Fascismo
Fachas, ‘freaks’ y apropiación política

El discurso ultraderechista no es una novedad nacida con Vox. Se trata de las mismas ideas desquiciadas cuya reproducción te convertía, hace bien poco, en uno de esos freaks tan atractivos para la televisión que nos hacen renegar con la cabeza al tiempo que reímos, incrédulos.

Manifestacion en coche extrema derecha - 9
Manifestación en vehículos convocada por Vox el pasado 23 de mayo. David F. Sabadell

Todos y todas tenemos muy claro que las situaciones de incertidumbre, miedo y frustración colectiva son ideales para el ascenso de partidos de corte fascistoide. Es una realidad asumida que, en dichos fenómenos, coloca el foco sobre el marco sociopolítico y no sobre quienes se aprovechan de él; es decir, supedita la estrategia política de quien arruina una democracia a la predisposición de una población que, a la postre, sufrirá las consecuencias.

Sin embargo, en más de una ocasión, y dejándonos llevar por el tormento que supone para cualquier demócrata ver lo que se está viendo en España, hemos olvidado este axioma y hemos caído en la trampa de culpar solo a Vox del terrible incremento del machismo, el racismo, la homofobia o cualquiera de los odios a los que se aferran para conseguir votos.

Como, para ellos, esta acusación supone un mérito del que enorgullecerse, debemos rectificar: no han inventado nada de eso. Su trabajo ha sido instrumentalizarlo y amplificarlo, utilizando su pertenencia a una élite aristocrática que campa por los medios de comunicación de masas con la pulserita de “todo incluido” —rojigualda, por supuesto— bien reluciente en sus muñecas.

Esta es una reflexión esencial, puesto que acudiendo al caldo de cultivo que ha permitido que la extrema derecha invada la política española se puede observar, sin el engañoso influjo mediático que envuelve ahora sus apariciones públicas, de dónde procede el ideario que hoy pone en jaque a nuestro país. Y el resultado ayudará, sin duda, a empezar a tratarlos como lo que son.

Mismos desquiciados, diferente tratamiento mediático

Es importante demostrar que el discurso ultraderechista no es una novedad nacida con Vox, sino que se trata de las mismas ideas desquiciadas cuya reproducción te convertía, hace bien poco, en uno de esos freaks tan atractivos para la televisión que nos hacen renegar con la cabeza al tiempo que reímos, incrédulos. Nadie en su sano juicio se plantearía siquiera regalar su voto a un personaje de tales características, así que el triunfo del ideario neofascista ha requerido de un cambio en la percepción de la opinión pública.

La estrategia del partido filofranquista es sencilla: necesita revestir su demencia con un halo de solemnidad para lograr que aquel movimiento horizontal de cabeza no vaya acompañado de una carcajada, sino de un ceño fruncido y unos dientes apretados en señal de rabia. En señal de odio; es decir, de adhesión al suyo.

Tal operación solo será exitosa si cuenta con la imprescindible presencia de dos colaboradores necesarios: un periodismo que simpatice —la aceptación y priorización son dos formas de simpatía, si quieren, pasiva— con los preceptos neofascistas y una audiencia para la que la política del odio sea una opción igual de válida que las alternativas democráticas.

En realidad, la única diferencia entre esos monstruitos tan rentabilizados por los programas de media tarde y los Abascal, Espinosa de los Monteros, Ortega Smith o Monasterio es la relevancia que les han otorgado los medios de comunicación, pasando de la condescendencia y la mofa a un respeto reverencial y casi religioso. Si bien tanto unos como los otros proceden de la marginalidad ideológica, los primeros lo hacen también de una marginalidad material muy lejana a la posición de absoluto privilegio económico de quienes hoy se declaran “la España que trabaja” sin haber pegado un palo al agua en su vida. Es lo que tiene vivir en un país con una carga aporofóbica tan inmensa: si cuentas con un apellido compuesto, podrás repetir en prime time las barbaridades que siempre quedaban relegadas a El diario de Patricia.

Así, la herencia cultural y educativa de una sociedad que, tras casi medio siglo, sigue sin ser capaz de sacudirse 40 años de franquismo, no se activaba al presenciar la ridiculización pública de quien verbaliza una serie de ideas que, en el fondo, encajan con la mentalidad propia. El miedo al qué dirán ha contenido, durante décadas, a muchos de los fascistas que hoy enarbolan banderas anticonstitucionales y acosan a cualquiera que piense diferente. Hasta que, de pronto, el “con Franco se vivía mejor” de un pobre diablo utilizado para ganar audiencia se transforma en acusar al Gobierno actual de ser “el peor en 80 años” desde un asiento del Congreso, y la recepción cambia radicalmente. Ya no existe la amenaza del ridículo; ahora hay tres millones de freaks, que es lo mismo que cero freaks, puesto que un aspecto fundamental de dicho concepto es la excepcionalidad.

Aunque la mona se vista de seda…

De la misma forma en que ciertos artistas son acusados de apropiación cultural por utilizar una serie de códigos estéticos que, en teoría, no les pertenecen, el comportamiento de la ultraderecha española podría definirse como apropiación política. Rosalía recibe innumerables críticas por “mancillar” el flamenco al combinarlo con elementos de la música urbana, pero nadie está echando en cara a Vox la usurpación de unos espacios políticos que de ninguna manera les corresponden, en cuanto que lugares de debate e instituciones públicas creadas precisamente con el objetivo de evitar el totalitarismo que ellos promulgan desde sus tribunas. Lo preocupante de todo esto es que, mientras que las canciones de la estrella catalana quebrantan —según los y las más puristas— algo tan abstracto las normas del buen gusto musical, el repertorio de la extrema derecha atenta directamente contra vidas humanas.

Por suerte, la idiotez de su discurso no es el único factor que apunta hacia la verdadera naturaleza cómica de estos acomplejados venidos a más; solo hay que observar las pintorescas mascarillas utilizadas por su amado líder, trasunto político de looks disparatados que a todos y todas nos vienen a la mente en formato de gag televisivo: desde tirantes con la bandera española hasta tricornios, pasando por carrocerías de coches bañadas en rojo, gualda, toros y demás simbología patria.

No pertenecen a la esfera política, y mucho menos a la intelectual; son carne de programa de variedades, de recopilación de momentos que oscilan entre la risa y la vergüenza ajena, de meme. Y por más que intenten ocultarlo, su origen siempre termina saliendo a la luz. Ocurrió el 12 de octubre del pasado año, cuando un grupo de franquistas intentó, sin éxito, entrar en el Valle de los Caídos para rendir homenaje al genocida. Allí se pudieron observar escenas surrealistas tales como la que protagonizó el ya famoso legionario del megáfono loando a la muerte y a Franco, o la cadena humana de miradas perdidas y “queremos ir a misa” como himno machacón.

Poco más de un año antes, en el mismo escenario, los pucheros de un falangista declarado, al reconocer que la exhumación de Franco y Primo de Rivera le hacían sentir “abandonado”, hicieron las delicias de los programas de humor. El chino franquista o el difunto dueño de Casa Pepe continúan una lista interminable de personajes cuya aparición en pantalla es equiparable a las del movimiento terraplanista, el negacionista que exigía “ver” el cambio climático o Ramón de Pitis afirmando que “la droga es la auténtica salud”. Esa es la categoría a la que pertenece una ideología que, tras ser apropiada por unos cuantos niños y niñas bien, ha logrado reunir más de tres millones de adeptos en un país que se pretende democrático y maduro.

Sobre este blog
Un espacio de encuentro y debate para personas que participan o están en los alrededores de ese difuso cuerpo conocido como Movimientos Sociales.
Ver todas las entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

El Salto n.78
El Salto 78 Nueva revista, viejas injusticias: hablemos de Violencia Institucional
En el último número de la revista de El Salto dedicamos la portada y nuestro “Panorama” a una de las violencias que sufren las mujeres solo por el hecho de serlo, la que aún a día de hoy emana de un sistema irracional y patriarcal.
Fascismo
Fascismo La líder de Bastión Frontal, Isabel Peralta, condenada a un año de cárcel por delito de odio
La Audiencia Provincial de Madrid confirma que clamar “les vamos a plantar cara, muerte al invasor” atenta contra la “dignidad del colectivo de inmigrantes marroquíes".
#80899
25/1/2021 9:54

Los de Vox están tristes porque Donald Trump ya no es presidente ¿ Quién los desentristezera ?
El buen desintrestezedeor que los desentristezera buen desentristecedor será.😅🤣😉🇪🇸

1
0
#71244
2/10/2020 11:34

Buen articulo, trabaje en un local de hostelería frecuentado por estos fachas adinerados, algunas veces invitavan allí a sus curritos y entre vivo y vino soltaba barbaridades fastitoides, y los curritos les reían las gracias, lo grave es que muchas han pasado de reírles las gracias a votarles.

3
0
Sobre este blog
Un espacio de encuentro y debate para personas que participan o están en los alrededores de ese difuso cuerpo conocido como Movimientos Sociales.
Ver todas las entradas
Ayuntamiento de Madrid
Residuos La “motosierra de Almeida” no frena la oposición social al cantón de la limpieza en Montecarmelo
Los vecinos no entienden por qué el Ayuntamiento madrileño no accede a construir el cantón en una parcela técnicamente viable y que no afectaría a miles de niños y la única zona verde del barrio.
Historia
Historia Cuando la solidaridad antifascista reunió a musulmanes, judíos y cristianos en la España republicana
Marc Almodóvar y Andre Rosés rescatan a los combatientes árabes de la Brigadas Internacionales en el libro ‘Moros contra Franco. El antifascismo y la Guerra Civil española en el mundo árabe’.
Crisis climática
Crisis climática La UE se entrega al ardor guerrero mientras descuida la crisis social y la emergencia climática
Varios países de la UE ya están recortando drásticamente en servicios públicos y estado del bienestar para poder costear el aumento del presupuesto militar.
Opinión
Space X Los viajes al espacio y el efecto Katy Perry
El 2024 fue el año más caliente desde que hay registros, mientras que Katy Perry y un puñado de millonarias nos deleitaron con su viaje espacial cortesía de Jeff Bezos.
El Salto n.78
El Salto 78 Nueva revista, viejas injusticias: hablemos de Violencia Institucional
En el último número de la revista de El Salto dedicamos la portada y nuestro “Panorama” a una de las violencias que sufren las mujeres solo por el hecho de serlo, la que aún a día de hoy emana de un sistema irracional y patriarcal.

Últimas

Eventos
Taller de podcast El Salto invita a estudiantes a explorar las posibilidades del formato audiovisual
Proponemos un taller de guion y producción de programas para estudiantes de comunicación y periodismo los días 24 de abril y 8 de mayo.
Estados Unidos
Estados Unidos La buena sintonía entre Trump y Meloni
Como era de esperar, los mandatarios mostraron afinidades políticas e ideológicas. La italiana insistió en la idea de “fortalecer Occidente”.
Más noticias
Palestina
Genocidio Israel sigue atacando hospitales, la ONU habla del peor momento en los 18 meses de asedio
No hay tregua en Gaza, donde Israel ha recrudecido las matanzas y sigue sin permitir el acceso de alimentos y productos de primera necesidad. La ONU denuncia asimismo el asesinato de más de 70 civiles en Líbano.
Opinión
Opinión La coherencia de las políticas de Trump
No se pueden entender los aranceles de Trump sin su lucha por el control de los recursos minerales, sin Groenlandia, Ucrania o la República Democrática de Congo.

Recomendadas

Economía social y solidaria
Tecnología Inteligencia Artificial y economía solidaria: ¿posibles aliadas?
¿Cómo debe relacionarse la economía solidaria con una tecnología que vulnera derechos humanos y ambientales constantemente? Cooperativas e investigadoras tecnológicas animan al movimiento a perderle el miedo y a utilizarla de manera crítica.
Valencià
València Duelo colectivo y brecha de género, las consecuencias de la dana en la salud mental
Más allá de lo material, el sufrimiento mental continúa golpeando las vidas de l´Horta Sud. Mujeres cuidadoras y colectivos vulnerables encabezan un luto que todavía no ha encontrado descanso.
Galicia
Galicia La UE cava hondo: litio gallego para el nuevo militarismo europeo
En pleno rearme ordenado desde Bruselas, Galicia entra en el tablero geopolítico como potencial proveedor de litio para la industria de defensa. Un enclave de alto valor ecológico en Doade (Ourense) se convertirá en cantera para baterías militares.