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Educación
Cómo matar una asignatura (y a sus estudiantes)
Cualquiera pensaría que después de siglos de avance con respecto al plano educativo, hoy en día la educación debe de ser ejemplar. Pero verdes las han segado. Esa nueva ley educativa denominada como LOMLOE que prometía reformas que buscan (entre otras cosas) un sistema de evaluación más flexible, adaptado a las necesidades de los estudiantes, con un enfoque más formativo y menos punitivo; lo único que ha conseguido es dificultar más todavía el trabajo del alumnado.
Vamos a revisar dos puntos (adaptados) de iure incluidos en la LOMLOE, y posteriormente expondremos la realidad de facto:
Menos peso de los exámenes finales: Aunque los exámenes siguen siendo una herramienta importante, la LOMLOE busca reducir su peso en la evaluación global. Esto implica una mayor valoración de otros tipos de pruebas o actividades, como trabajos, proyectos, presentaciones orales, etc.
A priori, esto parece un gran cambio en el sistema educativo que transformaría por completo las prácticas que se vienen llevando a cabo durante siglos. Los exámenes pasarían a ser igual de importantes (con lo que se reduciría su importancia como única forma de evaluar) que otras actividades como trabajos, exposiciones, disertaciones, etc. Pero esto no es del todo lo que nos encontramos en las aulas, pues los exámenes se siguen llevando el principal peso de la calificación, en la que a su vez, podemos observar pequeños porcentajes de nota (casi insignificantes) que corresponden a estas actividades complementarias.
Educación
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Importancia de la evaluación competencial: La evaluación ya no se centra exclusivamente en los conocimientos teóricos, sino que también pone énfasis en las competencias adquiridas por los estudiantes. Esto implica evaluar habilidades y capacidades que van más allá de la memorización de contenidos, como la capacidad de aplicar lo aprendido a situaciones reales.
Esto directamente es falso, y no la inexistencia de esas competencias con las que tanta calda nos dan, sino lo de “evaluar habilidades y capacidades que van más allá de la memorización de contenidos”; y aquí es donde viene el secreto de cómo “matar” una asignatura y sus estudiantes: la memorización. Esta práctica arcaica se sigue utilizando, aunque parezca mentira. Ese proceso, que nos llevan repitiendo durante toda la vida, el de “empollar y vomitar”.
Y claro, es normal que se siga utilizando, porque es el más cómodo de evaluar, y el más injusto. No se apuesta por la comprensión, argumentación, puesta en práctica y sintetización de una serie de contenidos; sino en aprenderlos de memoria, para que, según termines el examen, olvidarlos. Y habrá gente que seguirá pensando que la educación es cada día más “progresista”. Naranjas de la China.