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Inteligencia artificial
Agencias estatales y su impacto económico
Han pasado algunos días desde que el Gobierno hiciera públicas las sedes para la Agencia Española del Espacio, AEE, y la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial, AESAI. Sin entrar en la polémica sobre la elección de su ubicación, me gustaría centrarme en las consecuencias reales para las localidades donde se van a implantar.
Para entender la importancia de la ubicación de estas sedes, tenemos que tener en cuenta dos niveles. En un primer nivel, encontramos el impacto directo: las inversiones públicas y la creación de puestos de trabajo directos. Este impacto, para cualquiera de las candidatas, es muy limitado. En el caso de la AEE hablamos de una cifra dentro de cientos de empleados. Para ponerla en contexto, la provincia de Sevilla supera los 100.000 empleados públicos. Por tanto, poco impacto directo puede tener sobre los niveles socioeconómicos. El caso de la AESIA es aún menos relevante. Se prevé iniciar con 40 empleados públicos, que, con suerte, pueden llegar a ser 100 a medio/largo plazo. Contextualizando, es el nivel de empleo que se crea con un Instituto de Secundaria mediano.
“El impacto directo de las sedes es muy limitado, en el caso de la AEE hablamos de cientos de empleados, la AESIA prevé iniciarse con 40 empleados públicos, que podrán llegar a 100 a medio/largo plazo, el nivel de empleo que se crea con un instituto de secundaria”, Luis Miguel Molina, catedrático de Organización de Empresas en la UGR.
En un segundo nivel está la relevancia para la mejora de lo que, en gestión de empresas, llamamos ecosistema de negocio. La idea es que para que un sector de actividad se desarrolle en una ciudad o región específica, no es suficiente con que haya un gran actor (una gran empresa, una universidad de primera fila o una gran inversión pública, por ejemplo), sino que el desarrollo se produce cuando muchos agentes que trabajan alrededor del mismo negocio trabajan juntos. Por poner una analogía, cada universidad, empresa, agencia pública, consorcio o centro de investigación es una pequeña bolsa de fichas de construcción. Para hacer, siguiendo con el ejemplo aeronáutico, un avión o una nave espacial necesitas muchas bolsitas de fichas y algunas de esas bolsitas necesitan de fichas especializadas que te permiten que la nave o el avión quede bonito. Volviendo a la terminología de empresa, que esa nave sea bonita significa que sea competitiva con las naves que pueden hacer en otras regiones con sus propias fichas de construcción.
Así, la bolsa grande de fichas es la Agencia Espacial Española, por presupuesto y relevancia. Tiene como función coordinar la política española espacial, y, por tanto, será, con toda seguridad, la entidad encargada de repartir fondos públicos mediante convocatorias tanto al sector público como al privado. Por tanto, en este caso, se trata de un elemento central para la creación de un ecosistema regional en torno al negocio aeroespacial. Siguiendo con la analogía, es una bolsa grande con fichas muy especializadas y codiciadas que permiten que la región en torno a Sevilla consiga competir mejor en el sector aeroespacial. Y esto tiene un claro efecto llamada. Si hay ventajas, otras grandes empresas, centros de investigación, pymes, etc. vendrán y, por acumulación, la ventaja del área de influencia se puede ver muy ampliada. Hay que tener en cuenta que no me refiero a la ciudad de Sevilla, sino toda la región donde hay empresas del sector aeronáutico interconectadas, incluyendo buena parte de Huelva y Cádiz.
La bolsa pequeña era la AESIA, ya que la relevancia de la misma no es comparable, sobre todo por las funciones que tiene encomendadas. Principalmente será un órgano de control, de tal forma que adapte la normativa española en materia de inteligencia artificial y, sobre todo, supervisa que los algoritmos de IA cumplen con dicha normativa. Cualquiera que sepa un poco del tema os podrá decir que, básicamente, consistirá en hacer que los algoritmos pasen una batería de test online para asegurar que están certificados. Esto se podrá hacer desde cualquier parte de España, sin importar donde esté la sede física de la agencia. Por tanto, no va a ser un órgano central dentro de la Inteligencia Artificial para España, ni puede convertirse en el eje central sobre el que vertebrar un ecosistema de negocio. Es decir, es una bolsa con pocas fichas y no muy especializadas.
Entonces, ¿Por qué tanto revuelo, sobre todo con esta segunda? La AESIA no será un agente central, pero eso no significa que no sea relevante. Las ciudades medianas no podemos competir para atraer grandes proyectos. No esperamos que, por ejemplo, Google o Microsoft vayan a poner su sede central europea en Granada. Ahí compiten Londres, Madrid, París o Barcelona. Ni siquiera podemos pretender que pongan una gran agencia pública. Ahí están Sevilla, Málaga o Valencia. Las ciudades medianas, como A Coruña, Granada o Alicante, las tres candidaturas excelentes en este caso, competimos por atraer estos pequeños y medianos actores. Y después, sacarles mucho partido. Es decir, no dejar que se conviertan en una agencia aislada, sino que se integren con el resto de agentes del ecosistema para que creen muchas posibilidades de crear riqueza. Es decir, no basta con tener más bolsitas con fichas de construcción, hay que tener creatividad e imaginación para combinarlas, montarlas y desmontarlas una y otra vez, hasta que nos permita hacer la nave más bonita.
Andalucía
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Por eso en Granada nos hemos enfadado tanto con la decisión. Porque todo suma, y es una oportunidad importante perdida y, además, sabemos que habríamos sacado el máximo partido de la agencia. También se ha montado tanto revuelo porque el gobierno no ha publicado el informe técnico con las valoraciones numéricas de cada candidatura, creando dudas sobre si la decisión ha sido una decisión política o técnica. Lo que si ha publicado son las valoraciones cualitativas, en las que han evaluado cada apartado en cuatro niveles: no cumple, positivo, muy positivo y excelente. A partir de eso, la valoración de cada candidatura coloca a Granada como la mejor puntuada. Abundando más en las dudas, el propio informe publicado en el BOE comenta dos apartados en los que A Coruña no cumple, y uno en el que expresamente dice que tiene una valoración menor que las demás aspirantes a sede, pero Granada y Alicante sí, por lo que se hace muy difícil que salgan los números. Puede ser que no sea así, y sacarnos de dudas sería tan fácil como publicar las valoraciones numéricas de cada candidatura.
Y ¿entonces qué? Pues la situación de Granada ahora es mucho mejor que antes de iniciar el proceso de presentación a la candidatura. El proceso ha servido para poner de acuerdo a todos los agentes: Junta de Andalucía, Ayuntamiento de Granada, UGR, representantes de empresarios, grandes empresas internacionales con implantación en la ciudad, empresas locales de inteligencia artificial, cluster tecnológicos, etc. Y ha servido para crear los mecanismos de cooperación. Además, ha dado a conocer el potencial del ecosistema, por lo que no es descartable un cierto efecto llamada para la implantación de nuevas empresas. Por tanto, tenemos las mismas fichas que teníamos al empezar el proceso, pero estas fichas están más unidas, se conocen mejor y son capaces de construir naves más bonitas. Es decir, no tenemos más recursos, pero si más coordinados y creativos. Y es el momento de pedir que compensen a la ciudad por una decisión que no queda muy claro si ha cumplido al cien por cien con los criterios técnicos. Por tanto, es el momento de pedir que nos compren una nueva bolsa de fichas, y, si es posible, que sea aún mejor que la que hemos perdido.