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LGTBIAQ+
Mujeres lesbianas y trans hacen memoria y explican sus motivos para ir a la huelga feminista
Varias mujeres han explicado en primera persona las discriminaciones que sufren y que han sufrido a lo largo de la historia las mujeres lesbianas, bisexuales y transexuales, tanto por su condición de mujeres, como por su pertenencia al colectivo LGTBI, en un acto con el que la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales (FELGTBI) ha argumentado por qué la organización se suman a la convocatoria de huelga feminista del 8 de marzo.
En el acto, algunas de ellas han aprovechado para denunciar el feminismo transfóbico. “Algunas feministas se acercan a las posiciones terribles de ciertos partidos en este momento: que una feminista pueda pensar como piensa el señor Santiago Abascal me parece bastante peligroso”, ha dicho Rosa Araúzo, activista de la Fundación 26 de Diciembre, que trabaja para crear espacios de atención especializada a personas LGTB en la vejez.
“El feminismo tiene perfectamente identificado al enemigo de las mujeres, que es el cisheteropatriarcado”, ha dicho la activista Boti García, expresidenta de la federación, que ha recordado la importancia de hacer memoria histórica. “En este país, hablar de memoria de nuestro colectivo es hablar de la memoria oscura del sufrimiento en los duros años del franquismo”, ha asegurado. Para las mujeres, la represión se tradujo en “negación, convento, matrimonios forzados, tratamientos con electroshock... fue terrible”.
Memoria histórica
Los triángulos rosas españoles
El franquismo fue un periodo de especial opresión y clandestinidad para las personas LGTB, así como para la clase obrera, las mujeres o el resto de sectores oprimidos que querían organizarse y luchar contra el régimen. A las decenas de miles de presos políticos de izquierda fusilados tras la guerra o encarcelados y torturados se unían también personas LGBT asesinadas o encerradas por el hecho de serlo. Fueron los “triángulos rosas” marcados y castigados por intentar vivir su sexualidad libremente.
Araúzo ha compartido su experiencia en el año 76, cuando “me encontré con mi realidad lesbiana”. “Yo quería salir a la calle a gritar la maravilla que había encontrado con el amor de una mujer, pero no podía, porque ella me pidió que no lo hiciera”, ha explicado. Cuando se lo contó a su entorno cercano “toda la gente a la que le conté que estaba enamorada de una mujer se fue”.
Diana Cardo, por su parte, ha contado su experiencia como mujer trans al “salir del armario” hace dos años. Cardo ha explicado como en los años 80, cuando hizo el primer intento de mostrarse como quien era, se encontró con un muro que la llevó a estar 31 años más en el armario hasta que hace dos decidió decir “soy una chica”. Para Cardo, el sistema sanitario fue su primer batacazo contra el sistema. Luego, vinieron otros, como la discriminación para acceder al mercado laboral. Cardo, que también ha alertado contra el feminismo transfóbico, ha contado cómo, tras ser seleccionada en un entrevista para un puesto de trabajo, la empresa se echó atrás al ver su antiguo nombre en el DNI.
Violencia invisibilizada
Según Arantxa Miranda, vocal de delitos de odio de la Federación, “las mujeres lesbianas y bisexuales somos concebidas por un amplio sector masculino como objetos sexuales susceptibles de satisfacer todas sus fantasías, mientras que aproximadamente, el 80% de las mujeres transexuales tiene que recurrir al trabajo sexual debido a la discriminación laboral que sufre”.
Miranda ha explicado que las mujeres LTB siguen estando prácticamente invisibilizadas y ha recordado que, según el informe de delitos de odio elaborado y presentado por FELGTB en noviembre de 2018, entre un 60 y un 80% de los actos violentos que sufre el colectivo no se denuncian. Este estudio muestra cómo, a consecuencia de esa invisibilidad, las mujeres de la comunidad LGBT apenas denuncias: “El 73% de los delitos de odio fueron denunciados por hombres gays, mientras que solo el 21% fueron denuncias realizadas por mujeres lesbianas. Sabemos que estos datos no demuestran que los hombres sufran mayor violencia que las mujeres, si no que están más empoderados para denunciar”, ha declarado.
Miranda también ha destacado que la mayor discriminación que sufren las mujeres transexuales es seguir sin ver reconocida la autodeterminación de su identidad y ha puesto en evidencia que las mujeres lesbianas o bisexuales tienen necesariamente que estar casadas antes de que nazcan sus bebés para poder inscribirlos en el registro civil, a diferencia de las parejas heterosexuales, a las que no se les pide prueba de paternidad. Asimismo, las parejas de mujeres no casadas no pueden inscribir conjuntamente a su bebé: la no gestante debe iniciar un proceso de adopción de su propio hijo.
Por estos motivos, la Federación pide la aprobación de la orden ministerial que garantizará el acceso a todas las personas con capacidad de gestar a las técnicas de reproducción asistida, que los bebés que nazcan en el seno de una pareja de mujeres puedan ser inscritos en igualdad de condiciones que las parejas heterosexuales, creación de protocolos sanitarios y geriátricos, y programas educativos para incorporar al currículum la diversidad afectivo-sexual, entre otras medidas.
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