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Kurdistán
“Encarcelar a Öcalan es encarcelar a toda la nación kurda”
Frente a la imposición de la guerra, la represión y la violencia contra el pueblo kurdo, la coexistencia, el multiculturalismo, la democracia y la libertad son el antídoto. Así lo asegura a El Salto Diario la académica kurda Hawzhin Azeez, que en esta entrevista reflexiona sobre diferentes temas relacionados a la actualidad de Kurdistán.
Por estos días, el Estado turco continúa con sus bombardeos diarios contra Rojava (Kurdistán sirio) y Bashur (Kurdistán iraquí), pero también recrudeciendo la persecución dentro de sus fronteras: varios municipios donde gobierna el partido prokurdo por la Igualdad y la Democracia del Pueblo (Partido DEM) fueron intervenidos ilegalmente por el Estado, como ya sucedió en años anteriores.
Doctora en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad de Newcastle, de Australia, Azeez analiza las posibilidades reales de un retorno a los diálogos de paz entre el Movimiento de Liberación de Kurdistán y el Estado turco. En medio de rumores, declaraciones públicas y tensiones varias, la investigadora en The Kurdish Center for Studies afirma que la llave para la paz es la participación plena del líder kurdo Abdullah Öcalan, encarcelado desde 1999 en la isla-prisión de Imrali, en Turquía.
En las últimas semanas, en Turquía se habló mucho sobre la posibilidad de retomar los diálogos de paz entre el Estado y el movimiento político kurdo. ¿Es posible que esto suceda?
El Estado turco utiliza periódicamente la posibilidad de conversaciones de paz como arma y como incentivo. Sin embargo, como ha demostrado la historia, Turquía no tiene intención de llevar a cabo tales conversaciones. Hemos sido testigos de intentos anteriores de conversaciones de paz cuyo inevitable fracaso, a menudo, desencadena una violenta represalia por parte del Estado turco.
Las políticas de tierra arrasada de Turquía, los asesinatos constantes por parte de los escuadrones de la muerte turcos, han dado lugar a una profunda atmósfera de terror y miedo en la población kurda
Por ejemplo, cuando las conversaciones fracasaron en 2015, el Estado turco llevó a cabo uno de los ataques más devastadores contra la población kurda y redujo a escombros gran parte de las ciudades dominadas por los kurdos en el sureste del país. En ese momento, yo estaba al otro lado de la frontera, en la región dominada Rojava por los kurdos del norte de Siria, y participaba en la reconstrucción de la histórica Kobane luego de la derrota de ISIS en esa ciudad, que había sido arrasada hasta los cimientos, con una destrucción estimada del 95% debido a los 134 días de resistencia contra la brutalidad de ISIS. A menudo, veíamos la destrucción del Estado turco contra la población kurda en las ciudades fronterizas.
Además, Erdogan ha buscado constantemente la consolidación de su poder en lugar de las conversaciones de paz, al tiempo que respalda constantemente a ISIS contra los combatientes kurdos de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) al otro lado de la frontera, en el norte sirio. Las políticas de tierra arrasada de Turquía, los asesinatos constantes por parte de los escuadrones de la muerte turcos, incluidos los cada vez más envalentonados Lobos Grises [organización paraestatal de extrema derecha], han dado lugar a una profunda atmósfera de terror y miedo en toda la población kurda. Erdogan también ha aplicado una política de repetidos arrestos masivos contra miembros de partidos kurdos, incluido el Partido DEM.
Recientemente, Devlet Bahceli, el líder del Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), uno de los partidos políticos más ultranacionalistas del Parlamento turco, propuso que si el líder kurdo Abdullah Öcalan, encarcelado durante mucho tiempo, alentaba la disolución del PKK, finalmente sería liberado de su confinamiento solitario de un cuarto de siglo en la isla turca de Imrali. Sin embargo, la represión que el Estado turco ha ejercido durante décadas contra los kurdos está tan arraigada y generalizada que es necesario conceder una serie de derechos no negociables antes de que las conversaciones de paz puedan considerarse equitativas o aceptables. Estos derechos deben incluir la libertad de todos los miembros del Partido DEM encarcelados, incluido el brillante líder kurdo Selahattin Demirtaş y los miles de intelectuales, artistas, músicos, niños y ancianos que llevan años en prisión.
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Si se concreta iniciar un diálogo de paz, ¿qué importancia tendrán las mujeres y su participación?
La participación de las mujeres en las conversaciones de paz será fundamental. Gran parte de los ataques y la violencia que impone el Estado turco contra los kurdos suelen tener un componente de género y reflejan las formas en que el Estado ataca específicamente a las mujeres kurdas. El régimen turco, bajo el liderazgo autoritario de Erdogan, se ha vuelto cada vez más islamofascista en sus políticas internas y externas. Erdogan alienta a las mujeres a tener varios hijos y les dice que tienen el deber moral de seguir produciendo ciudadanos turcos.
Por otra parte, los escritos de Öcalan han sido fundamentales para generar una revolución cultural y de género en la que la liberación de las mujeres se considera un aspecto no negociable de la liberación nacionalista. Öcalan afirmó que “una sociedad nunca puede ser libre sin la liberación de las mujeres”. Öcalan regaló a los kurdos dos conceptos poderosos: uno es que los kurdos ya no exigen el derecho de secesión y un Estado separado propio, algo que nos libera de ser los opresores del mañana. El segundo ha sido poner a las mujeres al frente de la lucha de liberación nacional y alentar su plena participación y liderazgo en el proceso.
Un ejemplo fantástico y vigente de esto es el movimiento de mujeres en Rojava, que ahora está plenamente integrado en los procesos sociales, económicos, políticos y militares de la región autónoma. Son copresidentas de ministerios, tienen sus propias aldeas de mujeres, casas de mujeres, sus propias unidades militares y de autoprotección. Las Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ) desempeñaron un papel decisivo en la eliminación de ISIS y siguen desempeñando un papel crucial en la protección de las mujeres en la sociedad de las estructuras patriarcales opresivas, como los Estados que las oprimen o varios yihadistas, así como los hombres de sus propias comunidades. Si las mujeres son la mitad de la sociedad kurda, ¿qué tipo de paz podemos imaginar si se las excluye de las conversaciones?
¿Cuál es la importancia de que Abdullah Öcalan participe de forma activa en los diálogos de paz?
Es un aspecto integral e inmutable de las conversaciones. Öcalan es el líder de una gran facción de la comunidad kurda, tanto en Kurdistán como en la diáspora. Öcalan ha estado confinado en régimen de aislamiento durante más de 25 años bajo una inmensa presión psicológica y emocional debido a sus opiniones sobre la libertad kurda. Ha proporcionado a los kurdos un asombroso corpus de obras filosóficas y políticas, conocidas como sus escritos de prisión, en los que ha revolucionado la comprensión de los kurdos sobre su liberación de una manera sin precedentes. Öcalan representa las esperanzas y aspiraciones de millones de kurdos. Seguir encarcelándolo es encarcelar simbólicamente a toda la nación kurda. No seremos libres hasta que Öcalan sea libre.
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En la actualidad, ¿existe un interés internacional por resolver la cuestión kurda?
Como académica y como kurda diría que no. Continuar con guerras e invasiones cíclicas en las diversas regiones kurdas, resulta una política demasiado lucrativa. Los Estados capitalistas utilizan la difícil situación kurda para impulsar sus economías de guerra y gastar en un mayor desarrollo de armas. Hay que recordar que Turquía es el segundo ejército más grande de la OTAN, después de Estados Unidos.
Cuando el ISIS invadió Rojava y atacó Kobane, los tanques y el ejército turcos se apostaron al otro lado de la frontera y observaron con regocijo cómo la ciudad era destruida por ISIS, que, tras saquear los depósitos de armas estadounidenses en Irak, se había equipado con las últimas tecnologías armamentísticas. Mientras tanto, los kurdos luchaban con armas del tercer mundo y con AK-47 pegados con cinta adhesiva. El Estado turco también apoyó a los militantes de ISIS a través de la infame “autopista yihadista” desde Turquía hasta Siria, donde perpetraron masacres en las comunidades kurda, armenia, yazidí y asiria. Los medios internacionales documentaron estos acontecimientos, pero ningún régimen condenó las acciones de Turquía. Además, Ankara utiliza la cuestión kurda como arma contra la comunidad internacional para promover sus propias agendas regionales y nacionalistas.
Otro ejemplo es el hecho de que Turquía pasó casi dos años reteniendo su poder de veto contra la adhesión de Suecia a la OTAN a cambio de que Estados Unidos aprobara un acuerdo de compra de aviones de combate F-16 por valor de 23 mil millones de dólares, así como exigió la extradición a Turquía de activistas e intelectuales kurdos que vivían en Suecia. A las pocas horas de que Erdogan aceptara la adhesión de Suecia, Washington aceleró el acuerdo, que se había demorado durante mucho tiempo. Esas armas se utilizan contra civiles y comunidades kurdas en Irak, Siria y la propia Turquía.
Resolver la cuestión kurda de manera pacífica requeriría un cambio ideológico fundamental en la visión que Turquía tiene de sí misma como Estado, reconocer las injusticias pasadas e incluso mejorar radicalmente sus credenciales democráticas abriendo los derechos culturales, lingüísticos y religiosos de las minorías. Las aspiraciones cada vez más islamofascistas y neo-otomanas de Erdogan para la región sirven como una fuerte barrera para que se lograran estos objetivos.
La existencia de los kurdos no sólo amenaza la idea del nacionalismo y la identidad turcos, sino que el modelo político que han adoptado desafía el sistema autoritario del Estado turco
¿Cuáles son las razones para que Turquía pueda atacar y bombardear el norte de Siria y el norte de Irak y que no haya críticas internacionales a esta política?
Cuando Turquía armó, financió y apoyó abiertamente a ISIS contra los kurdos en Siria, cuando bombardea periódicamente a los kurdos en Irak y utilizó fósforo prohibido contra los kurdos en Siria, cuando inventó una narrativa falsa en torno a los kurdos en Siria como una amenaza y presionó a la comunidad internacional para anexionar cientos de kilómetros de tierra a través de la frontera siria bajo la apariencia de una zona de seguridad, cuando en 2015 emprendió una matanza violenta contra sus propios ciudadanos y quemó a personas aterrorizadas y apiñadas en los sótanos de sus casas, cuando utilizó los derechos kurdos como arma para lograr sus objetivos militares, ningún Estado habló ni condenó las acciones de Turquía más allá de declaraciones simbólicas. La posición geoestratégica de Turquía en relación con Medio Oriente y Europa, su poder militar y su posición en la OTAN, sirven para que el régimen reitere que ningún Estado interferirá en su soberanía y sus políticas internas y regionales.
La naturaleza misma del sistema internacional basado en los Estados es la de promover jerarquías de opresión, violencia y marginación. Su naturaleza misma es la de la violencia. Los apátridas, como los kurdos, se quedan atrás porque no encajan perfectamente en este modelo de “Estado-nación” en el que impera la ideología de “una bandera, una nación, una lengua”. En cambio, el modelo de autogobierno promovido en Rojava es uno en el que los kurdos han construido un sistema confederal democrático basado en los pilares de la democracia de base, la liberación de género, la coexistencia multicultural y la sostenibilidad ecológica. Fue esta misma ideología la que llevó al ascenso de los hombres y mujeres kurdas de Rojava, bajo la lucha de las Unidades de Protección Popular (YPG) y las YPJ que derrotaron a ISIS. Se trata de valores que contrastan directamente con la naturaleza jerárquica, capitalista y centralizada del modelo del Estado moderno.
La existencia de los kurdos no sólo amenaza la idea del nacionalismo y la identidad turcos, sino que el modelo político que han adoptado desafía el sistema autoritario del Estado turco. Dado que el modelo del Estado turco es el modelo dominante del sistema estatal internacional, la comunidad internacional está ideológicamente más alineada con ellos. Con estos regímenes bajo la bandera de la soberanía nacional, es más difícil que lo que sería posible con el concepto de confederalismo democrático y la noción de autodeterminación de las minorías apátridas y oprimidas.
A su entender, ¿cuáles son las propuestas principales que el Movimiento de Liberación de Kurdistán puede aportar a la resolución de la cuestión kurda?
Como kurdas, hemos trascendido el viejo orden mundial de exigencia de secesión. Nuestra propuesta es de coexistencia mutua y multiculturalismo, en el que todas las naciones y grupos religiosos puedan coexistir pacíficamente en tierras que hemos compartido pacíficamente unos con otros durante miles de años. Nuestra visión es la de proteger la tierra en la que vivimos para el beneficio de las comunidades que coexisten mutuamente, así como de las generaciones futuras. Sin el respeto por la sacralidad de la tierra, estamos condenadas a crear junglas de cemento que están muy alejadas de la realidad natural de los seres humanos.
Abogamos por la participación mutua e igualitaria de las mujeres en todos los sectores de la vida, porque somos la mitad de la sociedad y la mitad de la sociedad no puede esconderse en la oscuridad, avergonzada. A través de estos medios, abogamos por una vida libre para todas y todos, en la que coexistamos con nuestros vecinos en igualdad de condiciones. Rechazamos y seguimos rechazando la noción de opresión y de estatus de segunda clase para nosotras y los grupos minoritarios.
Rechazamos la idea de jerarquías de privilegios en las que la lengua, la fe o la raza de una persona determinan si tiene o no derechos humanos básicos. No podemos respetar un régimen que exige nuestro silencio mientras morimos o mientras otras comunidades oprimidas son masacradas. No podemos ni vamos a transigir en estas demandas. Solo puede haber reconciliación si el régimen turco defiende nuestro derecho a vivir como seres humanos con dignidad y los derechos étnicos y culturales para nosotros y para todos los demás con los que vivimos.