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Italia
La cruzada patronal contra los trabajadores de la logística en Italia
El pasado 18 de junio moría Adil Belakhdim atropellado por un tráiler que consiguió atravesar el piquete en el que participaba, en la entrada de unos almacenes de la provincia de Novara. Instantes antes de alcanzar el cuerpo de Adil, el conductor del vehículo golpeó a otros dos trabajadores, que tuvieron que ser hospitalizados, aunque su situación actual es estable. Tras la agresión, el conductor de 26 años, se dio a la fuga, pero a pocos kilómetros detuvo el vehículo y decidió entregarse a los carabinieri, admitiendo “haberla cagado”.
El piquete del que formaba parte Adil había sido organizado en el contexto de una huelga del sector logístico convocada por todos los sindicatos de base a nivel estatal, entre los que se encuentra el S.I. COBAS, del que Adil era coordinador provincial.
Adil tenía 37 años y dos hijos, y trabajaba como operario para la multinacional FedEx TNT. Había vuelto a Italia recientemente desde Marruecos, su país natal, donde había intentado montar un negocio en propio, con poco éxito. Fue a su vuelta cuando decidió entrar en el sindicato, ayudando a crear una organización estable en la provincia piamontesa, uno de los puntos del territorio italiano donde el sector logístico está más presente.
Tras la muerte del sindicalista, por toda Italia se multiplicaron las muestras de solidaridad y rabia, con piquetes informativos en distintos supermercados de la cadena alemana Lidl, multinacional propietaria de los almacenes en los que Adil y sus compañeros habían organizado el fatal piquete. En la manifestación que había sido convocada en Roma para el día después de la huelga, la muerte de Adil añadió una pátina de rabia generalizada.
El primer ministro Mario Draghi habló de “arrojar luz sobre los hechos”, aunque éstos son claros y, por desgracia, basta echar la vista atrás, al pasado reciente, para entender el contexto de la muerte —nada accidental— de Adil
En sus primeras declaraciones oficiales, el primer ministro Mario Draghi habló de “arrojar luz sobre los hechos”, aunque éstos son claros y, por desgracia, basta echar la vista atrás, al pasado reciente, para entender el contexto de la muerte —nada accidental— de Adil.
En las últimas semanas se ha producido una escalada de violencia organizada contra los trabajadores de la logística que protestan desde hace meses. De hecho, esos episodios de matonismo patronal eran uno de los motivos por los que el sindicalismo de base había proclamado una huelga del sector el día de la muerte de Adil. El segundo motivo era la reciente firma de un convenio colectivo por parte de los sindicatos confederales (CGIL, CISL y UIL, los más grandes en términos de número de afiliados) que había sido tachado por los huelguistas como muy dañino para sus derechos laborales.
Así, la criminal rotura del piquete del que Adil formaba parte es solo el último capítulo de una larga serie. Hace unos días, en la provincia de Lodi se produjo una agresión a un piquete de trabajadores S.I. COBAS por parte de agentes de seguridad privados, al más puro estilo Pinkerton. Varios huelguistas resultaron heridos, uno de ellos gravemente. Pocos días antes se había producido la misma dinámica en San Giuliano Milanese, otra localidad situada en el “triángulo incandescente” de la logística italiana, un cruce de autopistas en el noroeste del país por el que fluyen ininterrumpidamente todo tipo de mercancías. Y en una fábrica de la empresa TexPrint en la ciudad de Prato (donde se halla el tercer mayor distrito textil de Europa) fueron los mismos dirigentes de la empresa los que atacaron a puñetazos y ladrillazos a un grupo de trabajadores que pretendían bloquear la salida de un camión (en su lucha por conseguir una jornada de 8 horas por 5 días a la semana en empresas donde a menudo se alcanzan las 300 horas laborales al mes).
A esta violencia física hay que añadirle las cargas policiales, los arrestos y las multas que los trabajadores en huelga han sufrido, único papel que las fuerzas policiales parecen haberse reservado en este conflicto.
La estrategia patronal contra las huelgas ha incluido también un intento, en parte exitoso, de generar una guerra entre trabajadores. Desde hace semanas, jefes de reparto y dirigentes de diferentes empresas han hecho circular el mensaje de que los piquetes se pueden atravesar, de que existe una suerte de derecho moral para agredir a los trabajadores en huelga y a los sindicalistas que los apoyan. Este tipo de comunicación de arriba hacia abajo ha generado sin duda un ambiente en el que una muerte como la de Adil tenía que llegar antes o después. Una crónica anunciada desde hacía tiempo.
La chispa que ha hecho estallar la bomba de las huelgas en los últimos meses fue la iniciativa de la multinacional FedEx TNT, gigante del sector (400.000 trabajadores, 160.000 vehículos, 657 aviones y 22.400 millones de dólares de facturación anual) y gran beneficiada de la pandemia, de cerrar su hub en Piacenza el pasado febrero. El cierre del centro logístico, donde el sindicato S.I. COBAS era mayoritario, dejó en el paro a cientos de trabajadores, que tuvieron que perseguir sus antiguos trabajos en los almacenes cercanos a los que la empresa deslocalizó su actividad. Almacenes en los que posteriormente organizaron las huelgas y sufrieron la violencia patronal.
“Esta historia no habla solo de la barbarización patronal. Habla también de un fracaso histórico de los grandes sindicatos confederales. Del agujero negro que su abandono de los cánones propios del sindicalismo clásico ha dejado al descubierto”
No obstante, la represión física contra los trabajadores, que se está agudizando en las últimas semanas, es solo la punta del iceberg de una estrategia política de mayor amplitud, un mecanismo que permite allanar el camino para las próximas medidas gubernamentales en el ámbito laboral. Entre éstas, la de mayor calado es el fin del bloqueo de los despidos (decretado en febrero del año pasado) que llegará el próximo 1 de julio, bajo la premisa de una “normalización” de la pandemia.
En palabras del periodista de Il Manifesto Marco Rivelli: “La logística se revela cada día más como el auténtico corazón negro del capitalismo italiano, como la intersección de las líneas estratégicas del modelo productivo dominado por las grandes plataformas, ése en el que se producen con mayor intensidad los procesos de aceleración en curso y, consecuentemente, donde se exacerban los niveles de explotación y las tensiones en la relación capital-trabajo”. Y añade: “Pero esta historia no habla solo de la barbarización patronal. Habla también de un fracaso histórico de los grandes sindicatos confederales. Del agujero negro que su abandono de los cánones propios del sindicalismo clásico ha dejado al descubierto”.