. Pero sea oficial o no, el hecho es que la gente ya trabaja con ese concepto. Hay quien critica el término porque significaría que todos los seres humanos son responsables de estos tiempos en igual medida, pero está claro que no tiene la misma responsabilidad hoy el propietario de una gran multinacional que un pequeño agricultor de un pequeño pueblo. Por eso hay que quien propone el nombre de Capitaloceno para señalar que el responsable de los problemas que tenemos hoy en día es el sistema capitalista. Hay otros que hablan de tecnoceno, porque es el desarrollo de la tecnología lo que nos ha llevado a esta situación.

Yo, en un pequeño juego de palabras, propongo el Antropobsceno porque se puede pensar que lo que nos ha llevado a esta situación es una actitud obscena global que se ha vuelto sistémica. Llevamos mucho tiempo con una actitud obscena hacia los demás, las otras culturas y los otros seres humanos que nos está llevando a estas tensiones. Es una pequeña broma, pero detrás de ella también hay una realidad.

Es cierto que el planeta podría soportar muchas más personas de las que vivimos hoy, pero no si todos vivimos como los españoles

Sea el término que sea, está ligado a un crecimiento demográfico. ¿Hay una especie de tabú para hablar de cualquier cosa que implique un control de población?
La explosión demográfica es un tema muy importante del que habrá que hablar seriamente. En el libro hay diferentes voces que hablan de ello. Hay gente como Pierre Rabhi que considera que la explosión demográfica no es ningún probelma y que el planeta tiene suficientes recursos para alimentar a muchas más personas de las que hay hoy en día. Hay otros, como Gilles Clement, que consideran que sí que es un problema y que hay que autolimitarnos de una manera consciente el número de personas en el planeta. 

Yayo Herrero, en la presentación del libro en Madrid, dio una respuesta muy interesante. No se trata de cuántos somos, sino de cómo vivimos los que estamos. Es cierto que el planeta podría soportar muchas más personas de las que vivimos hoy, pero no si todos vivimos como los alemanes, los estadounidenses o los españoles. La cuestión de la demografía tiene que ir completamente ligada a esto.

De nuevo, Valérie Chansigaud, cuando hace conferencias, suele sacar un dato muy interesante: desde mediados del siglo XIX hasta hoy la población mundial se ha multiplicado por siete pero el consumos global se ha multiplicado por 40. Quizá no hay que hablar de una explosión demográfica, sino de una explosión consumista. La cuestión de la demografía planetaria en las próximas décadas tiene que ir unida a una reflexión sobre el consumo. 

Todos tenemos un pequeño J dentro que a veces no puede ser completamente coherente con lo que piensa y se abandona a la inconsciencia

Un titular sobre el cambio climático no puede rivalizar a día de hoy con otro sobre la crisis política en Catalunya, por ejemplo. ¿Hacemos oídos sordos al desastre que tenemos encima?
Aquí hay dos cosas. Primero, la urgencia. Por ejemplo, cuando hablamos de la crisis de Catalunya tenemos el juicio ya, es algo que está pasando mucho más inmediatamente que el cambio climático, que sí que está pasando pero lo hace de una forma más paulatina y que se alargar años y años. Las cosas urgentes cogen más relevancia que las cosas importantes a veces. Por otro lado, al final, cuando tienes la sensación de que no puedes influir sobre algo, terminas mirando menos hacia ello. Cuando hablamos de las tensiones en Catalunya la gente tiene la sensación de que puede opinar, puede votar por un partido político, puede manifestarse y puede hacer algo.

Sin embargo, cuando hablamos de cuestiones de cambio climático y de modificar el sistema nos sentimos tan impotentes y el sistema están tan atado que la final termina teniendo menos relevancia. Por eso las noticias de cambio climático pasan a un segundo nivel. Pero bueno, yo creo que esto va a cambiar porque las consecuencias van a llegar y se van a hacer visibles muy pronto.

Para acabar, un poco de optimismo, o eso espero. ¿Qué tal con J?¿Le convenciste? 
Prefiero no desvelar mucho la figura de J porque, para mí, independientemente de que J exista o no, me gusta la figura de J porque hay un prototipo de persona en la sociedad que tiene esta actitud. Por otro lado, todos tenemos un pequeño J dentro que a veces no puede ser completamente coherente con lo que piensa y se abandona a la inconsciencia, que también es una manera de sobrevivir en esta situación.

Yo espero que J cambie y que cada vez su influencia sea menor. El libro más que respuestas tiene preguntas. Algunas las responden los entrevistados y otras quedan en el aire. Para mí, es un poco la invitación a que el propio lector las responda como considere. Creo que de esta manera se cambia a J, porque J también puede ser el lector de alguna manera, o una parte de cada lector.

Sí, yo creo que J cambia, o espero que cambie. Ese es el propósito del libro, dejar las preguntas abiertas porque  mientras esperemos respuestas concretas no cambiaremos. El auténtico cambio llegará cuando decidamos tomar las riendas y responder nosotros lo que queremos hacer con el Antropoceno.

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27/2/2019 13:12

Hay un tercer tipo de persona que se enfrenta al cambio climático negándolo absolutamente. Y dando su confianza, y su voto, al candidato que prometa usar el ejercito, y el arsenal atómico, para preservar sus privilegios a costa de dominar o exterminar a gran parte de la población mundial.

En ese "sálvame a mi primero" está la clave del auge del neofascismo xenofobo en el mundo. La consciencia de que empezamos a ser demasiadas personas en este planeta y de que no va a haber recursos para todas, la resuelven cerrando las fronteras e invadiendo los paises que todavía tengan algo que ser expoliado.

Son personas inmorales, cínicas e insolidarias que anteponen salvarse ellos y los suyos aunque signifique la extinción del resto (los paises más pobres) por los efectos desastrosos del cambio climático. Por eso lo niegan: porque les viene bien para sus planes perversos que han pasado del subconsciente a la toma de poder por parte de gobiernos solipsistas y criminales para la mayor parte de la humanidad.

De todo esto no se habla, tampoco en este libro, pero está marcando la agenda y la decisión de voto.

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