Huelga general
Media escuela a la huelga pensionista

El movimiento de pensionistas saldrá mañana a la calle junto con estudiantes y trabajadoras en la primera huelga general conjunta por unas pensiones, condiciones laborales y vida dignas. De momento, 1500 comités de empresa y el 50% de la enseñanza pública ha mostrado su adhesión.

Bilbao Pensiones II
Concentración de pensionistas en Bilbao Ecuador Etxea

Cualquiera de los ocho sindicatos convocantes, así como sus 170 comités que han recorrido Euskal Herria en enero explicando los motivos para ir a la huelga general de mañana —unas pensiones, unas condiciones laborales y una vida dignas—, asegura que las tareas previas de preparación de la convocatoria están siendo exitosas. ¿Qué van a decir si no? Por eso no hay que preguntarles a ellas, sino a personas aleatorias, si mañana irán a trabajar. Para poder anticipar la logística familiar, la dirección de la escuela de la hija de quien escribe, pública, urbana y vizcaína (un centro escolar de Bilbao), mandó en la tarde de ayer un mail con el porcentaje de trabajadoras de conserjería, servicio de comedor, auxiliares del aula y profesorado que tiene previsto secundar la huelga general: el 50% de conserjes y auxiliares, el 37% de profesoras y solo el 18% de monitoras del comedor, las trabajadoras con contrato más precario.

Los sindicatos convocantes, ELA, LAB, Steilas, ESK, Hiru, Etxalde, EHNE y CNT, han trabajado intensamente desde el 7 de enero en 170 comités. Solo en Bilbao, había once. Solo en educación, Steilas, el sindicato mayoritario en el sector, ha conseguido visitar todos los centros públicos del País Vasco para ofrecer al personal docente y administrativo una charla con los motivos de la convocatoria. Asimismo, los comités han hecho hincapié en el pequeño comercio y en la hostelería, que suelen estar regentados por autónomos y pequeñas empresas, recordando que esta también es una huelga de consumo, como lo fueron las del 8 de marzo.

En cuanto a las empresas, en una comparecencia conjunta de las secretarías generales de ELA y LAB, Mitxel Lakuntza y Garbieñe Aranburu, respectivamente, aseguraron ayer que alrededor de 1.500 comités de empresa del País Vasco y Nafarroa secundarán la convocatoria.

CCOO y UGT, sindicatos con mucha presencia en la industria, no se adhirieron a la huelga, aunque sí participa el sector juvenil de Comisiones Obreras. Mientras, CGT ha dado un paso atrás en su tibia adhesión después de que en la reunión del 15 de enero se permitiera finalmente la simbología sindical en la manifestación que saldrá en todos los telediarios, la de las 12.30h. En opinión del secretario general de este sindicato en Euskal Herria, Andrés Gallego, “los sindicatos nacionalistas mostraron con esta decisión su objetivo: fagocitar el movimiento pensionista en su beneficio, por lo que la manifestación estará llena de banderas, básicamente de los dos sindicatos mayoritarios, ELA y LAB”.

Para Gallego, esta decisión tomada dos semanas antes de la huelga supone “una patrimonialización” de las movilizaciones, que han sido tensas en los últimos tres meses, desde que una parte del movimiento de pensionistas decidió enarbolarse como portavoz de todos y solicitar a los sindicatos la convocatoria de la huelga sin haber llegado a un consenso interno dentro del movimiento. En todos los actos de la huelga, solo los movimientos sociales tienen permiso para lucir emblemas e insignias en pancartas y banderolas propias durante las tres manifestaciones de la mañana, el mediodía y la tarde. Los pensionistas portarán la pancarta principal.

Desde el sindicato mayoritario en el sector de la enseñanza, Steeilas, su portavoz del secretariado general, Ana Pérez, se muestra muy optimista y asegura que el porcentaje global en la enseñanza pública de Euskal Herria podría alcanzar el 80%, por la alta adhesión en Gipuzkoa y, sobre todo, el respaldo casi total, en los tanteos de este mes, de las escuelas infantiles públicas. “En las reuniones han mostrado un respaldo de casi el 100%, sin contar los servicios mínimos”, asegura Pérez. Las trabajadoras de Haurreskolak llevan años arrastrando peticiones no cumplidas de mejoras laborales, que únicamente son competencia del Gobierno vasco.

Quizá la de mañana sea la huelga más curiosa de la historia reciente de Euskal Herria. No hay peticiones laborales concretas, más allá de las genéricas y básicas: 1.200€ de salario mínimo por 35 horas de trabajo, 1.080€ de pensiones mínimas. Están llamadas todas las personas de la sociedad con más de 18 años: estudiantes, trabajadoras y pensionistas. Y también es una huelga de cuidados y de consumo, como lo fue el 8 de marzo. Es una huelga amplia y ambiciosa, difícil de comprender para un público desmovilizado, pero que tiene como ventaja el hartazgo generalizado de una buena parte de la población.

“Desde que empezó la crisis y los recortes se hicieron patentes, la mayoría sindical vasca ha convocado ocho huelgas generales, que no solo tenían que ver con las condiciones laborales, sino con las condiciones de vida, aquellas que son un ataque al estado de bienestar, como la sanidad, la educación y las ayudas sociales. Todo ello nos llevó en 2013 a formar un espacio de trabajo entre 130 organizaciones sociales y sindicales para planear que necesitamos otro modelo de sociedad más allá del heteropatriarcado y el capitalismo. Por eso pedimos una carta social, porque necesitamos otro modelo social mucho más igualitario y democrático, donde todas las personas tengamos cabida”, explica Pérez sobre el origen de la Carta Social de Derechos de Euskal Herria, que ampara la movilización de mañana y da voz a parte del movimiento de pensionistas.

En ese espacio de trabajo común entre movimientos de exclusión social, racismo, ecologismo y LGTBI, participó intensamente el movimiento feminista autónomo vasco. Es por eso que, por primera vez, los pasquines de los sindicatos no rezuman lenguaje añejo y varonil. Se reivindican los cuidados y se insta “a poner la vida en el centro”. Pérez, que participó tanto de la gestación de la carta como en el movimiento feminista, reconoce con dicha y alivio que “las aportaciones del movimiento feminista al sindical han sido muy importantes”.

En los pasquines que estos días han aparecido en las paradas del tranvía, en las marquesinas del autobús, en los centros cívicos, en algunos bares y en algunas empresas, no aparece la firma de CNT. Este sindicato no suscribió la Carta Social de Derechos de Euskal Herria, ya que una de las peticiones que generó tensión fue el derecho a la soberanía nacional. 

Mientras, desde los sindicatos estatales que operan en Euskal Herria, CCOO y UGT, apelan a la interlocución con los gobiernos vasco, navarro y español para conseguir unas pensiones dignas, los sindicatos vascos y la CNT interpelan, sobre todo, al vasco y al navarro, en un año de elecciones autonómicas para la Comunidad Autónoma Vasca.

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