Memoria histórica
Lodario Gavela, el médico de los maquis que no quería morir

Lo mató la brigadilla franquista en 1947 porque atendía a los guerrilleros antifranquistas y muchos de los vecinos del valle de Fornela llevan su nombre como homenaje a su labor médica y social.

Monolito y casa de don Lodario, el médico de Fornela
Monolito y casa de don Lodario, el médico de Fornela

www.diariodelaire.com

25 ene 2019 11:45

El silencio del valle de Fornela, en los Ancares leoneses, tiene una especial intensidad, rota por la rumorosa y eterna estrofa de agua del río Cúa. Reparo en ello en la aldea de Trascastro, mientras Alejandro Álvarez López me participa en la casa familiar aquella primera curiosidad infantil que más de medio siglo después le movió a escribir una biografía novelada de El médico de los maquis, tal como se titularía su libro en una aventurada traducción al francés.

Ese silencio ambiental invita a pensar en el horrísono estampido de los disparos de las tropas franquistas, cuando llevaron a cabo una auténtica cacería en los pueblos del valle durante la guerra, especialmente en Guímara, donde además de haber sido casi total el apoyo al Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, su población minera había tenido una participación muy activa en la revolución de Asturias de 1934. Santiago Macías, que investigó los hechos, habla de 150 personas represaliadas en esa y las demás localidades.

Profesor de Lengua y Literatura jubilado, el autor de El médico que no quería morir: vida y muerte de Lodario Gavela Yáñez, ha dedicado ocho a años a satisfacer esa primera curiosidad de su niñez sobre tan significado protagonista, hasta el punto de escribir un libro de casi ochocientas páginas acerca de un médico rural cuya corta vida y ejemplar ejercicio de la profesión fueron segados de cuajo por la Brigadilla franquista el 24 de septiembre de 1947, cuando tenía 31 años de edad. Lodario está presente en la vida de Alejandro Álvarez (1956) desde que de niño iba a la escuela y escuchaba referencias suyas, contadas entre el sigilo y la admiración.

Alejandro Álvarez pensaba contar esta historia una vez jubilado de su profesión, con todo el tiempo por delante para dedicarlo de manera exhaustiva a la tarea, pero la adelantó al darse cuenta de que los testigos que vivieron aquel duro periodo de nuestra posguerra empezaban a morirse. Quiso disponer no sólo del nutrido material con el que ambientó y documentó esta extensa biografía novelada, sino de las muy valiosas fuentes orales directas de quienes conocieron y trataron a don Lodario.

Parecería excesivo en principio que una tan corta trayectoria vital, que apenas sobrepasó los treinta años y no dispuso de más de un lustro para su actividad profesional en un lugar tan apartado de nuestra geografía, pudiera dar como resultado una tan voluminoso biografía, pero quienes lean el libro no se sentirán defraudados, sobre todo si les atrae la intrahistoria silenciada de nuestra memoria histórica. A ello colabora la fluida factura narrativa del relato —compaginada con los recuerdos vivos de algunos de los vecinos, a modo de trabajo periodístico de campo—, la documentación que maneja el autor para ilustrar periodos tan cruciales como el de la segunda República y el indudable carisma y la no menor aureola de los que goza el propio personaje en toda la provincia de León. Eso ha hecho posible que El médico que no quería morir acabe de agotar una tercera edición —camino de los 1.600 ejemplares vendidos— y Alejandro se puede sentir satisfecho de haber invertido en la empresa tiempo, dinero y muchos viajes presentando la obra en diversos pueblos y ciudades leonesas.

Lodario enfermero en los hospitales de sangre

Por el camino hasta Trascastro, visitando cada uno de los pueblos del valle (Anllarinos, Chano, Peranzanes, Guímara, Cariseda...), el autor me fue explicando algunos de los escenarios de su libro: desde la rebotica de doña Ninfa en Páramo, en donde alguna vez Lodario estuvo de tertulia con el magnífico poeta ovetense Ángel González —convaleciente de una tuberculosis y a quien le sorprendieron gratamente los conocimientos literarios del médico—, hasta el lugar aproximado del viejo camino de herradura en donde los guardias lo mataron de varios disparos. Ocurrió cuando regresaba a casa en su caballo, después de un viaje a Madrid en donde había asistido a un congreso médico y había visitado a su hermano, preso en las cárceles franquistas por su militancia política en el Partido Comunista. Es de resaltar que Lodario Gavela sólo militó en organizaciones estudiantiles (FUE), si bien se alistó durante la guerra en el Socorro Rojo Internacional.

Había nacido en Bembibre, en el seno de un hogar de comerciantes, con antecedentes familiares en Trascastro y Peranzanes. Cursó estudios de medicina en Valladolid, interrumpidos por la Guerra Civil, durante la que se curtió como enfermero en los hospitales de sangre de Asturias. Al término del conflicto, y después de haber combatido primero con la República por voluntad propia y después con las tropas golpistas por obligación, acabó la carrera. Pudiendo elegir un destino mejor por su buen expediente académico, se decantó por el valle de Fornela, una zona que en la posguerra albergaba focos de resistencia guerrillera contra la dictadura. La guerra no había terminado en esa comarca, donde los huidos o maquis permanecían en activo bajo el nombre de Federación de Guerrillas de León y Galicia (1942), a la espera de que terminase la segunda gran contienda mundial y el nazi-fascismo fuese derrotado, con la vana esperanza de que su final sería también el del régimen franquista.

Poco más de treinta años de vida para casi 800 páginas
Poco más de treinta años de vida para casi 800 páginas

En el libro asistimos a la vida cotidiana desarrollada por Lodario Gavela Yáñez a lo largo de un lustro, en el que se dedicó con especial diligencia no sólo a la medicina y a la asistencia de los más necesitados entre los vecinos del valle, sino a promover normas de sanidad e higiene en las viviendas, construir escuelas e incluso una central eléctrica que funcionase como fábrica de la luz para llevarla a las casas que se alumbraban con gabuzos o faroles de aceite o de carburo. En una presentación popular del libro celebrada el verano pasado en Trascastro, donde se leyeron versos y se contaron anécdotas por parte de quienes conocieron al médico, conmueve asistir al testimonio de algunos de aquellos vecinos que siendo niños se curaron de graves enfermedades y hasta de la muerte gracias a don Lodario, la gala de los doctores. Éste contaba no sólo con la estima y consideración de los fornelos, sino con las de los vecinos de más allá del valle: "Así en el Rebollar, Ibias —recuerda Alejandro—, me contaban que una persona que estaba muy mal fue curada por Lodario hasta el punto de llegar a vivir 101 años. En Tormaleo, Ibias, solucionó un caso que hizo que le regalaran una ternera".

El médico de Serafín el Santeiro

Entre sus pacientes no faltaron tampoco los fugados, los del monte, porque el juramento hipocrático comprometía a Gavela con todos, sin que las suspicacias o las veladas amenazas de la Guardia Civil pesaran en su ánimo o lo amedrentasen. El autor me explica que el título del libro obedece a la voluntad de don Lodario de no querer vivir bajo el miedo o la extorsión, y mantener siempre su dignidad y cumplimiento profesional por encima de todo. En eso radicaba su voluntad de no morir. Este era, en opinión de su biógrafo, el mayor delito para el régimen franquista: se trataba de un hombre con un gran sentido de la libertad, un médico humanista en el que estaban muy arraigados los ideales regeneracionistas republicanos y que, por su capacidad viajera a lo largo de la comarca, podía generar con su conducta los recelos y la desafección hacia la dictadura.

Lodario Gavela tenía una personalidad carismática, sin reparo para expresar su desafección hacía el régimen y prestar auxilio médico en varias ocasiones a uno de los guerrilleros antifranquistas más temidos por el franquismo, Serafín el Santeiro. Tan es así que los guardias del cuartel de Peranzanes consideraban que si El Santeiro se mantenía con vida era gracias a los cuidados que le dispensaba el médico. Teniendo en cuenta que éste mantenía buenas relaciones con la mayoría de los guardias civiles, fue preciso que viniera una brigadilla del exterior de Fornela para matarlo, con la colaboración de algunos falangistas. Las órdenes fueron dictadas por el coronel de la Guardia Civil de León, Gumersindo Varela Paz.

Imágenes de Lodario de joven con algunos amigos
Imágenes de Lodario de joven con algunos amigos

Ese mismo coronel sería el que cinco semanas más tarde del asesinato del médico recibiría la noticia de la muerte de Serafín el Santeiro, cuyo cadáver apareció a primeros de diciembre de 1947 en las afueras de la localidad de Fresnedo. Según Alejandro Álvarez, no se supo de modo cierto la causa de su muerte, pero no fue apresado por los guardias ni nadie reclamó la recompensa que se ofrecía por él. Su cadáver fue arrastrado por la localidad de Fabero, exhibiéndolo como símbolo de una victoria que no había sido ganada.

Me cuenta también su biógrafo que el asesinato de Lodario Gavela, reconocido por el Estado al cabo de los años, lo presenciaron dos personas. Una hermana del médico, Obdulia Gavela, llegó a gritarle al coronel Varela en plena calle: “Estarás satisfecho con el asesinato de mi hermano". Gentes de los pueblos de Fornela fueron a buscarle en la noche del 24 de septiembre de 1947, sin que lo encontraran, tal como se narra de modo literariamente muy intenso en las primeras páginas del libro. Lo hallaron al día siguiente, después de que sus verdugos lo abandonaran y cubrieran entre brezos y piornos.

El cuerpo del médico fue llevado a Trascastro, a la Casa Grande, donde fue velado durante dos días. Acudió gente de fuera de Fornela. Una sensación de orfandad se extendió entre los vecinos y el miedo —la maldita y exitosa dictadura del miedo, que dijo Eduardo Galeano— invadió los espacios antes reservados a la esperanza. Habían matado al médico que no quería morir porque quiso hacer de su vida un ejemplo de no sometimiento y de su profesión un trabajo cabal y solidario, sin distinción entre los vencedores y los vencidos.

Para culminar tan laboriosa y extensa biografía, Alejandro Álvarez quiso celebrar la conclusión de su libro con la inauguración de un monolito en Trascastro en memoria y homenaje a don Lodario, muy cerca de la Casa Grande en la que vivió y tenía su consulta (en buen estado de conservación hasta hoy), y donde reside una de sus hijas, a la que el autor —así como a su hermano— dedicó el libro: “A Olga Gavela Fernández, huérfana antes de nacer, con el deseo de que pueda sentir vivo a su padre en estas páginas". Erigido por suscripción popular, el Ayuntamiento de la localidad (PSOE) alegó para no colaborar en el monolito que esa idea no la compartía todo el pueblo. Se trata de una hermosa lápida vertical de pizarra en la que con el nombre y la foto del doctor se puede leer: “En recuerdo de su filantropía, de su humanismo y de su compromiso con las gentes de su tierra. Su defensa de la libertad, su resistencia a la dictadura franquista y su atención a los guerrilleros antifascistas fueron las "sinrazones" de su vil asesinato en Los Fontanales (Allarinos)”.

Es muy intenso el silencio que se respira en el verde y apacible valle de Fornela, donde subsiste todavía un joven ganadero que pastorea con sus vacas cerca del impresionante castro de Chano, mientras el río Cúa mantiene la misma salmodia de agua que quizá pudo escuchar don Lodario en Los Fontanales, con el último latido de su vida y como último pálpito de su valle.

Dicen que las cosas existen cuando se nombran y sólo se nombran cuando existen. A muchos de los niños del valle de Fornela se los llamó en aquellos años como al médico alevosamente asesinado, y así siguen sonando hoy sus nombres en la ancianidad, como cuando El Santeiro se emboscaba en la noche para pedir ayuda al médico que no quería morir. Lodario Gavela Yáñez lo ha conseguido porque no sólo su recuerdo ha permanecido y permanece en la memoria popular, sino porque gracias a ésta y al celo puesto en escucharla y recrearla por Alejandro Álvarez, el libro que lo ha rescatado del olvido seguirá haciendo sonar su nombre en el porvenir, acaso como esa eterna estrofa de agua del río que da vida al valle.

Archivado en: Memoria histórica
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Extremadura
Censura Reinauguración en Torre de Miguel Sesmero de una escultura censurada por PP y Vox en Losar de la Vera
Este viernes 25 de abril la Asociación 25 de marzo colocará ‘Crearte La Vera’, la escultura de Carlos Díaz de homenaje a la clase trabajadora, en un sitio público de Torre de Miguel Sesmero (Badajoz).
Opinión
Opinión Contextos de la guerra en Ucrania
El historiador Antonio Fernández Ortiz repasa la relación entre Occidente, la Revolución Rusa y distintos proyectos de construcción nacional.
Memoria histórica
Memoria Histórica Una memoria de piedra: el peligro de no interpelar
La memoria no es un archivo a conservar, es territorio de lucha. Frente a una que se petrifica en enfoques bélicos, masculinos y envejecidos, urge mirar a otros lenguajes colectivos, visuales, vivos que den voz a las periferias y conecten los jóvenes
#29924
29/1/2019 20:15

Sí lo sería, sin duda, en la propia localidad de Trascastro o en alguna de las otras del valle,

0
0
#29910
29/1/2019 14:16

Serīa una buena idea un museo de la resistencia guerrillera en esas comarca.

0
0
#29774
26/1/2019 15:20

Gran reportaje.

0
0
Galicia
Galicia Vigo, A Coruña y Ourense compraron material policial a Israel por medio millón de euros en solo cuatro años
El alcalde ourensano, Gonzalo P. Jácome, adjudicó un contrato por 70.000 euros días después del siete de octubre. Abel Caballero firmó otro de más de 200.000 euros y la alcaldesa de A Coruña siguió la estela con un contrato de 170.000 euros.
Turquía
Pinar Selek “Turquía sigue gobernada en base al miedo”
La profesora y socióloga turca, quien ha sufrido además de cárcel, un acoso judicial por 27 años, habla de la falta de independencia del poder judicial, del adoctrinamiento social y de la formación de la sociedad turca.
Gasto militar
Gasto militar ¿De dónde sacará Sánchez el dinero para financiar el incremento del gasto en defensa?
La promesa de aumentar las partidas presupuestarias militares necesita redirigir 10.471 millones de euros para alcanzar el 2% del PIB. Cumplirlo este año abre a su vez un grave problema para hacerlo en 2026.
Eventos
Evento Un Salto al periodismo desde el barrio: acompáñanos en un directo sobre periodismo situado
El Salto organiza un evento centrado en el potencial de los formatos sonoros para transmitir información veraz y fiable de forma cercana. Para hacer periodismo desde el barrio y barrio desde el periodismo.
Salud
El precio justo La nueva ley del medicamento o estrategias para bajar el precio de los genéricos (que son caros)
En España pagamos de media un 10% más por los medicamentos genéricos que consumimos que en el resto de la UE. Al mismo tiempo, nuestro gasto farmacéutico ha aumentado un 33% en la última década.

Últimas

Laboral
Laboral Tres nuevos días de huelga para parar el ERE en Bridgestone
Los sindicatos de forma unánime convocan paros los días 24, 25 y 26 de abril y no descartan ampliar las acciones de lucha para evitar el despido de 546 trabajadores.
There Is Alternative
There Is Alternative De redes, software, cacharritos y todo lo que no sea Elon Musk | TINA #1
Primer programa del podcast There Is Alternative de El Salto Radio sobre el lado oscuro de la tecnología y sus alternativas éticas y responsables.
El Salto Radio
El Salto Radio A dos velas
El documental “A dos velas”, de Agustín Toranzo indaga en las causas de los cortes de suministro eléctrico sistemáticos e indiscriminados que varios barrios obreros de Sevilla vienen denunciando desde hace años.
Opinión
Opinión Priorizar bombas sobre camas de hospital
El presupuesto público parece tener siempre un límite cuando se trata de contratar personal o mejorar infraestructuras en Sanidad. Pero no lo tiene cuando se trata de gasto militar.
Opinión
Guggenheim Urdaibai Respuesta al Agirre Center: no participaremos en este juego con cartas marcadas
VV.AA.
El “proceso de escucha” se invalida a sí mismo al existir un plan ya elaborado y no publicado “de expansión discontinua del Guggenheim de Bilbao en Urdaibai”.
Comunidad de Madrid
Huelga de universidades públicas Con un gigantesco mural profesorado y alumnado exigen más inversión en las universidades públicas de Madrid
Después del encierro del pasado 7 de abril, una espectacular acción de la comunidad universitaria ha llamado la atención sobre el recorte de recursos que prevé el gobierno de Díaz Ayuso en su nueva ley de universidades.
Más noticias
Estados Unidos
Extrema derecha Los beneficios de Tesla caen un 71% y Musk anuncia que reducirá su colaboración con Trump
Las protestas contra Elon Musk funcionan y hacen caer los beneficios y el valor en bolsa de la compañía. El anuncio del millonario hace que las acciones de Tesla crezcan cerca de un 5% en apenas unas horas.

Recomendadas

El Salvador
El Salvador El caso Ábrego García destapa el turbio pacto de Trump con Bukele
El joven salvadoreño no ha sido condenado ni en Estados Unidos ni en su país de origen, pero es uno de los cientos de personas con la vida pendiente de un hilo por las políticas de Trump y Bukele.
Siria
Siria Fragmentos de un retorno
Regresar no siempre es fácil. En estas misivas, los sirios Naoura A., residente en Francia, y Basem Al Bacha, residente en Alemania intercambian opiniones con motivo de la vuelta de Naoura a la ciudad donde se conocieron: Damasco.
Historia
Historia Miguel Martínez: “En Villalar, la izquierda arrancó los comuneros al franquismo”
Miguel Martínez, profesor de historia y literatura españolas en la Universidad de Chicago, analiza desde una óptica progresista la Edad Moderna, el momento histórico fetiche de las derechas españolistas.